¿No estás de acuerdo con una nota? ¿Crees que mereces una calificación más alta? Te contamos cómo y cuándo se puede reclamar una nota.
Reclamar una nota también ayuda a mejorar
Reclamar una nota es un derecho del alumnado y no debe darnos corte hacerlo. De hecho, no debemos entender el reclamar una nota como una reclamación en un comercio, que sí es una queja, sino como un ruego que hacemos al docente para que se replantee su decisión y, de paso, que nos explique qué hemos hecho mal y el porqué de su decisión.
¿Estamos seguros?
Si pensamos que, probablemente, merecíamos más nota de la que nos han dado, entonces no debemos reclamar la nota de un examen. Aquí hay que dejar de lado las probabilidades y apoyarnos en una certeza absoluta, porque si reclamamos “a ver si cuela”, lo único que conseguiremos es que el profesor se fije más en nosotros y en nuestro desempeño.
Ya no seremos una cara anónima más entre el mar de caras que es el alumnado universitario, sino que nos conocerá y tendremos que ser consecuentes con la atención que vamos a recibir.
¿Me pueden bajar la nota?
Reclamar no garantiza que nos vayan a subir la nota. Con eso debemos contar. Lo que sí es una buena noticia es que no nos la pueden bajar. Las notas o se quedan como están o suben. Eso sí, si el docente tiene que encontrar cómo justificar la decisión acerca de la baja nota inicial y no encuentra razones en el contenido, quizá se centre en faltas de ortografía (qué importante es escribir bien) y cosas por el estilo.
Lo normal es que los profesores quieran ayudarnos y sean honestos. Un diálogo personal siempre ayuda y no hay que tener miedo a reclamar la nota. En el peor de los casos, la entrevista que mantengamos nos dará muchísimas pistas acerca de lo que busca ese profesor y cómo mejorar en los siguientes exámenes.
Prohibido reclamar una nota si…
Cuando el docente es comprensivo puede intentar echarnos una mano haciéndonos alguna pregunta con la que podamos demostrar nuestros conocimientos, así que lo peor que podemos hacer es ir a quejarnos cuando hayamos copiado o no nos sepamos bien el temario.
Eso cabrearía al profesor que, encima, nos quiere ayudar y nos haría dar una imagen pésima de nosotros mismos. Si no nos lo sabemos al dedillo, es mejor callarse y probar en la siguiente convocatoria.
Cómo prepararse
Si finalmente tenemos todos los argumentos claros, nos hemos armado de valor y hemos decidido reclamar la nota de un examen, debemos prepararnos: repasemos bien el examen, las preguntas que nos hicieron y las respuestas que dimos. Comprobemos en los libros y textos proporcionados por el docente que son las adecuadas y llevemos todo esto a la revisión. Nuestros apuntes no son válidos porque pueden estar mal.
Hay que ser claro sin ser arrogante y sin faltar al respeto. Debemos escuchar y aceptar las críticas que nos haga el profesor, que es quien manda y quien finalmente impone su criterio, y tratar de comprender sus argumentos por mucho que nos molesten.
Tampoco hay que protestar por todo el examen. No es posible que lo haya corregido todo mal. Si tratamos de arañar nota de varias preguntas, es probable que no saquemos nada. Centrémonos solo en la parte que creemos que ha sido injustamente corregida.
La forma más sencilla de quedar mal
Hacer la pelota, tratar de halagar o comportarse de una manera excesivamente servil únicamente nos traerá problemas y nos hará quedar fatal. Lo de llorar al profesor con temas personales tampoco está bien. Si algo nos ha impedido preparar bien el examen, entonces el profesor ha corregido bien y nosotros hemos fallado. Ya vendrán otras oportunidades.
De hecho, a veces es mejor suspender y volverse a presentar con el temario mejor preparado que aprobar raspados. Nuestro expediente siempre va a reflejar la nota final, no las veces que lo hemos intentado. Cuando tengamos nuestro eTítulo para compartir con los empleadores y un expediente con una buena media, será más sencillo que nos contraten antes que a otros competidores.
Recordemos que, para reclamar una nota, los argumentos que hay que esgrimir deben poder contrastarse para demostrar que el examen está mal corregido y no que nosotros hemos hecho un mal trabajo. Si decimos es que me puse malo, no comprendía los conceptos o tengo problemas personales, lo único que vamos a conseguir es darle la razón. No se trata de mendigar; eso solo funcionaba en el colegio. Ahora que estamos en la universidad, tenemos que afrontar nuestros errores como adultos que somos y solo protestar cuando sea indicado hacerlo.