Está muy de moda culpar al teléfono móvil de las horas que pasamos mirando la pantalla, pero depende de nosotros ser esclavos o no de un aparato.
¿Somos realmente adictos al teléfono móvil?
La nomofobia (miedo irracional a no poder usar nuestro teléfono por olvido, falta de batería, cobertura, etc.) es consecuencia, según dicen, de la adicción al smartphone, pero la realidad es que el teléfono móvil solo es una herramienta a la que no somos verdaderamente adictos: la adicción la provoca su contenido (apps de juegos, redes sociales, mensajería…).
Si sentimos la necesidad de estar permanentemente conectados o nos produce ansiedad el perdernos la última foto que ha subido a Instagram el influencer de turno, está claro que estamos haciendo un uso pésimo de la fantástica herramienta que es el teléfono móvil.
Por otra parte, si el estar mirando un teléfono móvil nos distrae de nuestras clases, baja nuestras calificaciones y nos dificulta conseguir el eTítulo universitario, entonces tenemos que buscar una solución cuanto antes.
Hay que darse cuenta de que si permitimos que un aparato controle nuestras vidas, no es que el aparato en sí sea malo, lo que pasa es que nosotros lo estamos usando mal. Es el manido ejemplo del cuchillo que podemos usar para comer o cortar un cabo y también para apuñalarnos la pierna o la del vecino. ¿Es malo el cuchillo? No. Lo malo es el uso que le damos.
Redes sociales
Las que sí causan cambios psicológicos demostrados son las redes sociales, aunque, al igual que en el ejemplo anterior, el uso que hagamos de ellas va a determinar hasta qué punto esos «cambios» serán dañinos.
Las redes sociales afectan a nuestra autoestima y a la percepción irreal que se genera acerca de la vida de los demás y de la nuestra. Son máquinas de crear opiniones polarizadas, noticias falsas y mostrar un estilo de vida falaz que nos hace cuestionarnos la realidad.
Además, redes como Instagram también mantienen los estereotipos de género, hipersexualizan a las mujeres y algunas empresas la usan como forma de publicidad encubierta. El problema es real hasta el punto de que las clínicas de estética se encuentran con que su clientela, cada vez más joven, pide que le modifiquen el rostro para parecerse a un filtro de Instagram.
Pero incluso en esta red hay gente que consigue compartir las fotos que le gustan sin convertirse a sí mismo en un producto, así que, como decíamos, todo depende del uso que le demos a la herramienta.
¿Cuándo y cómo reduzco el uso del teléfono móvil?
Cuando sea un problema. Cuando pasemos más horas del día mirando una pantalla que al mundo que nos rodea o a la gente con la que nos relacionamos en persona. Cuando tener el teléfono móvil apagado nos cause estrés aunque no estemos esperando una llamada o mensaje importante.
Las herramientas son útiles para lo que se diseñaron y es verdad que el teléfono móvil es útil para muchas cosas, pero igual que no llevamos una navaja suiza permanentemente en la mano, tampoco deberíamos tener dificultad para soltar un teléfono. Si la tenemos, entonces hay que cambiar nuestros hábitos. ¿Y cómo se hace? Pues podemos empezar por seguir estas seis pautas:
1. Fuera las notificaciones: Tratar de soltar el teléfono móvil y que nos llame todo el rato con sus cantos de sirena es complicado. Toda aplicación tiene una serie de notificaciones que nos piden que les hagamos casito sin parar, así que el primer paso es eliminarlas.
Salvo las llamadas o los mensajes del WhatsApp (y no las de los grupos precisamente), el resto deben estar en silencio y ya las veremos cuando proceda (que nunca es en una comida familiar o en medio de una conversación con nuestros amigos).
2. Controla el tiempo: Tanto las redes sociales como el propio teléfono tienen contadores del tiempo que pasamos usándolos. Es bueno consultarlo para que nos demos cuenta de la magnitud del problema y, una vez comprobado que pasamos más de 2 horas al día enganchados, ponernos un límite.
3. Quita el color: Los colores llaman la atención y por eso se usan, pero el teléfono móvil tiene una función para poner la pantalla de inicio en blanco y negro, así que ¿por qué no usarla?
4. Mantenlo lejos: Cuando vayamos a hacer algo como cocinar, leer, fregar, charlar con nuestros padres, bañarnos en el mar o cualquier otra cosa que no requiera un teléfono, mejor dejar el móvil lejos para que no sea una tentación. Y lejos es en otra habitación o bien guardado en el bolso o la mochila.
5. Juegos en el PC: Si nos gustan los juegos como el solitario o el Candy Crush Saga, mejor jugar en el ordenador o la consola y no en el teléfono móvil. Así evitaremos pasar más horas de la cuenta con el móvil en la mano.
6. Buenas noches: aprovechar las noches para cargar el teléfono lo hacemos casi todos, pero lo que no hacemos es ponerlo a cargar fuera de nuestra habitación. A la cama debemos ir sin teléfono y aprovechar para leer antes de dormir y no para mirar las redes sociales. Las luces azules de la pantalla dificultan que conciliemos el sueño y nos hacen descansar peor.
Nadie en su sano juicio renunciaría a una herramienta tan fantástica, ni es eso lo que se pide, pero tampoco podemos dejar que controle nuestras vidas, así que, como siempre, lo importante es encontrar el equilibrio.