Tener unas buenas habilidades de comunicación es importantísimo para tener éxito en nuestros estudios, en nuestra profesión y también en sociedad. Veamos cómo mejorar estas habilidades.
Bienvenidos a la universidad
No es lo mismo exponer un trabajo de clase delante de nuestros compañeros de toda la vida, que hacerlo ante un aula repleta de cientos de desconocidos en la universidad.
Tampoco es lo mismo entregar un trabajo a nuestra queridísima Puri (que lleva dándonos clase desde que aprendimos a leer), que entregárselo a la muy respetada y reconocida catedrática de Física Teórica que nos da clase ahora.
Está claro que llegar a la universidad es emocionante, pero también supone un desafío para nuestras habilidades de comunicación.
De nosotros se espera que sepamos expresarnos con claridad y eficacia, tanto de forma oral como escrita, en diversas situaciones académicas y sociales. Se espera que podamos argumentar y exponer nuestras ideas con lógica y, aunque pueda sonar un poco intimidante al principio, no hay por qué agobiarse: todos nuestros compañeros están igual, todos estamos ajustándonos y aprendiendo.
La buena noticia es que la universidad ofrece un entorno magnífico para mejorar estas habilidades cada día y tenemos, al menos, cuatro años de práctica hasta obtener nuestro eTítulo, ¡vamos a empezar!
Consejos para mejorar las habilidades de comunicación oral
Hablar en público puede ser aterrador. Para la mayoría de los seres humanos, incluso para aquellos que lo hacen a menudo, ponerse delante de un montón de gente y hablar de lo que sea es, como poco, estresante. Lo bueno es que los nervios se acaban pasando según transcurren los primeros minutos y, con un poco de experiencia, puede que acabemos viviendo el momento de enfrentarnos a una audiencia como una descarga de adrenalina totalmente adictiva.
Todos hemos sentido mariposas en el estómago (o buitres leonados) antes de una presentación, pero con algunos trucos, iremos mejorando nuestra oratoria y cada vez nos sentiremos más confiados:
- Practicar, practicar y practicar: Sí, será un cliché, pero la práctica hace al maestro. Cuanto más ensayemos una intervención, mejor preparada la llevaremos, menos posibilidades tendremos de quedarnos en blanco y menos nervios sentiremos. Hay que grabarse en audio y escucharse cuando estemos haciendo otras cosas. Hay que grabarse en vídeo y ver cómo nos expresamos. Y hay que hacer ambas cosas todas las veces que haga falta para que nos salga perfecto y estemos contentos con el resultado.
- Participar en clases y debates: La universidad nos brinda múltiples oportunidades para expresarnos y mejorar nuestras habilidades de comunicación oral. Participar en debates y exponer nuestras ideas en clase nos va a ayudar a ganar confianza y a mejorar la improvisación y la capacidad argumentativa.
- Pedir retroalimentación: A todos nos da un poco de vergüenza, pero pedir comentarios a profesores y compañeros es esencial. Cada crítica constructiva nos va a permitir mejorar y adaptar nuestra forma de comunicar.
- Conocer el tema a fondo: Si sabemos de lo que hablamos, la confianza se notará en nuestra voz. Investigar y entender completamente nuestro tema es esencial para tener una buena oratoria. Además, nos prepara para posibles preguntas y nos permite debatir con solidez.
- Relajarse y respirar: Antes de hablar, es bueno tomarse un momento para respirar profundamente y calmarnos. Controlar la respiración nos ayuda a gestionar los nervios y a hablar con más claridad y confianza. Si vemos que nos aturullamos y empezamos a divagar o a acelerar el ritmo, es bueno parar, beber agua, respirar y seguir.
- Usar el lenguaje corporal a nuestro favor: La comunicación no verbal cuenta mucho. Debemos asegurarnos de mantener una postura abierta y confiada, y de hacer contacto visual. Esto no solo mejora nuestra presentación, sino que también nos hace sentir más seguros.
Cómo trabajar la comunicación escrita
Adentrarnos en el universo de la escritura académica puede parecer un desafío enorme, especialmente cuando nos enfrentamos a los estándares universitarios. Nos hallamos en un contexto donde cada coma cuenta y cada argumento debe estar respaldado. Pero ¿acaso no es esto lo que nos prepara para el futuro?
Aquí, los ensayos, las disertaciones y los informes se convierten en nuestro pan de cada día. Y hay que ver cada documento como una nueva oportunidad para pulir nuestras habilidades de comunicación escrita y para aprender a transmitir nuestras ideas de forma clara, coherente (e incluso bella, si fuera posible). Veamos cómo:
- Atención a la estructura: Elaborar un esquema previo nos ayuda a organizar nuestras ideas y a construir argumentos sólidos. Asegurémonos de tener una introducción que atraiga, un cuerpo que profundice, pero que no se haga pesado y una conclusión que deje huella.
- Revisión, revisión y más revisión: No hay nada más útil que revisar nuestro trabajo varias veces. Cada revisión nos da la oportunidad de pulir detalles y perfeccionar nuestro estilo. No es admisible entregar un texto con errores ortográficos o mal redactado; la lectura debe ser sencilla y seguir un esquema que no resulte enrevesado. Lo ideal es que tengamos unos cuantos amigos o familiares que puedan hacernos de conejillos de indias para que lean nuestro escrito y nos digan qué les ha parecido, si lo han entendido bien, etc. Seamos receptivos a las críticas y, lo más importante, aprendamos de ellas.
- Aprovechar los recursos disponibles: La universidad está repleta de recursos para mejorar nuestra escritura. Desde talleres y tutorías hasta herramientas en línea. No dejemos pasar esta gran oportunidad que nos brinda el ser estudiantes universitarios.
- Leer es clave: No se puede escribir bien si no se lee. Es imposible. Sumergirnos en la lectura nos expone a diferentes estilos, enriquece nuestro vocabulario y nos ayuda a redactar correctamente. Es como una gimnasia mental para fortalecer nuestras habilidades de escritura, pero cuidado, leer siempre lo mismo sería como entrenar solamente los brazos (y ya sabemos todos lo mal que queda eso). Hay que leer ensayos, novelas, revistas, blogs, periódicos y hasta campañas publicitarias. Eso sí es un entrenamiento completo.
- Practicar Regularmente: Al igual que cualquier habilidad, la escritura mejora con la práctica siempre que apliquemos lo que vayamos aprendiendo. Es decir, de nada sirve escribir mucho si nunca rectificamos los errores que comentemos. Dediquemos tiempo a escribir regularmente, exploremos diferentes estilos y no tengamos miedo de experimentar. La escritura es una forma de comunicación, pero también es una forma de arte, que no se nos olvide.
Relájate y disfruta del proceso
Sí, aprender a mejorar nuestras habilidades de comunicación es un viaje con sus altibajos. Habrá errores, correcciones y momentos incómodos, pero cada paso nos va a ayudar a crecer y a ser comunicadores mucho más efectivos. Hay que disfrutar todo lo que se pueda del proceso, aprender de cada experiencia y celebrar cada pequeño logro.