La situación que vivimos por la COVID-19 ha hecho que muchos jóvenes hagan un parón en sus estudios o se lo estén planteando. ¿Cómo aprovechar ese tiempo?
Etiquetas y juventud
Parece muy fácil echar la culpa de los rebrotes a los jóvenes y a sus «alocadas» juergas, pero, cuidado, porque, si bien es cierto que algunos se están comportando de forma muy poco cabal y muy insolidaria, no son, ni mucho menos, la mayoría.
De hecho, durante esta crisis de la COVID-19, la mayoría ha demostrado sobradamente su responsabilidad, su solidaridad y su capacidad de resiliencia y, aun así, siguen recibiendo críticas continuas y se les pone a todos la misma etiqueta de irresponsables.
Ante esta situación tan anómala, todos tenemos miedo y cada uno reacciona como puede y precisamente este miedo, sumado a la crisis económica, ha hecho que algunos jóvenes hayan optado por retrasar un año la entrada en la universidad, que se hayan matriculado en menos asignaturas o incluso que hayan hecho un parón completo a mitad del grado hasta que el panorama mejore. Y es muy comprensible.
¿Un año no es nada?
No. En el cómputo total de una vida media, un año no es nada, pero a la vez es mucho si lo echamos a perder. En un año nuestra vida puede dar un giro de 180 grados, podemos aprender miles de cosas nuevas y vivir experiencias irrepetibles.
Por otra parte, un año es mucho menos para una persona que ha vivido 80 (el 1,25 % de la población) que para alguien que tiene 20 (el 5 %); por lo tanto, perder un año durante la juventud es mucho más importante que hacerlo cuando ya se ha superado una gran parte de nuestra esperanza de vida.
Con esto no queremos decir que esté mal la decisión de aplazar un año los estudios, porque vuestro eTítulo universitario os estará esperando igualmente, sino que no hay que tomarse ese aplazamiento a la ligera. Es preciso aprovecharlo muy bien.
¿Qué podemos hacer en el año de la COVID-19?
Muchas cosas. Lo importante es no perder el tiempo y que ese año sin ir a clase nos sirva para algo más que para protegernos de la COVID-19. Debe ser un año lleno de actividades útiles para que no nos pese cuando miremos atrás en el futuro. Un año que aprovechemos. Un año que, más adelante, recordemos como…
El año en el que aprendimos un nuevo idioma:
Ya que estamos acostumbrados a estudiar e ir a clase, ¿por qué no aprovechar para perfeccionar el inglés o incluso para aprender un idioma nuevo? Hay multitud de cursos y recursos online e incluso podemos examinarnos y tener nuestro título oficial.
El año en el que aprendimos a organizarnos y a tener horarios fijos:
Resulta importante que no pasemos este tiempo pegados a la tele o tirados sin nada que hacer. Si la disciplina es nuestra asignatura pendiente, es el momento de aprender a gestionar bien el tiempo por nuestra cuenta para sacarle provecho a cada día. Empecemos por comprar una buena agenda.
El año en el que empezamos una actividad deportiva apasionante:
Aprender ese deporte que siempre quisimos hacer, pero que no hacíamos por falta de tiempo u organización, aprender a bailar la música que nos gusta, aprender artes marciales, yoga o escalada. A pesar de la COVID-19 (o precisamente por ella) es obligado que nos pongamos en movimiento y evitemos el sedentarismo. Ya sabéis: mens sana in corpore sano.
El año en el que hicimos muchos cursos online interesantísimos:
La Red está plagada de moocs y otros cursos que pueden ser de gran utilidad para complementar nuestros estudios o para aprender cosas útiles. Tomarse un año sin ir a la universidad por la COVID-19 no implica abandonarlo todo. Si seguimos formándonos online, luego tendremos muchos conocimientos que supondrán una gran ventaja al volver a la facultad.
El año en el que leímos los mejores libros:
Leer siempre es enriquecedor. Amplía nuestro vocabulario, nos enseña a redactar mejor, reduce nuestras faltas de ortografía y, lo más importante: nos transporta a otros mundos y nos hace vivir experiencias maravillosas.
Si tenemos un año libre de clases, ¿por qué no aprovechar para ampliar nuestra cultura y divertirnos leyendo un libro a la semana?
El año en el que descubrimos nuestro hobby favorito:
Hay gente que tiene hobbies que nada tienen que ver con salir de fiesta y, aunque pueda parecernos raro, esa gente se lo pasa en grande también. La COVID-19 nos ha arrebatado mucha libertad para salir, ir a festivales y quedar con nuestros amigos, pero en vez de deprimirnos y pensar que ya no queda ocio del que disfrutar, ¿por qué no buscar uno alternativo? Debemos pensar en esas cosas que siempre hemos querido hacer y no hemos hecho y empezar a probarlas. ¿Quién nos dice que no encontraremos en ellas una afición superestimulante para el resto de nuestra vida?
El año en el que adquirimos una mayor conciencia social:
La COVID-19 está sacando a la luz muchas de las desigualdades sociales que antes nos pasaban inadvertidas. Es buen momento para abrir los ojos y mirar a nuestro alrededor y descubrir que otras personas no tienen nuestras mismas ventajas y nos necesitan. Debemos preguntarnos si hay algo que podamos hacer y cómo hacerlo para dar el paso y ver el mundo con ojos más solidarios.
Tenemos un año por delante que no debemos perder y, antes de pasarlo sin hacer nada, ¿por qué no hacerlo todo?