Para elegir carrera y no equivocarse hay que hacer un estudio concienzudo. Sigue estos pasos y sabrás sin duda que has acertado.
Primer paso: ¿A qué te gustaría dedicarte?
Lo primero que debes hacer para elegir carrera es pensar a qué te quieres dedicar cuando termines. Estudiar es mucho más que un camino hacia una profesión, pero está necesariamente enlazado y tendrás que ver qué te encanta, qué te gusta, qué toleras y qué detestas. Aunque suene tópico, elaborar listados es muy útil para estas cosas y, a pesar de que tengas claro que tu sueño es ser, por ejemplo, física nuclear y trabajar en el CERN, sopesa algunas opciones más por si las moscas.
Haz distintos listados en orden de preferencias enlazando estudios con profesiones, pros y contras, cercanía o no de la universidad donde quieres cursar esos estudios, requisitos de admisión, notas de corte, etc. Sé curioso e investiga a fondo, no te dejes ninguna información por apuntar aunque te parezca absurda porque así, cuando tengas que tomar la decisión final, podrás hacerlo teniendo en cuenta todos los datos.
Segundo paso: Conócete a ti mismo
No es el título de un libro de autoayuda, ni sugerimos que te tengas que ir al Tíbet a meditar profundamente sobre el significado esencial de tu vida. Simplemente valora cómo eres, qué te gusta, cuáles son las cosas que te motivan, si eres más sociable o más introvertido, cuáles son tus habilidades, en qué destacas más y ese tipo de cosas que puedan ayudarte a decidir. Si te visualizas a ti mismo como el nuevo creador de la más famosa red social de todos los tiempos, pero la informática no es lo tuyo y apenas manejas las opciones de tu smartphone, igual deberías pensar en dedicarte a algo que se te vaya a dar mejor.
Por otro lado, trata de evitar aquellas etiquetas con las que otros te han definido. Aquí viene lo difícil del asunto: si tienes unos padres que, dentro de su infinito amor y para tratar de ayudarte o motivarte, te han dicho mil veces que eres un vago o que algo no se te da bien, intenta no asumir eso como cierto. Nadie es algo constantemente y en todos los aspectos de su vida; no siempre se vaguea, no siempre se es simpático, no siempre queremos postre, no siempre somos cariñosos, etc. Uno puede ser rubio, moreno, alto o bajo, pero no vago. Vago se está, no se es. El problema de estas cosas es que cuando nos las han repetido sistemáticamente acabamos por incorporarlas a la definición mental que hacemos de nosotros mismos y corremos el riesgo de caer en eso de la profecía autocumplida: «Para qué voy a hacer esto que quiero si, como soy un vago, al final lo dejaré». Así que a la hora de hacer introspección y valorar tus cualidades para elegir carrera, descarta aquellas que te etiquetan negativamente y piensa que si has actuado como un vago en algún momento, es solo porque lo que hacías no te motivaba lo suficiente.
Tercer paso: Nada es perfecto
No es lo mismo soñar con ser enfermero que serlo. En nuestra cabeza siempre se idealizan las cosas que nos gustan, pero hay que entender que hasta la profesión (o la carrera) más maravillosa tendrá sus sombras. Si te visualizas a ti mismo asistiendo a los enfermos, ayudándolos en su día a día, atendiendo sus necesidades o salvándoles la vida, tienes que entender que también tendrás que recoger y limpiar heces, vómitos, pus, aguantar olores nauseabundos, tener turnos nocturnos y guardias leoninas, que habrá pacientes que morirán por mucho que tú hagas, que podrás cometer fallos que los dañen, etc. Lo que decimos es que para elegir la profesión idónea para ti lo mejor es no idealizarla, sino verla en su conjunto, con sus más y sus menos y, si aun así te sigue gustando, entonces a por ello. Si tienes dudas sobre cómo es el día a día de cualquier profesional, no te cortes: ve y pregunta. Si hay alguno que no te atiende, seguro que hay muchos otros dispuestos a contarte cómo les va.
Cuarto paso: investiga a fondo las carreras
Bien, por el momento hemos hecho listas con los trabajos que te gustaría desempeñar y con tus habilidades, ahora vamos al meollo: ¿qué tengo que estudiar para llegar ahí? Es el momento de revisar las carreras que te llevan a los puestos que has seleccionado, pero no vale solo con apuntar «para ser médico tengo que estudiar Medicina», porque entendemos que si estás a punto de pasar la selectividad, es que tienes dos dedos de frente y ya sabías eso.
Mira dónde se cursan esas carreras, cuál es su temario, su duración, su precio, etc. Se trata de que investigues cada asignatura que se impartirá en el grado, la dificultad objetiva que puedan tener y lo que la carrera te exigirá de compromiso.
Todo esto no es para desanimarte, sino para que tú mismo no te eches atrás en segundo curso. Estudiar en la universidad es una experiencia maravillosa que va a aportar muchísimas cosas buenas a tu vida y no solo en cantidad de conocimientos académicos, sino en experiencias, autoconocimiento, amistades, viajes… pero como casi todo lo bueno, exige un sacrificio: tu compromiso y tu esfuerzo.
No va a estar chupado, no vas a aprobar por la cara, no todo te va a gustar, etc. Y por lo mismo que te decíamos que tenías que ver las profesiones escogidas en su conjunto, con lo bueno y con lo malo, debes escudriñar los estudios para que luego no te pillen por sorpresa y te quieras cambiar de carrera al primer contratiempo. En cuatro o más años de estudios habrá asignaturas que te gustarán, otras que te encantarán y algunas que odiarás y te costará dios y ayuda sacar. Las facultades, como toda organización humana, son imperfectas, tienen reglas absurdas y a veces arcaicas, sufren problemas de excesiva burocratización o de desorganización absoluta. Los profesores pueden ser odiosos, estupendos o ni fu ni fa, pero ni te cogerán manía ni probablemente se queden con tu cara.
La cuestión es que la información es poder y todo lo que puedas recabar de antemano te va a facilitar no solo la decisión para elegir carrera, sino también el proceso de cursarla.
Quinto paso: habla con otros estudiantes
Una vez que ya tengas desarrollados todos tus listados y hayas conseguido la información que necesitas, selecciona tus tres carreras favoritas y pásate por las facultades para ver si puedes hablar con estudiantes. No seas tímido y pregunta abiertamente; muchos estarán encantados de atenderte. Habla con los que no están contentos y con los que sí y pregúntales por qué, cuál es su opinión, qué te recomiendan, etc. También habla con alumnos de distintos cursos, no solo los de primer año, y si ves que te da mucho corte abordar a estudiantes por ahí y entrevistarlos, haz una pequeña encuesta con preguntas cerradas y pide permiso a los profesores para repartirlas en sus clases.
Si quieres, puedes hacer esto con varios amigos que estén en tu misma situación, para que sea más fácil y podáis recabar más información.
Sexto paso: consultar con amigos y familia
Ahora que tienes toda la información para elegir carrera habla con tus amigos y familia, escucha sus consejos, pero no cambies tus decisiones por ellos, solo escucha lo que ellos creen que es mejor para ti. Es muy bonito estudiar junto a tus amigos de toda la vida, pero si no os gustan las mismas cosas, nadie debe sacrificar su futuro por una cosa así. Piensa que después de clase os seguiréis viendo y que tendréis más cosas que contaros.
Por otra parte, tu familia tendrá mucho que decir porque su situación económica se va a alterar por tus estudios, así que si no pueden pagarte unos cursos en la Sorbona y mantener tu ritmo de vida parisino, vas a tener que entenderlo y buscar algo más económico. Si la cuestión es que tu madre tiene un bufete de abogados de renombre y está empeñada en que sigas sus pasos pero a ti te horroriza la idea de estudiar Derecho, entonces tendrás que hacerle entender que eso no te haría feliz en absoluto y que es una imposición que no le corresponde hacer por mucho que ella te mantenga económicamente. Trata de ser asertivo y tolerante, expón tus ideas claramente junto con la información que has recabado y dale tiempo para procesarlo.
Si tus padres ven que tu decisión es firme, fundada y positiva para ti, acabarán accediendo.
Séptimo paso: cree en ti
Nada te asegurará más éxito en tus estudios que la confianza que tengas en ti mismo, en tu capacidad de esfuerzo y en tu capacidad para disfrutar de ello mientras visualizas la meta. Debes ser realista (ya lo hemos dicho) y tener siempre los pies en la tierra, pero también hay que soñar a lo grande y ponernos altas metas. La decisión sobre qué carrera estudiar es importante y hay que tomarla con sabiduría y de forma reflexiva, pero en el proceso no debe frenarnos la inseguridad de si lo conseguiremos o no, sino esforzarnos al máximo y saber que sí lo conseguiremos mientras conservamos un par de planes B en la manga por si algo ajeno a nosotros falla. A veces, para llegar a la meta hay que dar un rodeo, pero eso no debe desanimarnos y mucho menos a la hora de elegir carrera.
Desde el momento en el que tomes tu decisión y comiences tus estudios hasta que te gradúes y consigas tu eTítulo te espera un viaje alucinante cargado de vivencias enriquecedoras. Disfrútalo mucho.