Si estás indeciso o no votar te parece la mejor solución ya que «todos son iguales» lee esto. Te damos unas cuantas razones para que lo reconsideres.
Sabemos que muchos estáis de exámenes para sacar vuestro eTítulo, pero no se tarda nada en ir a votar y puede servir de descanso entre tema y tema.
¿Para qué sirve abstenerse de votar?
Pensemos en ello. A lo largo de la historia de la democracia el absentismo siempre ha estado presente en mayor o menor medida. ¿Ha supuesto alguna mejoría en la vida de la gente? No. ¿Ha conseguido cambios sociales? No. ¿Ha derrocado gobiernos corruptos? Tampoco. Entonces… ¿Para qué sirve abstenerse? Para que los sociólogos y politólogos tomen nota de la apatía de la población.
Quizá en otro momento histórico o social podríamos pensar que toda persona que no va a votar es porque no está de acuerdo con el sistema, porque no quiere una democracia o porque la que hay no le satisface, pero, lo cierto, es que, hoy en día, la cosa no suele ir por ahí.
Entre los millones de personas que no se acercan a las urnas no solo hay gente con unos ideales definidos y antidemocráticos (de hecho son los menos), sino que, lamentablemente, lo que abunda es la pereza, la incultura o la falta de conciencia social, cultura democrática o solidaridad.
El abstencionismo no soluciona los problemas, simplemente se aparta y mira hacia otro lado mientras los demás tratan de pelear con lo que toca. Lo que se refleja en las urnas tras el cuantioso número de abstenciones no es que entre ellos haya un ánimo de cambiar las cosas, sino un desánimo total.
Podemos achacar la culpa a la política, a la corrupción y a lo que se nos trasmite desde los medios de comunicación. Pero lo cierto es que la culpa de nuestra indiferencia hacia el sistema democrático solo es nuestra y a nosotros nos corresponde hacer balance y dejar de mirarnos el ombligo para, una vez cada cierto tiempo, arrimar el hombro y formar parte de algo.
Típicas excusas
Algunos de los lugares comunes más escuchados para no ir a votar son del tipo de a mí no me interesa la política, todos los partidos son iguales o si los políticos no se interesan por mí para qué voy a interesarme yo por ellos. Bueno, sin ánimo de ofender, esto no son más que excusas que nos ponemos para justificar un desapego social, que finalmente resulta poco práctico incluso para nosotros mismos.
¿Qué es política? Política eres tú
Pensar que la política no nos interesa es pensar que la política se resume a los políticos cuando, la verdad, es que todo es política: son los impuestos que pagamos y en lo que se invierten, política es el sueldo que nos pagan, política es el funcionamiento de la sanidad y de la educación públicas, política son las becas, los programas de estudio y las titulaciones, el tráfico, las ayudas sociales y las infraestructuras.
Política es la contaminación y los derechos de los animales, los medios de transporte públicos y las ayudas al alquiler. Las licencias de los bares, la solidaridad, la seguridad ciudadana, las leyes penales, los derechos civiles y la lucha contra la violencia machista. Política es el precio del carrito de la compra, la inmigración, la emigración, las pensiones y la natalidad.
Política es la cultura, la justicia y, sí, también los partidos políticos y sus tejemanejes, pero no interesarse por la política es no interesarse por nada ni por nadie y eso no es posible.
Democracia imperfecta
Alguna gente sostiene que la democracia es buena, pero que la nuestra es defectuosa, por lo que deciden no participar, pero si algo no nos gusta, no podemos esperar que cambie por sí mismo hasta que se adapte a lo que queremos, ¿no?
También hay gente que se ha rendido y piensa que su voto no cambiará nada. Esto es lo que se llama indefensión aprendida y es la peor actitud que podemos tener ante la vida. Los ciudadanos de los países democráticos somos unos privilegiados con respecto a aquellos que viven en regímenes donde no tienen libertad para elegir. No ir a votar simplemente por pereza o pasotismo es un insulto hacia aquellos millones de personas que no van porque no pueden.
Nada cambia desde el sofá
Si estamos en desacuerdo con el sistema, entonces debemos hacer algo para cambiarlo, porque pasar de todo nunca arregló nada. De hecho, la única manera de que el abstencionismo sirviera de algo sería si nos pusiéramos todos de acuerdo en no votar.
Si en unas elecciones nadie acude a las urnas, entonces sí que supondría una verdadera protesta ciudadana, un gran golpe sobre la mesa que no podrían ignorar, pero pensar en que eso ocurra es más inconcebible que pensar que abrir el armario de nuestra habitación nos transporta a Narnia.
Luchar por nuestras ideas, aunque este sistema sea imperfecto, al menos nos da herramientas para expresar nuestra forma de sentir, cosa que en otros países, con otros regímenes, resulta totalmente imposible.
Sin una buena razón, no vale quejarse
Salvo que tengamos una buena razón para no ir a votar (como que tenemos una ideología contraria al sistema democrático), no perdemos nada por agarrar el DNI y salir corriendo al colegio de nuestro barrio que tengamos asignado.
Con la gran cantidad de personas que se abstienen, se podrían cambiar las cosas si votaran. Podrían dar un vuelco a la política, pero, en lugar de eso, prefieren pasar y luego quejarse de cómo está el mundo.
Cada vez que hay elecciones, suponen una nueva oportunidad para participar en la sociedad en la que vivimos cambiando algo o manteniendo lo que está (porque eso es decisión de cada uno). Una oportunidad para que nuestra voz se escuche, para que nadie decida por nosotros cómo vamos a vivir o nos quiten nuestros derechos.
Lee los programas electorales y vota a aquel que más defienda tus intereses y si no encuentras ninguno entre los partidos mayoritarios, vota al partido más ridículo que encuentres, pero vota. Una sociedad que no se mueve es una sociedad que no cambia, no mejora, no evoluciona. Unos ciudadanos inactivos que no defienden sus ideales no pueden aspirar a nada más que lo que les dan y eso no debería suceder nunca en democracia, que no es otra cosa que el gobierno del pueblo.