LinkedIn: 7 consejos para sacarle todo el partido
16 Oct 2022

LinkedIn: 7 consejos para sacarle todo el partido

LinkedIn es la red social más útil que existe en la actualidad para encontrar trabajo y hacer contactos profesionales, pero no vale con estar: hay que saber usarla.

LinkedIn

Todos queremos estar en LinkedIn

Los datos de 2021 nos dicen que LinkedIn cuenta con más de 830 millones de usuarios registrados alrededor del mundo, por lo que se ha convertido en la red social profesional más popular del momento.

Su utilidad, a diferencia de lo que pudiera parecer en un primer momento, va mucho más allá de trasladar nuestro currículum tradicional a la web. LinkedIn, como buena red social que es, pone en contacto a profesionales del mismo sector y ayuda a conectar a las personas que están en búsqueda activa de empleo con las empresas que las necesitan.

Pero aún hay más: LinkedIn es una herramienta que nos permite, como decíamos, entrar en contacto con profesionales afines (hacer networking) y obtener oportunidades laborales, pero también leer y compartir interesantes contenidos relacionados con nuestro sector, encontrar formación que sea útil para mejorar nuestro currículo con LinkedIn Learning y, en definitiva, crear nuestra propia marca personal o identidad profesional.

Actualmente tiene más de 58 millones de empresas incluidas y, según los datos del estudio Uso de Redes Sociales en el 2021 de Pew Research Center, el 87 % de los reclutadores trabajan de forma regular con esta web.

Veamos 7 consejos para que podamos sacar el máximo partido de esta utilísima red:

1. Completar el perfil de LinkedIn

Parece algo obvio, pero es demasiado frecuente encontrar perfiles con escasa información sobre su propietario. Debemos recordar que las posibilidades de ser encontrado en las búsquedas aumentan cuantos más detalles aportemos.

Hay datos que no deben nunca faltar en nuestro perfil si queremos que estar en LinkedIn sirva para algo. Hay que dar información de nuestros empleos anteriores, el puesto actual si lo tenemos, nuestro nivel de estudios y que disponemos de eTítulo para certificarlos, las principales habilidades y conocimientos que tengamos, idiomas que hablamos, especialidades o cursos que hayamos estudiado.

La fotografía también es importante en esta red y, aunque nadie debería contratarnos o no basándose en nuestro aspecto (salvo que seamos modelos o nos dediquemos a la actuación) y de que suele recomendarse no ponerla en el currículo, al ser esta una red social, la imagen sí cobra una gran importancia.

Lo más aconsejable es hacerse una foto con una ropa neutra y un fondo claro con pose natural. Nada que quede muy forzado. Aquí nos explican cómo debe ser la fotografía ideal para completar nuestro perfil.

2. Comienza a crear tu red de contactos

Si acabamos de aterrizar en LinkedIn, podemos utilizar la herramienta de búsqueda de contactos que nos ofrece la plataforma. En el caso de que ya tengamos a nuestro círculo más cercano agregado, podemos lanzarnos a encontrar gente con el sistema de búsqueda avanzada.

Los criterios que podemos usar para encontrar nuevos contactos pueden estar relacionados con el sector, cargo, empresa o ubicación para definir nuestro target.

Los contactos de segundo nivel son aquellos que, sin pertenecer a nuestra red, sí forman parte de la de uno de nuestros contactos. Además de focalizar nuestras búsquedas en sectores determinados, el valor de los perfiles de segundo nivel reside en el hecho de que disponemos de alguien en común que, llegado el caso, nos puede referenciar o presentar.

3. Guardar las búsquedas y crear alertas

Esta opción, desconocida para muchos usuarios, puede ser realmente útil. Ya hemos definido nuestro target, seleccionados los criterios de selección y hecho nuestros primeros contactos. Ahora debemos estar al tanto de las altas que se produzcan en la plataforma. ¿Cómo? Guardando la búsqueda haciendo clic en el botón de la imagen. LinkedIn nos avisará periódicamente con los nuevos perfiles.

4. Pedir recomendaciones y darlas

Nadie puede hablar mejor de nosotros que aquellos que han sido nuestros compañeros de trabajo. LinkedIn permite conocer y mostrar públicamente esas opiniones como parte de nuestro perfil. Compañeros de trabajo, antiguos profesores de universidad, jefes de empresas anteriores…, su veredicto aporta autenticidad a nuestra buena labor profesional.

Si no tenemos aún experiencia profesional, no hay de qué preocuparse, nuestros compañeros de clase y profesores pueden validar ciertas aptitudes que pongamos en el perfil y, poco a poco, iremos teniendo más contactos y experiencia.

Hay que recordar que, como en toda red social (online u offline), ayudar a otros también nos ayuda a nosotros mismos.

5. Participar en grupos de interés

Podemos explorar el directorio de grupos existentes, utilizar la herramienta de sugerencias de grupos o crear nuestro propio grupo (público o privado). Lo realmente importante de esta herramienta es que nos permite, de forma fácil y rápida, entrar en contacto con gente de nuestro propio sector e intereses. En este sentido, es muy habitual encontrar ofertas de empleo y descuentos especiales para los miembros de determinados grupos.

6. Compartir contenido en LinkedIn

LinkedIn es el lugar indicado para colgar contenidos que quizá son demasiado específicos para otras redes sociales. Puede que a nuestra compañera de escalada o al colega del instituto con el que salimos a tomar cervezas no les interese si ha salido un nuevo polímero que abarata el precio de la producción de prótesis dentales, pero eso sí que les va a interesar a nuestros contactos de LinkedIn. Además de aportar visibilidad a nuestro perfil, nos posicionará como alguien apasionado, puntero y, en definitiva, experto en nuestro sector.

7. Enlazar nuestro blog y (quizá) las redes sociales a LinkedIn

Si alguien descubre nuestro perfil y le interesa, puede que nos busque en otras RRSS. Podemos ahorrarle trabajo enlazándolas a LinkedIn, pero hay que hacer una buena revisión a ver si tanta información no va a resultar contraproducente.

Puede pasar que seamos unos auténticos profesionales, que nos desvivamos por el trabajo y que, en cambio, usemos Instagram para poner fotos en las que estamos de fiesta con cuatro copas de más. También puede que usemos esa red para lucir palmito con una escueta vestimenta o que en Facebook nos dediquemos a poner opiniones políticas. Si es así, es mejor no enlazar nada, poner todo privado y, de paso, cambiar el nombre que aparece en las búsquedas si coincide con el que hemos puesto en LinkedIn.

En resumen: solo hay que enlazar nuestras RRSS si estas dan una buena imagen profesional de nosotros.

Si tenemos un blog, tres cuartos de lo mismo. Un blog que hable sobre cuestiones no relacionadas con nuestro sector y en el que escribimos opiniones personales puede perjudicarnos laboralmente. En cambio, uno en el que escribamos sobre nuestro trabajo o cuestiones relacionadas puede venirnos de maravilla para ganar seguidores y encontrar empresas que quieran trabajar con nosotros.

 

 

Empezar el curso a tope de motivación y que dure hasta verano
5 Oct 2022

Empezar el curso a tope de motivación y que dure hasta verano

Acaba de empezar el nuevo curso y es posible que estemos llenos de motivación, pero ¿estaremos igual el mes que viene? Veamos cómo mantenerla.

 motivación

Hay cursos que los empezamos llenos de ilusión y ganas y, en cambio, el comienzo de otros nos hace sentir que nos drenan la energía.

Es normal: no siempre podemos estar anímicamente de la misma manera, pero precisamente eso nos dice que si lo que cambia es nuestra disposición psicológica o nuestra mentalidad, lo único que tenemos que hacer es modificarla y conseguiremos así encontrar motivación hasta debajo de las piedras.

Rituales de toda la vida

Hay ciertos rituales en el comienzo de cada curso que nos llenan de motivación. Los llevamos haciendo cada año desde que éramos pequeños y no deberíamos dejar de hacerlos porque ya no lo seamos. Quizá ahora no tengamos libros que forrar, pero sí que hay otras cosas.

Un nuevo curso merece una nueva agenda, un calendario para la pared, nuevos bolígrafos de nuestra marca favorita, marcadores para subrayar si se nos acabaron el año pasado, un cuaderno nuevo para tomar apuntes en clase…

Tampoco se trata de centrarse solo en cuestiones materiales, porque ese placer de estrenar boli dura cinco minutos.

Conseguir una buena motivación y que realmente dure tiene mucha relación con el interés que pongamos en lo que vamos a hacer, así que, como ritual de comienzo de curso es bueno que implantemos la sana costumbre de leer el temario de nuestras nuevas asignaturas, buscar las lecturas recomendadas y empezar a ojearlas, buscar quiénes son nuestros nuevos profesores y localizar algunas de sus publicaciones para conocer sus temas de trabajo.

El camino hasta conseguir el eTítulo universitario hay que planteárselo como se plantea una relación amorosa (sana). Es decir, que hay que cuidar que la costumbre y la monotonía de las rutinas no nos hagan perder las ganas. Por eso hay que interesarse por cada cosa y buscar siempre lo positivo, lo atractivo, lo apasionante.

El poder de la escritura

Nuestras manos escriben, a veces incluso sin que nos demos cuenta de lo que estamos pensando. Están conectadas con nuestra mente, con nuestras ideas y con nuestra memoria. Y, aunque ahora parezca que solo pueden teclear, lo cierto es que tienen más poder empuñando un bolígrafo.

Y no, esto no es un alegato en contra de la tecnología, simplemente compartimos la idea, avalada por la ciencia, de que la escritura manual es importantísima para recordar y para mejorar nuestra gestión emocional.

Por lo que, para tener motivación ahora y en el futuro es bueno que hagamos a mano un listado de nuestras metas, de lo que esperamos conseguir a lo largo del curso, de lo que queremos aprender, de los obstáculos que vamos a superar, etc.

Si a lo largo del año perdemos un poco el ánimo, solo tenemos que volver a leer lo que hemos escrito. Nos sentiremos mejor.

Motivación dispersada

Por mucho que nos apasione nuestra carrera, habrá momentos en los que la odiemos. Nuestra vida no puede estar centrada solamente en los estudios porque acabaríamos por venirnos abajo.

Necesitamos vías de escape que nos estimulen física y mentalmente, por eso, aunque parezca absurdo, una forma de mantener una buena motivación es hacer otras cosas a la par, como aprender a tocar un instrumento, ir a clases de idiomas, apuntarnos a bailes de salón o a judo. Da igual lo que sea, lo importante es que tengamos unas horas semanales en las que ocupemos el cerebro en otras cosas.

Cambiar de aires y ganar recompensas

Lo mejor es que llevemos un horario regular, que durmamos 8 horas, que vayamos a clase y que luego estudiemos siempre en el mismo sitio tranquilo.

Esto es lo ideal para tener un buen hábito de estudio y para tener un buen nivel de concentración, pero tras unas cuantas semanas así, si no vemos más paisaje que el de la ventanilla del autobús, el campus y la ventana de nuestra habitación, es posible que nos dé un telele.

Hay que salir y ver cosas nuevas. No hablamos, claro, de ir de bares (lo que es importante, pero que, como también lo acabamos por convertir en rutina, no cuenta), sino de ver naturaleza, andar por el campo, acudir a una exposición, un concierto, pasear por la playa y echar un vistazo al horizonte y cosas por el estilo.

Hablamos de que, para mantener la motivación, es importante recompensarse por un trabajo bien hecho. Darse pequeños caprichos, como un fin de semana de acampada o visitar otras ciudades pueden usarse como un sistema de pequeñas recompensas que nos vayamos poniendo a lo largo del curso una vez que hayamos cumplido una serie de objetivos.

Por ejemplo, si entregamos un buen trabajo para la asignatura «X» y nos ponen buena nota, nos iremos el próximo fin de semana de minivacaciones. Así, si perdemos la motivación por dicha asignatura, al menos podremos encontrar la fuerza para estudiarla autorrecompensándonos por hacerlo.

Si algo nos ha enseñado la pandemia de la covid es que no tenemos el control sobre nada de lo que pase en el mundo, solo lo tenemos sobre nosotros mismos y nuestra capacidad para ser resilientes, para ver las cosas de distintas maneras, para aceptar lo que nos toca vivir y para hacerlo de la mejor forma de la que seamos capaces.

No podemos cambiar el curso de un río, pero de nosotros depende decidir si lo recorreremos a nado, en piragua o en una colchoneta con forma de polo.

Estrategias para no dejar la carrera y motivarnos
29 Sep 2022

Estrategias para no dejar la carrera y motivarnos

Si estamos tan agobiados que pensamos en dejar la carrera, hay una serie de estrategias que nos van a ayudar a seguir y a reencontrar la motivación.

 dejar la carrera

A veces llega un momento a lo largo de la carrera en el que pensamos en abandonar. Puede ser al principio, porque de alguna forma no era como esperábamos; hacia la mitad, porque estamos cansados y hemos perdido la motivación, o, llegando al final, porque solo nos quedan unas cuantas asignaturas que tenemos atragantadas.

En cualquier caso, dejar la carrera es el último recurso. Este tipo de crisis son normales y, aplicando las herramientas adecuadas, serán pasajeras.

Para no dejar la carrera, hay que mirar al pasado

Hay que recordar que decidimos estudiar por algo: para tener un eTítulo que nos permitiera optar a buen trabajo, para tener un futuro estable, porque queríamos aprender, etc. Sea por la razón que fuera es normal que en un momento dado se nos olviden esas razones o que sintamos que hemos cambiado y, por eso, hay que recordarlas de vez en cuando.

Rememorar la ilusión y las expectativas que teníamos al principio nos ayudará a reconectar con nuestra motivación inicial.

Mantener una actitud positiva es importante

Las personas positivas ven los baches como oportunidades de aprendizaje y se centran en las metas que pueden cumplir y en el presente, trabajando día a día para conseguirlas.

Tenemos mucho que aprender de las personas positivas porque difícilmente se vienen abajo o abandonan. Eso demuestra que el cómo llevemos nuestros estudios, cómo afrontemos la carrera y cuál vaya a ser nuestra actitud al respecto dependerá casi por completo de cómo enfoquemos nuestras emociones. Si nos pasamos el día pensando en aquello que no nos gusta o que nos resulta difícil, estaremos haciendo de nuestro día a día un infierno.

Resulta mucho más práctico que nos enfoquemos en los aspectos más agradables y los enumeremos cada vez que los pensamientos negativos nos agobien. Hacer una lista con todo lo que nos hace felices y leerla cada cierto tiempo es una buena estrategia para no tener ganas de dejar la carrera.

Metas que nos recuerden por qué estamos aquí

Quizá no nos esté gustando la carrera, pero si la hemos elegido, seguramente sea porque las profesiones a las que podremos optar después sí nos agraden o sí vayan a posibilitarnos la vida que querríamos tener.

Hay que concentrarse en eso porque nos va a ayudar a no dejar la carrera a medias. Visualizar la meta hace que el esfuerzo y el, a veces, pasarlo mal, compense.

Hay que tener en cuenta que, en comparación con los cuatro años que normalmente dura un grado, la duración de nuestra vida laboral será muchísimo mayor, así que si nos gusta el trabajo, pero no los estudios, veámoslos como un trámite que habrá que pasar para llevar la vida que queremos.

Relativizar es importante para no dejar la carrera

Dar a las cosas que nos desagradan más gravedad de la que tienen nos va a venir mal para evitar dejar la carrera.

Resulta que todos podemos ponernos en plan dramático y verlo todo negro, pero hay que evitarlo como sea. Estar viendo todo peor de lo que es nos va a hacer daño, por eso, relativizar es tan importante.

¿Que hay docentes insoportables? Sí. ¿Que hay asignaturas aburridísimas, dificilísimas o tremendamente estresantes? Claro. ¿Que las horas de clase pasan tan lentas que parecen infinitas? Por supuesto. Todo eso y más. Pero si nos pasamos la vida pensando en esos «problemas», vamos a acabar por dejar la carrera.

Para vivir en sociedad, tener relaciones personales, familia, trabajo y ser personas independientes, hay que desarrollar cierta tolerancia a la frustración. Sí, es cierto que estudiar a veces resulta aburrido o estresante, pero no es tan grave. No es un castigo de Dios ni una enfermedad incurable.

Estudiar es un privilegio que va a mejorar nuestro futuro y, aunque no siempre es un camino de rosas, las ventajas superan con creces cualquier incomodidad que nos genere. Por lo tanto, para no dejar la carrera, debemos rebajar el drama y relativizar.

Cuando realmente no podemos más

Antes de tomar una decisión tan drástica como dejar la carrera, hay que intentarlo todo e intentarlo de verdad. Pero si nada nos funciona, si hemos escogido nuestros estudios por presiones externas, si nada nos interesa lo más mínimo y estamos sufriendo, tiene que quedar claro que nuestra salud va por delante de cualquier cosa.

Eso sí, antes de dejar la carrera sin más e ir a la deriva, mejor que busquemos la fórmula para cambiarnos a otro grado que nos interese más, o bien que hagamos un ciclo superior o una FP, que son más cortos y con clases más prácticas.

Dejar los estudios es un error, salvo que los retomemos más adelante o que los cambiemos por otros que nos gusten más.

 

 

 

Una herramienta importante: aprender a decir que no
22 Sep 2022

Una herramienta importante: aprender a decir que no

Saber decir que no es tan importante que deberían enseñarnos desde que aprendemos a hablar, pero, por suerte, podemos aprenderlo nosotros cuando queramos.

Decir que no

Decir que no, disgusta

Tanto al que lo dice como al que lo recibe, el «no» es una palabra que, salvo en contadas ocasiones en las que al decirlo se nos llena la boca, causa cierto malestar.

Culturalmente decir que no está mal visto. De hecho, hasta se ve como una falta de educación en según qué contextos. Históricamente, las únicas personas que tenían derecho a decir que no eran aquellas que tenían poder. Cuanto más poder, más capacidad para negarse a lo que fuese, y a la inversa: cuanto menos poder, menos capacidad para decir que no a nada.

Si lo pensamos bien, la esclavitud es precisamente eso: que alguien nos quite la capacidad de decir que no y tengamos que cumplir con todos sus deseos.

A pesar de eso y de todo lo que ha avanzado la sociedad, nos siguen inculcando que decir que no es algo poco cordial y nos sentimos culpables por negarnos cuando, realmente, estamos en nuestro derecho a no querer hacer siempre lo que nos piden.

La trampa que nos pone nuestra mente es que decir sí nos reporta una serie de beneficios sociales importantes como, por ejemplo, encajar en un grupo, agradar a los demás, dar una imagen de cercanía, implicación y amabilidad, etc.

Por eso también nos resulta tan difícil decir que no, pero obligarnos a cumplir siempre la voluntad de los demás nos genera un gran malestar interno que nos hará acumular tensión, perjudicará nuestra autoestima y tendremos sentimientos de soledad y fracaso personal al relegar siempre nuestros propios intereses.

Decir que no hace que nos sintamos egoístas o que temamos que otros nos perciban así. Pero, en realidad, decirlo cuando sea apropiado hará que sepamos poner límites, que nos respetemos a nosotros mismos y que los demás nos perciban como personas seguras y de confianza.

Dicho esto, como a lo que nos han enseñado es a complacer y a decir a todo que sí, debemos desaprender algunas cosas para mejorar nuestra asertividad y poder decir que no sin remordimientos.

Aclaración

Antes de empezar con los consejos para aprender a decir que no es importante subrayar una serie de cosas:

  • Saber poner límites es importante, pero saber ser solidario y querer ayudar a los demás, también lo es.
  • Si solo pensamos en nosotros mismos y nuestros propios intereses, habremos puesto unos límites enormes, pero a los que nadie se querrá acercar.
  • Vivimos en sociedad y los valores prosociales son muy necesarios. Los mensajes individualistas, en cambio, están calando tanto que nos olvidamos de que nosotros y nuestras circunstancias no son el ombligo del mundo.
  • Saber decir que no es muy importante para nuestra autoestima, pero decir que sí o saber sacrificarse por los demás en determinadas situaciones también lo es.
  • Una buena salud mental y buenas relaciones familiares y sociales necesitan de ambas cosas: saber cuándo decir que no y cuándo que sí.

Dicho esto, vamos al tema: ¿cómo aprendemos a decir que no?

«Digan lo que digan… los demás»

O algo así cantaba un señor que gustaba mucho a nuestros abuelos llamado Raphael. La cuestión es que la opinión de los demás es cambiante, no demasiado importante y no tenemos tanto control sobre ella como pensamos. En realidad, salvo que sea la de una persona muy querida, lo que piense el resto nos tiene que importar bien poco.

Por lo tanto, si somos capaces de no tomarnos tan en serio lo que piense el resto, ya habremos ganado mucho. Decir que no cuando la opinión de los demás solo nos importa en su justa medida, no tendrá ese componente de culpa y nos resultará mucho más sencillo.

Usar los métodos de comunicación asertiva

  • La forma básica:

—Gracias por invitarme, pero hoy no me apetece.

  • La técnica sándwich, en la que se mete la negativa entre dos mensajes positivos o empáticos:

Siento que vayas tan apurado con el trabajo, pero yo no puedo ayudarte porque tengo que preparar el examen de la escuela de idiomas para poder graduarme y que me den el eTítulo. Quizá otro compañero pueda echarte una mano, pregunta por el grupo de estudio del WhatsApp a ver si tienes suerte.

  • Usamos la técnica del disco rayado para las personas demasiado insistentes:

Esta noche vamos a una fiesta en el piso de María.

—Yo no puedo, mañana tengo que estudiar todo el día y quiero acostarme pronto.

—No puedes faltar, ya estudiarás pasado; vente.

—Muchas gracias por invitarme, pero de verdad que tengo que estudiar todo el día y quiero acostarme pronto.

—¡Vente, no seas así!

—No, de verdad, mañana tengo que estudiar todo el día y quiero acostarme pronto, ya habrá otras fiestas, pero a esta no voy a ir.

  • Técnica del acuerdo:

—¿Te vienes al cine esta tarde?

—Hoy me apetece quedarme en casa, pero gracias por avisarme.

—Vente, por favor, que los demás van en pareja y va a ser raro.

—Lo siento, de verdad que no me apetece nada ir al cine hoy, pero si quieres vamos juntas el miércoles que viene.

  • Técnica del aplazamiento: esta técnica es muy buena cuando nos ponen en un compromiso que no queremos cumplir pero no sabemos cómo negarnos o cuando nuestros jefes o profesores nos piden que nos ocupemos de alguna responsabilidad extra. Sirve para no decir un sí inmediato y que luego nos sintamos mal:

—¿Puedes, por favor, ocuparte tú de coordinar los grupos de trabajo?

—Ahora mismo tengo muchísimo trabajo, pero deja que consulte la agenda y me organice y mañana te doy una respuesta.

Y, por supuesto, hay que darla.

Hay muchas más técnicas de comunicación asertiva que nos ayudan en nuestras relaciones interpersonales y son muy útiles para aprender a decir que no. Si al principio nos cuesta usarlas, no hay que agobiarse; afortunadamente, la vida va a darnos muchísimas oportunidades para ir perfeccionando nuestra técnica para negarnos a casi cualquier cosa.

 

 

 

8 reglas de convivencia necesarias en un piso compartido
14 Sep 2022

8 reglas de convivencia necesarias en un piso compartido

A la hora de compartir piso, ni llevarse bien es tan fácil ni aprender a convivir tan difícil. Con unas buenas reglas de convivencia todo irá como la seda.

 reglas de convivencia

El contrato social

No hace falta ser fan de Rousseau para saber que toda asociación entre individuos necesita de una serie de reglas de convivencia para ser pacífica y próspera. Porque, incluso si nuestros compañeros son más de Hobbes y actúan como lobos, o más de Locke y solo piensan en ellos mismos, el contrato que hagamos entre todos nos vinculará y dará garantías para una buena convivencia.

Un contrato entre compañeros se hace escuchando a todos si comenzamos a vivir en un piso nuevo al mismo tiempo. Pero si nosotros alquilamos una habitación en un piso que ya comparten otras personas, antes de firmar nada deberíamos pedir que nos especifiquen las reglas de la casa; no vaya a ser que no se ajusten a nuestras necesidades o que no tengan ninguna norma (en cuyo caso ya podemos deducir que la convivencia será un caos).

Cuando vamos a crear unas reglas de convivencia desde cero todos debemos reunirnos antes y hablar de cuáles son nuestros horarios, qué manías tenemos y cuáles no, cómo de permisivos somos con el desorden, etc.

Llegar a acuerdos facilitará que todo el mundo cumpla las reglas y, si alguno no lo hace, será también más sencillo apercibirlo con una serie de argumentos que quedaron plasmados en forma de normas durante esa reunión inicial (sí, hay que escribir las reglas para que nadie salga con un donde dije digo, digo Diego).

¿Y cuáles son las normas básicas para convivir en un piso compartido? Tomad nota:

1. Limpieza y orden de las zonas comunes

Al menos una vez a la semana la casa debe limpiarse. Cuantos más seamos en el piso más ensuciaremos y un ambiente insalubre no nos ayudará en absoluto a estar concentrados en el estudio para sacar nuestro eTítulo en el tiempo planeado.

Hay que aclarar que una cosa es el desorden y otra la suciedad, y que aunque con la primera podemos ser algo más tolerantes, nos lleva inevitablemente a la segunda porque no hay quien limpie con todo por el medio.

Si ya se ha fijado que la casa se limpiará una vez a la semana, ahora hay que hacer unos cuadrantes para que los turnos vayan rotando. De esta forma, una semana nos tocará a nosotros limpiar el salón y a la siguiente a otra persona.

Lo más justo es rotar para que nadie pringue siempre con las cosas que nadie quiere hacer.

2. Respeto del tiempo de estudio

Si nos hemos juntado para convivir durante la carrera y somos todos estudiantes, esto se tiene que decir, pero todos lo vamos a entender. Las temporadas de exámenes de cada uno, trabajos importantes y demás actividades académicas que requieran concentración no pueden convivir con visitas a la casa, borracheras en el salón, música alta, etc.

Debe primar la tranquilidad y la concentración cuando toca estudiar, coincidan las fechas o no. Ya habrá tiempo para fiestas cuando todo el mundo esté libre.

3. Pagos mensuales

No solo es el alquiler, también están los suministros, internet, los gastos comunes como el papel higiénico o el de aluminio y cualquier otra cosa que tengamos contratada.

Lo más sencillo es hacer un cálculo de los gastos totales y crear una cuenta conjunta para domiciliar desde ahí todos los pagos.

4. Desperfectos

Las cosas se rompen y, cuando la culpa es de los inquilinos, hay que hacerse cargo.

Cuando se fijan las reglas de convivencia es bueno contemplar las posibles contingencias y dejar claro que los desperfectos los pagará la persona o personas responsables en el momento en el que se produzcan, porque si alguien rompe algo y luego se va del piso sin repararlo, tendrán que asumir el gasto los que estén en la casa una vez que se liquide el contrato de alquiler, lo que no es nada justo.

5. Horarios

Algunos tienen clase a las 9 de la mañana y otros a las 9 de la noche y el poner reglas de convivencia es importante para que se pueda estar en la casa si alterar el sueño o las horas de comida a los demás.

Cada uno tiene que explicar a qué hora se duchará o a qué hora quiere comer para que todos puedan adaptar sus horarios.

Este tema suele pasarse por alto al principio de la convivencia porque somos bien pensados y creemos que con un poco de diálogo y sentido común todo saldrá bien, pero a los pocos meses ya habremos tenido roces de sobra: que si uno nos hace llegar tarde porque está tres horas en la ducha, que si otro pone la tele a todo volumen hasta las de la mañana, etc. Cuanto más claro y organizado esté todo, menos conflictos tendremos y mejor será la convivencia.

6. Comida

¿Cada uno compra su comida o se hace la compra de manera conjunta? Lo suyo es que cada compañero tenga su espacio en la nevera y en los armarios para evitar abusos, pero ¿qué pasa con la sal, el aceite, las especias, la harina…?

Crear unas reglas de convivencia iniciales sirve para que alcancemos acuerdos y no surja ningún conflicto que podría haberse evitado fácilmente.

7. Reuniones y fiestas

Cuando queramos hacer una fiesta en casa, tenemos que hablarlo con el resto de compañeros y crear también una serie de normas básicas.

Hay que hablar del volumen de la música, la hora de finalización, cómo se va a pagar la multa si algún vecino llama a la policía, si pediremos permiso en nuestra comunidad, cómo se reparten los gastos, qué hacer con los invitados que no respeten unos mínimos, etc.

8. Gestiones con los propietarios

Los propietarios no suelen ser encantadores ni tener ganas de dialogar con los cinco inquilinos del piso que alquilan y, por eso, nombrar a un representante para que sea el «negociador» resulta cómodo para todos, salvo para el representante, que tendrá un marrón encima bastante importante.

Por eso, lo justo es crear un aliciente para ese puesto. Por ejemplo, si el resto de los compañeros aporta 3 euros al mes cada uno y son cuatro personas más, el sufrido representante se llevará 12 euros al mes por su trabajo o, mejor aún 144 euros al año. Así estará más motivado y al resto no le supondrá un gasto excesivo.

Fijar unas reglas para la convivencia puede parecernos algo estricto cuando vamos a vivir entre amigos, pero si queremos que lo sigan siendo y que todo vaya bien, cuantas más cosas se hablen, mucho mejor.

Y si con el tiempo vemos que alguna de las reglas de convivencia que hemos fijado no es útil, solo tenemos que cambiarla o eliminarla. Así de sencillo.