Durante el doctorado, es obligatorio tener publicaciones, pero puede que ya antes nos interese publicar algún artículo de divulgación científica.
Estudiar es apasionante. Y no por el proceso en sí, que suele resultar tedioso o agotador, sino por los valiosos conocimientos que adquirimos. Durante toda nuestra formación y después (cuando consigamos nuestro eTítulo universitario), poder difundir esos conocimientos es un auténtico privilegio y, si nos gusta escribir y se nos da bien, lograr publicar un artículo de divulgación científica es un hito del que nos sentiremos tremendamente orgullosos.
¿Qué es un artículo de divulgación científica?
Lo primero que hay que entender es que un artículo de divulgación científica no está destinado a demostrar lo mucho que sabemos de algo a nuestros colegas (aunque leyendo algunos lo parezca), sino que consiste en acercar los conocimientos académicos a la sociedad y, por lo tanto, lo más importante de estos artículos es que sean claros y tengan una buena redacción. Aunque si queremos ser buenos divulgadores, no basta con redactar correctamente (pese a que con eso ya habremos hecho mucho), sino que también debemos entretener al lector, mantener su atención y conseguir que aprenda.
No, el lector no tiene por qué saber
En un ejercicio de absoluta falta de empatía, muchos «divulgadores» se olvidan de que sus lectores no tienen por qué saber nada sobre tema. Y nada es nada: ni del conocimiento que se pretende difundir, ni de investigaciones previas, ni de otros autores, ni de la jerga propia de esa rama del conocimiento. Y el error es pensar que es trabajo del lector interesarse e informarse en vez de darse cuenta de que esa es, precisamente, la función del divulgador.
Si vamos a hacer un artículo de divulgación científica, el primer paso es darse cuenta de eso y prepararnos para escribir dejando fuera los vicios que hayamos adquirido durante las redacciones y lecturas más academicistas. Se trata, como decíamos, de que nuestro saber sea accesible, no de deslumbrar a los eruditos. Con seguir estos sencillos pasos, nos saldrá de maravilla:
1. Leer a otros divulgadores
Para escribir bien hay que leer y si queremos hacer un buen artículo de divulgación científica, debemos leer a aquellos que lo hayan hecho antes y que lo hayan hecho bien. Además de los propios artículos de los especialistas, hay periodistas especializados en la divulgación que hacen ese trabajo de hacer accesible el conocimiento académico, así que puede ser una gran idea leer algunos de sus textos para tomar ideas.
2. El tema
Puede que hayamos hecho una investigación de la que queremos hablar o también podemos elegir el tema basándonos en estudios que hayan hecho otros. Lo importante aquí es que elijamos algo que pueda despertar un gran interés y que nos documentemos bien para enriquecer el texto con unas buenas referencias. Lo más práctico es que nos hagamos un esquema previo para organizar bien todo lo que vamos a tratar en el artículo de divulgación científica y que no nos vayamos por las ramas o nos dejemos algo interesante en el tintero.
3. La estructura
Todo artículo de divulgación científica debe tener un título claro y, si puede ser, atractivo, para llamar la atención de los lectores.
Luego, es necesario incluir una pequeña introducción en la que expliquemos en pocas palabras de qué vamos a hablar. Debe ser un breve resumen, pero no hay que descuidarlo; lo bonito de la divulgación es que nos permite ser algo más creativos y aquí podemos aprovechar para enganchar al lector y que le pique el gusanillo de seguir leyendo.
Tras la introducción viene el desarrollo del artículo de divulgación científica. Esta es la parte en la que tenemos que esforzarnos más por adecuar nuestro lenguaje y evitar tecnicismos incomprensibles. En el desarrollo, la información debe estar bien ordenada y la redacción debe ser muy clara. Hay que usar frases cortas y sencillas, por lo tanto, es mejor huir de las subordinadas interminables y puntuar correctamente. Tampoco debemos ser ambiguos o permitir que puedan darse malentendidos. Todo lo que enumeramos debe empezar y concluir sin que el lector pueda tener dudas acerca de lo que está leyendo. Si es necesario usar alguna palabra técnica, hay que hacer el esfuerzo de explicar lo que significa y, para eso, es muy útil que sembremos nuestro texto de ejemplos y comparaciones que facilitarán mucho su comprensión.
Por último, hay que hacer un apartado de conclusiones que deben seguir el mismo estilo divulgativo que el resto del artículo. En este punto también es muy importante cuidar el orden en el que damos la información, y podemos aportar alguna apreciación personal. Hay que recordar que la conclusión de un texto es la guinda del pastel y que hay que dejar al lector con buen sabor de boca. Pongamos a trabajar nuestra creatividad en las conclusiones y el artículo será un éxito.
4. Datos, gráficas e imágenes
Todo artículo de divulgación científica debe aportar información contrastable, por lo que es muy importante introducir datos científicamente válidos (como estadísticas) que puedan consultarse. Pero no hay que ponerlos entendiendo que todo el mundo sabe interpretar datos estadísticos o gráficas, sino que hay que esforzarse en explicar lo que significan.
Las imágenes enriquecen el texto y sirven para que el lector entienda mejor y descanse un poco. Un buen artículo de divulgación científica debe llevar unas cuantas, pero que sean útiles.
5. Bibliografía
Aportar una buena bibliografía resulta esencial, porque así el lector podrá consultar nuestras fuentes y seguir aprendiendo (que es de lo que se trata). Además de la bibliografía consultada, que puede ser más técnica que nuestro artículo, no es mala idea añadir una «bibliografía recomendada» con otros artículos de divulgación relacionados con el tema y que hayan sido escritos por autores especialmente didácticos.
6. Corregir y revisar
Este paso, aunque puede parecer obvio, es muy importante y no se debe tomar a la ligera. Se debe revisar que todo el texto esté escrito correctamente, que hayamos explicado todo de forma clara, que sea ameno, etc. Lo ideal es que lo dejemos reposar unos días antes de publicar y que lo leamos sin prisa. Si tenemos la oportunidad, sería muy positivo que pidiéramos opinión a amigos o familiares que no estén formados en nuestro campo para que así nos den su opinión.