Retomar los estudios después de un tiempo es una idea fantástica. Que las inseguridades no nos venzan; si damos el paso, no nos vamos a arrepentir.
La pregunta que nos hacemos
La niñez nos llevó al colegio: a ver si éramos capaces de aguantar sentados haciendo algo que no queríamos durante demasiadas horas seguidas. La adolescencia nos mostró el instituto en el que peleábamos entre la rebeldía adolescente, las ganas de pasar el día con nuestra pandilla, lo que nos exigían nuestros padres y las hormonas. Después, en la juventud, nos tocaba ir la universidad o trabajar cuanto antes. Para algunas personas fueron las dos cosas.
Este es el camino que la sociedad ha establecido y, a veces, uno no sabe si le gusta porque sí o porque se lo han metido en el cerebro a la fuerza. Otras veces, uno tampoco sabe si lo odia porque sí o porque se lo han metido en el cerebro a la fuerza.
Pero los años pasan y pueden surgir nuevas oportunidades o hay sueños que estaban ahí y nunca se fueron o sueños que aparecen un día y te persiguen allá donde vas. Y se los puede ignorar, pero incordian y dejan como un regusto a fracaso, a lo que pudo ser y no fue que amarga a ratitos.
Y para aprovechar las oportunidades, cumplir sueños o para no amargarnos a ratitos, un día llega el momento en el que nos lo preguntamos en serio: ¿y si lo hago? ¿Y si me decido de una vez a retomar los estudios?
Retomar los estudios y vivir es posible
Si teniendo la energía de los 20, viviendo con nuestros padres y sin otra cosa que hacer nos costaba un esfuerzo tremendo ponernos a estudiar, ¿cómo vamos a hacerlo cuando ya hemos perdido el hábito de estudio, trabajamos a tiempo completo o tenemos que cuidar de nuestra familia y atender nuestro hogar?
Bueno, es muy sorprendente, pero una vez que entramos en la rutina, descubrimos que retomar los estudios no resulta tan complicado.
Si ya han pasado unos años y hemos trabajado o incluso nos hemos jubilado ya, veremos que nos cuesta mucho menos trabajo del que imaginábamos. ¿Por qué? Pues puede que sea porque ya tengamos experiencia estudiando, porque, en realidad, estudiar hasta obtener un eTítulo universitario no es tan difícil como pensábamos, porque ya nos hayamos acostumbrado a la vida y llevamos la frustración con más elegancia, porque tengamos nuestros objetivos más claros y menos pájaros en la cabeza, porque nuestra experiencia vital y profesional son ahora mucho mayores…
Sea como sea, pronto descubriremos que introducir el estudio dentro de nuestras rutinas diarias es más sencillo de lo que parecía en un principio y que el disfrute que vamos a obtener de ello compensa el esfuerzo extra. Si se quiere, hay tiempo para todo.
Reaprender a estudiar
Uno de los hándicaps con los que pueden encontrarse los adultos es el de haber olvidado cómo se estudia, y, mientras los jóvenes tienen frescas todas sus técnicas (y sus cerebros), los no tan jóvenes se sienten con una capacidad de retentiva algo más mermada y con una leve falta de recursos a la hora de ponerse a hincar los codos.
Todo depende de cómo se afronte: no habrá ningún drama si dan cuenta de que la falta de hábito no es un problema y el tener menos memoria tampoco. Lo que sí lo sería es empeñarse en esperar el mismo rendimiento con 65 que con 19. Con unas técnicas de estudio eficaces (como las que os contamos en nuestro blog), sumadas a la experiencia y sentido común que dan los años de vida, harán que retomar los estudios sea un éxito total.
Lo que de jóvenes se leía y se memorizaba como papagayos, ahora se puede aprender mucho mejor haciendo test propios, estudiando con dibujos, fichas u otras técnicas de estudio más útiles y entretenidas.
Realmente, esa sensación de merma de capacidades es más el miedo al fracaso que un auténtico problema de capacidad, y tras enfrentarse a los primeros exámenes, verán que se les da mucho mejor de lo que pensaban y que incluso obtienen mejores calificaciones que antes.
La experiencia es más que un grado
Además, como adultos vamos a apreciar mucho más claramente las ventajas que nos dará el tener una formación extra en cualquier materia y el hecho de que esa formación sea un valor añadido al currículo. Retomar los estudios permitirá optar a una profesión mejor o a ascender en la que ya se ejerce.
Por otro lado, aquellas personas que quieran estudiar por puro placer o por quitarse una espina que tenían clavada desde su juventud verán que aprender cosas nuevas, asistir a clase o a conferencias, leer el pensamiento de grandes autores o profundizar sobre temas de su interés se convierte en algo apasionante de lo que, como adultos, se extrae mucha más sustancia y se disfruta muchísimo más que en la juventud.
Dejemos atrás las inseguridades, ponerse a estudiar cuando se es adulto resulta más gratificante y se aprovecha mejor. Si es algo que queremos hacer, mejor no esperar más y dar el paso.