10 consejos para exponer un trabajo ante la clase

28 Dic 2022
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10 consejos para exponer un trabajo ante la clase

Si eres de los que les tiemblan las piernas solo con pensar en exponer un trabajo ante la clase, estos consejos están pensados para ti.

Ya hemos hablado en otras ocasiones sobre el elevado estrés que supone exponer un trabajo académico ante toda la clase, pero vamos a hacer hincapié en aquellas técnicas que pueden ayudarnos a estar relajados para hacer una buena exposición.

Aunque no nos guste nada exponer un trabajo ante toda la clase, más vale que nos acostumbremos, porque si queremos sacar nuestro eTítulo universitario, lo vamos a tener que hacer decenas de veces. Además, si estudiamos un posgrado, volverá a pasar y en la mayoría de trabajos también nos vamos a ver en la misma situación, por lo que mejor si le cogemos el gusto.

1. Una buena preparación

La técnica más eficaz contra el estrés es simple: ir bien preparado. Si tenemos el tema dominado y hemos practicado varias veces en voz alta delante de nuestra familia o amigos y pulido los errores, ya nos habremos hecho una idea de cómo lo vamos a hacer, por lo que nos costará mucho menos relajarnos. Hay que teatralizarlo, grabarnos en vídeo y hacerlo tantas veces que nos salga de forma automática. Esa es la manera de hacer una presentación de sobresaliente.

2. Las fichas son imprescindibles

Durante la presentación, es bueno tener a mano en todo momento unas fichas o una tableta como apoyo desde las que podamos seguir el hilo de lo que vamos diciendo por si algo nos distrae (los nervios, por ejemplo). Eso nos dará un extra de confianza y estaremos más tranquilos al saber que contamos con ese salvavidas y que no tenemos que depender solo de nuestra memoria. Pero, ojo, es solo un apoyo. Como lo hemos preparado suficientemente, no debería ni hacernos falta. Se trata simplemente de un refuerzo para sentirnos más seguros y no de un grupo de papeles tras los que esconder la cara.

3. No se repasa antes de empezar a exponer un trabajo

Hemos investigado, nos hemos documentado, hemos escrito el trabajo y dominamos el tema, ya hemos practicado en casa la presentación y llevamos las fichas y un soporte audiovisual de apoyo, así que no cometamos el error de ponernos a repasarlo todo justo antes de empezar a exponer. Eso solo nos creará inseguridad y confusión. Caminar, respirar profundamente, beber agua o ponerse a hacer ejercicio para relajarse es mucho mejor que repasar justo antes de exponer un trabajo.

4. Sacar la voz

Es importante que todos los que están presentes puedan escucharnos sin problemas, así que debemos hablar alto y vocalizar bien. Hay que proyectar la voz y mantener la cabeza erguida mirando al frente. Si le hablamos al cuello de nuestra camisa, no se nos entenderá nada. Tenemos que pronunciar las palabras despacio y con claridad. Para tener claro que lo hacemos bien, es bueno que nos grabemos y nos escuchemos hasta que todo suene perfecto.

Aunque al principio estemos nerviosos y lo que queramos sea enterrarnos bajo tierra, no podemos dejarnos llevar por el estrés. Quizá nos oigamos la voz rara o temblorosa por los nervios, pero eso solo lo notamos nosotros y, tras los primeros minutos, esa sensación extraña se pasará y hablaremos con más soltura.

5. Mejor en un ambiente distendido

Sin dejar de lado la seriedad y profesionalidad que se requiere en las presentaciones orales de trabajos y mucho más en las de los trabajos de fin de grado o de máster, podemos hacer que el ambiente sea lo más distendido posible bromeando sobre alguna parte (sin pasarnos) o intentando que el público se integre en la exposición haciéndoles preguntas. En un ambiente algo más ameno el público estará más atento y nos valorarán más positivamente y también nosotros nos sentiremos mucho más cómodos.

6. El lenguaje apropiado

Hay que usar un lenguaje correcto en todo momento, lo que no quiere decir que tengamos que utilizar todas las palabras de más de 10 sílabas o latinajos que hayamos oído durante la carrera. No se trata de dormir a la gente con tecnicismos insoportables para que vean cuánto vocabulario conocemos; se trata de comunicar: el lenguaje sirve para hacerse entender. Hablemos con propiedad, pero de forma sencilla y directa, sin usar palabras malsonantes o expresiones de argot.

7. Cuidar la expresión corporal 

Debemos evitar hacer demasiados aspavientos con los brazos o movernos sin parar en una danza nerviosa. Quedarse como un clavo tampoco queda bien; nuestros gestos deben ser normales, relajados y apoyar nuestras palabras marcando el énfasis en lo importante, pero no distraer la atención de lo que estamos diciendo. Es importante no sobreactuar y comportarnos de la forma más natural posible, como si estuviéramos en una conversación relajada.

Aunque por dentro nos sintamos como flanes, si nos movemos con soltura, los demás no lo notarán y nos iremos relajando poco a poco.

8. La mirada es importante

No hay que clavar los ojos en las fichas o en el PowerPoint; eso solo lo podemos hacer de vez en cuando para apuntar algo o para aislarnos un poco del público si la sensación de ser observado nos incomoda demasiado, pero no nos podemos olvidar de que necesitamos conectar con la gente que nos escucha.

Hay que mirar al público y que sus expresiones nos sirvan como guía para saber si están atentos, si les interesa lo que decimos, si es momento de bromear un poco para que no se duerman o si, por el contrario, debemos ponernos algo más serios para que no se tomen a broma nuestro trabajo.

Resulta muy útil hacer barridos por la sala de izquierda a derecha y de derecha a izquierda y fijar de vez en cuando la vista en alguien al azar que nos devuelva la mirada, pero no siempre en los mismos. Así conseguiremos que cada espectador sienta que le hablamos a él y todos se implicarán más en la presentación.

Si hacer esto es demasiado para nuestra timidez, entonces hay que sentar a nuestros amigos de forma que estén repartidos por la clase. Al hacer un barrido, nos detendremos solo en ellos y así no nos dará vergüenza detener la mirada en el público.

9. Respirar y beber

Que seamos conscientes de la respiración ayuda porque los nervios pueden hacer que cojamos aire en cortas bocanadas y que no lo expulsemos por completo, lo que nos hará sentir asfixiados. Si notamos ahogo, podemos hacer pausas para tomar una inspiración profunda, soltar todo el aire y seguir. Salvo que lo hagamos al estilo de un monitor de yoga, nadie se percatará. Llevar una respiración lenta y profunda nos ayuda a estar relajados, pero también a que nuestra dicción sea buena y a controlar la velocidad de nuestra charla.

Cuando uno está nervioso y además tiene que hablar en voz alta, se le seca la boca. No falla. Y exponer un trabajo hablando a través de una suela de alpargata no resulta agradable. La solución es sencilla: hay que llevarse una botella de agua y usarla cuando lo necesitemos. Que no nos dé reparo ponernos a beber, porque no es algo que se vea mal y además nos dará unos segundos para relajarnos y pensar, así que también podemos usarlo como estrategia si perdemos el hilo o nos aturullamos.

10. Combatir la despersonalización

Siempre que empezamos a hablar ante un público, da igual si es la primera vez o lo hemos hecho ya cientos de veces, sentimos una sensación angustiosa de despersonalización. Es como si, al principio, nuestro cuerpo, nuestros actos, fueran por separado de nuestra mente, como si nuestra voz no nos perteneciera. Es muy normal. Hay actores que, tras años y años de profesión, siguen sintiendo esa desagradable impresión al salir a escena.

El quid de la cuestión es saber que solo hay que pasarlo, que son unos minutos y que volveremos a sentirnos dueños de nosotros mismos. Lo mejor que podemos hacer cuando empecemos a experimentar la despersonalización es reconocerla, asumirla como algo normal y pasar de ella, porque antes o después se irá.

Cuando la sensación pase y veamos que no ha sido para tanto y que lo estamos haciendo bien, todo nos saldrá mucho más fluido y natural y nos sentiremos mejor con nosotros mismos.

 

Escrito por  root

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