7 cosas que podemos hacer al terminar la carrera
5 Nov 2021

7 cosas que podemos hacer al terminar la carrera

Terminar la carrera siempre es un shock, pero una vez pasada la impresión inicial hay muchas opciones interesantes. Te contamos 7 de ellas.

Terminar la carrera

El fin de una larga etapa

Nos pasamos cuatro años (como mínimo) deseando tener nuestro eTítulo universitario y poder decir que ya nos hemos graduado, pero cuando llega el momento de terminar la carrera, solemos sentir cierto vértigo e indecisión. ¿Qué hago ahora? ¿Estoy preparado para entrar en el mercado laboral?

Los años de estudiar han llegado a su fin (si queremos) y eso significa cerrar una etapa muy trascendental. De hecho, hasta el momento lo normal es que no hayamos conocido otra cosa, dado que, si hemos seguido los cauces normales, llevaremos asistiendo a centros educativos desde que tenemos memoria. Ir a clase cada día ha sido nuestra rutina y nuestra obligación durante más o menos 20 años y, por muchas ganas que tuviésemos de terminar, lo que viene ahora es adentrarse en lo desconocido.

Lo que suele pasar al terminar la carrera es que, además de la lógica tristeza por dejar a nuestros compañeros y el miedo a lo que vendrá, también surgen muchas dudas sobré qué es lo que queremos/podemos/debemos hacer en los próximos años. Llega el momento de tomar decisiones y queremos ayudaros con estas 7 propuestas:

1. Seguir estudiando

Terminar la carrera, como ya sabéis, no significa dejar de estudiar. Una vez hecha la primera, podemos animarnos con la segunda, optar por hacer un máster, un doctorado…

Puede que pensemos que entrar en el mercado laboral con 26 o incluso con 30 años es retrasarlo mucho, pero si podemos permitirnos estudiar, no hay duda de que una persona con una carrera tendrá menos oportunidades que una con dos o que otra con carrera y máster. Los doctorados son, de hecho, las personas con más alta empleabilidad, así que si ese camino nos interesa, que el tiempo no sea un obstáculo.

2. Opositar

Preparar oposiciones no es una tarea sencilla, pero si acabamos de terminar la carrera con éxito y contamos con una buena academia o guía para ayudarnos en el proceso, podremos con ello de sobra. Opositar es una opción laboral que, a la larga, será muy estable, pero hasta que consigamos una plaza, podemos pasar mucho tiempo en bolsas de trabajo en las que nos muevan de un destino a otro. Si eso no nos importa, la opción de opositar y tener un buen trabajo el resto de nuestras vidas puede ser muy apetecible para las personas con un espíritu más autoconservador que aventurero.

3. ¿Te apetece emprender?

Lo contrario de ser autoconservador es emprender. Para hacer esto hay que ser capaces de asumir riesgos, pero trabajar por cuenta propia puede resultar muy gratificante. Si creemos que poseemos las cualidades necesarias para emprender y tenemos una buena idea que nos gustaría llevar a cabo, que no nos frene el hecho de que acabemos de terminar la carrera. Ya tendremos tiempo de ganar experiencia y cuanto antes empecemos, más tendremos.

4. Buscar trabajo nada más terminar la carrera

Trabajar por cuenta ajena es un punto intermedio entre las opciones anteriores. Sabemos que puede ser un trabajo para toda la vida o no, pero nos va a servir para aprender los entresijos de nuestra profesión y hacer un buen currículo. La falta de experiencia inicial puede ocasionarnos algún problema a la hora de la contratación, pero lo suplimos con una buena carta motivacional en el CV, una buena actitud en las entrevistas y muchas ganas de aprender y aportar nuestros propios conocimientos, seguro que no nos resulta tan difícil encontrar lo que buscamos.

Eso sí, no es recomendable que nos conformemos con cualquier puesto simplemente porque acabamos de terminar la carrera y no tenemos experiencia. Si hemos estudiado veterinaria, no pintamos nada en un puesto de perritos calientes. Es verdad que, a veces, la necesidad nos obliga a hacer esas cosas, pero si ese es el caso, que sea algo circunstancial y que en nuestros ratos libres no dejemos de mandar nuestros currículos a todas las clínicas veterinarias desde la puerta de nuestra casa a Tombuctú. No vamos a ganar nunca experiencia si nos acomodamos en un trabajo que no tiene relación con nuestros estudios.

5. Vivir una gran aventura viajando por el mundo 

Para los que se lo puedan permitir, la opción de tomarse un año sabático es maravillosa. Y con lo de permitírselo, no hablamos de viajar de hotel en hotel, porque sabemos que eso solo es para menos del 1 % de la población, ese porcentaje que no tendrá problemas para elegir qué hacer al acabar la carrera puesto que su vida está solucionada. Hablamos de aquellas personas que tengan algún dinero ahorrado y que puedan pasar un año fuera. Si nos lo montamos bien, iremos trabajando en distintos países y volveremos incluso con más dinero del que llevamos y con una cantidad de experiencias y aprendizajes impagable. Las ONG y voluntariados, los trabajos de temporero, los contratos de aupair…; hay muchas formas de viajar y mantenerse hasta que sepamos con seguridad cómo queremos encauzar nuestra vida y dónde.

6. Trabajar en otro país 

La diferencia con el punto anterior es que en él se trataba de viajar por distintos lugares trabajando el tiempo suficiente para pagar los billetes de avión y poco más. Es una experiencia diseñada para que sea temporal y sacar el máximo rendimiento a la vivencia. El típico viaje para vivir una aventura al terminar la carrera. En cambio, esta opción se toma con la perspectiva de algo más estable. Buscar un empleo en otro país que sea más próspero que el nuestro o que ofrezca más puestos de trabajo o mejores condiciones laborales es una gran opción si no tenemos cargas familiares (o sí las tenemos, pero podemos transportarlas). Buscar una vida mejor es un derecho humano.

7. Aprender un idioma o perfeccionar el que sabemos

Otra cosa que hacer al terminar la carrera es reservar un curso escolar para aprender un idioma nuevo o perfeccionar nuestra segunda lengua. Para aprobar el grado nos han pedido que tuviésemos un título de B1 en una lengua extranjera y ahora podemos aprovechar este año para llegar al C1. De ninguna manera esto será perder el tiempo y nos abrirá muchas puertas para que, al año siguiente, pongamos en marcha nuestra vida laboral o lo que hayamos decidido.

Hacerse mayor también tiene sus ventajas y terminar la carrera es una de esas pantallas que hay que pasarse para conseguirlo. ¡Enhorabuena!

Blog personal: ¿dónde busco los mejores contenidos?
29 Oct 2021

Blog personal: ¿dónde busco los mejores contenidos?

¿Tienes un blog personal y no sabes qué escribir? Te contamos dónde buscar contenidos y cómo hacerlos interesantes.

Blog

Blog especializado

Un blog personal invita a escribir de todo, pero si queremos que tenga algo de repercusión, lo más recomendable es especializarse en algo, lo que, lógicamente, limita mucho los temas sobre los que hablar. Si, por ejemplo, tuviésemos un blog muy especializado en bádminton, no debemos cortarnos a la hora de intercalar artículos de bádminton con otros sobre distintos deportes de raqueta, forma física, salud, alimentación, zapatillas deportivas, lesiones, viajes, literatura, famosos, etc., siempre que lo relacionemos directamente con nuestro tema original. Algo como esto: «Cómo practicar el ping-pong puede ayudarnos a mejorar en nuestro saque», «Descubre qué músculos necesitas entrenar más si quieres ganar precisión con el bádminton», «Zapatillas de bádminton. ¿Cuáles son las mejores de la temporada?». Y así sucesivamente.

Blog de actualidad

Si optamos por hablar de actualidad, aunque sea para dar nuestra opinión sobre lo que está pasando, nos resultará muy sencillo encontrar temas sobre los que escribir. La dificultad radica en estar bien informados. Si no queremos que nuestros lectores nos saquen los colores o dejen de seguirnos, más nos vale buscar datos fiables y contrastados, lo que nos obligará a no buscar solo aquellas noticias que digan lo que nosotros pensamos, sino también aquellas que digan lo contrario y la mayor cantidad de datos objetivos sobre los que podamos hacer un buen análisis. Introducir temas de actualidad en nuestro blog podrá darnos más seguidores en redes y, por lo tanto, mayor visibilidad.

Comparativas o análisis de productos

Hacer comparativas en nuestro blog puede atraer a muchos lectores y proporcionarnos un montón de nuevos temas sobre los que hablar, pero nos obligará a estar muy enterados de cualquier producto que salga al mercado y de aquellos en los que se está trabajando. Aparte de eso, requerirá de nosotros que seamos capaces de entender muy bien las especificaciones y hacer buenas valoraciones sobre los productos que nos interese comentar. Por lo demás, este tipo de artículos siempre tienen visitas, sobre todo si explicamos las cosas con claridad y nuestros comentarios son objetivos y útiles para nuestros lectores.

Entrevistas

En cualquier tipo de blog caben las entrevistas. Si se nos acaban los temas o no estamos muy inspirados, una entrevista nos permitirá hacer algo ameno que gustará a nuestros lectores y dará un poco de aire fresco al blog. Además, ahora que las entrevistas se pueden hacer fácilmente mandando las preguntas por correo electrónico, es posible solicitarlas a casi cualquier persona. El no ya lo tenemos, así que por probar no perdemos nada y quizá nos sorprendan.

Lo que sí es importante es que seleccionemos muy bien las preguntas para que puedan ser de interés tanto a nuestro público como a la persona entrevistada.

Estudios académicos

Otro lugar del que sacar contenidos cuando se nos acaban las ideas es en los buscadores académicos. Si estamos estudiando en la universidad para sacar el eTítulo, ya estaremos acostumbrados a ellos por todo el tiempo que hemos pasado buscando material para nuestros trabajos académicos, y si no, son una fuente inmensa de información y conocimientos que nos encantará conocer. Eso sí, un blog debe ser divulgativo, así que habrá que esforzarse por traducir el arduo lenguaje académico para que nuestros lectores disfruten de nuestros posts.

Darle una vuelta

Si llevamos muchos años escribiendo sobre un mismo tema, puede que sintamos que ya hemos hecho todo lo que podría ser interesante o útil para nuestros lectores. Es una sensación comprensible aunque no del todo cierta, porque siempre habrá novedades o avances de los que no hemos hablado. De todas formas, podemos revisar antiguos artículos que hayamos hecho y darles una vuelta. Seguro que encontramos otro enfoque que sea interesante. Además, rara vez nuestros lectores serán los mismos tras varios años de publicaciones, así que, mientras no publiquemos duplicados, podemos retomar un mismo tema con otra visión más actual.

Otros blogs

Para inspirarnos es bueno leer a la competencia. Eso no quiere decir que plagiemos sus artículos, pero sí que nos pueden ayudar a encontrar temas en los que no habíamos reparado para después escribir nuestros propios artículos desde nuestro punto de vista o nuestra experiencia.

El desamor: qué hacer cuando tu carrera te decepciona
20 Oct 2021

El desamor: qué hacer cuando tu carrera te decepciona

Sentir desamor hacia nuestra carrera es muy común. De hecho, lo más frecuente es pasar por ciertas crisis similares a lo largo de todo el grado.

Desamor

Igual te había idealizado

Unas veces es un flechazo. Hemos terminado la Selectividad y, sin saber muy bien qué queremos estudiar, de pronto damos con un grado que sorprendentemente parece perfecto y maravilloso. Una música romántica suena de fondo y ya solo tenemos ojos para esa carrera.

Otras veces es un sueño perseguido por mucho tiempo. Desde el colegio ya sabíamos qué queríamos estudiar y fantaseábamos con el momento en el que nos graduaríamos, nos darían nuestro eTítulo y lanzaríamos el birrete al aire como en las películas americanas.

El caso es que el grado en cuestión también nos acepta y llega el momento de empezar. Ya nos vemos como importantes médicas o médicos que descubren la cura del cáncer, jueces del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, novelistas de éxito, artistas reconocidos…

La carrera que hemos elegido es la llave que abre la caja en la que guardamos nuestros sueños, es la más interesante, la más divertida, la mejor. Y llegamos a nuestra primera clase como en una nube, nos sentamos y preparamos el cuaderno y el bolígrafo como si estuviéramos a punto de escribir un manuscrito irrepetible.

Entonces, un docente abre la puerta, se sienta ante nosotros y nos imparte una clase absolutamente insoportable de dos horas. Y luego la cosa se repite con otra clase y empezamos a pensar que lo de «nuestros sueños» era literal, porque… ¡qué soporífero es todo, por favor! Ha empezado el desamor.

Ya no me atraes como antes

Al principio, muy al principio, la cosa fluía bien. Había química. Es cierto que algunas asignaturas eran algo aburridas, pero otras cosas compensaban. Había momentos muy buenos. Ratos inolvidables, pero ha llegado un momento en el que ya no lo pasamos tan bien y nos cuesta mantener la conexión.

En clase preferimos mirar el móvil que prestar atención a lo que se dice y empezamos a fantasear con otras carreras que quizá habrían sido más fáciles, divertidas, interesantes, útiles…

Esperábamos mucho de este grado y nuestros padres también (de hecho, ellos seguramente sigan esperándolo), pero nosotros no nos vemos con ganas de seguir adelante. Se ha perdido la magia.

Y un día, sin haberlo planeado, nos vemos dándole vueltas a la idea de dejar el grado e imaginamos cómo se lo diríamos a nuestros padres y cómo de grande sería su cabreo.

El desamor por la carrera que estudiamos ha llegado y tenemos que tomar una decisión. ¿Qué podemos hacer?

El complicado arte de amar

En una sociedad consumista como la que tenemos, el amor es muy complicado. El amor de verdad, claro; los enamoramientos, en cambio, nos ocurren a diario. El mercado está repleto de cosas que amar y sería un atraso quedarse solo con una.

Está bien amar así a las cosas. Sin demasiada atención. Es divertido y práctico, pero cuando el amor tiene que ver con otras personas o, más aún, con nosotros mismos, ese amor intenso, superficial y breve no nos beneficia para nada.

Y resulta que estudiar una carrera es un acto de amor. Uno en el que nada tienen que ver nuestros padres, los amigos o la sociedad en general. Es un acto de amor propio, de autocuidado, de construirnos una vida. Es un proceso de crecimiento personal consciente, que requiere un firme compromiso por nuestra parte.

No hay una carrera perfecta

Las carreras tienen sus defectos y sus virtudes. No hay una perfecta. Si vamos buscando algo que cumpla con nuestras expectativas al cien por cien, perseguimos una fantasía.

Toda carrera tendrá asignaturas tediosas y otras que nos resulten extremadamente difíciles. Habrá también docentes que se expliquen fatal, otros que lleguen siempre tarde y no pongan interés y otros que exijan demasiado. Incluso puede darse esta especie de triada maligna en un solo profesor.

Los planes de estudio tampoco son perfectos y echaremos de menos contenidos relevantes, más formación práctica o estudiaremos asignaturas inútiles para nuestro futuro trabajo.

Nada es tal y como soñábamos, pero hay que poner los pies en el suelo y tratar de ver el conjunto. Si no nos interesan algunas asignaturas, habrá otras que sí. Si hay docentes que no nos gustan, habrá otros que sí.

Como con todo, pero sobre todo con el amor (el de verdad), hay que currárselo. Los flechazos se los lleva el viento, pero convertir ese flechazo en un verdadero compromiso requiere que nosotros nos esforcemos. Como decía Erich Fromm en su libro El arte de amar, «el amor es una actividad, no un efecto pasivo; es un estar continuado, no un súbito arranque».

¿Y cómo superamos el desamor?

Lo primero que debemos tener claro es que queremos superarlo, porque si no es una crisis pasajera o algo que podamos solucionar, no es bueno mantener mucho tiempo una relación que nos haga tremendamente infelices. Sentir desamor constante no es bueno para el ánimo. Es una conversación seria que hay que tener con nosotros mismos y en la que evaluemos la situación de verdad mirando hacia el futuro con madurez. En el cómputo de una vida, cuatro años no son nada.

De todas formas, si pensamos que la ruptura es inevitable, solo hay que tomar la decisión, comunicárselo a nuestra familia (¡ay!) y hacer los trámites necesarios para cambiar de carrera.

En cambio, si decidimos apostar por la relación y superar este momento de desamor, habrá que tener claro desde el principio lo que esto va a requerir de nosotros: trabajo constante, compromiso y dedicación, un esfuerzo mental orientado a ver aquellas cosas que nos resultan útiles o agradables, mantener una actitud positiva, llevar un aprendizaje activo en el que podamos investigar aquello que más nos atrae, identificarnos con el grado, marcarnos objetivos a corto, medio y largo plazo y visualizarlos a menudo.

No va a ser sencillo, pero nos aportará a la larga grandes satisfacciones, porque cuando nos involucramos de verdad en algo y lo cuidamos, transformamos nuestra forma de vivir la experiencia. La carrera entonces se convierte en un fin en sí mismo (no en un mero trámite) y empezamos a aprender de verdad y a disfrutar. Comenzamos a amar lo que hacemos. Y cuando vuelvan las crisis, que seguramente volverán, ya sabremos qué hacer y cómo enfrentarnos a ellas.

10 tips para mantener una buena salud mental al estudiar
10 Oct 2021

10 tips para mantener una buena salud mental al estudiar

Hoy, Día Mundial de la Salud Mental, os contamos cómo cuidarnos para que el estrés de estudiar y los problemas personales nos afecten lo menos posible.

salud mental

Algunos datos molestos

La salud mental de los jóvenes se ha ignorado por completo como si fuesen inmunes a todo. La covid y sus consecuencias han mostrado claramente que no es así.

Durante la pandemia, las tasas de ansiedad y depresión han aumentado considerablemente (ambas condiciones, estrechamente relacionadas con el suicidio). De hecho, según los datos que maneja el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, las autolesiones y tentativas de suicidio en población infantil y juvenil han aumentado un 250 % en este periodo y, en consecuencia, el suicidio es hoy la primera causa de muerte no natural entre jóvenes de 15 a 29 años.

A nivel mundial, cada 2 segundos alguien intenta suicidarse y cada 40 una persona lo consigue, lo que representa unos 2000 suicidios al día, pero, según la OMS, estos datos no se acercan a la realidad, porque entre el 10 y el 30 % de ellos no se contabilizan y solo 60 países aportan datos fiables.

También según la OMS, hay al año unos 600.000 suicidios de jóvenes entre los 14 y los 28 años y el 50 % de ellos están directamente relacionados con el bullying.

Como decíamos, el problema de la pandemia ha agravado aun más la situación, a la vez que ha impedido el acceso a los normalmente escasos servicios de salud mental. Por todo esto, debemos exigir a nuestros gobernantes una mejor atención en este ámbito, con más profesionales contratados en los servicios públicos de salud, que garanticen el acceso a personas de cualquier nivel económico.

Y mientras esto se consigue, también nosotros podemos poner de nuestra parte para cuidarnos y gozar de una buena salud mental. Os contamos cómo:

1. Tiempo para nosotros

No todo es estudiar para sacar el eTítulo universitario, ir a clase y salir de juerga. También es bueno dedicar algo de tiempo para nosotros, para cultivar un hobby, aprender algo que nos apetezca, dibujar, leer…

Cuando nos dedicamos tiempo, nos cuidamos y facilitamos ese diálogo interior que nos dice realmente quiénes somos y qué queremos.

2. Ejercicio regular

Mover el cuerpo es importante para la mente. No solo porque mejoraremos nuestra forma física y nuestra autoestima, sino porque estaremos más sanos en general y nos sentiremos más felices gracias a las hormonas que segrega el cerebro cuando nos ejercitamos, como la serotonina, la dopamina y las endorfinas.

3. Dormir importa

El sueño es muy importante para nuestra salud mental y nuestro estado de ánimo y, por eso, necesitamos descansar un mínimo de 8 horas al día. De hecho, dormir poco o mal puede causar depresión a largo plazo. Y no vale solo con dormir 8 horas en cualquier momento, sino que debemos establecer unos horarios regulares de sueño para que realmente sintamos sus beneficios.

4. Comer bien

Alimentarse correctamente es, aunque no lo parezca, importante para nuestra salud mental. De hecho, la falta de determinados nutrientes puede contribuir a la aparición de determinados trastornos mentales. Una dieta equilibrada mejorará nuestra concentración, reducirá el estrés y nos dará energía.

5. Animales sociales

La Constitución de la Organización Mundial de la Salud dice que «la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». Los humanos somos animales sociales y, por eso, relacionarnos con los demás es importantísimo (algo que la pandemia ha dificultado mucho). Pero no vale con relacionarse sin más: si queremos cuidar nuestra salud mental, lo que debemos cultivar son las relaciones sanas que nos aporten bienestar y nos hagan crecer como personas.

6. Orden y rutinas

Mantener un orden a nuestro alrededor y unas rutinas fijas también ordena nuestra mente; además, nos enseña a priorizar, tener claros los objetivos que seguimos y no acumular trabajo o abarcar más de lo que podemos, ya que esto aumenta nuestros niveles de estrés y ansiedad.

7. Mente positiva

Es muy importante para nuestra salud mental que aprendamos a condicionarnos para tener pensamientos positivos. No se trata de ser un eslogan de la felicidad andante, sino de ver el lado bueno de las cosas y analizar los baches como una oportunidad de aprendizaje y autoconocimiento.

8. Gestión de emociones

Aprender a gestionar nuestras emociones va a facilitarnos mucho la vida y, además, va a incidir muy positivamente en nuestra salud mental. Saber aceptar, entender y comunicar nuestras emociones nos ayudará a no guardarnos las preocupaciones para nosotros, que luego se «hagan bola» y nos encontremos con un problema mayor. Tanto lo malo como lo bueno hay que saber compartirlo y relativizarlo.

9. Dar las gracias

La vida es complicada a cualquier edad y nadie se va a librar de sufrir situaciones dramáticas o difíciles. El truco para sobrellevar la adversidad es entender estas dificultades como las «pantallas que hay que pasar para seguir jugando» y ser  consientes a diario de la otra cara de la moneda, es decir, de todas las cosas maravillosas que tiene la vida. Si nos sentimos agradecidos por todas ellas y las rememoramos cada poco, será muy difícil que nos invadan sentimientos negativos recurrentes.

10. Reconocer los problemas y buscar ayuda

Ya basta de tratar la enfermedad mental como un tabú. La mente es parte del cuerpo y, como este, puede enfermar. No es algo raro, no es algo bochornoso; de hecho, lo normal es que, a lo largo de nuestra vida, todas las personas experimentemos algún episodio relacionado con la salud mental y no hay que esconderlo ni avergonzarse. Lo que hay que hacer es buscar ayuda. Igual que vamos al médico cuando tenemos anginas, lo mismo debemos hacer cuando nos sentimos mal anímicamente. Esa es la manera de recuperarse y de poder seguir con nuestras vidas.

Como mejorar la relación con nuestros padres
3 Oct 2021

Como mejorar la relación con nuestros padres

En el mejor de los casos habrá etapas en nuestra vida en la que nuestros padres nos traerán de cabeza y, cuanto menos duren esas etapas, mejor para todos.

padres

Conflictos del día a día

Para empezar, hay que decir que los conflictos no son malos. Lo que es malo es no solucionarlos y que se enquisten. Y también no saber comunicar lo que queremos y pasarnos el tiempo acumulando broncas.

Dicho esto, estudiar es, casi siempre, un foco de conflicto con nuestros padres. Bien porque quieren que estudiemos el grado que ellos consideran mejor para nuestro futuro, bien porque nuestras notas no los satisfacen, bien porque no entienden nuestras necesidades en época de exámenes, porque quieren que pasemos más tiempo en casa, porque tienen las expectativas muy altas y tememos decepcionarlos o por lo que sea, la relación paternofilial durante el proceso de sacar nuestro eTítulo universitario puede ser (si no ponemos remedio) un tanto tensa.

Los padres: esos seres creados para amargarnos

Dicen los refraneros que quien bien te quiere te hará sufrir y tienen razón. Los padres pueden darnos más quebraderos de cabeza que la asignatura más difícil del grado, pero nos quieren y los queremos, lo que volviendo al refrán significa que nosotros también los estamos fastidiando bastante.

Los conflictos familiares pueden ser muy complejos, multicausales, repetitivos y hasta destructivos y, por eso, hay que solucionarlos lo más pronto posible.

Hay algo sobre lo que deberíamos reflexionar detenidamente si queremos mejorar la relación familiar: los padres son personas.

¿Parece obvio? Pues no lo es si nos paramos a pensar en lo que les exigimos tanto nosotros como la sociedad en general. Los padres deben ser perfectos y dar todo por sus hijos (sobre todo las madres, a las que además se les atribuyen propiedades de sacrificio sobrehumanas). Los padres deben mantenernos, renunciar a sus caprichos, a su diversión, deben comprendernos, apoyarnos, consolarnos y no molestarnos demasiado. Los padres deben implicarse en todo, pero sin incordiar y deben aprobar cualquiera de nuestras decisiones. Sus vidas deben girar en torno a la nuestra porque para eso nos han tenido, ¿no? Pues no.

La madurez consiste en aceptar a nuestros padres como son sin intentar cambiarlos, con sus virtudes, sus defectos, sus limitaciones y esforzarnos por establecer con ellos una relación sana y horizontal. ¿Y cómo se hace eso? Os lo contamos:

Empatía en las discusiones

Ante cualquier tipo de conflicto con nuestros padres, lo primero que debemos hacer es pasar un rato a solas y dejar que baje nuestro nivel de enfado. Ningún conflicto se resuelve pegando gritos.

Durante ese rato, además de respirar y de calmarnos, tratemos de ponernos en su lugar entendiendo quiénes son. Esto significa que debemos intentar ver las cosas desde su perspectiva y analizar sus razones (aunque no las compartamos) con objetividad. Para eso podemos preguntarnos: ¿Quiénes son?, ¿de dónde vienen?, ¿qué educación han tenido?, ¿por qué piensan de esta manera?, ¿qué intención tienen? (por cierto, la respuesta válida a esta pregunta nunca es «lo hacen para **** la vida»).

Si entendemos sus motivaciones y por qué piensan como piensan, nos será más sencillo argumentar y también seremos más tolerantes. Un conflicto nunca va a solucionarse adecuadamente sin entender al oponente.

Elegir el momento adecuado para abordar temas delicados

No es cuando acaban de salir de trabajar y están exhaustos, tampoco cuando están enfadados o estresados. Hay que ser un buen estratega y elegir un momento en el que los veamos receptivos.

Si esa ocasión no llega en pocos días, podemos concertar una cita avisándoles de que necesitamos hablar con ellos y preguntando cuándo les vendría bien. Si son personas muy ocupadas, podemos mandarles un correo electrónico, pero sea como sea es importante que nosotros tengamos el control de la situación tomando la iniciativa.

Aprender a expresarnos 

Sobre todo cuando tenemos padres autoritarios resulta muy difícil expresarse, pero madurar pasa por aprender a defender nuestras ideas, a poder ser de forma asertiva.

Hay que pedir educadamente que nos escuchen e incluso manifestar nuestro estado de ánimo, por ejemplo: «Quiero hablar con vosotros porque para mí es muy importante solucionar este problema que tenemos y querría pediros que me escuchéis hasta el final, porque estoy un poco nervios@ y no quiero perder el hilo».

A partir de ahí, debemos exponer nuestras ideas y lo que queremos de forma ordenada, en un tono amistoso, sin faltar al respeto y siendo lo más concretos y claros posible (para lo que previamente habremos estado pensando en ello y organizándonos la cabeza). Es importante conocer nuestras emociones y hablar de ellas sin problema

Negociar: todos ganamos y todos perdemos

Una negociación se considera exitosa cuando ambas partes ganan algo y ceden en algo también. El problema con los padres es que, al tener la sartén por el mango, pueden echar mano de un superpoder mágico que consiguen en el momento en el que nacemos y que se invoca con diferentes conjuros: «Porque lo digo yo y punto», «Son mis normas y es mi casa», «Yo soy el/la que te mantiene», etc.

Lo que más rabia da de ese superpoder es que tienen toda la razón, pero podemos intentar que no lleguen a lanzar el hechizo si exponemos primero aquellas cosas que estamos dispuestos a sacrificar. Algo que sepamos que quieren. Algo que no puedan conseguir sin nuestra plena colaboración.

Una vez dicho eso, nos toca pedir a nosotros.

Por cierto, esa magia también se agota en el momento en el que somos independientes, así que paciencia.

Perdonar cuanto antes

¿Cuántas fechorías nos han perdonado nuestros padres? ¿Cuántas veces hemos metido la pata hasta la ingle? Como ya hemos dicho antes, los padres también son personas y se equivocan. Merecen la misma consideración que nos dan, como mínimo, por lo tanto (salvo cuestiones que puedan estar descritas en el Código Penal), lo suyo es perdonar las faltas y hacerlo cuanto antes.

El truco definitivo para una buena relación

Si queremos llevarnos bien con nuestros padres y que nos traten como los adultos que ya somos, hay un truco que no falla. Quizá lleve un poco de tiempo, pero tiene el éxito asegurado y solo debemos hacer estas 6 cosas:

  1. Ser responsables con los compromisos que adquirimos.
  2. Ayudar en casa. Responsabilizarnos de crear un buen hogar.
  3. Hablar mucho con nuestros padres. Contarles nuestras preocupaciones y escuchar las suyas. Preguntarles por su trabajo y por sus inquietudes regularmente.
  4. Hacer algo con ellos todas las semanas como ir al cine, a tomar algo o de excursión. Compartir una afición.
  5. Besarlos, abrazarlos y decirles que los queremos.
  6. Ser agradecidos por lo mucho que nos ayudan.

Ante una actitud así, ningún progenitor (por muy difícil y cabezota que sea) podrá resistirse.