Universidades de toda España crean nuevas políticas de prevención contra la violencia de género. ¿Sabes cómo denunciar en la tuya?
Definiciones necesarias
Antes de entrar en materia, hay algunos datos y definiciones que debemos conocer: La violencia de género no es únicamente la violencia que ejerce un hombre hacia una mujer en el contexto de una relación sentimental. Según Naciones Unidas, por ejemplo, es «todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se produce en la vida pública como en la privada». Es decir, que los abusos y agresiones sexuales son violencia de género, los insultos, vejaciones o comportamientos discriminatorios que provengan de un hombre hacia una mujer, también son violencia de género, la desigualdad de oportunidades, la misoginia institucional y el patriarcado, también son formas etiológicas de violencia de género. De esta forma, y una vez que nos vamos haciendo una composición de lugar, resulta más sencillo comprender la amplitud de este fenómeno.
Otra definición importante es la de feminismo: Según la RAE, feminismo es una “Doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los hombres” y “Movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres.”
Por lo tanto, cuando hablamos de filosofía feminista o soluciones feministas al problema de la violencia de género, no hablamos de la supremacía de la mujer sobre el hombre, sino de una igualdad efectiva de derechos y oportunidades para ambos sexos.
Dicho esto, un dato que nos parece importante resaltar y que nos da una idea (por si no la teníamos ya) de la magnitud del problema, es que la violencia de género constituye la primera causa de muerte o invalidez de las mujeres en el mundo entre los 15 y los 45 años. Que la OMS la define como un grave problema de salud pública a nivel mundial y que, a pesar de lo que pueda parecer, este tipo de violencia no entiende de edad, de cultura, o de estrato social y, desgraciadamente, parece que no hay mujer en el mundo que no la haya sufrido alguna vez. En la última década, 700 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas en España, y las cifras no son realistas porque no incluyen aquellas asesinadas por hermanos, padres, cuñados o por desconocidos en la calle.
Nadie sabe nada
Resulta paradójico que un problema tan grave y tan extendido, sea tan invisible, pero así es. La mayoría de mujeres no son conscientes de que están sufriendo violencia de género salvo en casos extremos y, a veces, ni siquiera entonces. Los hombres, amparados por un sistema patriarcal que también los maleduca y los anima a mantener los roles machistas, tampoco saben claramente cuáles son las consecuencias de sus actos.
¿Cómo la identificamos?
Si un hombre toca a una mujer sin su consentimiento, incluso en un contexto jocoso, es violencia de género. Si un hombre le dice a su novia cómo vestir o con quién puede o no salir, es violencia de género. Si controla las llamadas o los mensajes, le pide las contraseñas para ver qué hace y con quién habla en redes sociales, si la obliga a conectar el GPS del teléfono para saber dónde está en todo momento o lee sus correos electrónicos, también ejerce violencia de género. Dicho así, parece increíble que alguien aguante semejante pesadilla, pero, como siempre, el agresor sabe cubrir sus palabras con una buena capa de chantaje psicológico, palabras de amor y una alta dosis de culpabilidad. Las afectadas no creen ser víctimas de violencia, sino que sienten que su pareja se preocupa en exceso y van regalando, trozo a trozo, su libertad, su identidad y su independencia.
Saliendo del contexto de la pareja, en las universidades podemos también observar a diario cómo se juzga la vestimenta de algunas alumnas, cómo se etiqueta su vida sexual e incluso hay casos graves de bullying motivados por una discriminación machista y que incluyen violencia de género. Incluso un profesor que trata de forma discriminatoria a sus alumnas puede estar ejerciendo una violencia psicológica que deteriore notableblemente sus expedientes académicos.
En definitiva, una mujer debe tener muy claros cuáles son sus derechos y debe tratar de no dejarse vencer por la presión grupal y, sobre todo, denunciar las conductas misóginas que vea a su alrededor. En muchas ocasiones, denunciar a tiempo, sea uno el afectado o no, pone a la universidad alerta y hay una mayor concienciación. El problema es que nuestra sociedad culpabiliza a las víctimas de violencia de género y eso no facilita para nada que se denuncie. ¿Os imagináis que la sociedad actuara igual ante una víctima de terrorismo? Al denunciar, la policía le preguntaría: «¿Está usted segura de que no le pidió al terrorista que le pusiera la bomba bajo su coche?», «¿No iba vestida usted como pidiendo un atentado?», «¿Ha pensado que quizá el terrorista no quería herirla?», «¿Seguro que esta no es una denuncia falsa?».
Lamentablemente, aunque parezca una broma, este es el problema al que se enfrentan multitud de mujeres cuando quieren denunciar un caso de violencia de machista, pero no hay que amilanarse. La Universidad es el lugar idóneo para instaurar unas buenas políticas de concienciación y educación en materia de violencia contra las mujeres y cada vez más centros incluyen programas de prevención, folletos informativos y oficinas de apoyo a la mujer.
Cómo denunciar
Si eres víctima de violencia en tu universidad o conoces a alguien que lo sea, busca en la web. Cada universidad te dirá a qué organismo tienes que dirigirte para hacer la denuncia, pero generalmente, en primer lugar tendrás que hablar con un psicólogo orientador que te dirá qué pasos debes seguir.
Si en tu centro aún no tienen una oficina de apoyo a la mujer, solicita que se haga cuanto antes a través del rectorado, del comité de calidad y de las asociaciones de alumnos. Y si el caso es grave (golpes, bullying, acoso o agresiones sexuales), también debes dirigirte a la policía.
Cada vez más concienciados
Los centros educativos están haciendo un esfuerzo por desarrollar políticas feministas que aseguren la igualdad de sexos y prevengan la violencia machista. Ya hay trípticos informativos en muchas universidades, oficinas de apoyo e información en las páginas web, pero se necesitan más campañas educativas y más visibilidad del problema y no solo de los casos más graves. Parar la violencia machista es responsabilidad de todos, hombres y mujeres, y no creas que por ser universitario, de buena familia o europeo esto no va a ocurrir en tu entorno o incluso a ti. Abre los ojos, el machismo mata.