10 consejos para mantener la motivación durante todo el curso
11 Feb 2023

10 consejos para mantener la motivación durante todo el curso

Cada año pasa lo mismo: se empieza con muchas ganas, pero, tras unos meses, se pierde la motivación y las clases se vuelven un suplicio.

Motivación

Perder la motivación es más común de lo que parece

Desde que empezamos la carrera hasta que nos graduamos y nos dan nuestro eTítulo, hay años mejores y años peores. Años en los que se disfruta mucho de la mayoría de las asignaturas y años en los que desearíamos habernos dedicado a pastorear un rebaño de cabras en las montañas más alejadas de cualquier universidad.

Los estudios son así: a veces nos encantan y otras nos horrorizan; pero no todo depende de lo interesante o no que sea una materia, sino de nuestra actitud y capacidad para encontrar la motivación necesaria.

A todos nos puede pasar tarde o temprano si no tenemos cuidado: un día nos levantamos y nos damos cuenta de que las clases nos aburren y de que se nos han olvidado los motivos por los que nos encantaba esta carrera. Es verdaderamente deprimente. Y más si aún nos quedan un par de años de aguantar clases que ya no nos interesan como antes.

¿Y qué se puede hacer? ¿Podemos recuperar esa ilusión que teníamos?

Se puede, claro, pero no es fácil y cuesta mucho menos trabajar para no perder la motivación que tener que recuperarla. Por eso hay que tomar una serie de medidas desde el principio.

Os las contamos:

1. Establecer metas claras y realistas

Lo de ser rico, famoso y tener una mansión con playa privada no cuenta como meta clara y realista, sino como sueño o, más bien, como delirio. Una meta clara y realista es, por ejemplo, proponerse subir la media en el próximo cuatrimestre o estudiar dos horas de lunes a viernes. Cuanto más cercanas y posibles sean las metas que nos vamos poniendo, más sencillo nos resultará cumplirlas y, de paso, lograremos sentirnos muy bien por hacerlo, lo que, sin duda, mantendrá nuestra motivación.

Unas buenas metas a corto y medio plazo nos van a permitir tener una sana competición con nosotros mismos que nos mantendrá enfocados en el proceso. Hacer una lista de nuestras metas y de cuál va a ser la estrategia para lograrlas nos ayudará también a no despistarnos.

2. La motivación debe enfocarse en el presente

En línea con lo anterior, estar soñando despierto con un futuro lejano o darle vueltas a lo que no se puede cambiar del pasado no nos servirá más que para frustrarnos. Estar conectados con el presente es lo que nos va a ayudar a lograr nuestras metas.

3. Crear un horario de estudio

¿Y qué tendrá que ver esto con la motivación? Pues bastante. Si tenemos unas rutinas fijas nos costará menos trabajo ponernos a estudiar, nos será más fácil concentrarnos y, por lo tanto, perderemos menos tiempo en el estudio. Todo eso se traduce en más tiempo para disfrutar de las cosas que nos gustan y sin la sensación de que estudiar nos requiere un gran coste personal.

4. Mantener un ambiente de estudio organizado y sin distracciones

Crear un lugar en el que nos guste estar, que sea nuestro espacio, en el que tengamos todo a mano y bien ordenado y en el que no entren los móviles ni las redes sociales nos va a ayudar mucho a mejorar nuestro rendimiento académico, lo que, sin duda, nos va a mantener con la motivación a tope.

5. Una tarea a la vez

La multitarea es frustrante, y si bien puede ser muy útil para determinados tipos de trabajo, no funciona bien con el estudio porque hace que nuestra atención se disperse y que no retengamos nada en la memoria, lo que frustra y, lógicamente, desmotiva. Hay que ponerse con una tarea y acabarla antes de pasar a la siguiente para que tengamos la sensación de haber trabajado lo suficiente y para que podamos hacer una mejor planificación del estudio.

6. Crear un grupo de estudio

Trabajar con otros estudiantes en un grupo de estudio nos ayudará a mantener la motivación. En compañía, podemos aplicar técnicas de ludificación al estudio, podemos estudiar de forma colaborativa para beneficiarnos todos, podemos desarrollar una sana competitividad y podemos compartir conocimientos y apuntes. Esto nos garantiza mantener la motivación y, además, disfrutar el doble de nuestros estudios.

7. Participar en clase

Participar en clase nos ayudará a mantener la motivación porque nos sentiremos más implicados. Hacer preguntas y participar en los debates no solo ameniza las clases, sino que nos da una comprensión más profunda y personal de nuestra carrera.

8. Celebrar los logros es pura motivación

Para mantener la motivación, es muy importante celebrar nuestros logros y avances a lo largo del camino. Por muy pequeños que sean, merecen ser reconocidos y festejados porque hablan de nuestro esfuerzo y nos permiten ver los progresos que vamos haciendo. Da igual si salimos a tomar algo con nuestros amigos o si nos queremos dar un homenaje en forma de esa camiseta tan chula que queríamos tener; lo importante es que hagamos algo para felicitarnos por nuestro buen trabajo.

9. Equilibrio y motivación

Lo decíamos en el post anterior: es realmente importante saber compaginar el estudio con otras actividades para sentirnos bien. Hay que esforzarse por encontrar hueco para todo a lo largo de nuestra jornada para que no sintamos que nuestra vida es una obligación tras otra o para que no acabemos procrastinando. Y para encontrar ese equilibrio sin que repercuta en nuestro expediente de forma negativa, hay que usar técnicas de estudio que nos permitan ser más eficientes y ganar tiempo para nosotros.

10. Cuidarse también mantiene la motivación

Tomar descansos regulares cada hora que pasemos estudiando, alimentarse bien y mantenerse hidratado para no sentirnos faltos de energía, hacer ejercicio de forma regular, dormir entre 7 y 9 horas cada día, usar técnicas de meditación para combatir el estrés y cuidar a aquellas personas, cosas y actividades que nos hagan sentir felices son las claves para que todo salga de maravilla y nos mantengamos motivados durante toda la carrera.

 

Cómo encontrar el equilibrio entre los estudios y la vida
6 Feb 2023

Cómo encontrar el equilibrio entre los estudios y la vida

Encontrar el equilibrio entre estudiar y el resto de las cosas que implican estar vivo puede hacerse complicado. Te ayudamos.

equilibrio

Vivir importa

En el paso del instituto a la universidad hay muchos cambios. Uno de ellos es una ingente cantidad de temario por asignatura que jamás habíamos visto antes. Si somos mínimamente responsables y, al mismo tiempo, mínimamente caóticos o desorganizados, nos va a costar bastante encontrar el equilibrio necesario para poder hacer frente a todo, sacarnos nuestro eTítulo universitario y no acumular un nivel enorme de estrés.

Y eso sin tener en cuenta el extra que aguantan aquellas personas que compatibilizan el estudio con algún trabajo, las que tienen cargas familiares, las que tienen parejas y amigos, aquellas a las que les gusta practicar un deporte, las que quieren terminarse una novela o las que se atreven a querer divertirse de vez en cuando.

En resumen: cualquiera que no tenga un saludable nivel de neurosis que le haga organizar todo de forma metódica, puede encontrarse en la desagradable situación de sentir que debe elegir entre sus estudios y la vida.

Pues no es así. Si nos organizamos bien, podemos encontrar un equilibrio y no terminar de los nervios.

En perfecto equilibrio

La clave para poder disfrutar de nuestra juventud y, al mismo tiempo, sacar nuestro eTítulo universitario con buenas notas e incluso compatibilizar esto con un trabajo, consiste en entender que necesitamos equilibrio y organización. Equilibrio para conocer cuáles son nuestras prioridades y organización para poder jerarquizarlas y asignarles la cantidad precisa de tiempo y dedicación.

Parece un poco como hacer malabares, pero una vez que nos acostumbremos a funcionar así, nos saldrá de forma natural.

Veamos una serie de tips para que podamos llevar una vida más equilibrada y, por lo tanto, más completa y feliz:

Establecer objetivos

No es posible hacer todo lo que viene a continuación sin tener una agenda. Ese es el primer paso.

Una vez que la tengamos, debemos establecer los objetivos mensuales, semanales y diarios y jerarquizarlos para ver el tiempo que dedicaremos a cada cosa.

Si trabajamos, los horarios estarán claros. En cuanto a los estudios, deberemos poner cuántas horas diarias vamos a dedicar a estudiar durante ese mes y crear un horario riguroso que podamos seguir.

En este horario también incluiremos los ratos que vamos a dedicar al deporte (que es esencial para nuestra salud física y mental, la concentración y la memoria), el descanso, a los amigos, pareja o hobbies.

Tareas pendientes

Hay que intentar con todas nuestras fuerzas no procrastinar porque, además de que nos desbarata toda la organización que tratamos de crear, se ha demostrado que está relacionado con padecer en el futuro enfermedades mentales y físicas.

Para evitar la procrastinación y encontrar el equilibrio que buscamos, debemos ocuparnos de realizar cuanto antes cualquier tipo de tarea pendiente que vayamos arrastrando.

La vida no consiste solo en estudiar, trabajar, divertirse y descansar. Desgraciadamente, también hay trámites burocráticos molestos, médicos a los que visitar, papeles que presentar y cosas por el estilo.

Todas esas tareas pendientes deben estar apuntadas en una lista, jerarquizadas por orden de importancia y debemos ir ocupándonos de ellas cuanto antes.

Ganar al tiempo

Para encontrar el equilibrio y que nos dé tiempo a ocuparnos de todo, hay que hacer cada tarea de la forma más eficiente posible. Al estudiar usaremos las técnicas de estudio que mejor rendimiento nos proporcionen. Para los desplazamientos, pensaremos en las rutas y transportes más adecuados. Podemos cocinar para varios días y congelar para ganar tiempo en la cocina o hacer las compras online en vez de tener que ir al súper.

Las tecnologías también proporcionan equilibrio

Para las personas a las que les cueste llevar sus quehaceres de forma sistematizada, la tecnología es una gran aliada. Aplicaciones como Google Calendar, Todoist, Evernote o Trello pueden ayudarnos a llevar una vida plenamente organizada.

Equilibrio en el descanso

Todo esto no se trata de convertir nuestra vida en un infierno ni de subir los niveles de estrés ni de perder el sueño. Es al contrario: se trata de organizarse bien y así poder ganar tiempo para nosotros, nuestra salud, nuestra felicidad y nuestro descanso.

No solo hay que dormir 8 horas diarias, sino que también debemos tomar varios descansos cortos a lo largo del día para desconectar la mente y recargarnos de energía.

Si somos del tipo de personas que cuando se ponen con una tarea se quedan atrapadas y no paran hasta 12 horas después, tendremos que ponernos alarmas que nos marquen cuándo parar. Y hacer caso a esas alarmas, claro.

En equipo se vive mejor

La familia, los amigos o nuestra pareja no solo están para los buenos ratos de ocio. También pueden ayudarnos cuando estamos más sobrecargados; lo que pasa es que hay que pedir ayuda y no esperar que nos lean la mente.

Si necesitamos espacio o tranquilidad para estudiar, debemos decírselo y no sentirnos mal. Si necesitamos que nos echen una mano preguntándonos la lección, también podemos pedírselo y si necesitamos que nos suplan con alguna tarea en los momentos de más agobio, lo mismo.

Cuando los seres humanos funcionamos de forma solidaria y colaborativa, todo nos sale mejor y todos ganamos.

Equilibrio mental

La meditación tiene múltiples beneficios para la salud. Si queremos estar más centrados, más descansados, con más energía y que los estudios nos rindan más, empezar a hacer meditación es una buenísima idea.

Es importante que recordemos que compaginar el tiempo de estudio con otras responsabilidades requiere práctica y paciencia. No debemos rendirnos solo porque nos cueste al principio. Si nos esforzamos y lo seguimos intentando, encontraremos la fórmula que mejor nos funcione para tener una vida plena y con un buen equilibrio entre obligaciones y diversión.

7 lecciones que aprendemos al tener que repetir un examen
29 Ene 2023

7 lecciones que aprendemos al tener que repetir un examen

Si tenemos que repetir un examen porque lo hemos suspendido a la primera, no hay que mortificarse. Aquí van 7 lecciones que nos va a gustar aprender.

 

 repetir un examen

El error: ese gran maestro

Incluso las personas más estudiosas se ven a veces en la situación de tener que repetir un examen. Mientras estudiamos para sacarnos nuestro eTítulo universitario o un máster, por muy estudiosos que seamos, todos vamos a tener la suerte de suspender algún examen o, incluso, una asignatura completa.

Y sí, cometer errores es una suerte porque, si somos mínimamente inteligentes, vamos a aprender muchísimo de la experiencia y será un punto de inflexión en el que empezar un proceso muy constructivo de crecimiento personal.

1. Planificación y organización

Lo primero que aprendemos al tener que repetir un examen es a saber calcular el tiempo que necesitamos para preparar bien una asignatura. Las hay sencillas y otras que son dificilísimas; unas que se nos dan muy bien y otras que parecen estar explicadas en un idioma alienígena.

Sea como sea, nos hace aprender a calcular muy bien los tiempos necesarios para las próximas ocasiones. Y relacionada con esta, vamos con la segunda lección.

2. No estudiar a última hora

Aunque la asignatura se nos dé de maravilla, aunque seamos unos dioses en esa materia, estudiar a última hora es una mala idea porque no habremos asentado bien los conocimientos en tan poco tiempo de estudio y porque el estrés por no haber estudiado nos puede jugar una mala pasada y dejarnos con la mente en blanco en el peor momento.

3. Usar las técnicas de estudio apropiadas para cada materia

Otra cosa muy útil que se aprende cuando nos toca repetir un examen es a usar las técnicas de estudio con cabeza. No sirve con aprenderse una y utilizarla en cada asignatura; para que realmente sean útiles, hay que elegir la que más conviene a cada materia.

Por ejemplo, si hay que memorizar, podemos emplear reglas mnemotécnicas. Cuando haya que abarcar una gran cantidad de temario, podemos usar fichas de estudio, los mapas mentales, los esquemas… Si el examen es tipo test, podemos recurrir la lectura comprensiva, crear nuestros propios cuestionarios, y así sucesivamente hasta que sepamos las técnicas que harán que nuestro tiempo de estudio sea realmente eficaz en cada circunstancia.

4. No estamos solos en el mundo

Una buena lección que podemos aprender de repetir un examen es que podemos pedir ayuda.

La palabra «compañera/o» es preciosa. La RAE la define en su primera acepción como:

Persona que se acompaña con otra para algún fin.

La cuarta acepción es aún mejor:

 Persona que tiene o corre una misma suerte o fortuna con otra.

Dicho esto, no hace falta ahondar más; los compañeros pueden y deben ayudarse. Nosotros debemos y podemos dar y pedir ayuda.

5. Combatir el estrés

A veces, lo de repetir un examen no es por no haber estudiado. En ocasiones es porque los nervios nos han vencido.

Cuando el nivel de estrés resulta insoportable, pensar y recordar se vuelve imposible. Por eso, la lección que debemos aprender es a no subestimar lo que el estrés puede causarnos y que nos esforcemos por encontrar y aprender las técnicas de relajación adecuadas para nosotros.

No debemos olvidar que la salud mental va antes que cualquier examen.

6. Aprender de los errores…, literalmente

Sí, caerse y volverse a levantar y todas esas cosas que ya sabemos, pero, además, es que tener que repetir un examen nos brinda la oportunidad de saber exactamente en qué hemos fallado, qué partes del temario llevábamos más flojas y qué tenemos que volvernos a estudiar con más atención.

Obviamente, esto no nos habría pasado si hubiésemos usado la técnica Leitner para estudiar, pero ya que estamos aquí, aprendamos del error y afrontemos de nuevo el temario sabiendo en qué hemos fallado, qué tipo de preguntas nos han hecho los docentes y cómo quieren que las contestemos.

7. Conócete mejor a ti mismo 

Cuando todo nos sale bien, es fácil ser críticos con los demás y buscar conjeturas acerca de cómo se deben hacer las cosas.

Cuando el error es nuestro, ¡qué maravilla! Nada nos pone mejor en nuestro sitio que habernos metido en el lodo.

Equivocarnos nos permite autoevaluarnos con mayor objetividad (también a los demás con una mayor empatía). Nos ayuda a tolerar la frustración; una lección de vida que necesitamos cuanto antes. Nos permite mejorar nuestra resiliencia y adaptarnos mejor a cualquier circunstancia.

Nos enseña perseverancia y que merece la pena esforzarse por nuestros objetivos. Nos da la oportunidad de entender este bache como un desafío que nos ayudará a crecer.

Además, la experiencia nos va a demostrar que suspender un examen no es el fin del mundo y que no es bueno ser demasiado exigentes con nosotros mismos.

Repetir un examen tiene todo esto de bueno y alguna cosa más. También se pasa mal, se pierde tiempo y, según el tipo de examen, incluso dinero. Que nos pase alguna vez es educativo, que nos pase muchas significa que no hemos aprendido nada, así que no lo tomemos por costumbre.

 

 

 

 

Síndrome del impostor: síntomas y soluciones
25 Ene 2023

Síndrome del impostor: síntomas y soluciones

Si vemos nuestros méritos como un golpe de suerte, dudamos de nuestra valía y tememos que los demás descubran nuestra farsa, igual tenemos síndrome del impostor.

síndrome del impostor

 

¿Os ha pasado alguna vez que al sacar buenas notas en un examen habéis pensado que ha sido cuestión de suerte o que lo han corregido mal? ¿Vuestros compañeros de clase os dicen que sois buenos estudiantes y vosotros pensáis que viven engañados?

Cuando nuestros propios méritos no nos parecen importantes o cuando no nos sentimos los responsables de nuestros logros, puede que estemos padeciendo el síndrome del impostor: un cuadro psicológico que deteriora nuestra autoestima y nuestras relaciones laborales y personales.

Por eso, para que sintamos que lograr nuestro eTítulo universitario o ascender en nuestro trabajo es solo gracias a nuestro esfuerzo y que podamos sentirnos orgullosos, hay que atajar este síndrome cuanto antes.

¿Qué es el síndrome del impostor?

El síndrome del impostor es el nombre con el que se conoce a un cuadro psicológico que produce la convicción interna de falta de valía personal, profesional o ambas y que se acompaña de una sensación de miedo a ser descubiertos por los demás y percibidos como un fraude.

Fue nombrado y documentado por las psicólogas clínicas Pauline Clance y Suzanne Imes en 1978 y se han escrito múltiples artículos y libros sobre él.

Hay que aclarar que el síndrome del impostor, a pesar de su nombre y la mucha documentación que encontramos al respecto, no es una enfermedad mental ni un trastorno psicológico reconocido por los manuales diagnósticos CIE-10 o DSM-V.

Es más bien un fenómeno o cuadro que puede afectarnos a todos en determinados momentos de nuestra vida, pero que se hace más patente en determinadas personas que tienen una serie de rasgos o vivencias comunes:

  • Pertenecer a una familia exitosa y competitiva y haber sufrido numerosas críticas al intentar cumplir sus expectativas.
  • Expediente académico mediocre que nos ha hecho apreciarnos como personas de inteligencia baja o faltos de habilidades.
  • Tener una baja autoestima e inseguridad en uno mismo. Sentimiento constante de «no ser suficiente».
  • Haber sufrido una experiencia negativa que nos haya marcado en el ámbito educativo o laboral.
  • Tener un altísimo nivel de autoexigencia y una lista de metas prácticamente inalcanzables.
  • Rasgos de personalidad perfeccionista.

¿Cómo nos afecta?

Imaginemos que nos dan una medalla por haber ganado una carrera y nosotros pensásemos que no la merecemos porque, debido a unas habilidades naturales sobre las que no tenemos ningún mérito, apenas nos ha costado llegar a la meta. Que esta victoria se la debemos a nuestras zapatillas por lo ligeras y cómodas que son. Que el resto de los participantes habían comido algo en mal estado y que eso les ha hecho ir más despacio, o que no la merecemos porque no hemos entrenado tanto como otros y que alguien se dará cuenta de que, en realidad, no valemos para el deporte.

Esto es lo que pasa con el síndrome del impostor; cualquiera que sea el mérito o reconocimiento que obtengamos, siempre lo percibiremos como si fuera algo inmerecido y viviremos angustiados pensando que, tarde o temprano, alguien se dará cuenta de nuestra falta de valía.

Y no se queda ahí: el síndrome del impostor provoca además ansiedad, frustración, sentimientos de culpabilidad y desprecio hacia uno mismo, por eso es necesario combatirlo en cuanto aparecen las primeras señales.

¿Qué podemos hacer para combatir el síndrome del impostor?

Si nos vemos representados en varios de los síntomas, lo primero que debemos hacer es entender que no nos pasa nada ni tenemos ninguna enfermedad. Reconocer una serie de patrones en nuestro pensamiento no debe servir para patologizarnos, sino para poner en marcha las medidas necesarias que eviten un agravamiento de la situación.

Para empezar, podemos ir poniendo en práctica lo siguiente:

1. Trabajar en equipo y no asumir las tareas ajenas

Cada uno es responsable de su propio trabajo y, cuando se trabaja en grupo, nadie debe asumir que el resultado final depende de una sola persona. Hay que respetar el reparto de tareas y asumir que nuestro criterio no tiene por qué prevalecer sobre el del resto. Relajarse y saber delegar tareas es importante.

2. Ponerse metas razonables

Si nos proponemos pisar la luna, es muy probable que acabemos frustrándonos y pensando que, al no alcanzar nuestras metas, nuestra valía es poca. Las metas que nos pongamos deben ser tangibles y lógicas. Una meta es acabar la carrera con un buen expediente, otra meta es encontrar un trabajo. Si nos ponemos a pensar en cosas mágicas como comprarle Amazon a Jeff Bezos, no podemos verlo como una meta, sino como un sueño.

3. Evitar las comparaciones con los demás

Cada persona tiene puntos fuertes y puntos débiles. Cuando tenemos rasgos del síndrome del impostor, tendemos a magnificar los éxitos de los demás y a ver los nuestros como si hubiesen ocurrido por causas ajenas a nosotros o por pura suerte. No es así. En cada logro personal (los nuestros y los de los otros) se dan un conjunto de circunstancias que implican el esfuerzo, la dedicación, la oportunidad, la suerte… No podemos ver solo aquellas en las que no hemos tenido mucho que ver, sino que debemos centrarnos en las que sí.

La única comparación que debemos hacer es con nosotros mismos. ¿Hemos mejorado respecto al año pasado? ¿Sabemos más que antes? ¿Hemos progresado?

4. Aceptar los cumplidos sin excusas

«¡Enhorabuena por la presentación de tu trabajo! ¡Me encantó como enfocaste el tema!». La respuesta adecuada no es: «¿Sí? Pues cometí muchos errores y no me salió tal y como lo preparé, lo que pasa es que os pillé frescos esa mañana y mi amiga Luisa me ayudó con la parte audiovisual. Ella sí sabe cómo captar la atención del público».

La respuesta correcta es: «Muchas gracias. Me alegro muchísimo de que te haya gustado. ¿Puedes decirme qué partes te interesaron más para tenerlo en cuenta en mis siguientes presentaciones?».

5. Buscar apoyo

Siempre ayuda hablar de cómo nos sentimos con personas de nuestra confianza. Y lo de confianza no es una expresión dicha al tuntún. Necesitamos que alguien en cuyo criterio confiemos de verdad confronte las falsas creencias que tenemos hacia nosotros mismos.

Verse en el espejo real de lo que los demás aprecian de nosotros puede ayudarnos a cambiar la mala percepción que tenemos de nosotros mismos.

Si poniendo en práctica estos consejos seguimos igual, es el momento de buscar ayuda especializada.

 

 

5 consejos sencillos para encontrar trabajo
15 Ene 2023

5 consejos sencillos para encontrar trabajo

Conseguir un buen trabajo no siempre es sencillo a la primera, pero no hace falta tener un primo en el ayuntamiento; con un poco de perseverancia, todo es posible.

 trabajo

Crear nuestro propio perfil laboral

Si somos muy tímidos y odiamos hablar con gente desconocida, no debemos buscar trabajos de cara al público. Obvio, ¿verdad? Pues no lo es tanto, porque muchas veces no nos paramos a pensar en nuestras desventajas y habilidades antes de ponernos a echar currículos y luego nos damos cuenta de que odiamos nuestro trabajo.

Es mucho más útil de lo que parece sentarse un momento y pensar. Tomar papel y bolígrafo y hacernos las siguientes preguntas: ¿qué se me da bien?, ¿qué me gusta hacer?, ¿dónde destaco?, ¿qué es lo que se me da peor?, ¿qué cosas no me gusta hacer?, ¿cuáles son mis objetivos a corto, medio y largo plazo?

Conocernos un poco mejor nos ayudará a enfocarnos hacia uno u otro sector y a que encaremos las entrevistas y el trabajo, cuando lleguen, con mayor confianza en nuestra valía.

Tener un eTítulo y adjuntarlo a las solicitudes también hablará bien de nosotros al proporcionar a las empresas un documento electrónico que acredita nuestra titulación. Este documento electrónico garantiza la integridad de la información que contiene y tiene la misma validez legal que el documento original. De esta forma, los títulos de los candidatos a un empleo u oposición pueden ser compartidos y consultados online por las plataformas de empleo y la Administración para verificar la validez de la titulación de los candidatos, con plenas garantías de veracidad y respaldo legal, lo que facilita la incorporación al mundo laboral de los egresados.

Mentalizarse para evitar la frustración

No es lógico pensar que por el simple hecho de haber echado unos cuantos currículos nos vayan a llamar al día siguiente. A veces hay suerte y otras no, por lo que no debemos desesperar. Conseguir un trabajo, sobre todo uno que merezca la pena, no es normalmente cosa de un rato.

Si la primera semana hemos aplicado a 40 ofertas y no nos llaman de ninguna, puede que sintamos que hemos trabajado en balde o que no vamos a conseguir un trabajo, y no es así. Hay que perseverar, ir poco a poco y echar currículos con cabeza y no a cualquier oferta que aparezca, mantener una actitud optimista y cargarnos de paciencia. Al final tendremos nuestra oportunidad.

No es malo preguntar a las empresas que nos hayan rechazado cuáles han sido sus motivos. Educadamente, podemos ponernos en contacto con la persona responsable de recursos humanos y preguntar, con el fin de mejorar, qué razones les han hecho descartar nuestra candidatura. De esta manera sabremos si hay algo en nuestro CV que no está bien, si nos falta formación y debemos ampliarla u optar a puestos inferiores, si la carta de presentación no fue adecuada, etc.

Seguir un método de organización para encontrar trabajo

Una buena organización es vital para que todo nos salga bien y para que vayamos mejorando en nuestras candidaturas.

Es recomendable anotar los lugares donde hemos entregado el currículo y las fechas por si más adelante queremos insistir.

También bueno tener controlados los canales que hayamos usado para hacerlo (teléfono, correos electrónicos, páginas web de empleo, empresas de trabajo temporal, etc.), y no hay que sentir vergüenza por tratar de acceder a la plaza por distintos medios: podemos mandar la solicitud si hemos visto la oferta por Internet, pero también se puede llevar el currículo en mano, llamar por teléfono o aplicar a través de LinkedIn. No se trata de ser pesado, pero sí de demostrar interés y asegurar que nos tengan en cuenta.

Currículos más visibles e imagen personal

Hay que crear un currículo que hable bien de nosotros, que sea el apropiado para el puesto al que aspiramos (es recomendable tener diferentes modelos) y que sea honesto.

Tampoco debemos tener miedo de ser creativos: hacer algo distinto nos dará más visibilidad. Si no lo tenemos ya, debemos crear un perfil en LinkedIn y llenarlo de contenidos de calidad. Hay que tenerlo actualizado e interactuar con los demás.

Mantener «presentables» nuestras redes sociales es muy necesario. Al menos la parte que es pública. Todo lo que publicamos dice mucho de nosotros: nuestros gustos, ideología política, credo o ausencia de él, tipo de humor… Las empresas consultan cada vez más los perfiles públicos y, desgraciadamente, pueden suponer que nos descarten para formar parte de su plantilla.

Hablar con nuestros amigos, conocidos y familiares y hacer pública nuestra solicitud de empleo es más útil de lo que parece. Nunca se sabe quién conoce a alguien que pueda estar buscando a un trabajador con nuestro perfil.

Actitud en la entrevista de trabajo

Y cuando por fin nos llamen, es importante que no echemos todo el esfuerzo a perder por no ser capaces de enfrentarnos a la entrevista. Tenemos que controlar el estrés: no es más que una simple conversación sobre el puesto y nuestras habilidades, no es para tanto.

Debemos ser directos, sinceros y no enrollarnos con anécdotas, pero tampoco ser secos o desagradables. Se trata de mantener una actitud cordial y educada.

Nuestros gestos nos delatan: hay que controlar los movimientos nerviosos (como menear la pierna sin parar o morderse las uñas), mirar a los ojos del entrevistador, mantener la espalda recta, respirar normalmente y relajarnos lo máximo posible. Recordar nuestra valía y nuestros puntos fuertes antes de empezar nos ayudará a confiar más en nosotros mismos. Esa seguridad se trasmite y así impresionaremos al entrevistador.