Cuando terminamos la carrera, entrar en el mercado laboral puede causarnos cierta ansiedad. Si te encuentras algo perdido, sigue estos consejos para prepararte.
Tiempos difíciles
Según están las cosas, parece que la única manera de conseguir entrar en el mercado laboral es rezándole a San Pancracio o teniendo un primo en un ayuntamiento, pero no hay que perder la esperanza: si somos perseverantes, tarde o temprano llegará.
Cuando terminamos nuestros estudios y nos enfrentamos al mercado laboral por primera vez (y no cuenta el trabajo de relaciones públicas en la discoteca o el de repartidor de pizza que hicimos para sacarnos un sobresueldo mientras estudiábamos) se siente algo de vértigo. ¿Y ahora qué? —nos preguntamos—, ¿estoy realmente preparado para ejercer mi profesión?, ¿alguien va a contratarnos sin tener experiencia?
La respuesta es que sí. Tarde o temprano alguien lo hará porque todas las personas que están trabajando o han trabajado a lo largo de su vida empezaron un día sin tener experiencia, pero lógicamente debemos poner de nuestra parte y seguir estos pasos:
1. Conócete a ti mismo
Si eres muy tímido y odias hablar con gente desconocida, no busques trabajos de cara al público. Obvio, ¿verdad? Pues no lo es tanto, porque muchas veces no nos paramos a pensar en nuestras propias fortalezas y debilidades antes de ponernos a echar currículos y luego nos damos cuenta de que odiamos nuestro trabajo. Siéntate un momento y piensa: ¿qué se me da bien?, ¿qué me gusta hacer?, ¿dónde destaco?, ¿qué es lo que se me da peor?, ¿qué cosas no me gusta hacer?, ¿cuáles son mis objetivos a corto, medio y largo plazo? Conocernos un poco mejor nos ayudará a enfocarnos hacia uno u otro puesto y entraremos en el mercado laboral con mayor confianza en nuestra valía.
2. Mantén la calma
No es lógico pensar que por el simple hecho de haber echado unos cuantos currículos nos vayan a llamar al día siguiente. A veces hay suerte y otras no, por lo que no debemos desesperar. Como decíamos antes, el mercado laboral no pasa por su mejor momento, así que no te estreses: entiende que la búsqueda puede llevarte algo de tiempo. Conseguir un trabajo, sobre todo uno que merezca la pena, no es normalmente cosa de un rato. Hay que perseverar, mantener una actitud optimista y cargarse de paciencia. Al final tendrás tu oportunidad.
3. Organización
Anota los lugares donde has entregado tu currículo y las fechas por si más adelante quieres insistir, ten controlados los canales que has usado para hacerlo (teléfono, correos electrónicos, páginas web de empleo, empresas de trabajo temporal, etc.), y no te cortes a la hora de tratar de acceder a la plaza por distintos medios: puedes mandar la solicitud si has visto la oferta por Internet, pero también puedes entregar el currículo en mano o llamar por teléfono. No se trata de ser pesado, pero sí de demostrar interés.
4. Currículo visible y buena imagen pública
Crea un currículo que hable bien de ti, que resulte apropiado para el puesto al que aspiras y que sea honesto. Y no temas ser creativo: te dará más visibilidad. Además de tenerlo, crea tu perfil en LinkedIn, que es un gran complemento a tu CV, y nada de olvidarte de él para siempre: ve modificándolo, actualizándolo, interactúa, haz networking…
Mantén «presentables» tus redes sociales: dicen mucho de ti y las empresas las consultan cada vez más. Habla con tus amigos y haz pública tu solicitud de empleo; nunca se sabe quién conoce a alguien que pueda estar buscando a un trabajador con tu perfil.
5. Solicita tu eTítulo
Tener una copia electrónica infalsificable de tu título oficial será una gran ventaja para entrar en el mercado laboral. Solicítalo en tu universidad junto con el título en papel para que puedas mandarlo a cualquier empresa y a cualquier parte del mundo sin tener que pasar por un notario para que te haga una copia oficial de tu título y tengas que mandarlo por correo ordinario. Usar las herramientas tecnológicas que puedan beneficiarte para encontrar trabajo será una gran ventaja frente a tus competidores, y tener eTítulo es una de ellas.
6. Y no la líes en la entrevista
Y cuando por fin nos llamen, es importante que no echemos todo el esfuerzo a perder por no ser capaces de enfrentarnos a la entrevista. Controla el estrés, no es más que una simple conversación sobre el puesto y tus habilidades, no es para tanto. Sé directo, sincero y no te enrolles con anécdotas, pero tampoco seas seco. Se trata de mantener una actitud cordial y educada. No dejes que tus gestos te delaten: evita los movimientos nerviosos (como menear la pierna sin parar o morderte las uñas), mira a la cara del entrevistador, mantén la espalda recta, respira y relájate. Recuerda tu valía y confía en ti mismo. Esa seguridad se trasmite y podrás impresionar a tu entrevistador.