¿Y qué pasa si he suspendido alguna asignatura?

5 Jun 2022
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¿Y qué pasa si he suspendido alguna asignatura?

Por muy buenos estudiantes que seamos, una vez en la universidad es normal que nos encontremos con que hemos suspendido alguna asignatura. ¿Qué hacemos?

suspendido

Adaptación al medio

Puede que el año en el que entramos en la universidad vivamos tantos cambios que nos sintamos abrumados. Más aún cuando, además de todo, hemos dejado el lugar en el que vivíamos para lanzarnos a la aventura de estudiar en una ciudad diferente y rodeados de gente nueva.

También suele ser el año en el que alcanzamos nuestra mayoría de edad y en el que dejamos atrás muchos de los hábitos de estudio y horarios que nos han ido acompañando en etapas anteriores. La universidad son las ligas mayores y, como con todo lo importante, es probable que necesitemos un periodo de adaptación.

No es igual estar en una clase con 30 que en una con 150, el trato de los profesores no siempre es personal (de hecho, normalmente ni les suenan nuestras caras aunque traten de disimularlo), el temario es muy extenso y el ambiente en clase es diferente.

Debido a estas razones no debería extrañarnos el hecho de encontrar algún que otro examen suspendido; pero no hay que desesperar, a pesar de lo que pueda parecernos en un primer momento, suspender alguna asignatura (digan lo que digan nuestros padres y diga lo que diga nuestra conciencia) tampoco es para tanto.

Por suerte hay exámenes de recuperación. No hay por qué fustigarse ni cortarse las venas, lo que hay que hacer es adaptarse al ritmo universitario y pillarle el tranquillo. Un semestre “regulero” no va a acabar con nuestra carrera, pero si no hacemos algo para mejorar, o si no somos capaces de gestionar nuestra frustración, entonces van a ser unos años durísimos y conseguir el eTítulo universitario se nos hará cuesta arriba.

Abrazar el lado dramático de la vida un rato

No todo va a ser felicidad y buen rollo y sí, la verdad es que hemos suspendido un examen (o tres). Durante un rato, si es que lo necesitamos, podemos llorar, gritar o repetirnos sin parar eso de «tendría que haber estudiado más», «qué va a pensar mi familia», «igual no valgo para esto», etc., etc., etc. Pero pasado ese rato de autoflagelación, toca ser coherentes: suspender un examen es una tontería.

No nos va a afectar en nada. En unos meses, incluso se nos habrá olvidado. Nuestro expediente no va a acabar destrozado por eso, nuestros profesores (que ni siquiera nos conocen) no van a etiquetarnos como fracasados absolutos y nuestros padres…. Bueno, ellos harán lo que tengan que hacer porque ese es su trabajo, pero por mucho que les molesten nuestras notas, seguro que, en el fondo, saben que no es para tanto. Así que, ¡hala!, a apechugar y a diseñar una buena estrategia de estudio que nos ayude con la recuperación.

Que haber suspendido no se convierta en costumbre

Como decimos, haber suspendido alguna asignatura no es para tanto, pero hacerlo de forma sistemática sí que lo es; por lo tanto, que esta experiencia nos sirva para aprender y mejorar y no para tirarlo todo por la borda.

Para aprender de nuestros errores, tenemos que preguntarnos en qué hemos fallado y ser sinceros con nosotros mismos.

Si es porque hemos estudiado poco, ya sabemos cuál será la solución; si es que no nos organizamos correctamente, tendremos que imponernos unos horarios más adecuados; si existen problemas personales, habrá que buscarles una solución o tratar de dejarlos de lado cuando nos pongamos a estudiar; si no sabemos tomar unos buenos apuntes, hacer esquemas o subrayar bien, solo hay que aprender.

Si estamos enamorados, desenamorados o cualquier cosa así que nos dificulte la concentración, usemos técnicas que nos ayuden a conectar; si el problema es que no tenemos un buen lugar donde instalarnos para que las horas de estudio nos rindan, vayamos a la biblioteca; si nos ponemos muy nerviosos, aprendamos a controlar el estrés; si el profesor ha sido injusto, reclamemos; y si es un poco todo junto, pues juntemos soluciones y cambiemos nuestras rutinas.

Curso nuevo, vida nueva

Lo bueno que tiene la facultad es que podemos hacer borrón y cuenta nueva cada vez que termina una evaluación. Tenemos profesores nuevos (todos o casi todos) y asignaturas distintas cada seis meses.

En el colegio o en el instituto, una vez que un profesor te colgaba una etiqueta (listo, estudioso, vago, faltón, respondón, brillante), ya no te la quitabas, para bien o para mal, hasta la congelación total del infierno. Pero la universidad elimina estas etiquetas y nos da un nuevo comienzo cada vez, ¿no es fantástico?

Ahora solo necesitamos aprender a adaptarnos y saber que, si cometemos un error, solo hay que reinventarse un poco y a correr. Un examen es solo eso. Y vamos a tener tantos que nos van a salir por las orejas, así que… ¡a ponerse las pilas y a preparar el siguiente! ¡Suerte!

 

Escrito por  root

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