Método Leitner: una técnica de estudio genial
8 Ene 2023

Método Leitner: una técnica de estudio genial

El método Leitner es una técnica de estudio basada en tarjetas que convierte la memorización en un juego. ¿A qué esperas para probarla?

Método Leitner

Lengua, Mates, Naturales, Técnicas de estudio, Geografía…

Deberían enseñarnos las técnicas de estudio desde que somos pequeños con mucho más interés, porque no solo se trata de ir pasando pruebas y niveles, sino de aprender y de saber encontrar la información.

Con unas buenas técnicas de estudio, variadas y afianzadas desde pequeños, podríamos sacar muchísimo más provecho a todo lo que aprendemos, pero si no nos dan las cosas hechas, tendremos que hacerlas nosotros.

Nada mejor que tener un buen repertorio de técnicas de estudio para que podamos estudiar de la forma más eficaz y obtener nuestro eTítulo universitario sin tantos agobios.

¿En qué consiste el método Leitner?

Como decíamos, cuantas más técnicas de estudio conozcamos, mejor. Y si además nos permiten convertir lo que podrían ser varias jornadas de aburrimiento máximo en horas jugando y compitiendo contra nosotros mismos o contra otros, mucho mejor.

Así es este método: una técnica de estudio muy simple, pero muy efectiva creada por Sebastian Leitner en 1972. Leitner fue psicólogo, militar, escritor y periodista, así que queda claro que su propio método de estudio le dio buenos resultados.

Básicamente, el método Leitner usa una estrategia de memorización basada en el juego a través de una serie de tarjetas y de tres contenedores donde las iremos clasificando.

Lo interesante de este método es su simpleza: se crean unas fichas con preguntas y respuestas y se van clasificando en tres cajas según nos las sepamos mejor o peor. Así de fácil.

Pros y contras del método Leitner

Quizá su mayor defecto es que requiere que tengamos tiempo para prepararlo todo bien. Es un poco DIY y, si somos muy perfeccionistas, eso nos retrasará.

Pero si somos capaces de no obcecarnos con la idea de que las tarjetas deban estar preciosas o que las cajas sean del mismo tamaño y forradas con papel de regalo, entonces es una técnica de estudio genial, muy útil y divertida.

Una de sus mejores ventajas, además de lo fácil que resulta memorizar cuando se estudia con técnicas de preguntas y respuestas, es que nos evita un montón de repasos innecesarios gracias al sistema de clasificación de las cajas.

Veamos cómo funciona para entenderlo mejor.

 El método Leitner paso a paso

1. Materiales:

Además del material de estudio (obviamente), también necesitaremos subrayadores, fichas de cartulina y tres cajas o envases.

2. Lectura comprensiva y subrayado:

De esto no hay ninguna técnica que nos salve. Es necesario leer bien el material haciendo una lectura comprensiva y subrayar aquellas cosas que sean importantes. Es necesario que nos centremos en encontrar las ideas principales del texto y que extraigamos todos aquellos puntos que puedan ser susceptibles de convertirse en pregunta de examen.

3. Rellenar las fichas:

Tras la lectura o durante ella, deberemos rellenar las fichas. Por una cara pondremos todas aquellas preguntas que creamos que podrían entrar en el examen tras haber leído el temario. Cuanto más concienzudos seamos, mejor.

En la otra cara, deberemos anotar la respuesta.

Aunque este proceso a priori nos parezca arduo, la realidad es que sustituye a todos los resúmenes y esquemas que solamos hacer, por lo que toda la parte de escribir y reescribir lo que estudiamos la haremos casi sin darnos cuenta mientras completamos las tarjetas.

4. Las 3 cajas:

Da igual si son cajas de zapatos o táperes de cocina. Si tienen distintos tamaños o son iguales. En lo que debemos fijarnos es que en cada una de ellas quepan todas las fichas.

Las cajas deben distinguirse o estar numeradas. En ellas vamos a ir colocando las fichas según nos las vayamos aprendiendo.

5. Estudiar jugando:

El método Leitner nos permite estudiar solos, como en un Trivial en el que nos hacemos las preguntas a nosotros mismos o en grupo, de forma colaborativa (unos preguntan a otros, se turnan y ayudan) o compitiendo contra nuestros compañeros (gana el que más preguntas correctas tenga al final).

La dinámica de las cajas es sencilla: al principio, todas las tarjetas irán dentro de la caja 1. Escogemos una de ellas al azar y tratamos de responderla. Si fallamos o falta información, la volvemos a meter en la misma caja. Si hemos sido capaces de dar la respuesta correctamente, la ficha pasará a la caja 2.

Una vez terminada la primera caja, pasaremos a revisar las tarjetas de la segunda y aquellas que tengamos muy claras, pasarán a ocupar la tercera.

Este sistema nos permite fijar una frecuencia de revisión para cada caja: la caja 1 es la que deberá revisarse con más frecuencia porque contiene aquellas preguntas que no sabemos aún responder bien. Menos repasos dedicaremos a la segunda caja porque es en la que están las fichas que hemos respondido, aunque con alguna duda. La caja 3 es la que menos miraremos porque contendrá las preguntas que respondemos sin esfuerzo y de forma completa.

El método Leitner es, en comparación con otros métodos más actuales, algo rudimentario. Pero su eficacia está sobradamente demostrada. De hecho, grandes plataformas de enseñanza, como Duolingo, usan este método para enseñar idiomas.

Os recomendamos que lo probéis y esperamos que nos contéis después qué tal os ha funcionado.

¡Mucho ánimo con esos exámenes!

Aprende a leer a las personas para mejorar tus relaciones
30 Dic 2022

Aprende a leer a las personas para mejorar tus relaciones

Mejorar nuestras técnicas para leer a las personas nos va a ayudar a interpretar mejor a los demás y, en consecuencia, mejorar nuestras relaciones sociales.

Leer a las personas

Nacer para comunicarse

Los seres humanos somos una especie social. Literalmente, necesitamos de los otros para sobrevivir, así que por mucho que tengamos ataques puntuales de misantropía y queramos instalarnos en una cueva perdida de las montañas para no ver a nadie, la realidad es que no podríamos vivir sin otras personas a nuestro alrededor.

Y como no nos queda otra que soportar a los demás, hemos aprendido a comunicarnos con ellos. De hecho, tener unas buenas herramientas de comunicación nos garantiza cierto nivel de éxito social; hablar apropiadamente o escribir con corrección son habilidades esenciales para la convivencia.

Nos comunicamos de muchas maneras: a través del lenguaje hablado y del escrito, en otros idiomas, en Braille o en lenguaje de signos, a través de nuestra posición corporal y de nuestras expresiones faciales. Nos comunicamos también con onomatopeyas y ruidos y tenemos un lenguaje profesional, un lenguaje para demostrar lo que sabemos y otro para hablar a nuestros seres queridos y amigos. Tenemos un lenguaje para decir y otro para callar.

Conocer las emociones de los demás es algo que, generalmente, sabemos de manera innata porque son emociones que sentimos también y, salvo que tengamos alguna patología, nuestro cerebro tiene las suficientes neuronas espejo como para poder empatizar con los demás.

Pero como toda habilidad innata, la de leer a las personas se puede entrenar y perfeccionar.

Beneficios de leer a las personas

Entrenar la habilidad de leer a las personas puede cambiarnos a nosotros mismos y nuestras relaciones sociales en muchos sentidos. Depende de nosotros y de cómo orientemos este aprendizaje.

Para empezar, casi todo lo que hacemos en la vida (jugar, estudiar, trabajar, divertirnos, etc.) lo hacemos rodeados de otras personas. Saber interpretar correctamente sus emociones nos dará la posibilidad de practicar todas esas facetas de nuestra vida en armonía con los que nos rodean.

A grandes rasgos, leer a las personas nos ayuda a conocerlas mejor y a saber cómo comportarnos y qué esperar de cada uno de ellos.

En clase, nos va a permitir hacer amigos con facilidad o caer bien a los profesores. En el camino hacia el eTítulo universitario es importantísimo rodearnos de buenos compañeros con los que no solo trabaremos amistad, sino que también se conviertan con el tiempo en una fuerte red de contactos profesionales y personales.

En el trabajo podremos llevarnos bien con nuestros compañeros a la vez (esto de «a la vez» es la parte más complicada) que les gustamos a nuestros jefes. Leer bien a las personas nos permitirá mejorar nuestra posición social, prevenir conflictos o resolverlos fácilmente.

Si somos capaces de leer a las personas que nos rodean, tendremos unas relaciones familiares y de pareja más fuertes y sanas y unas amistades más profundas y duraderas.

Evidentemente, no sirve solo con leer a las personas; para sacarle todo el partido a esta habilidad, también hay que actuar consecuentemente usando nuestra empatía. Si leemos las emociones en los demás, pero solo usamos esa información para fines egoístas, la gente se cansará de nosotros.

¿Cómo mejoramos nuestra capacidad para leer a las personas?

Veamos ahora qué 5 cosas debemos aprender, reaprender y mejorar para potenciar esta útil habilidad.

1. Fuera prejuicios y lugares comunes

Para convertirnos en buenos lectores de personas, hay que ver a cada individuo como lo que es: un ser único con sus propias vivencias y emociones. Los estereotipos y basar lo que pensamos de otros en nuestras propias vivencias no sirve.

2. Observar

Si queremos aprender a leer a las personas, lógicamente, vamos a tener que mejorar nuestra capacidad de observación. Molestarnos en conocer realmente a los que nos rodean, observar sus expresiones, su forma de afrontar los problemas, sus reacciones ante diferentes situaciones, etc.

Conocer algo de comunicación no verbal nos ayuda mucho a interpretar correctamente a los demás. Por ejemplo, hay que prestar atención a sus expresiones faciales, a sus manías (si la persona se muerde las uñas o los labios cuando está nerviosa, si es inquieta y camina de un lado a otro cuando algo la altera o su naturaleza es tranquila incluso en momentos de estrés, si se toca mucho el pelo, etc.), a su postura corporal en diferentes circunstancias, a cómo mueve las manos al hablar, etc.

Nuestro cuerpo habla y un buen observador tiene que estudiar ese lenguaje para saber entenderlo no solo de forma inconsciente, sino con intención.

3. Escuchar

A veces tendemos a escuchar a la gente por encima, como si fueran ruido de fondo. Si queremos leer a las personas, hay que escucharlas activamente. Ver lo que dicen y cómo lo dicen. Dejar de lado nuestro ego y las ideas preconcebidas que tengamos sobre el tema que se trata o las ideas acerca de lo que querríamos escuchar de los demás y recibir la información con la vocación de entender al otro, no de juzgarlo o de encontrar una reafirmación de nuestras propias ideas.

4.Preguntas directas

Hacer preguntas es una técnica estupenda para demostrar interés por los demás y entablar conversaciones, pero también para aprender qué piensan, sienten y cómo les afectan las cosas a otros. Aprender a leer a las personas requiere hacer el esfuerzo de conocer a unas cuantas.

5. Comparar

Aplicando las cuatro técnicas anteriores, habremos conocido muy bien bastantes, pero para poder extrapolar lo que hemos aprendido al resto, hay que crear algún tipo de sistema basado en comparar lo que vamos aprendiendo de los demás y viendo en qué se parecen, en qué se diferencian, cuáles son las reacciones más típicas a determinadas vivencias, qué expresiones faciales suelen usar en cada situación, cuáles son sus posturas corporales, etc.

Nuestro interés por leer a las personas nos dará la posibilidad de aprender mucho y de mejorar rápidamente, al mismo tiempo que afianzamos nuestras relaciones y creamos nuevos contactos y amistades.

 

10 consejos para exponer un trabajo ante la clase
28 Dic 2022

10 consejos para exponer un trabajo ante la clase

Si eres de los que les tiemblan las piernas solo con pensar en exponer un trabajo ante la clase, estos consejos están pensados para ti.

Ya hemos hablado en otras ocasiones sobre el elevado estrés que supone exponer un trabajo académico ante toda la clase, pero vamos a hacer hincapié en aquellas técnicas que pueden ayudarnos a estar relajados para hacer una buena exposición.

Aunque no nos guste nada exponer un trabajo ante toda la clase, más vale que nos acostumbremos, porque si queremos sacar nuestro eTítulo universitario, lo vamos a tener que hacer decenas de veces. Además, si estudiamos un posgrado, volverá a pasar y en la mayoría de trabajos también nos vamos a ver en la misma situación, por lo que mejor si le cogemos el gusto.

1. Una buena preparación

La técnica más eficaz contra el estrés es simple: ir bien preparado. Si tenemos el tema dominado y hemos practicado varias veces en voz alta delante de nuestra familia o amigos y pulido los errores, ya nos habremos hecho una idea de cómo lo vamos a hacer, por lo que nos costará mucho menos relajarnos. Hay que teatralizarlo, grabarnos en vídeo y hacerlo tantas veces que nos salga de forma automática. Esa es la manera de hacer una presentación de sobresaliente.

2. Las fichas son imprescindibles

Durante la presentación, es bueno tener a mano en todo momento unas fichas o una tableta como apoyo desde las que podamos seguir el hilo de lo que vamos diciendo por si algo nos distrae (los nervios, por ejemplo). Eso nos dará un extra de confianza y estaremos más tranquilos al saber que contamos con ese salvavidas y que no tenemos que depender solo de nuestra memoria. Pero, ojo, es solo un apoyo. Como lo hemos preparado suficientemente, no debería ni hacernos falta. Se trata simplemente de un refuerzo para sentirnos más seguros y no de un grupo de papeles tras los que esconder la cara.

3. No se repasa antes de empezar a exponer un trabajo

Hemos investigado, nos hemos documentado, hemos escrito el trabajo y dominamos el tema, ya hemos practicado en casa la presentación y llevamos las fichas y un soporte audiovisual de apoyo, así que no cometamos el error de ponernos a repasarlo todo justo antes de empezar a exponer. Eso solo nos creará inseguridad y confusión. Caminar, respirar profundamente, beber agua o ponerse a hacer ejercicio para relajarse es mucho mejor que repasar justo antes de exponer un trabajo.

4. Sacar la voz

Es importante que todos los que están presentes puedan escucharnos sin problemas, así que debemos hablar alto y vocalizar bien. Hay que proyectar la voz y mantener la cabeza erguida mirando al frente. Si le hablamos al cuello de nuestra camisa, no se nos entenderá nada. Tenemos que pronunciar las palabras despacio y con claridad. Para tener claro que lo hacemos bien, es bueno que nos grabemos y nos escuchemos hasta que todo suene perfecto.

Aunque al principio estemos nerviosos y lo que queramos sea enterrarnos bajo tierra, no podemos dejarnos llevar por el estrés. Quizá nos oigamos la voz rara o temblorosa por los nervios, pero eso solo lo notamos nosotros y, tras los primeros minutos, esa sensación extraña se pasará y hablaremos con más soltura.

5. Mejor en un ambiente distendido

Sin dejar de lado la seriedad y profesionalidad que se requiere en las presentaciones orales de trabajos y mucho más en las de los trabajos de fin de grado o de máster, podemos hacer que el ambiente sea lo más distendido posible bromeando sobre alguna parte (sin pasarnos) o intentando que el público se integre en la exposición haciéndoles preguntas. En un ambiente algo más ameno el público estará más atento y nos valorarán más positivamente y también nosotros nos sentiremos mucho más cómodos.

6. El lenguaje apropiado

Hay que usar un lenguaje correcto en todo momento, lo que no quiere decir que tengamos que utilizar todas las palabras de más de 10 sílabas o latinajos que hayamos oído durante la carrera. No se trata de dormir a la gente con tecnicismos insoportables para que vean cuánto vocabulario conocemos; se trata de comunicar: el lenguaje sirve para hacerse entender. Hablemos con propiedad, pero de forma sencilla y directa, sin usar palabras malsonantes o expresiones de argot.

7. Cuidar la expresión corporal 

Debemos evitar hacer demasiados aspavientos con los brazos o movernos sin parar en una danza nerviosa. Quedarse como un clavo tampoco queda bien; nuestros gestos deben ser normales, relajados y apoyar nuestras palabras marcando el énfasis en lo importante, pero no distraer la atención de lo que estamos diciendo. Es importante no sobreactuar y comportarnos de la forma más natural posible, como si estuviéramos en una conversación relajada.

Aunque por dentro nos sintamos como flanes, si nos movemos con soltura, los demás no lo notarán y nos iremos relajando poco a poco.

8. La mirada es importante

No hay que clavar los ojos en las fichas o en el PowerPoint; eso solo lo podemos hacer de vez en cuando para apuntar algo o para aislarnos un poco del público si la sensación de ser observado nos incomoda demasiado, pero no nos podemos olvidar de que necesitamos conectar con la gente que nos escucha.

Hay que mirar al público y que sus expresiones nos sirvan como guía para saber si están atentos, si les interesa lo que decimos, si es momento de bromear un poco para que no se duerman o si, por el contrario, debemos ponernos algo más serios para que no se tomen a broma nuestro trabajo.

Resulta muy útil hacer barridos por la sala de izquierda a derecha y de derecha a izquierda y fijar de vez en cuando la vista en alguien al azar que nos devuelva la mirada, pero no siempre en los mismos. Así conseguiremos que cada espectador sienta que le hablamos a él y todos se implicarán más en la presentación.

Si hacer esto es demasiado para nuestra timidez, entonces hay que sentar a nuestros amigos de forma que estén repartidos por la clase. Al hacer un barrido, nos detendremos solo en ellos y así no nos dará vergüenza detener la mirada en el público.

9. Respirar y beber

Que seamos conscientes de la respiración ayuda porque los nervios pueden hacer que cojamos aire en cortas bocanadas y que no lo expulsemos por completo, lo que nos hará sentir asfixiados. Si notamos ahogo, podemos hacer pausas para tomar una inspiración profunda, soltar todo el aire y seguir. Salvo que lo hagamos al estilo de un monitor de yoga, nadie se percatará. Llevar una respiración lenta y profunda nos ayuda a estar relajados, pero también a que nuestra dicción sea buena y a controlar la velocidad de nuestra charla.

Cuando uno está nervioso y además tiene que hablar en voz alta, se le seca la boca. No falla. Y exponer un trabajo hablando a través de una suela de alpargata no resulta agradable. La solución es sencilla: hay que llevarse una botella de agua y usarla cuando lo necesitemos. Que no nos dé reparo ponernos a beber, porque no es algo que se vea mal y además nos dará unos segundos para relajarnos y pensar, así que también podemos usarlo como estrategia si perdemos el hilo o nos aturullamos.

10. Combatir la despersonalización

Siempre que empezamos a hablar ante un público, da igual si es la primera vez o lo hemos hecho ya cientos de veces, sentimos una sensación angustiosa de despersonalización. Es como si, al principio, nuestro cuerpo, nuestros actos, fueran por separado de nuestra mente, como si nuestra voz no nos perteneciera. Es muy normal. Hay actores que, tras años y años de profesión, siguen sintiendo esa desagradable impresión al salir a escena.

El quid de la cuestión es saber que solo hay que pasarlo, que son unos minutos y que volveremos a sentirnos dueños de nosotros mismos. Lo mejor que podemos hacer cuando empecemos a experimentar la despersonalización es reconocerla, asumirla como algo normal y pasar de ella, porque antes o después se irá.

Cuando la sensación pase y veamos que no ha sido para tanto y que lo estamos haciendo bien, todo nos saldrá mucho más fluido y natural y nos sentiremos mejor con nosotros mismos.

 

Retomar los estudios: un sueño alcanzable
18 Dic 2022

Retomar los estudios: un sueño alcanzable

Retomar los estudios después de un tiempo es una idea fantástica. Que las inseguridades no nos venzan; si damos el paso, no nos vamos a arrepentir.

retomar los estudios

La pregunta que nos hacemos

La niñez nos llevó al colegio: a ver si éramos capaces de aguantar sentados haciendo algo que no queríamos durante demasiadas horas seguidas. La adolescencia nos mostró el instituto en el que peleábamos entre la rebeldía adolescente, las ganas de pasar el día con nuestra pandilla, lo que nos exigían nuestros padres y las hormonas. Después, en la juventud, nos tocaba ir la universidad o trabajar cuanto antes. Para algunas personas fueron las dos cosas.

Este es el camino que la sociedad ha establecido y, a veces, uno no sabe si le gusta porque sí o porque se lo han metido en el cerebro a la fuerza. Otras veces, uno tampoco sabe si lo odia porque sí o porque se lo han metido en el cerebro a la fuerza.

Pero los años pasan y pueden surgir nuevas oportunidades o hay sueños que estaban ahí y nunca se fueron o sueños que aparecen un día y te persiguen allá donde vas. Y se los puede ignorar, pero incordian y dejan como un regusto a fracaso, a lo que pudo ser y no fue que amarga a ratitos.

Y para aprovechar las oportunidades, cumplir sueños o para no amargarnos a ratitos, un día llega el momento en el que nos lo preguntamos en serio: ¿y si lo hago? ¿Y si me decido de una vez a retomar los estudios?

Retomar los estudios y vivir es posible

Si teniendo la energía de los 20, viviendo con nuestros padres y sin otra cosa que hacer nos costaba un esfuerzo tremendo ponernos a estudiar, ¿cómo vamos a hacerlo cuando ya hemos perdido el hábito de estudio, trabajamos a tiempo completo o tenemos que cuidar de nuestra familia y atender nuestro hogar?

Bueno, es muy sorprendente, pero una vez que entramos en la rutina, descubrimos que retomar los estudios no resulta tan complicado.

Si ya han pasado unos años y hemos trabajado o incluso nos hemos jubilado ya, veremos que nos cuesta mucho menos trabajo del que imaginábamos. ¿Por qué? Pues puede que sea porque ya tengamos experiencia estudiando, porque, en realidad, estudiar hasta obtener un eTítulo universitario no es tan difícil como pensábamos, porque ya nos hayamos acostumbrado a la vida y llevamos la frustración con más elegancia, porque tengamos nuestros objetivos más claros y menos pájaros en la cabeza, porque nuestra experiencia vital y profesional son ahora mucho mayores…

Sea como sea, pronto descubriremos que introducir el estudio dentro de nuestras rutinas diarias es más sencillo de lo que parecía en un principio y que el disfrute que vamos a obtener de ello compensa el esfuerzo extra. Si se quiere, hay tiempo para todo.

Reaprender a estudiar

Uno de los hándicaps con los que pueden encontrarse los adultos es el de haber olvidado cómo se estudia, y, mientras los jóvenes tienen frescas todas sus técnicas (y sus cerebros), los no tan jóvenes se sienten con una capacidad de retentiva algo más mermada y con una leve falta de recursos a la hora de ponerse a hincar los codos.

Todo depende de cómo se afronte: no habrá ningún drama si dan cuenta de que la falta de hábito no es un problema y el tener menos memoria tampoco. Lo que sí lo sería es empeñarse en esperar el mismo rendimiento con 65 que con 19. Con unas técnicas de estudio eficaces (como las que os contamos en nuestro blog), sumadas a la experiencia y sentido común que dan los años de vida, harán que retomar los estudios sea un éxito total.

Lo que de jóvenes se leía y se memorizaba como papagayos, ahora se puede aprender mucho mejor haciendo test propios, estudiando con dibujosfichas u otras técnicas de estudio más útiles y entretenidas.

Realmente, esa sensación de merma de capacidades es más el miedo al fracaso que un auténtico problema de capacidad, y tras enfrentarse a los primeros exámenes, verán que se les da mucho mejor de lo que pensaban y que incluso obtienen mejores calificaciones que antes.

La experiencia es más que un grado

Además, como adultos vamos a apreciar mucho más claramente las ventajas que nos dará el tener una formación extra en cualquier materia y el hecho de que esa formación sea un valor añadido al currículo. Retomar los estudios permitirá optar a una profesión mejor o a ascender en la que ya se ejerce.

Por otro lado, aquellas personas que quieran estudiar por puro placer o por quitarse una espina que tenían clavada desde su juventud verán que aprender cosas nuevas, asistir a clase o a conferencias, leer el pensamiento de grandes autores o profundizar sobre temas de su interés se convierte en algo apasionante de lo que, como adultos, se extrae mucha más sustancia y se disfruta muchísimo más que en la juventud.

Dejemos atrás las inseguridades, ponerse a estudiar cuando se es adulto resulta más gratificante y se aprovecha mejor. Si es algo que queremos hacer, mejor no esperar más y dar el paso.

 

Método PQ4R: una técnica de estudio infalible
13 Dic 2022

Método PQ4R: una técnica de estudio infalible

Con el método PQ4R seremos capaces de, en menos tiempo, memorizar mejor, comprender bien todo lo que leemos y fijar nuestros conocimientos a largo plazo.

Método PQ4R

Cambiar de hábitos

La universidad exige mucho de nosotros y nos hace enfrentarnos a nuevos retos para que podamos, al final, conseguir nuestro eTítulo universitario. Aquí ya no basta con preparar los exámenes leyendo una y otra vez el temario hasta memorizarlo, porque ahora los temarios son demasiado extensos y, con una técnica de estudio tan poco eficiente, resultarían inabarcables.

Hay que salir de lo malo conocido y arriesgarse con otras técnicas que no solo nos faciliten el aprendizaje, sino que también reduzcan la cantidad de horas que pasaremos preparando los exámenes.

Una de esas técnicas es la conocida como el método PQ4R, que es un acrónimo de preview, question, read, reflect, recite and review. Es decir, que esta técnica se divide en 6 pasos que son: vista previa, preguntar, leer, reflexionar, recitar y revisar.

Método PQ4R 

En realidad, esta técnica de estudio no inventa nada nuevo, pero aglutina otras técnicas eficaces y sistematiza el proceso.

Quizá su punto fuerte es que reduce significativamente el tiempo de estudio y, sobre todo, que ayuda al aprendizaje.

Usando esta técnica de estudio vamos a memorizar los temarios más rápidamente y, además, nos los vamos a aprender más allá del examen porque el método PQ4R potencia que los conocimientos se asienten en la memoria a largo plazo, ya que, a lo largo de sus 6 pasos, usaremos distintas áreas de nuestro cerebro y en cada uno de los pasos iremos potenciando la memoria visual, la auditiva e incluso la cinestésica.

Partes del método PQ4R

Con el método PQ4R vamos a dividir el estudio en 6 partes diferentes. Veámoslas una por una:

Vista previa (preview): Este es el primer paso y solo dura unos pocos minutos. No hay que alargarse. Consiste en hacer una lectura rápida en la que identifiquemos los puntos importantes para que nos podamos hacer una idea general del contenido.

Para ello, buscaremos los títulos y subtítulos del texto o los primeros párrafos y los últimos, que son los lugares en los que podemos buscar las ideas principales. Podemos tomar notas o subrayar con un código de color, pero no debemos perder tiempo en hacer algo trabajado. Esto solo es escanear el texto, leer por encima para tener una idea inicial.

Preguntar (question): En una hoja de papel, debemos anotar una serie de preguntas básicas que le hacemos al texto. Podemos empezar por quién, qué, cómo, cuándo, dónde, por qué y seguir con cosas más complejas relacionadas con el tema como qué esperamos aprender en él o qué sabemos de antemano.

Lo bueno de este paso es que, una vez que nos acostumbremos al método PQ4R, podremos tener la mayoría de las preguntas redactadas de antemano.

Leer (read): En esta siguiente lectura ya hay que profundizar y hacer una lectura comprensiva. No debemos tratar de abarcarlo todo, sino de ir haciendo un trabajo activo sección a sección. Hay que buscar las respuestas a las preguntas que nos hemos formulado en cada uno de los apartados e ir tomando notas de todo.

De esta forma no leemos de forma pasiva el texto, sino que somos nosotros los que, activamente, nos enfocamos en investigar y encontrar las respuestas. Así, lo que encontramos se fija en la memoria a largo plazo y podemos considerar que llevamos a cabo un aprendizaje mucho más completo.

Reflexionar (reflect): Ahora se trata de constatar que hemos respondido a todas las preguntas y de volver atrás si se nos ha quedado alguna. Es posible que no todas las preguntas que nos hacemos tengan respuesta, pero también es posible que algo se nos haya pasado.

En este apartado, como su propio nombre indica, hay que «reflexionar» acerca del propio texto que hemos leído tratando de relacionarlo con otros conocimientos que ya tuviéramos previamente o con otras lecciones anteriores. ¿Vemos errores, inconsistencias o contradicciones? ¿Hay alguna información que podríamos ampliar?

De ser así, hay que repasar los puntos que pudieran estar en contradicción e intentar encontrar dónde está el fallo y, si vemos que podemos ampliar la información buscando en otros textos, debemos hacerlo para contestar a nuestras preguntas de la forma más completa posible.

Este punto es fundamental para comprender en profundidad la materia que cursamos y también para desarrollar una mente crítica y aprender a pensar desde distintos ángulos.

Recitar (recite): Este punto sirve para memorizar usando para ello nuestro oído. Ya se ha constatado en decenas de estudios científicos la relación que hay entre la memoria y la audición y lo positivo que resulta estudiar en voz alta. Más aún si, siguiendo los consejos del método PQ4R, en vez de simplemente leer y recitar en voz alta, lo hacemos usando nuestras propias palabras, mucho mejor.

Este apartado aconseja la colaboración grupal para que los conocimientos de cada uno de los miembros puedan explicarse y debatirse. Resultará muy positivo que formemos un grupo de estudio en el que cada uno de los miembros pueda exponer ante los demás lo aprendido y que luego se discuta la información colaborativamente. Además, toda información ampliada servirá también para enriquecer el conocimiento del grupo a través de los debates.

Revisar (review): El paso final sirve para reforzar el aprendizaje y consiste en certificar que no nos hemos dejado nada en el tintero. Cumplidos los pasos anteriores, este nos permite asegurarnos de que tenemos toda la materia controlada, que están todas las preguntas respondidas y que somos capaces de explicar cualquier punto sin duda. También nos permite hacer resúmenes o fichas de estudio muy simplificados en los que abarquemos todo.