Empezar a trabajar tiene sus trucos. Te contamos algunos
19 Ene 2022

Empezar a trabajar tiene sus trucos. Te contamos algunos

Empezar a trabajar puede parecernos complicadísimo si no lo hemos hecho antes, pero casi todo el mundo lo consigue. Te contamos cómo conseguirlo.

trabajar

¿Qué queremos y qué nos gusta?

Si se nos da fatal tomar decisiones y hacer que la gente nos siga, no deberíamos buscar un puesto de líder de equipo. Si somos muy tímidos y odiamos hablar con gente desconocida, mejor que no busquemos trabajar de cara al público. Obvio, ¿verdad? Pues no lo es tanto porque muchas veces no nos paramos a pensar en nuestras desventajas y habilidades antes de ponernos a echar currículos. Vamos, que lo que más nos ayuda en esta fase es hacer un análisis DAFO.

Para que trabajar no sea más odioso de lo que ya es el tener que hacer algo por obligación cada día, mejor que antes nos sentemos un momento y pensemos: ¿qué se me da bien?, ¿qué me gusta hacer?, ¿dónde destaco?, ¿qué es lo que se me da peor?, ¿qué cosas no me gusta hacer?, ¿cuáles son mis objetivos a corto, medio y largo plazo? Conocernos un poco mejor nos ayudará a enfocarnos hacia uno u otro sector y encararemos el trabajo con mayor confianza en nuestra valía.

Organizarse bien ya es empezar a trabajar

No se trata de echar currículos a lo loco y ya está y menos si lo que buscamos es trabajar en un sector que nos interese o para el que nos hayamos formado. Debemos llevar un control de lo que hacemos y anotar los lugares a los que hayamos ido mandando el currículo y la fecha exacta, por si más adelante queremos mandar un recordatorio.

También es importante que tengamos controlados los canales que hemos usado para hacerlo (teléfono, correos electrónicos, páginas web de empleo, empresas de trabajo temporal, etc.), así como los nombres de las personas con las que hayamos contactado.

No hay que cortarse a la hora de tratar de acceder a la plaza por distintos medios: podemos mandar la solicitud por correo electrónico, pero también entregar el currículo en mano o llamar por teléfono. No se trata de ser pesado, pero sí de demostrar interés. Querer trabajar no es algo de lo que avergonzarse.

Currículos y algo más

Es importante crear un currículum que hable bien de nosotros, que sea el apropiado para el puesto al que aspiramos y que sea honesto. Y no debemos temer usar toda nuestra creatividad porque un currículum diferente nos dará más visibilidad (aunque tampoco hay que pasarse).

El perfil de LinkedIn no debe solo estar ahí por estar. Es necesario darle vida y meternos en grupos de personas que tengan nuestra misma titulación o que aspiren a trabajar en el mismo sector. Así haremos networking, lo que es mucho más útil de lo que parece.

También debemos mantener «presentables» el resto de redes sociales: dicen mucho de nosotros y las empresas las consultan cada vez más.

Hablar con nuestros amigos y hacer pública nuestra intención de trabajar también ayuda: nunca se sabe quién conoce a alguien que pueda estar buscando a un trabajador con nuestro perfil.

Obtener el eTítulo ayuda muchísimo. Está claro que cuanta más facilidad tengamos para hacer llegar nuestra titulación a las empresas, más sencillo será que nos tengan en cuenta en el proceso de selección. Un título universitario electrónico que podamos mandar por e-mail a cualquier parte del mundo siempre va a ampliar nuestras posibilidades mucho más que si tenemos que estar mandando fotocopias compulsadas a las empresas que nos interesen.

No nos estresemos…

No es lógico pensar que por el simple hecho de haber echado unos cuantos currículos nos vayan a llamar al día siguiente. A veces hay suerte y otras no, por lo que no debemos desesperar. Conviene entender que la búsqueda puede llevarnos algo de tiempo. Conseguir un trabajo, sobre todo uno que merezca la pena, no es (normalmente) cosa de un rato. Hay que perseverar, mantener una actitud optimista y cargarnos de paciencia. Al final tendremos nuestra oportunidad de trabajar y seguro que echaremos de menos los tiempos en los que no lo hacíamos y podíamos compatibilizar las clases y el ocio.

Cuando llegue la entrevista

Cuando por fin nos llamen, es importante que no echemos todo el esfuerzo a perder por no ser capaces de enfrentarnos a la entrevista, cosa que puede pasar si damos una mala impresión.

Hay que mentalizarse: una entrevista para trabajar en una empresa no es más que una simple conversación sobre el puesto, sus demandas, las nuestras, su oferta y nuestras habilidades; no es para tanto.

Es bueno ser directos, sinceros y no enrollarnos con anécdotas, pero tampoco ser secos o demasiado fríos. Tienen que querer trabajar con nosotros. Se trata de mantener una actitud cordial y educada.

También debemos controlar los movimientos nerviosos (como menear la pierna sin parar o mordernos las uñas), mirar a los ojos del entrevistador (pero no como si tratásemos de hipnotizarle), mantener una posición correcta pero no rígida, respirar con normalidad y relajarnos.

Ante todo, tenemos que recordar nuestra valía y confiar en nosotros mismos, porque esa seguridad se trasmite.

 

 

 

Cómo evitar para siempre los nervios en los exámenes
12 Ene 2022

Cómo evitar para siempre los nervios en los exámenes

Salvo que seamos monjes tibetanos de nivel ultrazen experto plus o unos psicópatas totales, lo normal es que los exámenes nos pongan de los nervios.

nervios

Aclaraciones previas

Hay personas que superan esos nervios con facilidad y, tras unos cuantos exámenes, acaban pasándolos como quien hace una tostada, pero lo normal es que, por mucha experiencia que tengamos, se nos encoja el estómago de los nervios cada vez que llega el momento de sentarnos ante el examen. Desde que empezamos la carrera hasta que conseguimos el eTítulo universitario, vamos a pasar por este trance unas cuantas (muchas) veces, así que mejor si aprendemos a controlarnos.

También es cierto que a unos les atacan los nervios más que otros, pero eso es porque ponen el foco en la importancia o dificultad de la asignatura, cuando el verdadero truco para controlar los nervios es ponerlo sobre nosotros mismos y nuestra actitud.

Un apunte importante que debemos tener en cuenta es que dejar los nervios a cero no es tampoco lo mejor. Un pequeño nivel de estrés en el examen nos ayudará a rendir más, a estar más concentrados y durante más tiempo. Pero, claro, si los nervios se disparan, podemos quedarnos en blanco o fallar estrepitosamente las respuestas.

Como decíamos, si aprendemos a controlar los nervios y ponemos el foco en nosotros, todo irá sobre ruedas. Os contamos cómo conseguirlo:

Prepararlo bien

Seamos realistas: nada va mejor para calmar los nervios que saberse el temario mejor que nuestro DNI, así que, cuanto más tiempo invirtamos en preparar el examen, mejor en todos los sentidos.

Es probable que pensar en estar dos o tres semanas estudiando para un examen parezca lo más aburrido de la vida, pero con determinadas técnicas que hacen de estudiar algo divertido y echando un rato cada día (y no las tropecientas horas que invertimos los dos días antes del examen) puede que no resulte tan horrible como parece a priori.

Una buena preparación hará que lleguemos al examen sintiéndonos invencibles, lo que es bastante incompatible con ponerse de los nervios.

Usar técnicas de estudio que emulen la realidad

¿Para qué sirven los simulacros? Pues para eso. Cuanto más se parezca a la realidad nuestra forma de estudiar para el examen, mucho mejor.

¿Que cómo se hace eso? Muy fácil, preparando nuestros propios test, proponiendo a un compañero que nos haga exámenes con lo que crea que va a caer (y al que podemos corresponder con la misma ayuda), buscando exámenes de esa asignatura en internet, preguntando a los alumnos de años anteriores para que nos digan cómo eran…

Cuanto más consigamos acercarnos a la realidad (lo que se consigue haciendo varias versiones hasta que no nos quede nada por contestar), menos nervios tendremos cuando veamos el examen, porque lo vamos a reconocer todo y sabremos responder.

Y esta es la clave de los simulacros: no es que sepamos la respuesta por haber estudiado el temario, es que conocemos la respuesta porque, además de haber estudiado el temario, ya la hemos contestado varias veces y sabemos todo lo que debemos poner. Nos evitamos quedarnos pensando en si nos hemos dejado algo, si lo hemos respondido bien, si se refería a otra cosa…, en resumen: nos ahorramos nervios.

Buscar ayudantes

Hay una parte del estudio que es de trabajo individual, pero otras se pueden hacer en grupo o en pareja y resulta mucho más divertido y muy práctico para aprender, pero lo mejor es que nos va a ayudar a quitarnos muchos nervios e inseguridades de encima.

Eso sí, hay que elegir a compañeros que estén comprometidos y se esfuercen porque, si no, solo nos van a distraer.

Mover el cuerpo

Hay que hacer ejercicio en cuanto descansemos de estudiar para que mente y cuerpo estén en buena sintonía, pero es que, además, si hemos estudiado con tiempo no vamos a necesitar repasar justo antes del examen (cosa que, por cierto, estresa bastante y es mejor evitarla).

Por lo tanto, lo mejor que podemos hacer justo antes de entrar al examen es una rutina de entrenamiento potente que nos deje como la seda. El ejercicio calmará nuestros nervios y mejorará el riego sanguíneo y la concentración. Si terminamos con algo de meditación, ya seremos los jefes.

El poder de la mente

El cerebro también necesita que lo pongamos en su sitio de vez en cuando porque puede jugarnos malas pasadas introduciendo en nuestra recién adquirida tranquilidad zen un montón de pensamientos horribles del tipo «fijo que suspendo», «esto se me da fatal», «no valgo para esto» y el clásico «seguro que se me olvida todo en cuanto me siente delante del examen».

Hay que pasar de estos pensamientos y combatir esa maldita voz con imágenes (que es el verdadero lenguaje del cerebro) de nosotros mismos sintiéndonos en paz ante el examen, respondiendo a todas las preguntas con facilidad, aprobándolo…

No estamos diciendo que visualizar algo vaya a hacer que pase, porque si no hemos estudiado, ya podemos visualizarnos muchísimo ganando el premio a la excelencia que no va a pasar. Lo que sí vamos a conseguir es calmar los nervios y predisponernos mentalmente a dar lo mejor de nosotros.

Respirar bien hace bien

Cuando nos atacan los nervios respiramos de formas raras. O bien hiperventilamos, o lo hacemos hinchando el pecho demasiado, o practicamos respiraciones demasiado cortas, o bien inhalamos antes de vaciar los pulmones, etc.

Cuando tengamos el examen delante, hay que acordarse de que respirar adecuadamente para oxigenar el cerebro y calmar los nervios debe hacerse inhalando aire por la nariz y soltándolo por la boca. Que hay que hinchar la tripa y no el pecho y que debemos asegurarnos de expulsar casi todo antes de volver a inspirar.

Una respiración tranquila y consciente nos va a ayudar a hacer un examen sin nervios que nos paralicen.

La perfección cuesta

Hay personas con más tendencia a ponerse de los nervios en un examen y personas que lo llevan mejor. De cualquier manera, todo es entrenable y podemos mejorar.

Lo ideal es ir probando qué técnicas nos funcionan mejor y tomar nota de ellas para la próxima vez, de tal forma que poco a poco acabemos creando nuestro propio ritual contra los nervios y seamos invencibles.

¡Mucho ánimo y paz mental!

 

 

Mejora rápidamente tu memoria en 5 pasos
9 Ene 2022

Mejora rápidamente tu memoria en 5 pasos

La memoria se puede entrenar y, cuanto más lo hagamos, más fácil nos resultará retener cualquier información y prevenir problemas futuros.

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Entrenar funciona

La neuroplasticidad del cerebro nos da la posibilidad de mejorar nuestras habilidades.

A veces, parece que venimos hechos de fábrica con unos dones y unos defectos y que estos son inamovibles y conforman nuestra personalidad, pero no es cierto para nada. Podemos cambiar y mejorar nuestras destrezas.

De hecho, el cociente intelectual no es tan determinante como se pensaba, ya que puede sufrir modificaciones si mantenemos nuestro cerebro entrenado y activo. Por lo tanto, si llevamos un buen entrenamiento cerebral de forma regular vamos a ver incrementadas habilidades tan importantes para conseguir nuestro eTítulo universitario como la concentración, la memoria o la orientación espacial.

Os contamos cómo entrenar el cerebro para mejorar nuestra memoria en 5 pasos:

1. Hay que cuidarse

Dormir bien es importante para cualquier cosa, pero también para nuestra memoria, porque durante el sueño el cerebro se dedica a «procesar» y a «archivar» lo que hemos estudiado, de manera que se retiene mejor la información si tras estudiar dormimos las horas necesarias (mínimo 7).

Comer de forma adecuada y hacer ejercicio, lo mismo. Un cerebro sano y que rinda adecuadamente formará parte de un cuerpo también sano, ya que son la misma cosa, por eso es importante que entendamos que la salud es un todo y que en ese todo mente y cuerpo están relacionados.

2. Constancia y disciplina

Para ejercitar y mejorar nuestra memoria, debemos dedicar unos minutos cada día. Hay que ser constantes para notar los resultados (que realmente se percibirán enseguida) y tenerlo como una rutina diaria. Con unos pocos minutos bastará para entrenar nuestra memoria, no hace falta que echemos mil horas al proceso porque, por suerte, el cerebro es más rápido que los abdominales y mantenerlo con una estupenda tableta de chocolate neuronal no nos va a costar prácticamente nada.

Podremos encontrar páginas en Internet que nos ayuden, libros y videojuegos, pero básicamente se trata de realizar diferentes rutinas de memorización e ir viendo cómo día a día somos capaces de retener más palabras o números.

3. Leer va bien para todo y también para la memoria

¡Qué suerte! ¡Miremos el estudio que miremos siempre nos recomiendan la lectura! Cuando leemos, ponemos a funcionar muchas áreas de nuestro cerebro que no usamos de otras maneras. Esto ayuda a que nuestro cerebro se mantenga en forma e incluso que ampliemos su potencial. Pero no solo vale con leer, hay que esforzarse por hacer una lectura consciente en la que, tras un número concreto de líneas, nos paremos y nos preguntemos: «¿qué he leído?». Poner en nuestras propias palabras ese resumen hará que lo memoricemos mucho mejor y será un buen entrenamiento para cuando lleguen los exámenes.

4. Aprender un idioma

Aprender una nueva lengua es un triatlón para las neuronas. Si de verdad queremos hacer trabajar a nuestro cerebro para ejercitar la memoria, esta será una de las formas más eficaces de hacerlo.

Además, estudiar una lengua nueva siempre va a resultar más entretenido como entrenamiento que memorizar listas de palabras en nuestra propia lengua; por lo tanto, solo hay que buscar el idioma que nos interese y empezar como un reto.

5. Convierte las tareas cotidianas en tu campo de entrenamiento

El límite lo pone nuestra creatividad. ¿Cuántos números de teléfono nos sabemos de memoria? ¿Nos sabemos los nombres de todas las calles de nuestra zona? ¿Nos perdemos sin el navegador del móvil?

Aprendernos un número de teléfono cada día es un gran entrenamiento y algo más útil de lo que pensamos en caso de que nuestro aparato se rompa y necesitemos contactar con alguien desde otro terminal.

Cuando paseamos por la calle es bueno mantener la atención en el presente en vez de caminar como zombis pensando en nuestras cosas. Fijarnos en los nombres de las calles y los comercios que cruzamos para crearnos un mapa mental de nuestras zonas habituales es un gran ejercicio, así como hacer lo mismo cuando viajemos y no estemos dentro de nuestras zonas habituales. Los cambios obligan a nuestro cerebro a adaptarse y estar alerta, lo que es un gran entrenamiento para la memoria.

Bonus

Aprender una canción o una poesía a la semana, buscar un nuevo hobby, aprender a usar un dispositivo nuevo, estudiar solfeo, memorizar un baile, hacer crucigramas…

Entrenar nuestra memoria es más fácil y divertido de lo que parece y, además, nos va a reportar múltiples beneficios presentes y futuros. ¿Por qué no empezar hoy mismo?

 

 

 

Mentoring: qué es, para qué sirve y en qué te beneficia
27 Dic 2021

Mentoring: qué es, para qué sirve y en qué te beneficia

Los programas de mentoring son cada vez más populares en las universidades debido a su utilidad y buenos resultados. ¿Te animas?

Mentoring

¿En qué consiste el mentoring universitario?

Se trata de una forma de apoyar a estudiantes de nuevo ingreso o que experimenten alguna dificultad por parte de otros estudiantes con más experiencia. El mentoring puede hacerse tanto con contacto directo como online.

El mentoring, por lo tanto, es una forma de asesoramiento académico que pone en contacto a alumnos experimentados con otros que acaban de llegar para guiarlos en su transición del instituto a la universidad, pero también para aconsejarlos y enseñarles en diferentes etapas de la vida universitaria como puede ser en el ámbito social o para desarrollar aquellas habilidades más útiles en el ámbito académico y laboral.

¿En qué niveles puede aplicarse el mentoring?

Realmente, el mentoring se puede aplicar en cualquier nivel, aunque lo más normal es que se solicite cuando alguien acaba de entrar en la universidad o cuando está a punto de terminarla. De esta manera, un alumno más experimentado podrá guiar a otro durante la transición hasta que el mentorizado se haya adaptado a la vida universitaria. También, un trabajador exalumno o alumno de niveles predoctorales o doctorales puede ayudar a un estudiante de último año proporcionándole una orientación laboral personalizada.

Además, un alumno puede beneficiarse de los conocimientos y experiencia de un mentor cuando vaya a realizar su TFG o su TFM, a solicitar alguna ayuda, etc.

¿Qué beneficios obtenemos como mentorizados?

Solicitar la ayuda de un mentor no es simplemente tener una especie de hermano mayor que nos guíe a su libre albedrío. El alumno que lo haga estará orientado a su vez por un tutor o profesor universitario que va a controlar el proceso para que sea lo más beneficioso posible.

Para que nos entendamos, si por ejemplo necesitamos apoyo para que nos enseñen a llevar una gestión óptima del tiempo o que nos ayuden a vencer la timidez al hablar en público o cualquier otra cosa que nos esté dificultando el aprendizaje, podemos solicitar un mentor.

Una vez aprobado el programa de mentoring, se trazará un plan de actuación por parte del mentor con unos objetivos concretos que tendrán que demostrarse ante el tutor. Así sabremos que realmente nos van a ayudar en lo que necesitemos.

El beneficio es obvio, si hay algo que nos está dificultando nuestra tarea de graduarnos y conseguir nuestro eTítulo, un mentor nos va a ayudar; y también si queremos mejorar nuestra expresión escrita, si deseamos aprender técnicas de estudio más eficaces, si nos cuesta adaptarnos a la burocracia universitaria, si nos supone un problema conocer gente en una ciudad extraña, si nos gustaría hacer un trabajo de fin de grado brillante pero no sabemos cómo, si queremos aprender a investigar en bases de datos o si queremos orientación laboral, etc.

Solo tenemos que ver los programas de mentoring que tienen en nuestra universidad y solicitarlo. Todo serán beneficios y conoceremos a gente valiosa con la que, además, podremos hacer networking.

¿Qué ganamos siendo mentores?

Mucho, igualmente. Un mentor será el nexo entre un alumno demandante de ayuda y un profesor-tutor que supervisará todo el proceso, pero será el mentor el que realice el trabajo interesante. En realidad, la responsabilidad recaerá sobre nosotros como mentores y podremos trabajar habilidades sociales como la negociación, la empatía, las habilidades comunicativas, etc.

Además, si estamos haciendo el doctorado, participar en un programa de mentoring nos dará una cantidad de créditos interesante que aliviará la presión sobre el tema de las publicaciones o las conferencias.

Eso sí, para obtener los créditos tendremos que presentar una memoria de todo el proceso a nuestro tutor, pero ¡qué es una simple memoria para un doctorando!

Además de los créditos, será muy importante también la experiencia personal que nos llevemos durante el mentoring. Cuando ayudamos a alguien nos sentimos bien y, a la vez que enseñamos, aprenderemos cosas valiosas sobre nosotros mismos y nuestras propias habilidades.

Podemos hablar mucho de altruismo, solidaridad y empatía. Todo eso está, pero no deja de haber un interés propio muy lícito que no debemos despreciar. Ser mentor nos va a permitir movernos por la universidad a otros niveles, relacionándonos con los docentes y mostrando nuestra capacidad de desempeño, organización, nuestra seriedad y compromiso. Vamos a hacer grandes contactos y a aprender muchísimo, así que ¿por qué no probar?

 

 

Cómo preparar un examen universitario en 7 pasos
16 Dic 2021

Cómo preparar un examen universitario en 7 pasos

Si queréis saber cómo preparar un examen universitario para sacar una gran nota, seguid estos 7 pasos uno a uno y veréis qué fácil resulta subir la media.

preparar un examen universitario

Universitarios primerizos o desmotivados

Aunque llevemos toda la vida estudiando, es posible que al entrar en la universidad nos sintamos abrumados con la cantidad de trabajo que debemos preparar para enfrentarnos a los exámenes. También puede ser que, por mucho que estudiemos, nuestras notas no destaquen para nada o incluso que tengamos algún suspenso.

Antes de ponernos dramáticos, dudar de nuestra propia valía o plantearnos dejar los estudios, deberíamos pensar en que quizá no estamos estudiando de la manera más eficiente y que lo que nos valía en el colegio y en el instituto, puede que ya no sirva para conseguir un eTítulo universitario.

En este post vamos a ver cómo preparar un examen universitario fácilmente y conseguir un buen resultado.

1. Medir el tiempo

Para preparar un examen universitario hay que tener tiempo. Sí, todos hemos aprobado alguna vez estudiando el día antes, pero esa no puede ser la norma, hay que atribuirlo a una cuestión de puro azar y, además, conformarnos con un aprobado es conformarnos con muy poco.

Preparar un examen universitario para sacar una buena nota y, más importante aún, aprender, nos llevará, por lo menos, una semana de dedicación completa, dos o incluso tres si es repartida (si tenemos clases o más exámenes que preparar al mismo tiempo).

Si estudiamos todos los días de una semana el resultado será excelente sin lugar a dudas. Eso sí, hay que estudiar de forma eficiente.

2. Todo en orden

Una vez que hemos fijado el tiempo, ahora toca organizarse y esto se hace antes de empezar y no durante. Es decir, no vale descontar esto de la semana de estudio.

Hay varias cosas que tenemos que planificar:

  1. El lugar de estudio, que debe estar ordenado y con todo los materiales que vayamos a necesitar como folios, bolígrafos de distintos colores, lápices, típex, subrayadores y, si es posible, una pared con un corcho o pizarra en el que colgar nuestros apuntes y dibujos.
  2. También hay que ordenar lo que vamos a estudiar. Repasar todos los apuntes ver si nos falta algo y conseguirlo.
  3. Organizar los temas según su dificultad (para lo que vienen muy bien señaladores adhesivos o carpetas de diferentes colores). Las partes que nos resulten más complicadas deben estar localizadas, así como las más sencillas. De esta forma, deberemos empezar siempre la jornada dedicándonos a los temas más complejos y la terminaremos con los más fáciles.
  4. Fijar los objetivos diarios. Tenemos todo el material y una semana por delante. Ahora hay que distribuir el temario en los días que tenemos y hacer la planificación pensando que hay que terminar en cuatro días para repasar durante los tres siguientes. Al fijar los objetivos no debemos ser optimistas; si vemos que no llegamos, habrá que empezar a estudiar antes.

3. Lectura comprensiva y subrayado

Lo primero que hay que hacer a la hora de preparar un examen universitario es lo que hemos hecho siempre: leer y subrayar. Lo que pasa es que, para que realmente esta fase sea útil, no vale con leérselo todo de golpe y subrayar hasta la numeración de las páginas. Hay que hacerlo bien.

Para que podamos mantener la atención en el texto y saquemos las ideas importantes (que es lo único que hay que subrayar) debemos ir poco a poco y no leerlo todo del tirón. Hay que ir aislando cada concepto y parándonos a ver qué nos están diciendo. Luego subrayamos y pasamos al siguiente. Esta etapa es la más aburrida (y más cuando nos enfrentamos a texto que nos parecen indescifrables), pero es esencial para que el resto del proceso vaya sobre ruedas.

4. Esquemas

Una vez que hemos terminado la primera parte o, si queremos, al mismo tiempo, hay que hacer esquemas. Para que sean útiles debemos anotar las ideas importantes que hemos subrayado de forma sintetizada y con nuestras palabras.

Preparar un examen universitario no es solo repetir todo como un loro, sino entender de lo que hablamos, por lo tanto, que podamos explicar lo que hemos leído a nuestra manera y resumirlo nos va a ayudar muchísimo.

En esta fase, para fomentar nuestra memoria visual, es bueno que usemos distintos colores al escribir. Crear nuestro propio código de colores para destacar lo más importante es algo que si no hemos hecho ya, debemos hacer cuanto antes.

5. Fichas, mapas o mnemotecnia

El siguiente punto es mucho más entretenido que los anteriores y debemos hacerlo cuando todo lo demás esté acabado. Esta parte podemos empezarla el cuatro día para repasar todo lo que hemos ido estudiando y ya tenemos esquematizado.

Ahora preparar un examen universitario empieza a ser mucho más pasable. Solo tres días malos y ahora hay que divertirse para que todo se nos fije bien en la memoria.

A partir de los esquemas, haremos fichas, mapas mentales o reglas mnemotécnicas. Según el tipo de asignatura o de apartado, podemos elegir cualquiera de las opciones. La explicación detallada de cómo se hacen la encontramos en los enlaces, pero, en resumen, las fichas son útiles cuando nos toca preparar un examen universitario de preguntas cortas, los mapas son ideales cuando tenemos que explicar algo que transcurre con una cronología o cuando hay varios elementos interconectados y las reglas mnemotécnicas son excelentes para memorizar fórmulas, listas, fechas, definiciones y cosas así que haya que saberse al dedillo.

Tanto en esta fase como en las siguientes, es muy importante que usemos nuestra voz. La memoria auditiva ayuda muchísimo y estudiar en silencio es una pérdida de tiempo total (salvo que estemos en una biblioteca).

6. ¿Apetece un Trivial?

¡Llega el momento de jugar a las preguntas y respuestas! Bien con las fichas que hemos hecho o con los resúmenes, hay que buscar a alguien con buen corazón y dejar que nos pregunte la lección. Si fallamos en algo, no pasa nada. Solo hay que anotar los fallos y seguir jugando. Si nos lo sabemos bastante bien (como seguro que pasará si hemos seguido todos los pasos) no debemos olvidarnos de premiarnos con algo que nos apetezca. Las recompensas también son importantes para el aprendizaje.

7. Test de repaso

Estamos en el último día y la mejor técnica de estudio y de repaso para preparar un examen universitario es, sin duda, hacer un examen (o cinco).

A estas alturas conocemos todo el temario y sabemos qué preguntas podrían caer, así que vamos a escribirlas y a hacer exámenes con todas ellas. Si contestamos bien a todas, podemos parar ya y sentarnos a descansar antes del examen. Si hay alguna que se nos atraganta, ya sabemos lo único que tenemos que repasar.

Preparar un examen universitario de esta manera es asegurarse el sacar una buenísima nota y sin sufrir demasiado en el proceso. ¿No merece la pena probar? Ya nos contaréis.

¡Muchas suerte! (aunque así no la vais a necesitar).