El mundo ha celebrado el Día Internacional del Orgullo. Ha sido una larga semana de fiestas, conciertos, reivindicaciones y lucha por los derechos humanos que, sin embargo, no todos comprenden ni apoyan.
En eTítulo apostamos por la tolerancia, la cultura y el absoluto respeto por los derechos humanos, por lo que creemos importante pronunciarnos también en este asunto. Opines lo que opines sobre el colectivo LGTB, sus derechos y sus reivindicaciones, te invitamos a que nos acompañes en esta reflexión.
El imperio de la normalidad
¿Qué es normal? Según la Real Academia, normal es:
- adj. Dicho de una cosa: Que se halla en su estado natural.
- adj. Que sirve de norma o regla.
- adj. Dicho de una cosa: Que, por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta aciertas normas fijadas de antemano.
Nos interesan mucho para contestar a esta pregunta las acepciones segunda y tercera del término, porque demuestran que la normalidad no existe como tal, sino que obedece a reglas y costumbres socialmente impuestas (fijadas de antemano). Lo que a los españoles nos parece normal a los afganos les puede parecer rarísimo, y viceversa, por lo tanto, cabe reformularse la pregunta: ¿existe la normalidad? Y la respuesta es que sí. Existe en las cosas, es decir, el cielo normalmente es azul y las plantas normalmente son verdes. También es normal que el cielo se ponga gris y que haya plantas de color rojo, pero la normalidad no debería extender su significado a cuestiones que no tendrían que regularse por normas (y mucho menos de antemano) como es el amor o los sentimientos de identidad de cada uno.
Durante siglos, lo normal era ser hombre, blanco y heterosexual, y no serlo, era ser anormal de una u otra manera. Como es lógico, esta definición de normalidad es absurda si entendemos que normal implica una cantidad mayoritaria, porque ¿y las mujeres?, ¿y los hombres de otras etnias?, ¿y los transexuales, homosexuales, bisexuales, asexuales, pansexuales, etc.? Lo normal se ha establecido basándose en criterios sesgados, insolidarios, llenos de prejuicios, moralmente absurdos y reprobables, por lo que debemos tener mucho cuidado al atribuir el adjetivo de «normal» simplemente porque nos pueda parecer que lo es.
Y ahora veamos otro punto de vista. Los primates superiores tienen relaciones polígamas heterosexuales destinadas a la procreación y relaciones homosexuales y heterosexuales destinadas al placer personal y a la cohesión grupal, así que ¿y si eso hubiera sido también lo normal en los seres humanos pero hemos creado una serie de normas «morales» que nos han hecho ir en contra de nuestra naturaleza? ¿No serían entonces anormales las parejas monógamas heterosexuales? No decimos ni que sí ni que no, pero abrimos la reflexión para explicar que lo que consideramos como normal no tiene por qué serlo en absoluto.
Legislación y avance social
Afortunadamente, hoy tenemos en España una de las leyes más avanzadas del mundo en el reconocimiento de los derechos del colectivo LGTB, pero ni el camino hasta aquí ha sido sencillo, ni está todo hecho, sobre todo en lo que respecta a la opinión pública.
Hace no tantos años, durante la dictadura franquista, a los homosexuales se los condenaba, por la Ley de Vagos y Maleantes, a «internamiento en establecimiento de trabajo o colonia agrícola», que no era otra cosa que un tremendo eufemismo para nombrar lo que realmente fueron: campos de concentración. Aquí podéis ver un extracto de la infame ley:
A los homosexuales, rufianes y proxenetas, a los mendigos profesionales y a los que vivan de la mendicidad ajena, exploten menores de edad, enfermos mentales o lisiados, se les aplicarán para que cumplan todas sucesivamente, las medidas siguientes:
a) Internado en un establecimiento de trabajo o colonia agrícola. Los homosexuales sometidos a esta medida de seguridad deberán ser internados en instituciones especiales, y en todo caso, con absoluta separación de los demás.
b) Prohibición de residir en determinado lugar o territorio y obligación de declarar su domicilio.
c) Sumisión a la vigilancia de los delegados.
Con la llegada de la democracia, las leyes despenalizaron las relaciones homosexuales, pero la sociedad ha seguido y sigue condenándolas y cada derecho adquirido por estos colectivos ha supuesto una lucha social de proporciones épicas. De hecho, el Día Internacional del Orgullo LGTB se celebra cada 28 de junio en conmemoración de Disturbios de Stonewall.
Por desgracia, no todos los países son como España. Aún hoy hay 72 países donde se criminaliza la homosexualidad y en ocho de ellos se aplica la más salvaje de las medidas: la pena de muerte. Aquí podéis ver un mapa de ILGA.com que revela la situación de estos colectivos en todo el mundo:
Intolerancia es incultura
A veces es imprescindible que las leyes avancen más rápido que la opinión pública porque, además de regular la convivencia, la legislación sirve para educar a los ciudadanos, pero algo que cabe preguntarse (y como universitarios con curiosidad, preguntarnos las cosas debe ser una obligación) es por qué nos incomoda tanto que alguien se comporte de forma distinta. Defender los derechos de las personas LGTB es defender los derechos humanos. Nuestro sexo, género u orientación sexual no deberían jamás incidir en los derechos fundamentales que poseemos como seres humanos. Protestar para que alguien tan humano como tú tenga menos derechos de los que le corresponden por nacimiento es un acto de maldad y de mezquindad de proporciones monstruosas. Por eso, a la unión entre personas del mismo sexo se le debe llamar matrimonio, por eso deben poder adoptar si lo desean y por eso deben ir tan tranquilos y seguros por la calle como cualquiera. Los actos de odio hacia los que consideramos diferentes solo demuestran nuestra absoluta falta de cultura.
¿Y para qué celebrar el Día Internacional del Orgullo LGTB?
¿Y por qué no un día heterosexual? Porque a los heterosexuales no nos han perseguido, torturado, humillado ni matado por el hecho de serlo, porque, al igual que en el Día Internacional de la Mujer, lo que se hace es visibilizar un problema. Las marchas del orgullo no se hacen porque una serie de personas decidan vestirse de colorines y salir a celebrar su sexualidad porque sí (lo que también sería muy lícito y algo que, por cierto, hacemos los heterosexuales cada día de nuestra vida cuando paseamos de la mano con nuestras parejas o nos metemos mano en un parque sin miedo a que nos agredan), sino que tienen una función reivindicativa absolutamente necesaria.
La celebración del Día Internacional del Orgullo LGTB es y será imprescindible mientras no haya una igualdad absoluta a nivel mundial entre todos los seres humanos.
Orgullo LGTB en la universidad
Muchas universidades públicas han adoptado esta semana la bandera arcoíris y se han realizado actos culturales y festejos en apoyo de los colectivos LGTB. Pero aunque la cara pública demuestre tolerancia, en el interior de las instituciones pueden darse situaciones de discriminación que a veces quedan impunes supuestamente amparadas por la libertad de cátedra. Si en tu universidad se discrimina de alguna manera, denuncia. Ten en cuenta que odiar a los homosexuales no es una opinión libre, es una falta absoluta de respeto que no está protegida por la libertad de cátedra. Decir que los homosexuales o los transexuales son unos enfermos, es igual que decir que los negros son inferiores o que las mujeres solo valen para fregar: no es ideología, es falta de educación, de respeto y, dependiendo del tono y del contexto, hasta puede ser un delito; así que no te quedes parado y actúa. Cambiar las cosas está en manos de todos, y los colectivos LGTB son un gran ejemplo de lo que se consigue luchando.