El cambio climático no es una teoría conspiranoica de unos colgados ecologistas, es una realidad que podemos percibir con los cinco sentidos.
Ahora o nunca
La verdad se impone: hay que hacer algo para frenar la destrucción del planeta y hay que hacerlo ya. Los pobres argumentos de los negacionistas del cambio climático no tienen ningún sentido y nunca han estado avalados científicamente. De hecho, un estudio publicado este verano en la revista geocientífica Earth System Dynamics alerta de unos plazos estrictos para aplicar medidas «radicales» contra el cambio climático si no queremos que la tierra llegue a un punto de no retorno en el año 2035.
Hoy, las consecuencias devastadoras de la acción del ser humano sobre nuestro planeta son innegables y necesitamos que las instituciones y Gobiernos de todo el planeta tomen conciencia y empiecen a trabajar en ello como si la vida de la especie dependiera de ello (que es exactamente lo que nos jugamos: la supervivencia de nuestra especie y de las demás formas de vida con las que compartimos el planeta).
Los jóvenes dan ejemplo
En estos días, hemos visto la primera huelga a nivel mundial organizada por jóvenes y estudiantes para pedir a sus Gobiernos un compromiso eficaz para luchar contra el cambio climático, hemos visto a Greta Thunberg enfrentarse sin pestañear a las personas más poderosas del planeta para exigir políticas y acciones reales; pero ni salir a la calle ni dar apasionados discursos servirá de nada si no somos coherentes con lo que exigimos y si no empezamos también un cambio radical en nosotros mismos y nuestra forma de vida.
Los líderes políticos deben escuchar y obedecer la voluntad de sus ciudadanos, pero es responsabilidad de los ciudadanos dar ejemplo de lo que se exige. La coherencia es muy importante para conseguir cambios sociales. Si, por ejemplo, exigimos a nuestro Gobierno mediante manifestaciones, recogida de firmas y demás acciones que prohíba las patatas pero seguimos comprando patatas cada día, al final al gobierno le será muy difícil desmantelar toda una industria patatera enriquecida de la que viven millones de personas. Si no queremos patatas, hay que dejar de comprar patatas a la vez que llevamos a cabo todas esas acciones de protesta social. Para que nos entendamos, ambas cosas (acción social y coherencia interna) son igualmente importantes.
Así que, si queremos que nuestros Gobiernos hagan algo, vamos a hacer algo nosotros también, vamos a luchar contra el cambio climático en nuestro día a día. ¿Cómo? Pues es más fácil de lo que parece: implementando una serie de hábitos y quitándonos otros.
1.Reduce el consumo
Nada es menos ecológico y peor para el planeta que consumir sin parar. Compramos muchísimas cosas que no necesitamos; compramos porque es muy barato, porque se pone de moda algo, porque estamos depres, porque estamos contentos, porque nos recomiendan un producto… Lo cierto es que cuanto menos consumamos, mejor para prevenir el avance del cambio climático, porque cada cosa insignificante que compramos tiene detrás una producción industrial que genera gastos energéticos, agua, que implica el uso de productos contaminantes que no se recogen adecuadamente, etc. Si todos hiciésemos una reducción drástica del consumo, la industria se pondría a trabajar enseguida para mantener su economía creando productos sin huella ecológica.Pero para que ellos lo hagan, nosotros debemos empezar a hacernos valer como consumidores responsables.
2.Recicla, pero de verdad
Los plásticos, el papel, el vidrio, los residuos orgánicos (que también puedes aprovechar para hacer compost) y los inorgánicos, pero además, las pilas, los medicamentos, los electrodomésticos, las bombillas… Debemos enterarnos de dónde está el punto limpio de nuestra ciudad y llevar allí las cosas que no deban tirarse a la basura. Sí, es mucho más cómodo tirarlo todo a una sola bolsa, pero ¿no estamos pidiendo que se frene el calentamiento global? Pues hay que contribuir. Además de tirar las cosas en el lugar que proceda, también hay que tratar de generar menos residuos.
3.Reduce al mínimo tu consumo de plástico
Sí, nos lo ponen muy difícil. ¿Cómo conseguimos pasta de dientes, líquido de lentillas, hilo dental, champú, etc. que no estén envueltos en plástico? Pues es casi imposible. Lo que sí podemos hacer es, además de llevar nuestras propias bolsas no plásticas para comprar y evitar los productos sobreenvasados (por ejemplo, la bolsa de magdalenas llena de magdalenas en bolsas individuales), tratar de buscar aquellos productos que tengan envases ecológicos o que ofrezcan recargas. También podemos comprar el jabón en pastilla (como se ha hecho siempre), usar copa menstrual en lugar de compresas o tampones, comprar la comida a granel, etc. Evidentemente no podemos eliminar todo el plástico, pero sí un alto porcentaje.
4.Cuida la ropa que usas
Ya hemos dicho que reducir el consumo es esencial, pero además, cuando consumamos, hay que hacerlo de forma responsable. Hay marcas de ropa que usan tejidos ecológicos y, aunque son algo más caras, acabará pasando lo que decíamos antes: si todos consumimos con responsabilidad, la industria estará abocada a cambiar para no desaparecer. Además, al reducir nuestro consumo ahorraremos dinero y podremos permitirnos pagar un poco más por una camiseta. Las tiendas de segunda mano son un gran aliado también porque encontraremos ropa perfectamente útil a bajos precios.
5.Consume comida ecológica, de proximidad y de temporada
«Lo quiero ahora y lo quiero ya» es una mentalidad que, en relación con el consumo, debe desaparecer si queremos luchar contra el cambio climático. ¿Que nos apetece comer aguacates, tomates o sandía en cada desayuno? Pues no puede ser. Hay que escoger alimentos de temporada y cultivados en nuestro país. Es una pena, pero no tiene ningún sentido que haya que movilizar toneladas de frutas y verduras desde el otro lado del globo terráqueo solo por nuestro capricho. Los camiones, aviones y barcos que transportan estos alimentos contaminan muchísimo y, si lo pensamos detenidamente, la relación de costes y beneficios no tiene ningún sentido ni tiene nada que ver con nuestros intereses. La lucha contra el cambio climático comienza en uno mismo y en responsabilizarse de sus actos. Además, las frutas y verduras de temporada y que no han sido congeladas ni tratadas para que duren más de lo normal son más sabrosas y más sanas.
Debemos reducir también el consumo de carne y pescado. Respecto a la carne, es importante comprar solo productos procedentes de ganadería ecológica que tengan un impacto mínimo sobre el medio ambiente (además de cierta ética en el trato a los animales). En el caso del pescado, debemos comprar solo aquellas capturas procedentes de artes de pesca no dañinas. La regla es sencilla: olvidar la pesca de arrastre, dejar de comer depredadores porque hay miles de presas por cada predador y nos cargamos las cadenas tróficas (malas noticias para los comedores de atún) y buscar en las listas de pescado sostenible de Adena qué especies hay que consumir y cuáles están prohibidas. Los huevos, siempre ecológicos (la numeración impresa en la cáscara empieza por cero).
6.No bebas agua o refrescos envasados en plástico
Usar botellas reutilizables de metal o cristal para el agua no solo es bueno para nuestra salud, sino que estaremos contribuyendo a frenar el cambio climático. En el caso de los refrescos, podemos comprarlos en botellas pequeñas de cristal como las que ponen en los bares o evitar su consumo (porque no hay nada bueno en beber un líquido lleno de azúcares, conservantes, colorantes y productos químicos cancerígenos, la verdad).
7.No uses insecticidas
El hormiguero no está en tu casa, tu casa está en su hormiguero. La expansión del ser humano a lo largo y ancho del globo, el cambio climático y la contaminación tienen al resto de especies enfrentándose a una extinción masiva. Durante años, hemos pensado que los animales están en el mundo para proveernos de alimento, para servirnos o para molestarnos, pero lo cierto es que sin ellos nuestra especie tampoco sobrevivirá. Los insecticidas contaminan el agua y envenenan a los animales. No decimos que haya que convivir con plagas de insectos en nuestras casas, pero sí que hay otras soluciones más éticas. Por ejemplo, a los insectos no les suele gustar el agua con jabón y extracto de menta. Si en un litro de agua echamos un chorrito pequeño de jabón líquido y unas cuantas gotitas de extracto de menta que conseguiremos en cualquier herbolario, podremos eliminar el pulgón de nuestras plantas o sacar a las hormigas de la casa, pero no porque los matemos, sino porque se irán a otro sitio.
8.Usa transportes no contaminantes
Ir en coche o moto a todas partes es cómodo, pero fatal para el planeta. Si queremos luchar contra el cambio climático, más vale que saquemos la bicicleta del trastero, usemos el transporte público, nos hagamos con un patinete eléctrico o vayamos patinando a clase. Si debemos desplazarnos a sitios más alejados, el transporte público es lo más ecológico y seguro.
9.Reduce tu gasto energético y de agua
La calefacción a tope, dos horas bajo el chorro de la ducha, todos los cargadores enchufados aunque no los estemos usando… El cambio climático es una realidad, no vale con salir a la calle a protestar, hay que hacer algo cuanto antes. Reducir el consumo energético y ahorrar agua son pasos esenciales.
10.Involúcrate con la naturaleza
No es suficiente llorar por el Amazonas (aunque sea uno de los mayores motivos que tenemos ahora mismo para llorar a mares), hay que actuar. Podemos colaborar con las ONG para hacer una replantación de árboles en zonas que han sido arrasadas o que han sufrido incendios. Podemos, también con distintas asociaciones, ayudar en limpiezas de bosques y playas; podemos recoger alguna basura cuando nos la encontremos en la playa o en el monte (la nuestra y la que no es nuestra). Podemos tirar las colillas a los ceniceros y papeleras (o mejor dejar de fumar) y reciclar nuestras botellas después de quedar con los amigos los fines de semana. Podemos plantar flores en los balcones que sean buenas para las abejas y poner agua y alpiste para los pájaros que se agotan sin encontrar árboles en los que descansar.
11.Vota bien y pide tu eTítulo
Y además de todo eso, no tiene sentido que votemos a partidos políticos que no llevan en su programa electoral un fuerte compromiso para luchar contra el cambio climático. ¿Cómo vamos a exigir a un Gobierno que actúe contra algo en lo que no cree o que no estaba en su programa? A veces lo olvidamos, pero nosotros somos los que mandamos en una democracia y, llegados a este punto, las ideologías pasan al segundo plano; se trata de sobrevivir, de mejorar y de cuidar nuestro planeta. Se trata de poder envejecer y de que los hijos de nuestros hijos también puedan hacerlo.
Tampoco tiene ya sentido que cuando busquemos un trabajo tengamos que hacer una copia compulsada en papel ante notario de nuestro título universitario cada vez y para cada empresa si podemos mandarlo electrónicamente a cualquier lugar del mundo. El eTítulo contribuye a no contaminar el medio ambiente.