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Cómo usar las analogías para mejorar la comprensión y memorización

Cómo usar las analogías para mejorar la comprensión y memorización

Enfrentarnos al nuevo (y apabullante) temario de una asignatura no siempre nos llena de motivación (a veces sí, cuando nos interesa mucho el tema). Hay veces que preferiríamos unas cuantas horas de dentista. Igualmente, sabemos que tendremos que estudiarlo y, para comprender y memorizar mejor temarios difíciles, el uso de analogías es una técnica de estudio genial. Muy genial, de hecho.

Qué son las analogías y por qué funcionan

La RAE define analogía en su primera y segunda acepción como:

  1. Relación de semejanza entre cosas distintas.
  2. Razonamiento basado en la existencia de atributos semejantes en seres o cosas diferentes.

Por lo tanto, las analogías son comparaciones entre dos cosas que, aunque parecen diferentes, comparten características similares (o a nosotros nos lo parece). Por ejemplo, compara el funcionamiento del corazón con una bomba nos ayuda a entender este órgano que impulsa la sangre a través del cuerpo.

Esta técnica funciona porque aprovecha nuestro conocimiento previo para construir conexiones con nuevos conceptos y que nos resulten más asequibles. Al relacionar algo desconocido con algo familiar, nuestro cerebro procesa la información de manera más eficiente y la retiene por más tiempo.

Cómo crear analogías como técnica de estudio

Para crear una analogía efectiva, es importante identificar las similitudes clave entre el concepto nuevo y la idea familiar. Podemos seguir estos pasos:

  1. Identificar el concepto nuevo: Definir claramente qué es lo que necesitamos entender o memorizar.
  2. Buscar una idea familiar: Pensar en algo que ya conozcamos y que tenga, o bien características similares a lo nuevo o bien que nos lo recuerde por algo que tenga sentido para nosotros.
  3. La conexión: Debemos explicarnos a nosotros mismos cómo las similitudes entre ambos conceptos nos ayudan a comprender el concepto nuevo. ¿En qué encaja y en qué no? Cuanto más razonemos la analogía mejor aprenderemos el concepto.

Beneficios de usar analogías en el estudio

El uso de analogías ofrece varios beneficios que pueden mejorar nuestro académico:

  1. Facilita la comprensión: Al relacionar conceptos nuevos con ideas familiares, reducimos la complejidad y conseguimos que la información sea más accesible.
  2. Mejora la retención y la recuperación de recuerdos: Las conexiones que creamos con analogías ayudan a fijar a la información en nuestra memoria a largo plazo. Cuando nos enfrentamos a un examen, es mucho más sencillo recordar nuestra analogía que el temario en crudo, pero a través de una, podremos explicar detalladamente el otro.
  3. Fomenta el pensamiento creativo: Buscar analogías nos obliga a pensar de manera flexible y a encontrar relaciones entre conceptos aparentemente diferentes. Como es lógico, esto entrena nuestra parte creativa y el pensamiento divergente.
  4. Simplifica la explicación: Cuando se explica un concepto a alguien más, las analogías son una herramienta poderosa para transmitir ideas de manera clara y accesible.

Cómo incluir las analogías en nuestra rutina de estudio

Incorporar analogías en nuestra rutina de estudio es más sencillo de lo que parece. Como con todo, hay que acostumbrarse, pero una vez que lo integremos en nuestra rutina, saldrá de forma natural.

Ante un tema nuevo, podemos preguntarnos: ¿A qué se parece esto en la vida real? ¿A qué me recuerda? ¿Cómo puedo explicarlo de otra forma?

Obviamente, algo que se entiende a la primera y se retiene fácilmente, no necesita de muchos trucos, pero cuando tenemos ante nuestros ojos un concepto complejo, las analogías son estupendas y, una herramienta que nos puede ayudar a llegar a ellas son los mapas mentales, que nos facilitarán la visión de conjunto.

También tienen sus limitaciones

Aunque las analogías son una gran herramienta, es importante recordar que no son perfectas. En algunos casos, las comparaciones pueden simplificar demasiado un concepto o dejar detalles importantes fuera. Por eso, es fundamental usarlas como un complemento, no como un sustituto del estudio profundo.

Por ejemplo, comparar el ADN con un manual de instrucciones es útil para entender, pero no captura la complejidad de su estructura y procesos biológicos. Por eso, hay que saber cuándo usarlas, pero también cómo trocearlas. Es decir, que el ADN puede ser un manual de instrucciones, pero quedarse ahí es abarcar el nivel de primaria. Ahora habrá que entender qué hay en cada capítulo del manual y si hay otras cosas que se salen fuera de él y podemos compararlas con otras cosas diferentes.

La próxima vez que nos enfrentemos a un tema difícil, podemos probar con las analogías a ver qué tal. Seguro que los resultados nos sorprenden.