8 acciones que te ayudarán a desarrollar el pensamiento crítico
Hay habilidades más importantes que otras y tener una buena capacidad de pensamiento crítico es de esas que no debemos dejar de trabajar con ahínco.
Empecemos por definir el concepto
Los psicólogos Cristina Furedy y John Furedy (1985) estudiaron la relación entre pensamiento crítico y enseñanza y llegaron a la conclusión de que la habilidad de pensar críticamente no es una habilidad única, sino que se compone de un conjunto de destrezas como la capacidad para identificar argumentos y supuestos, reconocer relaciones importantes, realizar inferencias correctas, evaluar la evidencia y la autoridad, y deducir conclusiones.
Robert Ennis, filósofo estadounidense considerado uno de los máximos exponentes del pensamiento crítico, define el pensamiento crítico como la forma de pensamiento racional y reflexivo que reconoce el predominio de la razón sobre otras dimensiones. Es decir, aquel que se ocupa o se interesa por saber qué creer o decidir qué hacer y cuya finalidad es reconocer aquello que es justo y verdadero.
Por lo tanto, el pensamiento crítico no es una forma de generar nuevas ideas, sino de tomar las que ya existen y observarlas, evaluarlas, ver sus sesgos y dominarlas. En resumen, cuando usamos el pensamiento crítico es cuando somos capaces de pensar por nosotros mismos.
Mola, ¿verdad? Pues lo bueno es que es una habilidad que se puede trabajar y perfeccionar, así que ¡manos a la obra!
La curiosidad y su relación con el pensamiento crítico
Hay que imaginar nuestra curiosidad como un monstruo bueno al que debemos alimentar para que crezca sano y se haga bien grande. Cuanto más alimento (del bueno), mejor y lo que más le gusta al monstruo es que no demos nada por sentado, que cuestionemos, investiguemos, exploremos más allá de lo que nos cuentan, desarrollemos una mente abierta y una sed constante de conocimiento. Si criamos un monstruo grande y sano, nos dará la capacidad de tener pensamiento crítico.
Cualquier persona puede alimentar su curiosidad para desarrollar esta habilidad, pero los universitarios que están formándose para poder tener su eTítulo el día de mañana, van a tener muy fácil darle de comer al monstruo. Veamos 8 cosas que podemos poner en práctica:
1. Aprender a hacer preguntas efectivas
Una habilidad fundamental para desarrollar el pensamiento crítico es la capacidad de formular preguntas efectivas.
No debemos conformarnos con respuestas superficiales. Hay que profundizar y desglosar los problemas en componentes más pequeños para obtener una comprensión más completa.
Hacer preguntas desafiantes y reflexivas nos permitirá analizar los problemas desde diferentes perspectivas.
2. Desarrollar el pensamiento lateral
No nos limitemos a un único enfoque o perspectiva. El pensamiento lateral es una técnica que nos ayuda a generar soluciones creativas mediante la exploración de ideas no convencionales.
Eso hará que ampliemos nuestros horizontes y podamos buscar conexiones entre diferentes conceptos y disciplinas. Es lo que se conoce como pensar fuera de la caja. ¿A que eso ya nos suena algo más?
3. Desarrollar habilidades de investigación
El pensamiento crítico necesita que podamos tener la capacidad de encontrar información relevante y fiable. Por eso es importante que nuestras fuentes de investigación no sean TikTok e Instagram.
Hay que aprender a investigar adecuadamente usando fuentes fiables, evaluar la validez de la información y utilizar herramientas tecnológicas para optimizar las búsquedas y no perder media vida indagando sobre un solo concepto. Recordemos que la información es poder y comida para el monstruo.
4. Práctica reflexiva: pensamiento crítico hacia uno mismo
Para desarrollar la capacidad de pensamiento crítico es fantástico que dediquemos algo de tiempo diario a la reflexión personal y al análisis de nuestras propias experiencias y decisiones. ¿Qué salió bien? ¿Qué se podría haber hecho de manera diferente? ¿Cuáles fueron las lecciones aprendidas?
La práctica reflexiva nos ayudará a desarrollar habilidades de autoevaluación y a mejorar continuamente nuestra capacidad de pensar racionalmente.
5. Sin miedo al fracaso
El fracaso es una parte inevitable del proceso de aprendizaje. No hay que tener miedo de cometer errores, ya que son oportunidades para crecer y mejorar.
Si dejamos de hacer preguntas o de cuestionar lo que nos dicen por miedo a equivocarnos, nos quedaremos estancados en una etapa inmadura del desarrollo. No podemos aprender de los errores de los demás, son los nuestros los que nos van a enseñar a evaluar la realidad con mejores perspectivas.
6. Debatir: que el pensamiento crítico se haga práctica
Otra cosa que resulta muy limitante a la hora de desarrollar un pensamiento crítico es tener miedo a dar nuestra opinión, a debatir o al más mínimo desacuerdo.
Debatir educadamente no solo nos permitirá organizar mejor nuestros argumentos y puntos de vista, sino también aprender de los de los demás, lo que es sin duda una oportunidad enriquecedora.
7. Mantener un enfoque multidisciplinar
No limitemos nuestro aprendizaje a una sola área de estudio. La habilidad de pensamiento crítico se beneficia de una visión extensa y multidisciplinar que nos permita tener una aceptable cultura general y una perspectiva amplia de diferentes saberes.
Exponerse a diferentes disciplinas y enfoques nos hará desarrollar una comprensión más completa y una perspectiva más holística.
8. El pensamiento crítico en la vida cotidiana
No hay que reservar el pensamiento crítico únicamente para el ámbito académico. Si queremos perfeccionar nuestras habilidades, debemos cuestionar las afirmaciones culturales, analizar las noticias, evaluar nuestras decisiones y las de los demás y buscar soluciones innovadoras en todas las áreas de la vida.
ADVERTENCIA
Cuidado con perder el norte. Cuestionarse todo es una práctica muy positiva que nos ayuda a desarrollar una gran capacidad de pensamiento crítico, pero hay límites. Esos son los que nos marcan la ciencia, la ética y la realidad.
Podemos cuestionar un pensamiento filosófico y discutirlo mil veces siempre que nuestros argumentos tengan una base tangible. Si nuestro argumento para negar una realidad material y científica es algo similar a «porque a mí me ofende» o «porque yo lo siento así», eso no es pensamiento crítico; eso está en el campo de las creencias y tiene un matiz más teológico.
El método científico de investigación permite que se puedan criticar estudios científicos, pero, para ello, hay que seguir una serie de pasos que garanticen que la crítica está basada en fundamentos contrastables, no en absurdos indemostrables como aquellos que afirman que la Tierra es plana o que beber lejía cura el cáncer, la gripe y hasta las hemorroides.
Los sentimientos y la razón no siempre van de la mano y aprender a lidiar con esas discusiones internas es aprender a pensar.