El método LOCI es muy útil cuando tenemos que aprender grandes cantidades de temario, por ejemplo, a la hora de preparar oposiciones.
¿Qué es el método LOCI?
Parece que las primeras referencias al método LOCI o palacio de la memoria se atribuyen a San Agustín, aunque otros dicen que lo usaban los romanos para dar discursos en el senado sin necesidad de leer. Sea como fuere, el método LOCI es muy antiguo y muy útil, pero no tan conocido como otras técnicas de estudio; lo que quizá se deba a que requiere de cierta preparación.
Si estudiamos con antelación (como debe ser si queremos sacar nuestro eTítulo sin sobresaltos), entonces el palacio de la memoria será un gran aliado para aprendernos de memoria temarios extensos.
Esta técnica consiste en parcelar lo que queramos aprender y asociarlo a un lugar mental, lo que nos va a facilitar recuperar más tarde lo que necesitemos recordar.
Construir un palacio
El momento ideal para crear el palacio de la memoria es cuando estemos solos, relajados y tengamos un rato sin distracciones. Antes de dormir, por ejemplo.
No hay que ponerse sibaritas con lo del palacio porque ¿quién necesita algo tan excesivo en pleno siglo XXI? Lo ideal es que creemos un espacio mental algo más asequible y con menos cristalería que acumule polvo. Si queremos ordenarnos bien la cabeza, lo mejor es algo más del tipo sueco o incluso usar una construcción que nos sea familiar como la de nuestra propia casa.
Si nos queremos poner creativos y hacer una nave espacial o una vivienda bajo el océano, también está bien, lo importante es que dediquemos un buen rato a crear ese lugar con nuestra imaginación (de ahí lo de que el método LOCI no vale cuando tenemos prisa).
Hay que imaginar cada una de las estancias que tendrá nuestro palacio de la memoria y decorarlas a nuestro gusto. Saber qué muebles ocupan cada una de las habitaciones, de qué colores son las paredes y los tapizados, qué iluminación hay, la temperatura… Poner en cada estancia nuestro toque personal y crear algo propio.
Dicho así, parece dificilísimo y algo imposible de recordar, pero sorprendentemente no es así. Cuando creemos nuestro palacio mental lo recordaremos para siempre. Y será un lugar en el que relajarnos, meditar y pensar con calma cuando lo necesitemos.
El método LOCI
Una vez que tenemos un palacio mental creado, el método LOCI nos permite usarlo para memorizar y es cuando se transforma en «el palacio de la memoria».
Los espacios que hemos creado nos van a servir para «guardar» la información que queramos recordar y el orden en el que recorremos las estancias también nos dará el orden en el que recogeremos la información.
Por eso, el primer paso tras crear el palacio es visualizar todo el recorrido que haremos por él (lo típico: abro la puerta, hay un recibidor, pasillo, habitación de la derecha, salón a la izquierda…).
Es importante que conozcamos nuestro lugar imaginado a la perfección, incluso asociando olores distintos a cada estancia o sonidos característicos para que nuestra memoria se agudice, por ejemplo: a la izquierda hay un jardín interior que huele a flores y a musgo y si entras por la puerta de cristal, hay un baño con la cisterna rota donde se escucha permanentemente el goteo del agua.
Lo siguiente que tenemos que hacer es transformar lo que estamos estudiando en imágenes y guardar cada imagen en un lugar en el orden en el que necesitemos recordarlas. Al principio es bueno que escribamos o dibujemos dónde está cada cosa, pero después podremos verlo todo con solo pensar en ello.
La práctica nos convierte en maestros
Si nos tomamos en serio este sistema y lo trabajamos, el método LOCI nos va a abrir un mundo de posibilidades a la hora de estudiar. Con el tiempo, incluso podremos tener salas llenas de archivadores, ampliar el palacio hasta crear un planeta de información y ser capaces de recordar cualquier cosa que hayamos metido ahí en cualquier momento y no solo frente a un examen.
Pero como decimos, el método LOCI no es sencillo; hay que esforzarse y ser siempre escrupulosamente organizados con lo que guardamos en nuestro palacio.
Además, es bueno que nos dejemos pistas de una habitación a la siguiente para que sepamos qué debemos encontrar ahí, por ejemplo:
En la cocina, donde siempre huele a galletas, está comiéndose una sopa con tropezones de pan Jane Austen, cuando me acerco a ella, me da una llave que abre la despensa de sus cosas favoritas. Al abrir la puerta veo tres estantes llenos de figuritas y objetos diversos. En el primero de ellos hay un cartel pone «obra», en el segundo, «vida personal» y el tercero pone «época y sociedad».
En el estante en el que está su obra hay seis novelas que puedo coger y abrir. En cada una está anotado el título y el año en el que se publicó, así como alguna curiosidad interesante. También algún garabato hecho por mí para recordarme algo.
En ese estante, en vez de las novelas, puede haber un cartel que ponga: SSOPMPE+NAP 11-13-14-15+18-18
Cuando hemos hecho este recorrido varias veces, hemos abierto todos los libros o leído el cartel y hasta le hemos preguntado a Austen por qué le echa tanto pan a la sopa, al llegar al examen volveremos ahí y en pocos segundos podremos decir: Sentido y Sensibilidad (1811), Orgullo y Prejuicio (1813), Mansfield Park (1814), Emma (1815), Northanger Abbey (1818) y Persuasión (1818) y que estas dos últimas obras son póstumas.
Quizá parezca lioso, pero tener una mente organizada y saber cómo recuperar fácilmente los recuerdos es una herramienta maravillosa para cualquier estudiante.
Os animamos a probar.