Si se acercan tus primeros exámenes en la universidad, no te preocupes; te contamos qué hacer para que todo vaya sobre ruedas.
Nuestro primer febrero (o enero, que ahora los están adelantando) siempre es el más estresante. Aún no conocemos el tipo de exámenes que pone cada profesor, la dificultad que tendrán, lo extensos que serán… y es normal que lo magnifiquemos todo pensando que serán dificilísimos, pero la verdad es que si se preparan bien y mantenemos una buena actitud, no son para tanto.
Organízate
El secreto del éxito (sobre todo en nuestros primeros exámenes) reside en una buena organización y planificación. No esperes más para recabar todos los apuntes que puedan faltarte. Es importante que separes bien los apuntes de cada asignatura y que no sean un montón de folios dispersos para que te hagas una idea realista del volumen de temario que tienes. También necesitarás saber cuanto antes las fechas de cada examen para ir diseñando un plan de estudios adaptado. Ya sabes, aunque todavía queden varias clases después de las vacaciones de Navidad, más vale prevenir…
Prepáralos con tiempo
Nada de estudiar en el último minuto. Eso solo vale cuando no te queda más opción y ya tienes un doctorado en exámenes de grado. En nuestros primeros exámenes necesitamos ganar confianza y reducir estrés, no jugárnosla a la ruleta rusa. Cuanto antes empieces, mejor: menos agobios después, mejores notas, menos cansancio… De verdad, merece la pena sacrificar un par de horitas diarias desde ya, antes que estar luego sufriendo.
Varía las técnicas de estudio
No te pongas a leer y releer. Quizá eso te fue bien en el bachillerato, pero ahora vas a tener más temario y seguramente más materias, así que ve probando cosas nuevas. No se trata de que dejes de hacer lo que te funciona, sino de que lo complementes con otras técnicas de estudio mejores y vayas comprobando cuáles te ayudan más. Por otro lado, piensa que leer y repetir tantas asignaturas se hace muy tedioso y es posible que pierdas la concentración rápidamente; al ir mezclando técnicas, estudiar se hará más ameno.
Despréndete del miedo al fracaso
En nuestros primeros exámenes es normal estar asustado, nervioso, pensar que todo puede salir mal…, pero que sea normal no significa que sea bueno o que no debamos tratar de evitarlo. Huye de los pensamientos negativos circulares del tipo voy fatal, esto no me entra, odio al profesor, voy a suspender, seguro que es dificilísimo, verás la bronca que me echan mis padres como suspenda… porque pueden volverse una especie de profecía autocumplida. Si ocupas tu cabeza con pensamientos así, estarás más estresado cada vez, disminuirá la confianza en ti mismo y, en consecuencia, tu concentración y tu rendimiento.
Intenta mejor probar con una versión más positiva de la historia: no voy tan mal, aún tengo tiempo para que salga bien; si otros lo hacen, yo también puedo; mis notas dependen de mí y de mi esfuerzo, no de lo mal que me caiga el profesor; seguro que lo consigo y, si no es así, es solo un examen, no el fin del mundo y ya soy mayor para afrontar mis propios errores, así que voy a esforzarme al máximo y a dar lo mejor de mí y veremos qué pasa. Fin. No hay que darle más vueltas, solo pasar a la acción y ponernos a estudiar.
No te olvides de descansar
Si vas preparando todo con antelación, podrás estar descansado y no pegarte unas palizas tremendas estudiando por el día o por la noche cuando se acerque la fecha crítica. Dormir ocho horas es esencial para asimilar los conocimientos y enfrentarnos al examen con un buen rendimiento cerebral.
Hidrátate y come bien
Otro fallo típico en época de exámenes es que nos alimentamos a base de bollos y comida precocinada y nos hidratamos con bebidas carbonatadas altas en cafeína y azúcares.
Piensa una cosa: si tuvieras que prepararte para correr una maratón, ¿sería esa tu dieta? No. Harías ejercicio, comerías sano y beberías abundante agua, ¿verdad? Bien y ¿cuál crees que es la diferencia entre correr una maratón y pasarte 15 días haciendo exámenes? Pues que los exámenes son más agotadores (salvo para las piernas). Así que usa la cabeza y prepara tu cuerpo y tu mente para lo que se te viene encima en vez de dificultarte la tarea con productos que encima disminuyen tu concentración y te intoxican.
Ah, y por cierto, hacer quince minutos de ejercicio entre horas de estudio, aunque suene igual de apetecible que darse con una fusta, resulta que es muy beneficioso para la concentración y el rendimiento.
No dejes que te puedan los nervios
Tener un poquito de estrés no es malo porque nos pone alerta y hace que nuestro cerebro funcione más rápido y mejor. Ahora, cuando decimos un poquito es un poquito, no un agobio de tres pares de narices que nos haga hasta hiperventilar, porque entonces nos va a costar incluso recordar cómo se escribía nuestro nombre.
Controlar el estrés excesivo es esencial para tener éxito en la universidad, así que si no eres de sangre fría, ve buscando métodos de meditación que te funcionen, y aprende a relajarte en momentos de tensión. Recuerda que todo está en tu cabeza y que no te van a pedir que desactives una bomba que matará a cien mil personas; solo son exámenes y si has llegado hasta aquí, es que ya sabes más o menos de qué va esto de estudiar.
Ya verás como todo sale mucho mejor de lo que esperabas y como no era tan difícil. Ahora acabas de empezar, pero cuando dentro de cuatro años tengas tu e-Título te reirás de lo mal que lo pasabas en tus comienzos.