Tres formas de decir a nuestros padres que hemos suspendido
20 Jun 2022

Tres formas de decir a nuestros padres que hemos suspendido

Si hemos suspendido alguna asignatura y nos da miedo contárselo a nuestros padres, aquí van 3 trucos que nos van a ser útiles.

suspendido

Mayores de edad, menores de independencia

Cuando empezamos una carrera, ya hace tiempo que hemos dejado atrás la niñez y, de hecho, lo más normal es que hayamos alcanzado la mayoría de edad o estemos a punto de hacerlo. Suspender una asignatura ya no es lo mismo porque somos adultos.

Aun así, lo normal es que, aunque podamos decidir sobre ciertas cosas, votar, comprar alcohol o conducir un coche, no seamos aún independientes y esa falta de independencia es lo que nos pone en la situación de tener que dar explicaciones a nuestros padres sobre los suspensos. Si ellos pagan, tienen derecho a opinar y a estar informados; eso es así aunque nos fastidie.

De todas formas, estudiar en la universidad no es como en la enseñanza obligatoria ni como el bachillerato; se entiende que lo hacemos porque queremos, por vocación o porque aspiramos a sacar nuestro eTítulo y así tener una buena profesión. Es nuestra propia madurez la que nos hace ser universitarios y no una obligación externa (o, al menos, así debería ser) y, por lo tanto, el nivel de exigencia de nuestros padres seguramente sea menor que cuando hacíamos la enseñanza obligatoria.

Cuando hemos suspendido alguna asignatura, inmediatamente nos sentimos mal, pero hasta las personas más brillantes meten la pata en algún examen. Errare humanum est; estas cosas pasan y no debemos castigarnos en exceso, sino analizar cuáles han sido nuestros errores y volver a intentarlo con ánimos renovados. La cuestión es que, a la hora de comunicar los suspensos a los padres, unos tienen más facilidad que otros.

Prepararse para la batalla

Antes de subir al ring familiar debemos estar preparados psicológicamente para lo que pueda pasar y, por eso, conviene planificar nuestra estrategia.

Es importante que estemos bien mentalizados y que no vayamos a hablar con nuestros padres con la escopeta cargada, sino con una actitud madura en la que reconocemos nuestros errores, pero sin que por eso vayamos a permitir que nos machaquen. Lo ideal es que repasemos nuestras técnicas de asertividad y de capacidad de negociación por lo que pueda pasar.

1. Sin excusas

Si somos capaces de asumir nuestros errores frente a nuestros padres, es probable que no puedan enfadarse demasiado. Es muy complicado atacar a alguien que no se está defendiendo.

La cuestión es sencilla: hemos suspendido. Puede que sea porque la covid nos atacó en el peor momento, porque el amor no nos deja concentrarnos, porque un meteorito amenaza la tierra o por lo que sea, pero lo que está claro es que no son nuestros padres los que han llegado con un cate a casa sino nosotros. Toca apechugar.

Para que la conversación fluya de una forma apropiada, lo más sensato es no empezar a buscar excusas, sino afrontar lo que ha pasado con sinceridad y aceptando nuestros errores. Si nuestros padres ven que empezamos a echar balones fuera, se van a cabrear (y tendrán razones para hacerlo). En cambio, una actitud madura de reconocimiento de los problemas hará que, seguramente, se repriman antes de atacar a la yugular.

2. Tenemos un plan

Si queremos que nuestros padres reaccionen bien a un suspenso, es mejor que se lo contemos acompañados de un buen plan ya desarrollado para que no se repita.

No es lo mismo llegar y decir «me han suspendido 5 asignaturas; nos vemos en la cena» que decir: «Tenemos que hablar: he suspendido 5 asignaturas y me siento fatal. He pensado en las cosas que podría hacer mejor para recuperar las asignaturas y creo que me vendría bien estudiar un par de horas cada día. De hecho, he pensado que voy a acondicionar mejor mi cuarto para evitar distracciones y estar más cómodo. Además, he hablado con un compañero al que se le da muy bien esta asignatura para que me deje sus apuntes y me explique las cosas que no entiendo. Sé que tendría que haberme esforzado más, está claro que he subestimado la dificultad de la carrera, pero voy a esforzarme por mejorar».

3. Dejemos que se impliquen

Si queremos realmente desarmar al oponente (que, por si hay alguna duda, son nuestros padres), lo que tenemos que hacer es solicitar su ayuda.

Podemos pedir que nos ayuden a estudiar, que nos subvencionen unas clases particulares, que se queden con nuestro teléfono mientras estudiamos para evitar distracciones (bloqueado, por supuesto), que nos despierten todos los días a tal hora para estudiar…

Como nuestros padres nos quieren y son padres, les va a resultar muy complicado decir que no a una petición de ayuda de su hijo y nosotros, como viles gusanos estrategas, podemos aprovechar su debilidad (o amor) para reducir su enfado por los suspensos y, además, para obtener la ayuda necesaria para aprobar.

Eso sí, que al menos sea verdad que nos vamos a esforzar y que los resultados se vean en las recuperaciones; si no, estas estratagemas no van a funcionar para siempre.

¡Suerte!

 

 

 

 

 

Técnicas de estudio para abarcar más temario en menos tiempo
9 Jun 2022

Técnicas de estudio para abarcar más temario en menos tiempo

¿Y si hubiera una forma de combinar las técnicas de estudio más eficientes para memorizar mucho más rápido, aprenderse mejor los temarios y divertirse a la vez? Pues la hay.

 técnicas de estudio

Todos sabemos cómo estudiar ¿no?

Cuando llegamos a la universidad todos sabemos estudiar. Mejor o peor, hemos llegado hasta aquí estudiando, pero ¿estamos siendo todo lo eficientes que podríamos ser? Hay ciertas técnicas de estudio que consiguen que podamos aprender más cantidad de temario en menos tiempo de estudio y que, sin duda, vamos a querer conocer.

La costumbre, el tratar de ser conservadores para ir a lo seguro, muchas veces nos hace no cambiar nuestros hábitos y técnicas de estudio por no arriesgarnos, y eso es un error, ya que puede que estemos perdiendo muy buenas oportunidades para mejorar nuestra manera de estudiar y nuestras notas.

Implementando ciertas técnicas de estudio eficientes podremos terminar nuestra carrera y obtener nuestro eTítulo con la mitad de esfuerzo teniendo los mismos resultados o, mejor aún, aplicando el mismo esfuerzo que ponemos en obtener una calificación de notable podremos tener un expediente brillante.

Lo primero es lo primero

No hay ninguna técnica de estudio que funcione que no dependa de nuestra organización en el estudio, por lo tanto, antes de nada, hay que organizarse bien, tener todo el temario a nuestra disposición, conocer su extensión y dificultad. También debemos tener un buen calendario en la pared para que no perdamos nunca de vista las fechas de los exámenes y saber de cuánto tiempo real disponemos para prepararlos.

Una buena organización va a ayudarnos a ser realistas y a usar las técnicas de estudio adecuadas para sacar el máximo provecho de cada asignatura, por lo que no debemos nunca pasar esto por alto como paso previo imprescindible del estudio.

Lectura comprensiva + subrayado + esquemas

Quizá la parte más aburrida de preparar un examen es la de leer el temario. Para hacerlo de una forma más eficiente y menos monótona nos ayudará llevar a cabo no una lectura general, sino directamente una lectura comprensiva en la que vayamos trabajando desde el principio párrafo a párrafo.

Es simple: en vez de leer una primera vez todo el temario, luego leerlo una segunda vez mientras subrayamos y luego una tercera para hacer un resumen y de ahí sacar los esquemas (10 canas nos han salido ya en este proceso), vamos a hacerlo de una forma más dinámica y sin lecturas generales ni repeticiones.

Leemos el primer párrafo en voz alta mientras vamos subrayando las ideas principales en un color y las secundarias en otro y anotamos ambas para ir creando nuestro esquema. Luego pasamos al siguiente párrafo y repetimos. Estar haciendo varias tareas a la vez hace que nos concentremos mejor y que no nos aburramos, a la vez que ganamos un tiempo precioso.

El hecho de unificar estas técnicas de estudio, al contrario de lo que pueda parecer, va a conseguir que aprendamos más en menos tiempo, que el estudio sea menos monótono.

De esquema a fichas y de fichas a preguntas

Una vez que hemos hecho los esquemas de todo el temario, nos toca hacer pequeñas fichas de estudio. Son tarjetas con conceptos aislados (las ideas principales, porque las secundarias se quedan en los esquemas) que debemos saber y que nos sirven para tirar del hilo. Es decir, que leyendo esas fichas con ideas principales, si hemos hecho bien la lectura en voz alta, el subrayado y los esquemas, las fichas serán como un recordatorio que nos dará el pie para empezar a contar lo demás.

Evidentemente, si en este proceso algo falla, si vemos que hay cierta información que no tenemos completa, habrá que volver a leer ese punto, pero al menos no habrá que releerlo todo.

A la vez que vamos completando estas fichas, nos van a surgir ideas de qué preguntas pueden caer en el examen y debemos ir escribiéndolas en otras tarjetas. Lo ideal es que tengamos una pregunta o dos por ficha y que abarquemos todas las posibilidades para que nada nos pille de nuevas en el examen.

¿Juegas?

El resto del tiempo que vamos a invertir en estudiar consiste en jugar a juegos de preguntas. Bien solos o mucho mejor acompañados, se trata de mezclar las preguntas e ir respondiéndolas de la forma más completa posible.

Si hemos acertado, colocaremos las preguntas en un montón. Si fallamos, la respuesta está muy incompleta o tenemos muchas dudas, la tarjeta irá a otro montón que habrá que repasar después. De esta forma, vamos a saber rápidamente lo que hay que repasar y lo que no, e iremos ampliando muy rápidamente el montón de las preguntas que nos sabemos.

Estas técnicas de estudio no solo son muy eficientes y nos ahorran un montón de horas interminables de estudiar, sino que son muy dinámicas y efectivas. Estudiar se hará, por lo tanto, una actividad mucho más amena y nos costará muy poco ponernos a ello y concentrarnos.

 

 

 

 

¿Y qué pasa si he suspendido alguna asignatura?
5 Jun 2022

¿Y qué pasa si he suspendido alguna asignatura?

Por muy buenos estudiantes que seamos, una vez en la universidad es normal que nos encontremos con que hemos suspendido alguna asignatura. ¿Qué hacemos?

suspendido

Adaptación al medio

Puede que el año en el que entramos en la universidad vivamos tantos cambios que nos sintamos abrumados. Más aún cuando, además de todo, hemos dejado el lugar en el que vivíamos para lanzarnos a la aventura de estudiar en una ciudad diferente y rodeados de gente nueva.

También suele ser el año en el que alcanzamos nuestra mayoría de edad y en el que dejamos atrás muchos de los hábitos de estudio y horarios que nos han ido acompañando en etapas anteriores. La universidad son las ligas mayores y, como con todo lo importante, es probable que necesitemos un periodo de adaptación.

No es igual estar en una clase con 30 que en una con 150, el trato de los profesores no siempre es personal (de hecho, normalmente ni les suenan nuestras caras aunque traten de disimularlo), el temario es muy extenso y el ambiente en clase es diferente.

Debido a estas razones no debería extrañarnos el hecho de encontrar algún que otro examen suspendido; pero no hay que desesperar, a pesar de lo que pueda parecernos en un primer momento, suspender alguna asignatura (digan lo que digan nuestros padres y diga lo que diga nuestra conciencia) tampoco es para tanto.

Por suerte hay exámenes de recuperación. No hay por qué fustigarse ni cortarse las venas, lo que hay que hacer es adaptarse al ritmo universitario y pillarle el tranquillo. Un semestre “regulero” no va a acabar con nuestra carrera, pero si no hacemos algo para mejorar, o si no somos capaces de gestionar nuestra frustración, entonces van a ser unos años durísimos y conseguir el eTítulo universitario se nos hará cuesta arriba.

Abrazar el lado dramático de la vida un rato

No todo va a ser felicidad y buen rollo y sí, la verdad es que hemos suspendido un examen (o tres). Durante un rato, si es que lo necesitamos, podemos llorar, gritar o repetirnos sin parar eso de «tendría que haber estudiado más», «qué va a pensar mi familia», «igual no valgo para esto», etc., etc., etc. Pero pasado ese rato de autoflagelación, toca ser coherentes: suspender un examen es una tontería.

No nos va a afectar en nada. En unos meses, incluso se nos habrá olvidado. Nuestro expediente no va a acabar destrozado por eso, nuestros profesores (que ni siquiera nos conocen) no van a etiquetarnos como fracasados absolutos y nuestros padres…. Bueno, ellos harán lo que tengan que hacer porque ese es su trabajo, pero por mucho que les molesten nuestras notas, seguro que, en el fondo, saben que no es para tanto. Así que, ¡hala!, a apechugar y a diseñar una buena estrategia de estudio que nos ayude con la recuperación.

Que haber suspendido no se convierta en costumbre

Como decimos, haber suspendido alguna asignatura no es para tanto, pero hacerlo de forma sistemática sí que lo es; por lo tanto, que esta experiencia nos sirva para aprender y mejorar y no para tirarlo todo por la borda.

Para aprender de nuestros errores, tenemos que preguntarnos en qué hemos fallado y ser sinceros con nosotros mismos.

Si es porque hemos estudiado poco, ya sabemos cuál será la solución; si es que no nos organizamos correctamente, tendremos que imponernos unos horarios más adecuados; si existen problemas personales, habrá que buscarles una solución o tratar de dejarlos de lado cuando nos pongamos a estudiar; si no sabemos tomar unos buenos apuntes, hacer esquemas o subrayar bien, solo hay que aprender.

Si estamos enamorados, desenamorados o cualquier cosa así que nos dificulte la concentración, usemos técnicas que nos ayuden a conectar; si el problema es que no tenemos un buen lugar donde instalarnos para que las horas de estudio nos rindan, vayamos a la biblioteca; si nos ponemos muy nerviosos, aprendamos a controlar el estrés; si el profesor ha sido injusto, reclamemos; y si es un poco todo junto, pues juntemos soluciones y cambiemos nuestras rutinas.

Curso nuevo, vida nueva

Lo bueno que tiene la facultad es que podemos hacer borrón y cuenta nueva cada vez que termina una evaluación. Tenemos profesores nuevos (todos o casi todos) y asignaturas distintas cada seis meses.

En el colegio o en el instituto, una vez que un profesor te colgaba una etiqueta (listo, estudioso, vago, faltón, respondón, brillante), ya no te la quitabas, para bien o para mal, hasta la congelación total del infierno. Pero la universidad elimina estas etiquetas y nos da un nuevo comienzo cada vez, ¿no es fantástico?

Ahora solo necesitamos aprender a adaptarnos y saber que, si cometemos un error, solo hay que reinventarse un poco y a correr. Un examen es solo eso. Y vamos a tener tantos que nos van a salir por las orejas, así que… ¡a ponerse las pilas y a preparar el siguiente! ¡Suerte!

 

7 trucos para evitar distraerse cuando nos ponemos a estudiar
27 May 2022

7 trucos para evitar distraerse cuando nos ponemos a estudiar

A ver, no queremos mentir a nadie, no distraerse nunca es imposible, pero lo que sí podemos conseguir es que sea la excepción y no la norma.

distraerse

Cuando estamos preparando los exámenes o haciendo un trabajo para clase, lo que más nos hace perder el tiempo es la distracción. Incluso cuando conseguimos estar muy concentrados y rindiendo, puede pasar algo que haga que «se nos vaya el santo al cielo» y eso da mucha rabia.

Os contamos cómo evitar distraerse (en la medida de lo posible) cuando nos sentamos a estudiar para poder conseguir nuestro eTítulo universitario más fácilmente y con menos esfuerzo.

Móviles

El enemigo número uno de la concentración es el teléfono móvil. Bien porque no para de sonar, bien porque es muy tentador estar todo el rato jugueteando con él, lo cierto es que es imposible no distraerse cuando tenemos un móvil cerca.

Obviamente, el primer truco para no distraerse es dejar el teléfono fuera de nuestro alcance. Lo más efectivo es quitarle el sonido o apagarlo y, si nuestra voluntad es débil, dárselo a alguien para que nos lo guarde mientras estudiamos y no nos deje consultarlo hasta que hagamos un descanso o hasta que terminemos.

Si tenemos algo más de voluntad, podemos instalar alguna de las muchas apps creadas, precisamente, para evitar la dispersión, como todas estas que nos cuentan en esta útil recopilación.

Redes sociales

Si hemos conseguido tener controlado lo del teléfono, llega el segundo escollo que salvar, que es el hecho de que en nuestro PC también hay redes sociales dispuestas a fastidiarnos la concentración.

Necesitamos toda la fuerza de voluntad y mucha autodisciplina para no tener las pestañas abiertas y las notificaciones saltando, pero, por suerte, también hay apps de las que nos hablan en el enlace anterior que nos van a ayudar porque son específicas para PC.

Música

La música para estudiar no es tan maravillosa como nos pueda parecer, sino más bien lo contrario. Salvo que nos pongamos música clásica suave o música para meditar, lo más normal es que acabemos cantando o poniéndonos nuestros temas favoritos en bucle.

Para no distraerse, lo mejor es estar en silencio e incluso usar tapones para lograr esa sensación de aislamiento tan útil para la concentración.

Cansancio

Estar cansados, dormir poco o mal o acumular estrés hace que sea más sencillo distraerse. Aunque tengamos encima la temporada de exámenes, hay que obligarse a dormir 8 horas diarias y a hacer descansos durante el estudio.

Si tenemos la cabeza saturada, será muy difícil que podamos concentrarnos, así que lo mejor es estudiar con tiempo para que las prisas no nos hagan cometer locuras que luego lamentaremos.

Falta de orden

Tanto en nuestro lugar de estudio como en los materiales de trabajo y en nuestra mente, el estudio debe ser algo organizado en todos los sentidos para que resulte eficaz y distraerse no sea algo frecuente.

El orden en nuestro entorno nos quitará de delante esos molestos mogollones que acaban por hacer que nos fijemos en ellos y perdamos el hilo. Además, para evitar distraernos, debemos saber dónde esta todo y no perder tiempo buscando aquellos apuntes (¿dónde narices estaban?) que necesitamos justo en este momento.

Hacer una buena planificación del estudio, de las fechas y el tiempo disponible, de los materiales y de las horas que vamos a emplear nos va a ayudar muchísimo a estar concentrados y uno de los trucos que podemos usar para establecer ese orden es la técnica Pomodoro.

Cambiar de lugar

Salvo que obligatoriamente tengamos que movernos, lo ideal para no distraernos es estudiar siempre en el mismo sitio. Que el cerebro asuma que ese es un lugar de estudio y nada más nos ayudará a no perder el hilo.

Si tenemos que estudiar en una biblioteca, facilitará la concentración el hecho de repetir una misma estructura, llevar siempre los mismos objetos o hacer siempre las cosas de igual manera para crear una especie de ritual que nos conecte con la disposición al estudio.

Ejercicio

Cuando ya nada funciona y no paramos de pensar en cosas que nada tienen que ver con nuestros estudios, la mejor manera de no distraerse es parar y ponernos a hacer ejercicio.

Si hacemos una media hora de ejercicio físico, nos volveremos a sentar en la silla con un cóctel cerebral perfecto para la concentración y el cuerpo listo para aguantar unas cuantas horas sentados.

Ya sabéis, querer es poder y el esfuerzo vale la pena, así que ¡mucho ánimo y a por esos exámenes!

 

 

¿Qué típicos errores cometemos al reciclar?
19 May 2022

¿Qué típicos errores cometemos al reciclar?

Lo de reciclar ya lo hace casi todo el mundo, pero no basta con separar la basura, hay que hacerlo bien y no solemos conseguirlo.

 reciclar

Reciclar es importante

Esta semana, como cada 17 de mayo desde 2005, ha sido el Día Mundial del Reciclaje y, para conmemorarlo y hacer algo útil, en eTítulo queremos repasar los errores más comunes que solemos cometer al reciclar.

A estas alturas de la película todos sabemos (aunque algunas personas se empeñen en inventar excusas) que reciclar es importantísimo por muchos motivos, entre ellos, que disminuimos la contaminación (la cual se estima que es la causa directa de una de cada seis muertes prematuras al año en el mundo), que ahorra agua, energía y recursos, reduce drásticamente la deforestación y la desaparición de especies, porque disminuye hasta el 80 % del espacio ocupado por residuos (hay que tener en cuenta que solo en la UE generamos al año unas 2.500 toneladas de basura), porque crea empleo, etc.

La cuestión es que, a pesar de nuestras buenas intenciones (el último informe de Ecoembes de 2020 asegura que en España 38,9 millones de personas reciclan), no lo hacemos del todo bien y hay una serie de errores que solemos cometer. Vamos a verlos:

Contenedor azul

A todos se nos ha quedado muy marcado eso de que el papel hay que ahorrarlo porque sale de los árboles, así que ponemos mucho empeño en reciclar todo lo posible, pero resulta que no todo se puede salvar tras su uso.

El papel o cartón que se ha manchado no se puede reciclar, por lo tanto, ni cartones de pizza llenos de tomate o grasa, ni servilletas usadas, ni nada por el estilo. Todo eso va a «restos» o a la basura normal.

El papel plastificado o encerado que nos dan en la carnicería no se puede reciclar. Este papel va siempre al contenedor de «restos»; en cambio, el de los vasos de café para llevar, una vez que vaciemos el líquido, sí se echa al contenedor azul.

Tampoco hay que tirar en este contenedor los tetrabriks de leche o zumo porque no son cartón; van al contenedor amarillo.

Las toallitas húmedas, aunque tengan celulosa, también van al contenedor de restos.

Y una cosa más: el papel hay que tirarlo sin bolsa (salvo que esta sea de papel, claro).

Contenedor amarillo

Los envases y plásticos deben estar limpios para que se puedan reciclar. Aquí va el papel de aluminio, los tetrabriks, los tapones de plástico, chapas, las latas, los envases, las bandejas de poliespán, las perchas de plástico, etc., pero no van los juguetes, el colador de pasta de plástico que se nos ha roto, ni un cedé rayado; tampoco los cepillos de dientes, ni las cápsulas de café.

Todo esto debe ir al contenedor gris o de restos salvo las cápsulas de café, que se deben llevar a los supermercados en los que tienen servicio de recogida.

Contenedor verde

En este contenedor solo metemos el vidrio, no el cristal, ni la loza. Por lo tanto, los vasos, copas y platos que se hayan roto irán al contenedor de restos y no a este. Tampoco irán aquí los tapones de las botellas o las tapas de los tarros.

Y no debemos tirar los envases de vidrio en una bolsa de plástico.

Contenedor marrón

Los lugares que tienen contenedor marrón son afortunados porque pueden separar también los restos orgánicos de los inorgánicos; por lo tanto, aquí van los restos de alimentos de origen animal y de plantas, provengan de la alimentación o de la jardinería. También va el corcho y las servilletas que no hayan sido usadas de papel blanco.

Por consiguiente, los clínex usados, los pañales, compresas y tampones no van aquí, pero tampoco los restos de una poda o las cajas de madera.

Restos

Llegados a este punto, ya sabemos que en este contenedor va todo aquello que no se puede reciclar en ninguno de los otros contenedores, así que solo hay que pensar que aquí va todo lo demás. Así de simple.

Punto limpio

En los lugares donde hay punto limpio podemos deshacernos de los muebles, colchones, tecnología, aparatos eléctricos, bombillas, pilas, baterías, productos químicos, aceites, pinturas, aerosoles, chatarra y cosas por el estilo.

Reciclar correctamente es sencillo y está al alcance de cualquiera; solo hay que esforzarse un poco y no buscar excusas.