Empezar a trabajar puede parecernos complicadísimo si no lo hemos hecho antes, pero casi todo el mundo lo consigue. Te contamos cómo conseguirlo.
¿Qué queremos y qué nos gusta?
Si se nos da fatal tomar decisiones y hacer que la gente nos siga, no deberíamos buscar un puesto de líder de equipo. Si somos muy tímidos y odiamos hablar con gente desconocida, mejor que no busquemos trabajar de cara al público. Obvio, ¿verdad? Pues no lo es tanto porque muchas veces no nos paramos a pensar en nuestras desventajas y habilidades antes de ponernos a echar currículos. Vamos, que lo que más nos ayuda en esta fase es hacer un análisis DAFO.
Para que trabajar no sea más odioso de lo que ya es el tener que hacer algo por obligación cada día, mejor que antes nos sentemos un momento y pensemos: ¿qué se me da bien?, ¿qué me gusta hacer?, ¿dónde destaco?, ¿qué es lo que se me da peor?, ¿qué cosas no me gusta hacer?, ¿cuáles son mis objetivos a corto, medio y largo plazo? Conocernos un poco mejor nos ayudará a enfocarnos hacia uno u otro sector y encararemos el trabajo con mayor confianza en nuestra valía.
Organizarse bien ya es empezar a trabajar
No se trata de echar currículos a lo loco y ya está y menos si lo que buscamos es trabajar en un sector que nos interese o para el que nos hayamos formado. Debemos llevar un control de lo que hacemos y anotar los lugares a los que hayamos ido mandando el currículo y la fecha exacta, por si más adelante queremos mandar un recordatorio.
También es importante que tengamos controlados los canales que hemos usado para hacerlo (teléfono, correos electrónicos, páginas web de empleo, empresas de trabajo temporal, etc.), así como los nombres de las personas con las que hayamos contactado.
No hay que cortarse a la hora de tratar de acceder a la plaza por distintos medios: podemos mandar la solicitud por correo electrónico, pero también entregar el currículo en mano o llamar por teléfono. No se trata de ser pesado, pero sí de demostrar interés. Querer trabajar no es algo de lo que avergonzarse.
Currículos y algo más
Es importante crear un currículum que hable bien de nosotros, que sea el apropiado para el puesto al que aspiramos y que sea honesto. Y no debemos temer usar toda nuestra creatividad porque un currículum diferente nos dará más visibilidad (aunque tampoco hay que pasarse).
El perfil de LinkedIn no debe solo estar ahí por estar. Es necesario darle vida y meternos en grupos de personas que tengan nuestra misma titulación o que aspiren a trabajar en el mismo sector. Así haremos networking, lo que es mucho más útil de lo que parece.
También debemos mantener «presentables» el resto de redes sociales: dicen mucho de nosotros y las empresas las consultan cada vez más.
Hablar con nuestros amigos y hacer pública nuestra intención de trabajar también ayuda: nunca se sabe quién conoce a alguien que pueda estar buscando a un trabajador con nuestro perfil.
Obtener el eTítulo ayuda muchísimo. Está claro que cuanta más facilidad tengamos para hacer llegar nuestra titulación a las empresas, más sencillo será que nos tengan en cuenta en el proceso de selección. Un título universitario electrónico que podamos mandar por e-mail a cualquier parte del mundo siempre va a ampliar nuestras posibilidades mucho más que si tenemos que estar mandando fotocopias compulsadas a las empresas que nos interesen.
No nos estresemos…
No es lógico pensar que por el simple hecho de haber echado unos cuantos currículos nos vayan a llamar al día siguiente. A veces hay suerte y otras no, por lo que no debemos desesperar. Conviene entender que la búsqueda puede llevarnos algo de tiempo. Conseguir un trabajo, sobre todo uno que merezca la pena, no es (normalmente) cosa de un rato. Hay que perseverar, mantener una actitud optimista y cargarnos de paciencia. Al final tendremos nuestra oportunidad de trabajar y seguro que echaremos de menos los tiempos en los que no lo hacíamos y podíamos compatibilizar las clases y el ocio.
Cuando llegue la entrevista
Cuando por fin nos llamen, es importante que no echemos todo el esfuerzo a perder por no ser capaces de enfrentarnos a la entrevista, cosa que puede pasar si damos una mala impresión.
Hay que mentalizarse: una entrevista para trabajar en una empresa no es más que una simple conversación sobre el puesto, sus demandas, las nuestras, su oferta y nuestras habilidades; no es para tanto.
Es bueno ser directos, sinceros y no enrollarnos con anécdotas, pero tampoco ser secos o demasiado fríos. Tienen que querer trabajar con nosotros. Se trata de mantener una actitud cordial y educada.
También debemos controlar los movimientos nerviosos (como menear la pierna sin parar o mordernos las uñas), mirar a los ojos del entrevistador (pero no como si tratásemos de hipnotizarle), mantener una posición correcta pero no rígida, respirar con normalidad y relajarnos.
Ante todo, tenemos que recordar nuestra valía y confiar en nosotros mismos, porque esa seguridad se trasmite.