Cómo mejorar nuestra memoria para estudiar menos
1 Dic 2022

Cómo mejorar nuestra memoria para estudiar menos

Tengamos buena o mala memoria, entrenarla hará que lo que estudiemos se nos quede antes y tardemos menos en aprendernos los temarios.

memoria

Y tú, ¿vas al gimnasio?

El cerebro es capaz de cambiar y aprender a lo largo de toda nuestra vida. Es una capacidad conocida como neuroplasticidad y está relacionada con lo que aprendemos y también con lo que olvidamos.

El hecho de que el cerebro sea plástico significa que podemos cambiar, aprender, integrar nuevos hábitos y ampliar nuestras capacidades, y eso se consigue de la misma manera que cuando queremos hacer crecer nuestros músculos o aprender una disciplina deportiva: entrenando.

Igual que vamos al gimnasio o salimos a correr, el cerebro también necesita que le prestemos atención. Un cerebro bien entrenado tendrá una mejor comunicación entre neuronas (sinapsis) y esas capacidades tan esenciales para conseguir fácilmente nuestro eTítulo universitario (recordar, aprender, deducir, etc.) serán mayores y más eficientes.

Neuróbica diaria

La gimnasia cerebral o neuróbica es demasiado nueva como para que se hayan hecho los suficientes estudios científicos que garanticen su éxito de forma concluyente, pero la mayoría de los especialistas la recomiendan y creen firmemente en su eficacia.

Recomiendan hacer varios minutos al día de diversos ejercicios o rompecabezas que van desde hacer un puzle con un ojo cerrado a tratar de realizar tareas cotidianas con la mano contraria a la que normalmente usamos o cambiar las rutas que solemos utilizar para llegar a clase o al trabajo.

En realidad, es como un juego en el que compites contra ti mismo, así que es bastante más divertido que levantar pesas en el gimnasio y se tarda menos. Con una sencilla búsqueda en Internet encontraremos muchos ejercicios que podemos ir probando.

La memoria tiene su propia rutina

Tener un cerebro bien entrenado es genial para la memoria, pero, además, a ella podemos darle un plus de entrenamiento.

Hay varias apps con juegos de memoria que pueden ayudarnos, como esos que consisten en hacer parejas de imágenes.

También es un buen ejercicio memorizar poesías, trabalenguas o canciones. Las series de números son algo más aburridas pero esenciales si queremos mejorar nuestra memoria numérica. Aprenderse algunos teléfonos (antes de que hubiera móviles todo el mundo lo hacía) no solo es un buen ejercicio, sino que además es útil porque nunca se sabe cuándo nos podemos quedar sin móvil y vamos a necesitar llamar.

Descansar es bueno para la memoria

Dormir bien es necesario para cualquier cosa. Para empezar, para mantenernos vivos, pero también es imprescindible si queremos tener el cerebro sano y entrenar nuestra memoria porque durante el sueño el cerebro se dedica a procesar, descartar y archivar lo que hemos vivido y estudiado, de manera que se retiene mejor la información si, tras estudiar, dormimos las horas necesarias (mínimo 7).

Leer: uno de los mejores entrenamientos

Leer pone a trabajar el cerebro de verdad. Hay áreas que están simplemente para cumplir esa función y otras que se activan al leer y, por lo tanto, también se ejercitan. Leer, además, amplía nuestro potencial y nos llena el cerebro de nuevas imágenes y conocimiento que más tarde se transformarán en nuevas conexiones neuronales.

Pero no solo se trata de leer sin más si lo que queremos es mejorar nuestras capacidades y memoria, sino que debemos esforzarnos por ejercitar la velocidad y la comprensión.

Cuando hayamos leído un número de líneas (que iremos aumentando poco a poco), hay que parar y preguntarse: «¿qué he leído?».

Cuando hacemos un resumen mental con nuestras propias palabras, se nos quedará más en la memoria y así podemos ir ejercitándola, preguntándonos también «¿qué leí ayer?, ¿de qué trataba el libro del mes anterior y qué parte me gustó más?».

Este entrenamiento con la lectura nos va a ayudar muchísimo cuando estemos en temporada de exámenes y tengamos que abarcar mucho temario. Tras unos meses practicando los ejercicios y leyendo asiduamente, notaremos mucho la diferencia en nuestras capacidades.

¿Te gustan los idiomas?

Si queremos poner a prueba nuestras capacidades, nada mejor que aprender un idioma. Es como presentar a nuestras neuronas a unas olimpiadas. No solo nos va a hacer «salir de nuestras zona de confort» en todos los aspectos, sino que nos va a obligar a poner el turbo en la memoria. Nuevas palabras, nueva pronunciación, nuevas formas de escribir e incluso nuevos gestos.

Estudiar un nuevo idioma es, sin duda, útil para nuestro cerebro, pero también para nuestro futuro. Sobre todo si nos buscamos una lengua rara que nos ayude a diferenciarnos de la competencia, porque quizá hay mucha gente que ha elegido la misma carrera que nosotros, pero ¿cuántos de ellos hablan español, inglés y finlandés (por ejemplo)?

Entrenar nuestro cerebro y mejorar la memoria está en nuestras manos y es divertido ¿Y si probamos?

Estrés académico: qué es y cómo hacerle frente
18 Nov 2022

Estrés académico: qué es y cómo hacerle frente

Las últimas encuestas reflejan unos niveles de estrés académico, ansiedad y depresión insólitos en los jóvenes, y eso debe preocuparnos a todos.

estrés académico

La actualidad incierta y el exigirse más de la cuenta

La presión por aprobar, por conseguir la excelencia, hace que cada día millones de jóvenes se esfuercen por conseguir unas medias universitarias que, en muchas ocasiones, resultan prácticamente inalcanzables.

Esta autoexigencia, sumada a la situación de incertidumbre que hay sobre el futuro, a factores endógenos del propio individuo, a la sensación de exposición pública de las RR. SS. y a otras circunstancias hace que muchos jóvenes estén desarrollando patologías mentales severas y que la tasa de suicidio juvenil se dispare.

Los beneficios de conseguir la excelencia

Es innegable que tener un expediente brillante resulta ventajoso en muchos aspectos. Entre otras cosas, nos dará acceso a las mejores becas, estaremos los primeros para elegir prácticas y tutores para nuestros trabajos de fin de grado, fin de máster o para el doctorado.

También nos abrirá las puertas para trabajar en equipos de investigación dentro de la universidad, para conseguir prácticas remuneradas en las empresas que prefiramos y puede que, si realmente tenemos un expediente muy brillante, ya tengamos un trabajo asegurado incluso antes de tener el eTítulo universitario.

Está claro que ser el número uno de nuestra promoción tiene muchas ventajas, pero ¿a qué precio?

¿Merece la pena?

Depende. Merece la pena si somos de esas personas afortunadas a las que estudiar les gusta, se les da bien y les resulta sencillo sacar las mejores notas con un esfuerzo aceptable. En cambio, no merece la pena en absoluto si nos estamos dejando la salud mental en el proceso.

Un poco de estrés es normal e incluso saludable. Un estrés que haga que se nos caiga el pelo o que tengamos palpitaciones cuando estamos descansando no lo es.

Ante una situación que nos cause la más mínima alarma hay que parar y replantearse las cosas. No se trata de una racha difícil tras la que vendrá una vida de éxito y felicidad. Si no cuidamos nuestra salud mental, puede que luego no haya nada. No es esforzarse ahora para vivir después. La vida es lo que está pasando ahora mismo. No podemos postergarla.

Y sí, hay que esforzarse por tener un futuro, pero no hay un futuro que valga tanto como para que compense perderse las experiencias valiosas de la juventud y desarrollar un trastorno de estrés, ansiedad crónica y una depresión. Eso no hay dinero o éxito laboral que lo pueda compensar.

¿Qué es el estrés académico y cómo lo reconocemos?

Este tipo de estrés se presenta en los estudiantes cuando se exigen demasiado y buscan un expediente que les requiere demasiados sacrificios o cuando no se sienten capaces de afrontar las exigencias de la vida estudiantil, bien por falta de autoestima, bien por sobrecarga de tareas (si tienen que trabajar, si tienen que lidiar con problemas familiares, etc.).

Las manifestaciones físicas del estrés académico incluyen: cansancio, cefaleas, bruxismo, dolor estomacal, colon irritable, dolor de espalda, insomnio, pérdida o aumento del apetito, taquicardia y catarros o resfriados frecuentes por tener las defensas bajas.

Las manifestaciones psicológicas son desgana, tristeza, ansiedad constante, irritabilidad, problemas de concentración y de memoria, hiperactividad, angustia y ganas de llorar frecuentes, desmotivación académica, quedarse en blanco y no poder organizar bien los pensamientos, miedo a no ser suficiente o temor a no cumplir con las expectativas (propias o ajenas).

¿Y qué pasa cuando alguien se siente así durante mucho tiempo seguido? Pues que, en el mejor de los casos, abandona sus estudios.

¿Qué hacer para disminuir nuestro estrés académico?

  • Lo primero que tenemos que hacer es trabajar con nuestras ideas preconcebidas. Tener éxito y dinero nos hará la vida (supuestamente) más fácil, pero no por eso será buena o mejor que otras. Si nos fijamos con atención en lo que sucede a nuestro alrededor, todo lo que funciona bien está en equilibrio y eso es lo que debemos buscar: un equilibrio entre nuestro esfuerzo, nuestro ocio, nuestra salud, nuestro presente y nuestro futuro.

 

  • Encontrar algo que nos guste y trabajar en ello con pasión no implica, de ninguna manera, desarrollar estrés crónico y, por eso, si vemos que nuestra salud mental se está viendo afectada, debemos bajar un poco nuestras expectativas y autoexigencia a un nivel más humano. La mayoría de las personas no tuvieron matrículas de honor y también encontraron trabajos y se labraron un futuro.

 

  • No podemos controlarlo todo. Podemos esforzarnos mucho y que algo salga mal en un examen o que un profesor sea injusto con nosotros. Pueden pasar muchas cosas, pero la rabia por no haber obtenido los resultados que esperábamos no puede estirarse en el tiempo ni convertirse en uno de esos diálogos interiores en el que nos machacamos a nosotros mismos por no haberlo hecho mejor.

 

  • Es necesario que aprendamos a cuidarnos porque nadie lo hará por nosotros. Llevar una buena alimentación, no tomar café u otros estimulantes en exceso, hacer ejercicio con regularidad, dormir 8 horas al día y tener un horario fijo son pequeñas cosas que nos ayudarán a sentirnos mejor.

 

  • Cuanto antes desarrollemos una buena tolerancia a la frustración, mucho mejor, porque la vida está llena de pequeños escollos que nos pueden amargar más de la cuenta si no somos capaces de sobreponernos.

 

  • Saber pedir ayuda es esencial. Si vemos que el estrés académico se nos está yendo de las manos, debemos acudir a un profesional. Haríamos lo mismo si se nos rompiese una pierna o si tuviésemos una apendicitis. Subestimar las dolencias emocionales también puede resultar fatal.
Estudiar para ser preparador físico puede ser apasionante
9 Nov 2022

Estudiar para ser preparador físico puede ser apasionante

Una de las profesiones que está en auge es la de preparador físico y, si nos gusta el deporte, esta puede ser una salida profesional muy interesante.

preparador físico

Me gusta el deporte, pero…

Hay personas que son verdaderas forofas de un deporte que apenas practican o que no han practicado jamás. ¿Cuántos aficionados al fútbol conocemos que son capaces de saber cuál sería la jugada perfecta y dan instrucciones como posesos a un deportista de élite a través de una televisión cuando apenas son capaces de verse los pies debido a su prominente barriga? Esta profesión no es para ellos, lo sentimos.

En cambio, si nos apasiona el deporte y lo practicamos regularmente, nos interesa la salud y la nutrición, entendemos que cuerpo y mente funcionan como un todo y nos gusta trabajar con personas, podemos ser perfectos para este trabajo y viceversa.

¿Qué es un preparador físico?

Un preparador físico es aquel profesional que trabaja para empresas o particulares entrenando a deportistas para que puedan conseguir sus metas.

No imaginemos con esta descripción a César, un profesor de gimnasia prototípico de colegio, pegado a un viejo chándal y a un silbato y que huele un poco a tabaco al igual que el cuartito en el que se guardan las pelotas de baloncesto y los balones de fútbol.

No, un preparador físico es mucho más que eso, ya que sus funciones tienen una vocación más holística.

El preparador físico hará un examen pormenorizado de la persona o personas con las que trabaje, analizará sus necesidades, las debilidades y fortalezas que presente tanto en el plano físico como en el psicológico (incluida su herencia genética), sus hábitos, su nutrición, sus horarios, su estado de salud y hará un plan específico adaptado para obtener el máximo rendimiento de un deportista de élite o lo mejor que pueda dar de sí un particular para alcanzar sus metas.

Un preparador físico, entre otras tareas, debe saber planificar y llevar a cabo programas de entrenamiento personalizados de los que hará un seguimiento y lo mismo con dietas específicas. Además, realizará investigaciones científicas sobre el mundo del deporte.

Trabajará también para prevenir las lesiones deportivas y, si se dan, actuará para que se recuperen debidamente. Sabrá asesorar y motivar a los deportistas, ya sea en grupo o individualmente.

¿Qué estudios nos permiten ser preparador físico?

Sí, para ser preparador físico no vale con ir mucho al gimnasio. Hay que estudiar bastante y hacer un ciclo superior y, si queremos formarnos más específicamente, obtener el eTítulo universitario.

A través de un ciclo superior podemos obtener el título de Técnico Superior en Acondicionamiento Físico (TSAF) que nos acredita para trabajar en gimnasios y polideportivos y en algunas CCAA, incluso para ser entrenadores personales.

Pero si queremos abarcar más o asegurarnos un buen puesto y un buen salario, necesitamos tener el grado de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y luego especializarnos en el área que más nos interese. Puede que queramos trabajar en gimnasios con personas de cualquier condición o con corredores, futbolistas, karatecas… Cada deporte tiene su especialidad y con esta titulación el campo de posibilidades laborales es muchísimo mayor.

Además, si queremos destacar en nuestra profesión, no está de más que estudiemos un doble grado junto con Nutrición, Psicología o Fisioterapia.

¿Qué materias se estudian en la CAFD?

CAFD, antes llamado INEF, son las siglas utilizadas para designar el grado de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y ya advertimos que las notas de corte no son precisamente bajas en las universidades públicas, así que ni la carrera será sencilla ni tampoco entrar, por lo que necesitaremos, además de todo lo anterior, ser estudiantes brillantes, estar muy motivados o mejor ambas cosas.

Tener dinero para pagar una universidad privada también es una solución para los que se lo puedan permitir, ya que entre las primeras y las segundas, la nota de corte varía en ocasiones más de 5 puntos.

Hay que tener en cuenta que esta es una carrera multidisciplinar, por lo que vamos a tocar muchas ramas del saber diferentes, lo que la convierte en un grado para nada monótono.

Como es normal, las asignaturas tienen ligeras variaciones entre universidades, pero, en general, los conocimientos en los que debe profundizar todo preparador físico son:

  • Anatomía y biología humana.
  • Nutrición.
  • Prevención y tratamiento de lesiones.
  • Primeros auxilios.
  • Motivación deportiva personal y grupal.
  • Investigación estadística deportiva.
  • Consumo energético.
  • Fundamentos del deporte (de cada deporte).
  • Biomecánica deportiva.
  • Legislación de la actividad física y el deporte.
  • Expresión corporal.
  • Fisiología del esfuerzo.

Y muchísimas materias más igual de interesantes y que podemos consultar en la página de la facultad a la que vayamos a asistir y en el BOE.

¿Qué os parece? ¿Os animáis?

6 trucos para aumentar nuestra productividad
30 Oct 2022

6 trucos para aumentar nuestra productividad

Si no tenemos el don innato de la productividad, al menos está el consuelo de saber que podemos aprender a que el tiempo nos cunda más.

 productividad

Días de 50 horas

¿Nunca os ha pasado que habéis convivido con una de esas personas que, en vez de nacer con un pan debajo del brazo, vinieron al mundo con un giratiempo? Tú aún estás tratando de entender cómo se hacía para endulzar el café y ellos ya se han despertado, duchado, vestido, desayunado, repasado su agenda, mirado los apuntes de clase para estar al día con todas las asignaturas y, como les sobraba tiempo, se han leído Guerra y paz. Así son las personas productivas y, si nos resultan tan odiosas, es porque nos morimos de envidia. Hay que reconocerlo.

Hay personas que parecen tener días de 50 horas y, para compensar quizá, hay otras que tienen días que duran 3 horas y una de ellas se les ha pasado volando mientras miran el gotelé. ¿Por qué este reparto tan injusto? No tenemos la respuesta, pero sí la solución: hay que imitar el comportamiento de las personas que tienen una gran productividad para aprender de ellas.

Veamos cómo.

1. Moverse mejora la productividad

Aunque no seamos de los que disfrutan de una hora seguida de cardio a las 6 de la mañana, sí podemos empezar el día ejercitando el cuerpo. Con 15 minutos es suficiente, y mover todos los músculos y activar nuestra circulación nos hará sentirnos bien y cargados de energía para afrontar el día.

No hablamos de un plan para conseguir unos bíceps de acero, sino de, simplemente, poner a trabajar el cuerpo ligeramente y respirar de forma consciente para relajarnos, oxigenarnos y, finalmente, enfocarnos en las tareas que tenemos por delante.

2. Lo primero, lo peor

Para que cada día mejoremos nuestra productividad es mejor empezarlo haciendo las cosas que más nos cuestan o que menos nos gustan. Primero, porque estaremos menos cansados y segundo, porque así nos quitamos lo malo al principio y el resto siempre será solo ir a mejor y todo nos dará menos pereza.

3. Elige tu pájaro: alondras, colibríes o búhos

Aunque se hayan empeñado en decirnos que para ser alguien en la vida hay que despertarse cuando aún están encendidas las farolas, lo cierto es que los estudios sobre los ciclos circadianos nos dicen que hay personas que resultan más productivas por la mañana (alondras) y otras por la noche (búhos). Luego, hay también una gran mayoría que, a pesar de tener más tendencia a un horario u otro, se adaptan perfectamente a cualquiera de los dos (colibríes). Por lo que se sostiene que es más beneficioso que los horarios laborales se adapten a las necesidades de cada uno que obligar a todo el mundo a seguir un horario único vespertino.

¿Necesitamos madrugar para tener más productividad? Pues no. Lo que necesitamos es escuchar a nuestro cuerpo y tratar de no forzarlo. Si somos más de acostarnos a las mil, probablemente tengamos una alta productividad por la tarde o por la noche. Por lo tanto, siempre que sea posible, debemos adaptar los horarios a nuestras necesidades y no al revés.

Si vemos que llegar pronto a clase es una tarea durísima que no siempre conseguimos realizar, que cada vez que suena el despertador nos deprimimos y que cuando al fin llegamos a clase nos quedamos traspuestos en la mitad de las clases, igual es hora de buscar un cambio de horario apuntarnos a clases por la tarde o nocturnas. El eTítulo universitario no lo dan por madrugar, sino por estudiar, así que nosotros veremos cuándo lo hacemos mejor.

4. Autoayuda para una vida con más productividad

Lo que queda claro es que cada perfil de persona tiene unas horas de productividad mayores y luego, durante el resto del día, uno tira como puede. Por eso, un truco estupendo para mejorar nuestra productividad es hacerse la vida sencilla y reservar ciertas tareas para cada momento vital.

Si estamos en nuestra hora punta, es el momento de abordar las cuestiones más complejas de nuestro día a día: ir a clase, estudiar las asignaturas más complicadas, ponernos con ese trabajo que tenemos que entregar o buscar soluciones para acabar con el hambre y las guerras.

En cambio, en esas horas en las que nos sentimos menos productivos de lo que reflejan nuestras redes sociales, debemos dedicarlos a que nada se nos cruce en los momentos de alta productividad. ¿Cómo se hace eso? Fácil: siendo un poco previsores. Por ejemplo, hay que dejar lista la ropa y lo que necesitamos llevarnos a clase la noche anterior si nuestro momento más productivo empieza por la tarde.

Tener planificada la jornada de antemano va a eliminar todo ese tiempo que perdemos al día decidiendo cosas como si Gertrudis es o no un buen nombre para gato o cómo nos comportaríamos si Bad Bunny llamara ahora mismo al timbre para pedirnos un limón. Si ya sabemos qué tenemos que hacer en cada momento del día, vamos a aprovechar mucho mejor el tiempo y por eso es tan útil usar diariamente algún tipo de agenda y tener alarmas en el móvil con las distintas tareas y los horarios en las que debemos cumplirlas.

5. Metas sencillas

Puede que hayamos perdido credibilidad hacia nosotros mismos a raíz de decirnos cada noche eso de «mañana empiezo a cuidarme», pero con las metas pequeñitas es mucho más difícil fallar. Una buena idea para mejorar nuestra productividad es que cada día, además de las cosas que tenemos que hacer al día siguiente, nos marquemos dos o tres pequeñas metas.

Por ejemplo, anotaremos en la agenda que mañana, además de las tareas tipo «Llevar los apuntes para Mario» o «Pasar por el servicio de becas», tendremos como metas «Terminar el trabajo de Fundamentos del márquetin», «Empezar el libro Decir el mal» y «Poner una lavadora». Cumplir con nuestros objetivos nos hará sentir bien y nos dará menos pereza tener que hacer cosas.

6. Método GTD de productividad

Para su autor, David Allen, el método GDT (Getting Things Done) plantea la utilidad de crear listas de tareas para poder liberar la mente de todas esas cosas que tenemos que hacer.

Este método resulta muy eficaz para las personas que pierden un precioso tiempo tratando de recordar qué tenían que hacer, puesto que de lo que se trata aquí es de no recordar nada. Consultar nuestro listado a diario y actuar en consecuencia.

Además, Allen dice que cualquier nueva tarea que pueda hacerse en dos minutos debe hacerse inmediatamente.

Tener la cabeza libre de la obligación de buscar y jerarquizar las tareas hará que perdamos mucho menos tiempo y ganemos mucha productividad.

Probadlo y nos contáis qué tal.

 

 

 

 

 

5 consejos para trabajar en el extranjero fácilmente
23 Oct 2022

5 consejos para trabajar en el extranjero fácilmente

Trabajar en el extranjero al terminar nuestra formación es una gran idea para ganar experiencia o mejorar un idioma. Seguro que no nos vamos a arrepentir.

Trabajar en el extranjero

Todo son ventajas

Hay muchos buenos motivos por los que buscar trabajo en el extranjero nada más terminar la carrera. Para empezar, la experiencia será impagable porque nos acostumbraremos a trabajar en un lugar con costumbres diferentes y aprenderemos muchísimas cosas que nos van a aportar mejoras curriculares.

La experiencia laboral que ganemos nos servirá tanto para seguir en el país de nuestra elección como para movernos a otros o volver al nuestro. Demostraremos que somos capaces de ser resilientes y de adaptarnos a distintas situaciones, por lo que nuestro CV ya estará demostrando que tenemos ciertas habilidades blandas muy interesantes para las empresas.

Además, aprenderemos o perfeccionaremos un idioma y haremos networking.

Realmente, trabajar en el extranjero por un tiempo está lleno de ventajas y, si tenemos la oportunidad y no soportamos cargas familiares, es una gran opción que plantearse.

Veamos cómo conseguirlo:

1. Prepara un buen currículo

El formato en papel clásico del currículo, aunque sigue siendo válido, ya está anticuado. Al menos lo está si lo entregamos en solitario. Ahora lo que se lleva es entregar el CV acompañado de vídeos de presentación, blogs y cualquier otra cosa creativa que mejore nuestra marca personal. Si queremos diferenciarnos del resto de competidores y encontrar trabajo en el extranjero, preparar un currículo diferente y, si es posible, en varios idiomas es la mejor baza.

2. Certificar idiomas

Lo esencial para trabajar en el extranjero es que tengamos al menos un B2 de inglés. Lógicamente, cuantos más idiomas hablemos y más nivel podamos acreditar, mejor nos posicionaremos y más fácil nos resultará encontrar trabajo fuera. Pero no vale con que mostremos nuestro fluido francés en un vídeo: las empresas quieren certificados oficiales, así que lo ideal es que nos pongamos a ello antes de nada.

3. Buscadores gratuitos para trabajar en el extranjero

Hay multitud de buscadores que aseguran que pueden encontrarnos trabajo en el extranjero, pero ni todos son fiables, ni todos son gratuitos. No nos dejemos estafar: si en una página nos garantizan que vamos a encontrar un estupendo trabajo en USA en menos de un mes por el módico precio de 100 €, es un timo.

Lo que hay que hacer es crear un perfil en buscadores seguros y gratuitos en los que sí vamos a encontrar trabajo.

Veamos algunos:

EURES: Es el portal oficial de empleo de la Unión Europea y permite hacer búsquedas de empleo en cualquier país miembro y crear un perfil personal con nuestras aptitudes, idiomas y currículo para que  los empresarios europeos puedan encontrarnos fácilmente. El portal es muy intuitivo y sencillo de usar y, por supuesto, totalmente gratuito.

IAgora: Portal especializado en estudiantes y recién titulados. Registrarse es gratuito y también inscribirse en cualquier oferta, pero también dispone de un servicio prémium de pago.

Euromovilidad: Es también oficial y, además de ayudarnos a encontrar trabajo o formación en el extranjero, tiene un blog que recoge vivencias y consejos de otros que han pasado por la experiencia de trabajar en otros países. Su perfil de Twitter también es muy interesante.

CEXT: Es un portal oficial, pero está concebido como red social para jóvenes que quieran estudiar o trabajar en el extranjero o que ya estén allí, de forma que puedan compartir recursos y experiencias.

4. No nos olvidemos de LinkedIn

Los datos de 2021 nos dicen que LinkedIn cuenta con más de 830 millones de usuarios registrados alrededor del mundo, por lo que se ha convertido en la red social profesional más popular del momento.

Su utilidad va mucho más allá de trasladar nuestro currículum tradicional a la web. LinkedIn, como buena red social que es, pone en contacto a profesionales del mismo sector y ayuda a conectar a las personas que están en búsqueda activa de empleo con las empresas que las necesitan.

Actualmente tiene más de 58 millones de empresas incluidas de todo el mundo y, según los datos del estudio Uso de Redes Sociales en el 2021 de Pew Research Center, el 87 % de los reclutadores trabajan de forma regular con esta web.

5. Solicitar el eTítulo a nuestra universidad

eTítulo es el servicio mediante el cual universidades, escuelas de negocio, colegios profesionales y otros centros de formación ponen a disposición de sus alumnos documentos académicos en formato electrónico.

En el caso de los Títulos Oficiales Universitarios, mediante la generación y gestión de copias electrónicas auténticas de estos, que pueden aplicarse también a los suplementos europeos al título, y las titulaciones propias, acompañando a nuestro diploma.

Para entender mejor lo útil que es y cómo puede ayudarnos a encontrar trabajo en el extranjero, en este vídeo te lo explicamos en un minuto:

Ya son más de 41 las universidades, escuelas de negocio y centros de formación que ponen a disposición de sus alumnos el servicio eTítulo, como la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de Salamanca, la Universidad de Castilla-La Mancha, la Universidad Internacional de Valencia, La Universidad de Almería y muchas otras.

Aquí podemos consultar si la nuestra está o no incluida, y, si no lo estuviera, podemos solicitar al decanato que se adhiera para poder obtener nuestras titulaciones en este formato, lo que nos será de gran ayuda si nuestro plan es buscar trabajo en el extranjero, porque, para empezar, no tendremos que ir transportando el diploma en papel de un sitio a otro y podremos mandarlo fácilmente por correo electrónico a las empresas que nos interesen.

¡Suerte a Tod@s!