En más de una ocasión te hemos hablado acerca de cómo cuidar y desarrollar tu marca personal. Hoy nos detenemos en una herramienta que puede aplicarse durante la definición de la misma: la Ventana de Johari.
Ideada por Joseph Luft y Harry Inghman dentro de la psicología cognitiva, aquella que estudia los procesos del conocimiento, la Ventana de Johari se utiliza actualmente en entornos empresariales, desarrollo personal y autoayuda. Pero, ¿en qué consiste?
Según este método, el conocimiento de una persona se divide en cuatro áreas. Son las siguientes:
Área libre
Incluye todo lo que conocemos sobre nosotros mismos y que a su vez es percibido por quienes nos rodean. Informaciones como nuestro sexo, raza, cualidades externas o formas de actuar cotidianas integran este apartado, que se caracteriza por el intercambio libre de información.
En teoría, aquellas personas en las que predomina este cuadrante viven de manera más armónica y sana, puesto que se muestran como son, se conocen a sí mismas y no viven con miedo a que los demás descubran su realidad.
Área oculta
Incluye todo lo que conocemos sobre nosotros mismos pero que los demás desconocen. De hecho, esta información permanece oculta porque nos encargamos de esconderla por miedo o intimidad. Los sentimientos y las vivencias privadas forman parte de este cuadrante, que puede reducirse en favor del área libre cuanto más aumenta nuestra confianza en el grupo.
Área ciega
Sentimientos de inferioridad, superioridad, frustraciones y miedos, entre otros, están incluidos en este cuadrante al que sólo acceden las personas que nos rodean. Las relaciones interpersonales pueden hacernos conscientes de estas zonas ocultas para nosotros mismos. En este sentido, es típico que nuestro círculo cercano pueda ver defectos y limitaciones que nosotros negamos.
Área desconocida
Incluye todo lo que ignoramos tanto nosotros como los demás. Suelen tratarse de experiencias o sentimientos reprimidos u olvidados. En esta área también encontramos nuestras motivaciones inconscientes y nuestras capacidades inexploradas. Por este motivo, algunos psicólogos lo denominan como el potencial latente.
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