Las técnicas de estudio no solo son útiles para la temporada de exámenes. Hay técnicas que hacen que estudiar día a día sea divertido. Te las contamos.
No apetece nada ponerse a estudiar
Dejar lo de estudiar para poco antes de la temporada de exámenes es un error habitual que todos cometemos alguna vez (o siempre) durante la carrera. Cuando la fecha se acerca, nos pegamos jornadas maratonianas delante de los apuntes tratando de engullir todo en el menor tiempo posible, lo que además de perjudicar nuestra media, resulta estresante y agotador. Pero, claro, ¿a quién le apetece ponerse a estudiar después de varias horas de clase?
Al final lo vamos dejando y, cuando nos queremos dar cuenta, tenemos los exámenes encima y no nos queda otra que atarnos a la silla durante mil horas. Terminar la carrera con una media de sobresaliente y obtener nuestro eTítulo puede ser divertido. Todo depende de cómo nos lo tomemos.
Solo cuesta empezar
Si no tenemos una rutina de estudio diaria, lo que nos va a dar mucha pereza es empezar a tenerla. Esa es la peor parte. Pasadas un par de semanas, ya nos resultará tan habitual como desayunar café o lavarnos los dientes antes de acostarnos y no será un sacrificio tan grande. Eso sí, hay que tener constancia y asentar esa rutina para que eso ocurra.
Además, hay que hacerlo cada día después de clase (o a la mañana siguiente para los que tienen horario de tarde) cuando aún tenemos todo fresco en la memoria. Si empezamos a hacerlo y dos días después paramos, y luego lo hacemos otro día y volvemos a dejarlo al siguiente, no estableceremos una rutina y acabaremos por volver a dejarlo todo para el final.
Una hora más de clase
Podemos verlo, simplemente, como una hora más de clase, porque no necesitaremos invertir mucho más tiempo si realmente somos constantes. De lunes a viernes una hora más no supone, en realidad, tanto esfuerzo y, como todo, si lo vemos como algo bueno y orientamos nuestros pensamientos de forma positiva en vez de sentirnos como Sísifo cargando con su roca, todo será más llevadero.
¿Estudiar puede ser divertido?
Rotundamente, sí. Y en esto consiste el truco para tener una rutina de estudio diaria: en pasarlo bien. Lo de hincar los codos es para la época de exámenes. Ahora, de lo que se trata, es de hacer un repaso diario de las clases aplicando diferentes técnicas de estudio que nos resulten útiles y entretenidas al mismo tiempo. Atención: ninguna de estas técnicas de estudio consiste en pasar los apuntes a limpio, así que tranquilidad.
1. Saca el ‘hater’ que hay en ti en las asignaturas que no te gustan
Acabamos de salir de clase y de llegar a casa; tenemos nuestros apuntes del día sobre la mesa y es el momento de ver qué hemos aprendido hoy y afianzarlo y, una buena manera de hacerlo es discutir con nuestros apuntes. Tenemos ante nosotros la típica asignatura odiosa que no apetece, encima, ponerse a repasar. No pasa nada, podemos entenderla y aprenderla usando lo mucho que la detestamos. Escribe en los márgenes del cuaderno o usa anotaciones en rojo para el ordenador. Diles a tus apuntes en qué no estás de acuerdo o qué partes te parecen más insufribles e innecesarias y por qué. Subraya, dibuja, pon admiraciones y propón una argumentación diferente. Para criticar algo hay que entenderlo y si lo conectamos a una emoción, se nos quedará mucho más rápido. No vale con llenar los apuntes de garabatos proclamando nuestro absoluto desprecio, lo que hay que hacer es contestar, debatir y buscar las razones objetivas de crítica.
2. Juega a dar una clase
¿Quién no ha jugado de pequeño a ser profe? Y con lo divertido que era, ¿por qué dejamos de jugar? Pues es hora de retomarlo, porque una de las técnicas de estudio más eficaces y divertidas consiste en explicar lo que estudiamos. Si tenemos un hermano pequeño al que torturar, perfecto; si no, se lo podemos contar a la cámara del ordenador. Como acabamos de salir de clase y todo nos suena, lo único que tenemos que hacer es leer una página de nuestros apuntes y contársela a la cámara como si fuese un alumno que no se entera.
3. Músicos y poetas (o aficionados), estáis de enhorabuena
Si tenemos gusto por las rimas (y mejor si son ridículas), por hacer juegos de palabras o por ponerle música a todo, una buena técnica para memorizar algo importante que se haya dado en clase es poner nuestra creatividad a funcionar. Resulta divertido y, cuanto más absurdo sea, mejor se quedará en nuestra memoria. Pedimos disculpas de antemano si 20 años después aún seguís tarareando un tema de Rihanna con la letra de los nombres en latín de los coleópteros saproxílicos que habitan los bosques mediterráneos.
Si conseguimos hacer esto a diario, cuando llegue la época de exámenes lo tendremos todo tan interiorizado que solo hará falta un pequeño repaso para sacar un 10. Merece la pena intentarlo, ¿no?
jeje, gracias por los consejos, la verdad voy a ponerlos en práctica y les diré si en verdad me ayudaron.
Muy buenos y divertidos consejos. Gracias.
Marta