¿Harto de que tus propósitos de año nuevo no lleguen más allá del día 2 de enero? No desesperes, es más fácil de lo que crees.
El cambio de año nos brinda una oportunidad estupenda para hacer balance y tratar de mejorar aquellas cosas que no nos tienen del todo contentos o para introducir nuevas experiencias que nos hagan más felices, pero los propósitos de año nuevo tienen, en general, una vida muy corta. Tan corta, que realmente tendrían que llamarse “lista de cosas que no haré durante el próximo año”.
Si lo pensamos bien, es una pena que los propósitos de año nuevo nos duren tan poco porque deberíamos tomárnoslos más en serio; representan aquellas cosas que queremos cambiar o mejorar en nuestras vidas y, cuando hacemos balance de lo que necesitamos mejorar, escuchar esa voz interior (y hacerle caso) es importante.
Hay tres trucos para que los propósitos de año nuevo no caigan en saco roto:
Propósitos realistas
Los deseos como: «Este año voy a ser futbolista de élite, aunque no he jugado al fútbol en mi vida» no sirven. Tampoco cosas como «Voy a viajar a China, aunque no tengo ni para pagar el alquiler» y desde luego no funciona lo de desear que ocurra algo que no depende de nosotros: «Este año seguro que me tocará la lotería».
Hay que plantearse seriamente qué queremos y qué necesitamos mejorar, y hay que hacerlo con los pies en el suelo: en un año no vas a ser Messi, pero quizá puedes apuntarte a una liguilla e ir entrenando. Si te gusta viajar, pero no tienes un euro, intenta guardar lo que puedas y fija destinos más económicos. Igual China tiene que esperar y este año tienes que contentarte con Tudela (que tiene un casco antiguo precioso), pero al menos has salido de viaje.
Planificación
Veamos un ejemplo clásico: “este año me apunto a un gimnasio”.
En realidad, este propósito lo cumple casi todo el mundo, el problema es que no vale con apuntarse: al gimnasio también hay que ir, y aquí es donde los buenos deseos de año nuevo se van a pique. Lo que ocurre generalmente es que empezamos con mucha energía yendo a diario un montón de horas y nos cansamos pronto. Si lo que queremos es ponernos en forma, el propósito de año nuevo debería consistir en incluir el deporte en nuestras rutinas. No se trata de machacarse la primera semana y dejarlo a la siguiente, sino de ir un par de horas, caminar más, comer mejor… Se trata de crear rutinas y no novedades, porque si no, nos cansaremos pronto. Por eso es necesario planificar bien y saber en qué horarios o de qué manera podemos introducir el deporte en nuestro día a día.
Perseverancia
Es muy común empezar con energía e irse apagando. Muchas de las metas que nos ponemos desaparecen porque no ponemos demasiado esfuerzo. Habrá momentos en los que no nos apetezca, pero con un poco de disciplina podemos conseguirlo.
En el ejemplo tópico de «el año que viene voy a estudiar más y a ir más a clase» lo vemos muy bien ilustrado. Uno empieza a muerte, pasando todos los apuntes, estudiando cada tarde, yendo a todas las clases… y a las dos semanas para y ya no vuelve a tocar un libro hasta junio. Si queremos estudiar más (o su traducción: sacar mejores notas sin dejarnos tampoco la vida en el intento), habrá que empezar por organizarse mejor: un eTítulo universitario no se consigue viendo la tele 6 horas al día y saliendo de fiesta de miércoles a domingo.
Hay que tener una agenda, un calendario bien grande para ver los días con que contamos y que no se nos vayan sin enterarnos, y hacernos un horario. Aparte de esto, no sirve de nada echar más horas si no rendimos, porque lo único que conseguiremos es frustrarnos y acabar estudiando aún menos. Necesitamos que las horas de estudio sean provechosas, que el tiempo que invertimos se rentabilice para que no sintamos que perdemos el tiempo. Por eso, debemos conocer las técnicas de estudio que mejor se adaptan a nuestras necesidades o qué formas de memorizar son las más eficaces. Y, sobre todo, hay que perseverar, hacer un poquito cada día y no dejarlo hasta lograr que se convierta en una rutina más, como comer a unas horas o dormir.
Lo cierto es que parece una tontería, pero conseguir cambiar aquello que no nos tiene satisfechos mejora la confianza en nosotros mismos y refuerza la autoestima. Si nos proponemos propósitos realistas, bien planificados y somos constantes, los cumpliremos y poco a poco veremos que podemos conseguir nuestras metas.
¡Feliz año a tod@s y que vuestros propósitos se hagan realidad!