Plagiar y sus consecuencias. ¿Te lo has pensado bien?
23 Feb 2022

Plagiar y sus consecuencias. ¿Te lo has pensado bien?

Algunas personas encuentran razones para plagiar y otras lo hacen sin buscarlas, pero, sea como sea, va a tener consecuencias.

plagiar

Cuando el tiempo se nos va

Sí, hacer trabajos académicos puede ser aburridísimo. Para algunos es la peor parte de estudiar, incluyendo las temporadas de exámenes, y por eso es común que lo vayamos aplazando hasta que ya se nos ha echado el tiempo encima.

El problema es que, a veces, hemos procrastinado tanto que, cuando por fin nos ponemos a trabajar, nos damos cuenta de que (salvo que nos hagamos con una Gema del Infinito) va a ser imposible entregar a tiempo y, si conseguimos entregar, no va a ser ni de lejos un trabajo decente.

La necesidad aprieta y hay que rellenar folios. Citar es muy aburrido: ¿y si cojo esta idea de Kant y le cambio los pronombres?, ¿y si digo lo mismo pero con la subordinada al principio?, ¿y si…?

Cuando tenemos más cara que espalda

Hay veces que no es por falta de tiempo, sino por falta de ganas y, sobre todo, de ética. Porque plagiar es más fácil. Puede que todavía quede un mes para la entrega, pero en realidad hacer trabajos es una pérdida de tiempo y cuanto antes me lo quite de encima, mejor o cualquier otra cosa que nos contemos.

Puede que pensemos que somos tan listos, guapos y buenas personas que deberían regalarnos el eTítulo a nosotros mientras los demás se matan a trabajar. Total, es su problema si no hacen lo mismo, Internet está al alcance de todo el mundo.

Quizá sea un riesgo que decidimos correr y si no nos pillan, pues no es nuestro problema, que hubiesen vigilado más.

También es posible que, simplemente, no hayamos pensado en ello. Un sencillo «delito de oportunidad» que lo llaman y listo. No somos tan maquiavélicos para estar pensando en si hacemos daño a otros o no; simplemente, buscamos lo más fácil.

¿Y dónde está la famosa empatía?

Quizá lo de no pensar sea lo más común. No es maldad, sino falta de perspectiva o de madurez. Cuando vamos a plagiar no estamos pensando en si hacemos daño o no a nuestros compañeros, no pensamos en que robamos a los autores a los que copiamos descaradamente.

No pensamos tampoco en que nos podemos llevar un reconocimiento que no merecemos y que a lo mejor nunca se entera nadie, pero que nosotros lo sabremos siempre y… ¿cuál es la valía de una persona que usa atajos y se atribuye el mérito de los demás? No pensamos en que podemos estar destruyendo nuestra autoestima.

Si pensáramos en todo eso, quizá nos lo replantearíamos porque, con lo mucho que se cita la empatía actualmente, qué poco la usamos cuando nos interesa.

Vamos a ver si así: ¿qué opináis de un deportista que se dopa para ganar y de lo que eso significa para sus contrincantes? ¿Qué pensáis de la gente que hace trampas en un juego? ¿Qué os parece que se enchufe a alguien en un puesto sin que tenga la preparación adecuada solo por ser hijo/hermano/pareja…?

Ya. En los demás no lo solemos ver como algo tan inocente. Es lo que llaman «doble rasero».

Malas noticias para los que decidan plagiar: hay consecuencias

La primera mala noticia es que nos van a pillar. Cualquiera de las plataformas universitarias a las que haya que subir el trabajo lo va a detectar automáticamente. En estos casos, las aulas virtuales ya están equipadas con software de detección del plagio y antes de que el docente abra el texto, ya va a estar al corriente de si hemos plagiado y en qué porcentaje.

Cuando mandamos el trabajo por correo, los docentes lo abren a través de un software muy potente que coteja nuestro escrito con, básicamente, todos los artículos y trabajos académicos que podemos encontrar en Google Académico, Dialnet, la Biblioteca Nacional y cualquier otra base de datos.

Y si lo entregamos en mano, más nos vale que nuestro profesor sea de los que leen por encima y no quiera ponerse exigente; porque si algo le suena un poco, solo tiene que hacer una pequeña búsqueda y nos habrá descubierto igual.

Si nos pillan por plagiar y nos abren un expediente, podremos enfrentarnos a una expulsión de hasta tres años tanto en universidades públicas como privadas.

Pero si los profesores hacen la vista gorda y solo nos suspenden, aun así ya habremos quedado ante ellos como unos tramposos. ¿De verdad merece la pena?

 

Los 5 secretos para hacer una buena exposición
20 Feb 2022

Los 5 secretos para hacer una buena exposición

Ya sea para presentar un proyecto empresarial o un trabajo académico, la calidad de la exposición va a contar mucho. Veamos las claves para que salga redonda.

exposición

Lo que entra por los ojos

Es evidente que la calidad del trabajo o proyecto que vayamos a presentar es lo primero que debemos cuidar, pero si pensamos que con eso vale, estamos muy equivocados: a la exposición hay que ponerle el mismo esfuerzo y dedicarle el tiempo suficiente para que quede en los tribunales la impresión que deseamos causar.

A lo largo de la carrera, hasta que tengamos el eTítulo y luego quizá también en nuestro trabajo, vamos a tener que hacer unas cuantas exposiciones. Cuanto antes les perdamos el miedo y dominemos la técnica, mucho mejor.

Es típico poner todo el esfuerzo en los contenidos y olvidarnos de la parte visual y eso es un gran error. Comunicar bien nuestra idea hará que el tribunal la valore mucho más, que ponga atención en ella y que la recuerde después.

Vamos a ver cómo preparar una buena exposición paso a paso:

1. Guion preliminar

La primera parte que tenemos que trabajar para hacer una exposición ante un tribunal o una clase consiste en hacer un pequeño guion de lo que queremos decir. Qué partes son esenciales, dónde vamos a resumir, en qué orden queremos contarlo, etc.

Solo es un pequeño esquema que nos va a ayudar a organizar nuestra mente y también a crear los recursos audiovisuales que servirán de soporte durante la presentación.

2. Recursos visuales

Basándonos en el guion, llega el momento de hacer una presentación visual. Puede ser con el programa Prezzi o con otros del estilo que nos permitan hacer presentaciones animadas, pero lo más normal, práctico y aceptado es el PowerPoint.

Diseñar una presentación con PowerPoint es, como todo el mundo sabe, extremadamente sencillo, pero debemos seguir una serie de normas para que no nos pongamos palos en las ruedas.

Como esas «normas» se detallan pormenorizadamente en el enlace anterior, no vamos a volver a explicarlas, pero básicamente, es importante que recordemos que un apoyo visual no debe contener apenas texto y que tampoco es bueno que sean demasiado recargadas para que no generen estrés visual en el espectador.

3. Tarjetas

Una vez que tenemos el guion y la presentación, toca preparar la exposición. Para eso, lo más cómodo es hacer una serie de tarjetas o fichas donde anotemos qué decir en cada diapositiva. Hay que ir asociando imagen con explicación y tener en cuenta el tiempo total que nos han dado para hacer la exposición. Así sabremos, más o menos, cuánto nos podemos detener en cada diapositiva y adaptar el contenido de cada tarjeta.

4. Ensayar es más que repetir

Hacer una buena exposición no significa recitar las cosas como un papagayo. El tener una buena memoria nos va a facilitar aprendernos rápidamente las tarjetas e incluso el no tener que recurrir a ellas durante la exposición, pero no se puede hablar a un tribunal recitando algo de memoria como si fuese un padrenuestro precipitado. Hay que hacer pausas, respirar y dar sentido a lo que decimos con la entonación apropiada y, por eso, lo que más nos va a ayudar es ir repitiendo cada tarjeta en voz alta según avanzamos la presentación y grabarnos en vídeo al mismo tiempo.

Así podremos vernos y escucharnos, corregir la forma de hablar o los gestos e incluso mostrárselo a otros para que nos hagan sugerencias.

El tiempo necesario para ensayar no es el tiempo necesario para aprenderse de memoria una pocas fichas, sino para que hagamos una buena exposición. De hecho, es más importante comunicar bien lo que queremos decir que tener que mirar de vez en cuando las tarjetas.

5. Vocalizar, mirar, moverse, vestirse…

En una exposición hay nervios y miedo a pasarse del tiempo, pero eso no es excusa para no esforzarse en pronunciar bien. Hay que mirar al frente, sacar la voz y pronunciar cada palabra. Por eso, haber ensayado adecuadamente es tan importante.

Tampoco podemos tener la mirada puesta todo el tiempo en nuestras tarjetas o en el PowerPoint porque tenemos un público que se sentirá desatendido. Debemos pasar la mirada por toda la sala de forma pausada y no estar excesivamente serios.

También es bueno que nos movamos o que adoptemos una expresión corporal relajada y abierta e incluso que interactuemos con nuestro público haciendo preguntas sencillas.

Nuestro atuendo debe ser el adecuado para la situación; sin pasarnos de elegantes, pero que tampoco parezca que nos da igual todo. Es bueno que la ropa que llevemos nos haga sentir bien y sea cómoda. Una ropa que nos represente, porque si sentimos que estamos disfrazados, se notará que no estamos a gusto.

Los colores deben ser discretos y mejor huir de los estampados. Hay que pensar en no generar un cansancio visual entre nuestra ropa y los recursos audiovisuales.

Como resumen, lo que debe quedar claro es que para hacer una buena exposición lo más importante es dedicar tiempo a los ensayos y no dejar nada al azar. Es nuestra exposición y debemos haberlo previsto todo para tener el control de lo que ocurra y causar la mejor impresión.

Miedo a graduarse: cómo detectarlo y superarlo fácilmente
10 Feb 2022

Miedo a graduarse: cómo detectarlo y superarlo fácilmente

Empezamos el grado con la mente puesta en la meta: terminarlo y encontrar buen un empleo, pero cuando el momento se acerca aparece el miedo a graduarse.

miedo a graduarse

Una relación seria

El primer año de carrera todo es raro, hay que acostumbrase a la nueva forma de estudiar, a las clases más masificadas, a la idiosincrasia universitaria y algunas personas incluso tienen que adaptarse a un cambio de residencia y a una nueva ciudad.

Empezar es emocionante y aterrador y otras muchas cosas buenas y malas, pero tenemos en la cabeza eso de «cuando acabe haré…». Hay muchas emociones en esa nueva etapa y en esa sensación de que estás creando tu futuro, pero esas metas iniciales se van diluyendo según pasan los años. No es que se pierdan, es que se sepultan bajo exámenes, trabajos, clases…

Hacer un grado universitario nos va a llevar un mínimo de cuatro años de nuestra vida y, en ese tiempo, adquiriremos nuevas costumbres, conoceremos gente distinta, viviremos muchas experiencias por primera vez, así que cuando se acerque el final, y por muchas ganas que tengamos de graduarnos y conseguir nuestro eTítulo universitario, sabremos que será el fin de una etapa muy importante y que nos toca adentrarnos en lo desconocido.

Finales complicados

Podemos, los que puedan, hacer otra carrera, un máster, un doctorado y seguir alargando la época de estudiantes como un chicle, pero muchos ni quieren ni pueden permitirse hacer algo así. Y va a llegar un momento en el que habrá que buscarse la vida.

Hagamos lo que hagamos al terminar el grado, cuando llega el último curso la sensación generalizada es esa ilusión por terminar y, a la vez, un miedo a graduarse que puede hasta generarnos ansiedad.

Los finales siempre dan cierta angustia por mucho que los deseemos. Es normal sentirse con cierta zozobra al acabar una etapa de nuestras vidas, y más si es una etapa tan importante como es la de estudiantes. Si nos paramos a pensar, nunca hemos conocido otra cosa: nunca hemos estado sin estudiar desde que empezamos en primaria. Ante algo tan raro como no tener que hacerlo nunca más es lógico que sintamos ese miedo a graduarse tan común.

¿Qué podemos hacer?

Aceptar las emociones

Cuando empieza a aparecer el miedo a graduarse, hay que aceptarlo y entenderlo. Es normal y así lo debemos ver. Si solo es un pequeño temor que entra dentro de los parámetros normales, no debemos preocuparnos. Ante un cambio tan importante en nuestras vidas, lo lógico es sentir algo, no permanecer indiferentes.

Hablar con compañeros

Si aparece el miedo a graduarse nos hará bien hablarlo con alguien que esté en nuestra misma situación o con nuestros seres queridos, pero siempre que esas personas no vayan a restarle importancia o a ridiculizar nuestros sentimientos.

Hablar de ello con personas empáticas nos va a ayudar. También con gente que haya pasado por lo mismo o que disfrute de su trabajo para que pueda contarnos cómo es su día a día y perderle el miedo a entrar en el mercado laboral.

Relativizar

Cuando el miedo a graduarse nos esté haciendo darle muchas vueltas a la cabeza, hay que pararse y relativizar. Lo que nos está pasando le pasa a casi todo el mundo y es una etapa más de la vida de toda persona. Unos antes y otros después abandonan los estudios y no pasa nada.

Hay gente que abandona para no volver jamás a pisar un aula y otra que sigue formándose toda su vida. Gente que vuelve a estudiar tras muchos años y gente que no quiere saber nada de volver a coger un libro. Solo es un final de ciclo, pero no un final de vida.

¿Cuándo el miedo a graduarse debe preocuparnos?

Cuando nos esté generando un nivel alto o muy alto de ansiedad o cuando veamos que nos estamos boicoteando.

Si la ansiedad por lo que vendrá o por lo que dejaremos va en aumento, hay que consultar con un profesional de la psicología y seguir sus instrucciones.

El miedo a graduarse mal enfocado también puede hacer que, queriendo o sin querer, empecemos a procrastinar más de la cuenta, a dejarnos asignaturas para otros años, a no terminar trabajos importantes y cosas por el estilo.

El último año de carrera no es el año más indicado para dejar cosas colgando, sobre todo porque al siguiente estaremos en un extraño limbo en el tendremos un pie en cada sitio: ni podremos dedicarnos por completo al mundo laboral (nos faltará el título) ni vamos a disfrutar de la vida universitaria, ya que iremos a pocas clases y estaremos rodeados de extraños.

Si nos estamos haciendo la zancadilla a propósito para no afrontar el miedo a graduarse, hay que parar, tomar aire y asumir que ha llegado el momento. Seguro que una vez que quede atrás la etapa universitaria, veremos que nos hemos asustado por nada.

 

 

La maquetación de un trabajo académico
2 Feb 2022

La maquetación de un trabajo académico

Estudiar en la universidad implica la entrega de múltiples trabajos académicos y, salvo que nos digan otra cosa, hay una normas de maquetación.

maquetación

Ir a la universidad es hacer trabajos

Aunque hay profesores más flexibles con las normas que otros, lo importante es que nosotros sepamos de antemano cuál es la maquetación correcta de un trabajo académico (salvo que nos hagan una especificación diferente) para que no perdamos el tiempo consultándolo cada vez desde que empezamos la carrera hasta que nos sacamos el eTítulo.

Cuando nos ponemos a hacer la maquetación del trabajo para entregarlo, siempre aparecen las clásicas dudas: ¿qué interlineado pongo?, ¿qué margen?, ¿qué tipo de letra escojo? No hay problema: te lo explicamos.

Hacer una correcta maquetación de un trabajo académico es relativamente sencillo y prácticamente igual para todos los trabajos. Hay profesores que piden unos márgenes determinados, o un tipo de letra concreto, pero, por lo general, solo hay que seguir esta estructura:

La portada es el anuncio publicitario

No solo es una cuestión estética, que también, sino que la función principal de la portada es que se identifique el tema del trabajo y a su autor, así que hay que incluir el título, nuestro nombre y apellidos, asignatura, curso, grupo, etc.

También es una oportunidad para que nuestro trabajo destaque, así que aquí en la portada es donde podemos ser más creativos y hacer algo a todo color o con imágenes impactantes. De esta forma, seguro que no se van a olvidar de nuestro trabajo ni les va a pasar inadvertido, por lo que si lo vamos a destacar, también es aconsejable que lo hayamos trabajado en serio. Si hemos hecho un trabajo flojo que solo queremos aprobar sin más, mejor cumplir con los estándares y no destacar en nada.

La numeración no es un adorno

Es importante que las páginas estén numeradas y que esta numeración concuerde con el índice. Los profesores tienen muchos trabajos que corregir y, a veces, no leen todo en profundidad, sino que se van guiando por los contenidos que apuntamos en el índice. Podemos numerar las páginas en el margen superior o inferior del lado derecho y colocar el número a 2,5 cm del borde.

Fundamental es respetar los rangos de titulación: cada uno deberá tener su estilo propio: título, título 1, título 2, subtítulo… para no despistar al lector, ver en todo momento en qué apartado estamos, qué subapartados le corresponden y poder así elaborar finalmente nuestro índice (mejor si es interactivo) con todas las categorías del trabajo.

Los márgenes

Necesitamos que el trabajo sea legible y que no resulte agobiante y, para eso, el texto debe tener “aire” alrededor. En los márgenes superior e inferior debe haber un espacio de 2,54 cm y en los laterales unos 3,5 cm. Si no respetamos estos márgenes (por defecto en Word), el texto resultará agobiante a la vista y no invitará a su lectura. Si los ponemos aún más grandes, parecerá que estamos intentando hacer menos de lo que nos han pedido.

La maquetación correcta es esa: 2,54 cm arriba y abajo y 3,5 en los márgenes laterales.

El interlineado adecuado

El texto debe estar a doble espacio entre líneas y triple cuando haya títulos o imágenes. Pero es común también que nos pidan el interlineado de 1,5. Si no especifican nada, usaremos el de doble espacio y así ganamos extensión.

Cada página no debe tener más de 30 líneas incluyendo las notas a pie de página, y mucho ojo con que nos queden líneas sueltas al principio o al final de la página (lo que los tipógrafos llamaban líneas viudas y huérfanas). Habrá que cuadrar el texto para que no pase.

Tipografía

Salvo que nos indiquen algo concreto, debemos usar uno de los tipos clásicos de letra (nada de ponerse gótico ni demasiado artístico ni, mucho menos, recurrir a la Comic Sans). Lo habitual es la Times New Roman, la Courier, la Calibri, Avenir, etc. Y aunque queramos que el trabajo parezca más largo de lo que realmente es, no debemos sobrepasar el tamaño 12.

En realidad, el tipo de letra más solicitado para los trabajos académicos es la Times New Roman, así que si ponemos siempre esa, nunca nos equivocaremos.

También debemos tener en cuenta que, cuando citamos, lo correcto es usar comillas latinas (es decir, estas: «») y que si la cita tiene más de 40 caracteres, entonces no hay que usarlas, pero deberá ir en un párrafo aparte y con un tamaño 10 de letra.

Siempre hay que tener muy en cuenta que, a la hora de citar, debemos usar las normas APA si no queremos que nos llamen la atención, nos bajen la nota o incluso que nos acusen de plagio.

Como veis, la maquetación de un trabajo académico es muy sencilla y solo hay que aprenderse estas simples normas. Es cierto que en determinadas asignaturas nos exigen menos, pero si ya conocemos un modelo que funciona, ¿para qué comerse la cabeza?

Método LOCI: una técnica para memorizar a lo grande
26 Ene 2022

Método LOCI: una técnica para memorizar a lo grande

El método LOCI es muy útil cuando tenemos que aprender grandes cantidades de temario, por ejemplo, a la hora de preparar oposiciones.

Método LOCI

¿Qué es el método LOCI?

Parece que las primeras referencias al método LOCI o palacio de la memoria se atribuyen a San Agustín, aunque otros dicen que lo usaban los romanos para dar discursos en el senado sin necesidad de leer. Sea como fuere, el método LOCI es muy antiguo y muy útil, pero no tan conocido como otras técnicas de estudio; lo que quizá se deba a que requiere de cierta preparación.

Si estudiamos con antelación (como debe ser si queremos sacar nuestro eTítulo sin sobresaltos), entonces el palacio de la memoria será un gran aliado para aprendernos de memoria temarios extensos.

Esta técnica consiste en parcelar lo que queramos aprender y asociarlo a un lugar mental, lo que nos va a facilitar recuperar más tarde lo que necesitemos recordar.

Construir un palacio

El momento ideal para crear el palacio de la memoria es cuando estemos solos, relajados y tengamos un rato sin distracciones. Antes de dormir, por ejemplo.

No hay que ponerse sibaritas con lo del palacio porque ¿quién necesita algo tan excesivo en pleno siglo XXI? Lo ideal es que creemos un espacio mental algo más asequible y con menos cristalería que acumule polvo. Si queremos ordenarnos bien la cabeza, lo mejor es algo más del tipo sueco o incluso usar una construcción que nos sea familiar como la de nuestra propia casa.

Si nos queremos poner creativos y hacer una nave espacial o una vivienda bajo el océano, también está bien, lo importante es que dediquemos un buen rato a crear ese lugar con nuestra imaginación (de ahí lo de que el método LOCI no vale cuando tenemos prisa).

Hay que imaginar cada una de las estancias que tendrá nuestro palacio de la memoria y decorarlas a nuestro gusto. Saber qué muebles ocupan cada una de las habitaciones, de qué colores son las paredes y los tapizados, qué iluminación hay, la temperatura… Poner en cada estancia nuestro toque personal y crear algo propio.

Dicho así, parece dificilísimo y algo imposible de recordar, pero sorprendentemente no es así. Cuando creemos nuestro palacio mental lo recordaremos para siempre. Y será un lugar en el que relajarnos, meditar y pensar con calma cuando lo necesitemos.

El método LOCI

Una vez que tenemos un palacio mental creado, el método LOCI nos permite usarlo para memorizar y es cuando se transforma en «el palacio de la memoria».

Los espacios que hemos creado nos van a servir para «guardar» la información que queramos recordar y el orden en el que recorremos las estancias también nos dará el orden en el que recogeremos la información.

Por eso, el primer paso tras crear el palacio es visualizar todo el recorrido que haremos por él (lo típico: abro la puerta, hay un recibidor, pasillo, habitación de la derecha, salón a la izquierda…).

Es importante que conozcamos nuestro lugar imaginado a la perfección, incluso asociando olores distintos a cada estancia o sonidos característicos para que nuestra memoria se agudice, por ejemplo: a la izquierda hay un jardín interior que huele a flores y a musgo y si entras por la puerta de cristal, hay un baño con la cisterna rota donde se escucha permanentemente el goteo del agua.

Lo siguiente que tenemos que hacer es transformar lo que estamos estudiando en imágenes y guardar cada imagen en un lugar en el orden en el que necesitemos recordarlas. Al principio es bueno que escribamos o dibujemos dónde está cada cosa, pero después podremos verlo todo con solo pensar en ello.

La práctica nos convierte en maestros

Si nos tomamos en serio este sistema y lo trabajamos, el método LOCI nos va a abrir un mundo de posibilidades a la hora de estudiar. Con el tiempo, incluso podremos tener salas llenas de archivadores, ampliar el palacio hasta crear un planeta de información y ser capaces de recordar cualquier cosa que hayamos metido ahí en cualquier momento y no solo frente a un examen.

Pero como decimos, el método LOCI no es sencillo; hay que esforzarse y ser siempre escrupulosamente organizados con lo que guardamos en nuestro palacio.

Además, es bueno que nos dejemos pistas de una habitación a la siguiente para que sepamos qué debemos encontrar ahí, por ejemplo:

En la cocina, donde siempre huele a galletas, está comiéndose una sopa con tropezones de pan Jane Austen, cuando me acerco a ella, me da una llave que abre la despensa de sus cosas favoritas. Al abrir la puerta veo tres estantes llenos de figuritas y objetos diversos. En el primero de ellos hay un cartel pone «obra», en el segundo, «vida personal» y el tercero pone «época y sociedad».

En el estante en el que está su obra hay seis novelas que puedo coger y abrir. En cada una está anotado el título y el año en el que se publicó, así como alguna curiosidad interesante. También algún garabato hecho por mí para recordarme algo.

En ese estante, en vez de las novelas, puede haber un cartel que ponga: SSOPMPE+NAP 11-13-14-15+18-18

Cuando hemos hecho este recorrido varias veces, hemos abierto todos los libros o leído el cartel y hasta le hemos preguntado a Austen por qué le echa tanto pan a la sopa, al llegar al examen volveremos ahí y en pocos segundos podremos decir: Sentido y Sensibilidad (1811), Orgullo y Prejuicio (1813), Mansfield Park (1814), Emma (1815), Northanger Abbey (1818) y Persuasión (1818) y que estas dos últimas obras son póstumas.

Quizá parezca lioso, pero tener una mente organizada y saber cómo recuperar fácilmente los recuerdos es una herramienta maravillosa para cualquier estudiante.

Os animamos a probar.