Un nuevo curso universitario comienza y con él, su lado más siniestro: las novatadas. Conozcamos el perfil de sus autores y víctimas.
Para tratar de explicar, a grandes rasgos, este fenómeno social que se repite cada curso vamos a trazar un bosquejo de las personalidades más comunes de los que participan, en ambos lados, de las novatadas.
Dos perfiles de agresor
En todas las situaciones de abuso (y no nos engañemos, las novatadas lo son), hay dos tipos de personas que participan de forma destacada: los cabecillas y los gregarios. Para entender las motivaciones de estos sujetos tenemos que ver sus distintas personalidades.
- Los cabecillas son los instigadores de las novatadas, es decir, aquellos estudiantes que demuestran una tremenda creatividad para pensar en el tipo de “bromas” que van a hacerse, en cómo se llevarán a cabo y en quiénes serán las víctimas propicias. Estos sujetos son generalmente dominantes y suelen parecer simpáticos, resolutivos, divertidos, descarados… populares. Pero esa máscara esconde una personalidad que puede incluir cierto grado de sadismo (mayor o menor en función de la crueldad y humillación que demuestren sus novatadas), falta de empatía e incluso, en algunos casos (los menos), una psicopatía. En su periodo escolar pudieron ser abusones que obtuvieron un refuerzo de sus acciones vejatorias hacia otros niños o simplemente niños excesivamente centrados en sus propios intereses que no desarrollaron bien sus habilidades solidarias, sino solo las sociales de forma efectiva pero superficial.
- El perfil que hemos llamado gregario corresponde a un tipo de personalidad que se deja llevar por el instigador. No decimos que le siga como un perro faldero, sino que apoya sus ideas o sus actos porque considera que “así son las cosas”, “a mí también me lo hicieron”, “los rituales de iniciación son una tradición”, etc. y se divierte con el proceso por una concepción de las novatadas más social que personal. Este tipo de personas (que son una mayoría), actúan de una forma que, en cierta manera, es un producto de la evolución del ser humano como animal social, es decir, para que la especie humana pueda vivir en el tipo de sociedad que ha construido, es necesario que una gran cantidad de personas no se planteen continuamente si deben revisar sus acciones, las órdenes de sus superiores, etc. Pero si bien esta personalidad es, como decimos, evolutivamente normal, también resulta muy dañina a la hora de cambiar o mejorar circunstancias negativas socialmente establecidas. Como ampliación de este perfil tan interesante, podemos encontrar mucha información, por ejemplo, en el libro de Hannah Arendt, Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal, o en el sorprendente y esclarecedor experimento de Milgram.
Es importante destacar que ninguna de estas personalidades es permanente. Desarrollar una conciencia solidaria y potenciar la empatía es posible a cualquier edad, solo hay que aprender a mirar las cosas desde perspectivas diferentes y esforzarse por entender a los demás.
Entorno social facilitador
Si las novatadas están mal vistas socialmente, las universidades expulsan a los que las llevan a cabo y se crean leyes para castigar las más graves, ¿por qué se siguen practicando? Pues precisamente por esa mayoría de personas que tienen el perfil gregario y porque cuando una práctica ha sido socialmente aceptada durante siglos, resulta muy difícil y doloroso demostrar que llevamos siglos haciendo el salvaje.
Toda práctica que tenga la etiqueta de “cultural”, “tradicional”, toda costumbre que nos identifique como parte de algo, formará parte también de nuestra identidad como pueblo, como sociedad, por lo que será muy complicado abandonarla. Y el ciclo (casi) sin fin comienza cuando todas estas cuestiones individuales se relacionan entre sí: la costumbre social provee de un arma al hostigador para que satisfaga su faceta sádica, el gregario lo asume y participa porque “así son las cosas”, la víctima lo padece, aparece la condena pública de los actos y la tradición cultural excusa esos actos, de forma que al año siguiente todo el ciclo se repite de nuevo. ¿La buena noticia?, que una vez que se forma una conciencia social respecto a un problema concreto, también se genera una conciencia individual que permite hacer autocrítica o simplemente crítica, y los gregarios se dividen en bandos, de forma que poco a poco y muy lentamente estas cosas tienden a desaparecer.
Un perfil de víctima
Como es lógico, para que haya agresores tiene que haber víctimas, pero en este caso, no nos hace falta crear subtipos
¿Y Por qué solo consideramos un perfil de víctima? Fácil: porque víctimas podemos ser todos. Y cuando decimos todos, nos referimos a TODOS, incluidos también los cabecillas. La “ventaja” que tienen las novatadas con respecto a otros abusos, como por ejemplo el bullying o el comportamiento machista, es que están dirigidas a todos los alumnos que entren el primer año en la universidad o que quieran pertenecer a una hermandad de su carrera. Pero, si nos fijamos, a pesar de que esos “ritos de iniciación” están destinados a una generalidad de personas (que “eligen” o no participar en ellos) sí se vuelven más perniciosos o más crueles con unos que con otros y, desgraciadamente, con aquellos con los que son más dañinos, son también a los que más les afectan las posibles consecuencias psicológicas futuras.
Aun así, ni siquiera en este caso debemos etiquetar a la víctima en un perfil concreto (diferente, retraído, raro…), porque no sería ajustarse a la realidad, sino dejarse llevar por un tópico. Lo cierto es que las personalidades sádicas lo son porque disfrutan con el sufrimiento (más o menos inocente) que causan en los demás, y ese disfrute es menor si el objetivo de sus bromas no se siente afectado por ellas, es decir, no sufre. Pero pensar que unos tienen más tendencia a ser el foco de las novatadas sería injusto, porque cualquiera de nosotros puede, en un momento dado, estar psicológicamente más predispuesto a sufrir o a acusar ese daño con mayor intensidad.
Soluciones
Aquí sí vamos a dividir de nuevo las soluciones en dos categorías:
- Soluciones hacia fuera o sociales: Que básicamente consisten en denunciar, denunciar y denunciar. La fuerza de estos abusos reside, básicamente, en la presión social y en la excusa cultural. Cuando un alumno quiere denunciar, se niega a participar o lo critica puede exponerse a un auténtico acoso por parte de los demás compañeros, pero con las universidades y las residencias de estudiantes luchando activamente contra las novatadas, la denuncia va a tener buena acogida entre la administración universitaria y encontrará apoyo en el centro. Por otro lado, no hay mejor manera de acabar con estas prácticas que sacarlas de la clandestinidad y movilizar a la opinión pública para que haya una tolerancia cero al respecto.
- Soluciones hacia dentro o personales: No diremos no te expongas, no participes, no hagas, porque eso no sería una solución, sino una prevención. Es muy bonito querer solucionar el problema antes de que exista, y obviamente, si puedes ser precavido y protegerte sin sentirte como un paria, hazlo. Pero las soluciones se dan por definición cuando el problema ya se ha manifestado, por lo tanto, si has sido víctima (no importa si por elección propia, porque en esta elección siempre media el chantaje) de una novatada, no te culpabilices por ello. Trata de no cuestionarte y de ver las cosas en su justa medida para no agravar el problema. No decimos que lo excuses, sino que lo intentes relativizar y racionalizar. Sí, te ha ocurrido algo desagradable que debe denunciarse, pero además puedes trabajar en el grado de importancia que le das a las consecuencias que ese suceso pueda tener en ti, por ejemplo, si te has sentido humillado, es bueno que lo hables y busques ayuda si la necesitas, pero también que veas que ese es un sentimiento que se da unas cuantas veces a lo largo de la vida y que lo superarás sin problema. Incluso es bueno que intentes verlo como lo haría una persona positiva: como una mala experiencia de la que sacar un valioso aprendizaje personal,como crecimiento psicológico y autoconocimiento, no como escarmiento, porque repetimos: tú no tienes la culpa.
Desde e-Título decimos No a las novatadas y no a los abusos y os animamos a que comentéis vuestras experiencias en el blog. Feliz curso a tod@s.