Comportamientos inaceptables en la universidad

18 Nov 2021
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Comportamientos inaceptables en la universidad

Hay comportamientos inaceptables en cualquier parte, pero que si se dan en la universidad, pueden, además, terminar con nuestra carrera o complicárnosla mucho.

comportamientos inaceptables

Está pasado de moda ser un cafre

El mundo avanza (afortunadamente) y, aunque sea poco a poco, hay determinados comportamientos inaceptables para los que ya no se hace la vista gorda. Ya no se sacrifican vírgenes a los dioses, no se lanzan niños desde el monte Taigeto, no hacemos un circo con gladiadores para que se maten entre sí mientras el público se divierte y tampoco deberíamos consentir que un grupo de estudiantes torturen a otros por diversión.

Los abusos de cualquier índole no son aceptables porque, según las leyes de cualquier país civilizado, todos los seres humanos tenemos igualdad de derechos y oportunidades y nadie es superior ni puede ejercer su poder sobre otro. Tampoco es lógico que unas personas roben el trabajo de otras y se atribuyan el mérito o que crean que hacer trampas no perjudica al que sí se esforzó.

En resumen: si tenemos comportamientos inaceptables con los demás o actitudes antisociales ya nadie lo va a tolerar, porque las mentalidades cambian y las leyes también. ¿De verdad merece la pena sacrificar nuestros estudios por algo así? Si queremos tener un eTítulo universitario, más nos vale que tengamos claro cómo comportarnos nosotros y qué denunciar en los demás.

No es gracioso

Las novatadas son un poso rancio de lo que antaño fue una tradición rancia basada en el clasismo. No es (como se ha querido contar a veces) un rito de iniciación tribal. Son personas con más poder abusando y vejando a otras más débiles. Es un ritual de sadismo y tiene consecuencias.

Con la actual ley, si la víctima de una novatada sufre un perjuicio físico o psicológico (cosa que ocurre con mucha facilidad), los perpetradores tendrán una sanción considerada como «muy grave», que supondrá la pérdida de matrícula durante un semestre o un curso o la expulsión durante un periodo de tiempo comprendido entre los dos meses y los tres años (aparte, por supuesto, de las sanciones legales pertinentes que vayan por la vía penal).

Ventajas injustas

Las mismas sanciones muy graves se impondrán a aquellas personas que se consideren con el derecho de apropiarse del trabajo ajeno y plagiarlo. Si esto no nos parecen comportamientos inaceptables es porque no nos estamos poniendo en la piel de la persona a la que plagiamos.

Pensemos en lo que cuesta hacer un trabajo de clase (uno bien hecho, claro), el tema, la hipótesis, todo el trabajo de investigación, la búsqueda bibliográfica, las conclusiones… y entonces vamos a multiplicar ese esfuerzo por diez, que sería lo que nos costaría hacer un TFG o un TFM. O multipliquemos ese esfuerzo por mil si nos planteamos hacer una tesis doctoral.

Y ahora, pensemos qué pasaría si todo ese esfuerzo, todas las horas echadas, todo el cariño y la creatividad que hemos puesto nos fuera robado por alguien que, en vez de trabajar duro, hubiese hecho una búsqueda por internet y se atribuyese el mérito de nuestro trabajo. Imaginemos también que no lo descubren y que le ponen una nota estupenda, incluso mejor que la nuestra. Supongamos, finalmente, que competimos para un mismo puesto laboral.

Plagiar el trabajo de otro es mucho peor que robarle la cartera a punta de navaja, porque la cartera no es una parte de nosotros y lo que creamos sí lo es.

Caraduras

Por otro lado, también se impondrán sanciones si nos metemos en un ordenador de la institución de forma física o remota sin consentimiento, si robamos exámenes o cometemos cualquier tipo de fraude académico. Estas últimas acciones se van a considerar «faltas graves» y estarán castigadas con hasta un mes de expulsión o con que nos nieguen la posibilidad de presentarnos a un examen. Quizá no parezca mucho castigo y, además, estas sanciones se podrán sustituir por un trabajo en beneficio de la comunidad, pero lo que sí va a ser inamovible es la mala impresión que dejaremos en nuestros docentes y en la institución, y eso sí puede fastidiarnos mucho en el futuro.

Ya sabemos lo que pasa: cuando alguien traiciona nuestra confianza, es difícil que la pueda recuperar.

El patrimonio es nuestro, pero no tanto

Los grafitis y otras formas de expresión, ya sea con vocación artística y reivindicativa o lúdica son permisibles e incluso recomendables en una sociedad plural y sana, pero no en cualquier parte. Si decidimos declarar nuestro amor absoluto a las croquetas sobre una estatua del siglo XV, entonces es que somos unos inconscientes, incluso aunque la estatua nos parezca mucho menos atractiva que una croqueta.

Lo que queda del pasado es nuestro relato sobre ello; nuestras migas de pan hacia el futuro, lo que nos permite echar la vista atrás. El patrimonio artístico es de todos pero no es de nadie, porque esa estatua del siglo XV también pertenece a nuestros hijos y nuestros nietos y a los de los demás, y nadie debería sentirse con el derecho de arrebatarle al resto un trozo de nuestra historia.

Las universidades acumulan, como es lógico, un patrimonio artístico y cultural inmenso y debe ser conservado y mimado para que sirva de aprendizaje a las siguientes generaciones; si lo destruimos o lo dañamos, nos veremos afrontando sanciones muy severas. Así que mejor si pensamos un poco antes de tener comportamientos inaceptables en el lugar en el que pretendemos graduarnos (y tampoco en ningún otro sitio).

 

 

 

 

 

 

Escrito por  root

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