Es normal que en época de exámenes descuidemos nuestra actividad física. Os proponemos una rutina de ejercicio compatible y que nos ayudará a mejorar las notas.
La épocas de exámenes universitarios son agotadoras. Pasamos tantas horas hincando los codos que, al acabar, nos duele todo el cuerpo. Y eso por no hablar de que es normal coger peso porque, además de estar sentados, nos alimentamos fatal.
Podríamos pensar que unos días de abandono físico no son un problema y no lo serían si la única consecuencia fuese acumular un par de kilos, pero resulta que descuidar nuestra alimentación y destrozarnos la espalda en una silla también repercute en nuestras notas. Cuerpo y mente son uno y no podemos perjudicar uno sin perjudicar la otra. Por eso, desde eTítulo queremos proponer unos hábitos saludables de ejercicio completamente compatibles con los exámenes que mejorarán nuestro rendimiento académico.
Sin una buena organización no hay victoria
Tanto si vamos a introducir una rutina de ejercicio como si no, lo más importante para ponerse a estudiar es organizarse bien desde el principio. Si planificamos adecuadamente las horas de estudio, nos va a resultar muy sencillo alternarlo con ejercicio físico y cuidar nuestra alimentación al mismo tiempo.
Para empezar, hay que mantener unos horarios estables. Levantarse y acostarse a las mismas horas cada día hará que nos sea más sencillo introducir una rutina de ejercicio y rendir más en las horas centrales del día.
Además, como es lógico, debemos planificar el estudio diario teniendo en cuenta que nuestro cerebro está más activo por las mañanas, así que hay que aprovechar esas horas de alto rendimiento mental para estudiar las materias que más complicadas nos resultan o que más temario tienen.
Por las tardes o las noches, cuando ya estamos más espesos, debemos estudiar las asignaturas más sencillas e ir modificando las técnicas de estudio para «despertar» nuestra mente con nuevos retos.
Rutina de ejercicio
El sedentarismo cansa y nos hace perder la concentración, así que proponemos esta sencilla rutina de ejercicio para que podamos compaginar el estudio con la actividad física.
Primera sesión: Al despertar, antes de ponernos a estudiar, es un buen momento para hacer algo de cardio y preparar el cuerpo. Esta será la sesión más fuerte del día y nos llevará unos 40 minutos.
Los primeros 20 minutos podemos emplearlos en salir a correr. No se trata de trabajar la resistencia, sino de, por ejemplo, hacer 3 vueltas esprintando al edificio, hacer una sesión de spinning si tenemos una bicicleta estática, saltar a la comba en el salón, etc. Lo que mejor se adapte a nuestro cuerpo, nuestra forma física y nuestro rendimiento.
Los 20 minutos siguientes podemos usarlos para estirar y mover bien todo el cuerpo. Lo más recomendable sería hacer una sesión de yoga o de pilates pensadas para la primera hora de la mañana (esta parte es importante porque hay sesiones pensadas para relajarnos que pueden dejarnos tan suaves que solo queramos dormir). En internet encontraremos muchas opciones.
Segunda sesión: Tras dos horas estudiando, viene el primer descanso de 15 minutos en el que podemos aprovechar para hacer cuatro «saludos al sol», lo que nos hará estirar todo el cuerpo o, también, un par de series de sentadillas y abdominales. Si no sabemos qué nos vendrá mejor para reconectar con el estudio, el truco es ir probando y escuchar a nuestro cuerpo.
Dos horas más y toca parar para comer. Lo más apropiado es evitar las comidas pesadas que nos generen somnolencia. Mejor ensaladas y carne o pescado a la plancha. También podemos aprovechar la hora de comer para cuidar nuestra vista haciendo sencillos ejercicios de acercar y alejar la mirada y otros por el estilo.
Tercera sesión: Dos horitas de estudio más (y ya llevamos 6, lo que no está nada mal) y toca hacer ejercicios de espalda. Tener una buena salud postural es tan importante como ejercitar los músculos que comprenden la zona denominada «core» para que tengamos una buena estabilidad y evitemos dolores de espalda.
En este descanso de 20 minutos podemos hacer el estiramiento de yoga denominado «gato-baca» para mover toda la columna durante 5 minutos y pasar los otros 15 ejercitando el core con planchas frontales y laterales. Sí, al principio son agotadoras, pero ganaremos fuerza y músculo muy pronto.
Cuarta sesión: Otras dos horas más (con 8 horas al día hay más que suficiente) y llega el momento de parar. En este punto, lo ideal es salir a hacer deporte fuera (nadar, correr o dar un paseo forzando el paso para coger velocidad) para desfogar, respirar aire puro y volver a casa dispuestos a cenar bien, a premiarnos con alguna serie, película o libro que nos guste y a descansar un mínimo de 8 horas del tirón.
Quizá, si no estamos acostumbrados a hacer deporte, el segundo día tengamos agujetas, pero a partir del tercero, nos vamos a sentir tan bien que agradeceremos todo el ejercicio extra. Además, nos sentiremos menos cansados (aunque parezca que va a pasar lo contrario) que si nos pegásemos toda la jornada sin levantarnos del asiento, porque practicar ejercicio nos hará tener el doble de energía y nos evitará los dolores posturales típicos.
Por otra parte, al introducir esta rutina de ejercicio, nos vamos a concentrar mucho mejor en el estudio y, por lo tanto, seremos más eficientes y sacaremos mejores notas. ¿No nos creéis? Probad una semana y contadnos qué tal os va 😉.
Muy interesante este post, la verdad es que el ejercicio puede ayudarnos a mejorar nuestro bienestar y a desconectar del estudio, pudiendo volver a la rutina con mucha más fuerza y energía.