Por qué estudiar una carrera con pocas salidas profesionales
7 Jul 2021

Por qué estudiar una carrera con pocas salidas profesionales

Para algunos es el momento de elegir y no es tan fácil si lo que les interesa es una carrera con pocas salidas profesionales.

pocas salidas profesionales

¡Decídete ya!

Desde bachillerato nos han agrupado por ciencias, humanidades, ciencias sociales o artes como si no pudiésemos amar el arte y las matemáticas, como si no fuera posible interesarnos por la sociología y la medicina al mismo tiempo. La sociedad no quiere que tengamos dudas y, sobre todo, no quiere que perdamos el tiempo en estudiar algo sin grandes salidas profesionales.

Nos piden demasiado pronto que tengamos claro qué queremos hacer el resto de nuestras vidas, que nos enfoquemos cuanto antes en encontrar un buen trabajo, comprar una casa y ser productivos. Ya no importa tanto lo que nos apasiona, sino lo que va a darnos una estabilidad laboral. Y por una parte es normal: la vida está complicada. Mucho. El paro juvenil es una verdadera pandemia y la precariedad de los empleos no permite que nadie sea capaz de independizarse con un mínimo de seguridad. Ya no estamos en el mundo que vivieron nuestros padres.

En esta situación parece que lo único válido es estudiar finanzas, informática o telecomunicaciones, pero os vamos a contar un secreto: no es verdad.

Maldita vocación

La elección es muy sencilla para aquellos privilegiados que siempre han tenido clara su vocación y esta se corresponde con una de esas carreras en las que prácticamente sales con un trabajo. También es relativamente fácil elegir si no tenemos vocación. En ese caso, lo mejor es decantarse por una carrera con fácil colocación gracias a la que podamos desarrollar un trabajo que no nos disguste. Pero ¿qué pasa con la gente que tiene una vocación fuerte hacia una carrera con pocas salidas profesionales? ¿Qué pasa si nos apasiona la filosofía, el arte, la historia, la literatura o la conservación y restauración? ¿Acaso estamos obligados todos a ser banqueros o informáticos? Qué triste sería la vida si todos hiciésemos lo mismo.

Tener una vocación es un don que no deberíamos ignorar jamás, incluso si nuestra vocación es hacia unos estudios con pocas salidas profesionales.

¿Qué pasa si nos encanta una carrera con pocas salidas profesionales?

Lo único que pasa es que deberíamos elegirla. Y deberíamos hacerlo teniendo en cuenta dos cosas:

  1. Es posible que no podamos trabajar en algo relacionado, pero al estudiar una carrera, siempre vamos a tener opciones mejores al acceder a un trabajo que las personas sin estudios superiores.
  2. Puede que no guste en nuestro entorno familiar, pero habrá que hacer que lo entiendan o llegar a un acuerdo que nos contente a todos (como estudiar dos carreras).

Digan lo que digan, el mundo necesita a los filósofos, a los conservadores y restauradores de arte, a los escritores, a los historiadores y a los artistas. Y los necesita tanto como a los banqueros y a los informáticos. Tanto como a los médicos. Solo hay que mirar a nuestro alrededor y a nuestra historia para darse cuenta de eso.

Por lo tanto, si tenemos una vocación que quizá no nos consiga el mejor puesto de trabajo, qué se le va a hacer. Hay un montón de puestos disponibles en trabajos no cualificados que pueden darnos una vida digna, pero solo hay unos estudios que puedan satisfacer esa necesidad interior que sentimos al tener una vocación.

Con los pies en la tierra

Hay dos maneras de ver los estudios universitarios: como un medio para conseguir un fin o como un fin en sí mismo. Ambas opciones son, además, compatibles, por lo que no están reñidas en absoluto, pero cuando lo que nos llama es una carrera con pocas salidas profesionales, no nos queda otra que optar por la segunda opción. Y, obviamente, necesitamos dinero e independencia, por lo que vamos a tener que pensar cómo vamos a conseguirlo.

Tanto para hacernos un plan de vida realista como para comunicar nuestra decisión a nuestros padres, vamos a necesitar pensar muy bien en lo que vamos a hacer y cómo lo haremos.

Podemos conformarnos con un trabajo que no tenga que ver con nuestros estudios o podemos pelear las pocas salidas que tenga, pero, salvo que seamos ricos, vamos a tener que trabajar; así que si queremos estudiar lo que nos gusta, más nos vale poner los pies en la tierra, elegir una universidad que facilite la colocación, que dé el eTítulo a sus egresados, estar dispuestos a tener que dejar nuestra ciudad o incluso nuestro país y trabajar mucho.

Un as en la manga

Hay una ventaja en estudiar por vocación una carrera con pocas salidas profesionales: que lo hacemos porque nos encanta. Y eso significa que seremos muy buenos en ello. Significa que nuestra pasión hará que destaquemos y, solo por eso, tendremos más posibilidades de conseguir un buen trabajo y no existe ninguna carrera que no tenga salidas, que quede claro. Siempre podremos opositar, dedicarnos a la enseñanza o a la investigación académica. Y sí, miles de personas tratarán de acceder a esos puestos, pero nuestra pasión nos va a dar mucha ventaja.

Nunca será una pérdida de tiempo

Estudiar nos abre las puertas del conocimiento. Nos enseña a pensar, a tomar decisiones, a analizar y comprender datos, a tener una mente crítica y bien amueblada. Nos enseña a ser más responsables, a organizarnos, a movernos en distintos ambientes, nos acerca a otras culturas, nos libera de prejuicios y nos hace mejores versiones de nosotros mismos. Estudiar es un fin en sí mismo y, cuanto más estudiemos, mejor para nosotros.

Es duro, sí; a ratos, aburridísimo, pero todo lo que aprendamos nos servirá, aunque sea, para entrenar el cerebro. Así que hacer una carrera es una buena decisión, sea la que sea y aunque tenga pocas salidas profesionales.

 

 

¿Qué hay que hacer para cambiar de universidad?
4 Jul 2021

¿Qué hay que hacer para cambiar de universidad?

Cambiar de universidad es posible y no tan complicado como parece. Si quieres hacerlo, sigue estos pasos que te contamos.

cambiar de universidad

Hay muchas razones para cambiar de universidad. Puede que hayamos escogido una opción que no queríamos, pero que tenía una nota de corte más baja; puede que queramos pasar de una privada a una pública o viceversa, que queramos acabar nuestro grado en un país diferente, que nos guste más la guía docente de nuestra carrera en otro centro o que queramos ir a una de las universidades que ofrecen el eTítulo a sus alumnos para tener más fácil el acceso al mundo laboral en el futuro. Sea como sea, cambiar de universidad es posible y te vamos a contar cómo hacerlo.

Plazos, haberlos ahílos

No podemos cambiar de universidad cuando queramos, hay que respetar unos plazos y hacer una serie de trámites, por lo que habrá que tenerlo bien planificado de antemano. Debemos revisar qué fechas nos dan tanto la universidad de partida como la de destino y no dejarlo para el último momento porque luego nos puede faltar algún trámite o documento y quedarnos sin poder hacer el cambio.

Requisitos para cambiar de carrera

Los requisitos pueden variar de una universidad a otra, pero, generalmente, esto es lo que nos pueden pedir:

  1. Haber superado 30 ECTS o 60 créditos de los antiguos.
  2. Justificación sobre la causa del traslado (un texto con las motivaciones fundadas que nos hacen solicitar el cambio).
  3. Debemos venir de un plan de estudios vigente. Es decir, que si hicimos un año de carrera en 1960 y esa carrera ya no existe, no podemos solicitar que se nos convalide ese año y habrá que empezar desde cero.
  4. Que no se hayan agotado las convocatorias en el centro de estudio del que venimos.

Pueden valorar también, dependiendo del criterio de admisión de la universidad, requisitos como:

  1. Una nota de corte superior a la de admisión por la EBAU.
  2. Residir cerca de la universidad.
  3. Un mayor número de créditos obtenidos.

Proceso general de admisión

Este es el procedimiento básico para entrar en cualquier universidad y se hace con la nota de la EBAU compitiendo con los demás estudiantes de primer acceso. Se trata de entrar como si hiciésemos un acceso normal de primer año y los criterios de aceptación que nos influirán serán, además de nuestra nota de selectividad, el número de plazas que oferte la universidad a la que queremos ir. Otra cosa con la que podemos contar (aunque puede que no nos apetezca) es que existe la posibilidad de repetir la prueba de la EBAU para subir la nota y así tener más facilidad para acceder a la universidad que queramos.

Una vez que nos hayan concedido la plaza, es cuando podemos pedir que nos convaliden las asignaturas que teníamos aprobadas del año anterior, para lo que vamos a necesitar hacer una serie de trámites:

  1. Solicitar el plan de estudios de la carrera que dejamos. Este documento se puede solicitar en la sede electrónica de la universidad en la que hemos cursado el primer año.
  2. Debemos pedir también el certificado académico personal, que es una copia de nuestro expediente.
  3. Por último, tendremos que solicitar, de nuevo en la sede electrónica, el plan de estudios de las asignaturas que queremos convalidar.

Hay que tener en cuenta que todos estos certificados tienen un coste.

Procedimiento de traslado de expediente

Esta es la segunda opción para cambiar de carrera. Con esta modalidad, la competencia será menor porque solo nos enfrentamos a aquellos que soliciten el mismo trámite que nosotros, aunque también habrá menos plazas, así que deberemos sopesar qué opción puede favorecernos más. Además, no podemos pasar de un grado no oficial a uno oficial. Ambos deben ser oficiales para que se pueda hacer el traslado de expediente y convalidar las asignaturas cursadas. Como en la anterior opción, debemos poner atención a los trámites que deberemos realizar y a las fechas, porque, aunque suelen ser similares entre universidades, no todos los requisitos tienen por qué coincidir.

Lo más aconsejable sería reunir toda la documentación y acercarnos a las oficinas de atención al estudiante de la universidad a la que queremos entrar. Allí nos dirán todo lo que necesitamos, pueden recogernos la documentación que ya tenemos y asesorarnos sobre qué forma de acceso nos interesa más según nuestro expediente.

Ya sabéis, la burocracia es pesadísima, pero cuando nos admitan en la universidad que queremos, habrá merecido la pena.

¡Suerte!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Se acabaron las mascarillas? No cantemos victoria
23 Jun 2021

¿Se acabaron las mascarillas? No cantemos victoria

Las mascarillas son un engorro y más con calor, pero lo que no se puede negar es que salvan vidas. ¿Qué hacemos ahora que van a dejar de ser obligatorias?

Los estudiantes universitarios han demostrado (la mayoría de ellos) un gran compromiso social y una alta responsabilidad y resistencia durante esta crisis. En eTítulo hemos visto ese esfuerzo y queremos reconocérselo.

mascarilla

Nuevas políticas

En España, como ya ha pasado en Francia, Reino Unido, Portugal, Bélgica, Polonia o Hungría se va a aprobar un decreto ley que dice que las mascarillas ya no serán obligatorias en espacios abiertos si se dan determinadas circunstancias. Esta posibilidad lleva debatiéndose desde el cese del estado de alarma y ahora las comunidades autónomas serán las encargadas de regular su uso.

Esto no significa que ya no debamos llevarla o que el virus haya desaparecido. Veamos cuáles son esas «circunstancias» de las que hablábamos y que se matizarán en cada comunidad:

  1. Distancia de seguridad: Podremos quitarnos las mascarillas en espacios abiertos en los que sea posible guardar un metro y medio de distancia respecto a otras personas. Es decir, en el campo, en la playa, en una calle casi desierta y situaciones por el estilo. Hay que tener en cuenta que un metro y medio es más o menos como un brazo y un poco más, con lo cual, si nos cruzamos con alguien en una misma acera, esa distancia segura ya no existirá.
  2. Aglomeraciones y eventos multitudinarios: Aunque estemos en el exterior, si estamos rodeados de personas, e incluso pudiendo mantener ese metro y medio de seguridad, la mascarilla sigue siendo obligatoria. Manifestaciones, conciertos, colas, calles atestadas… Para simplificar, si hay gente a nuestro alrededor, incluso manteniendo la distancia, hay que ponérsela.
  1. En terrazas de hostelería: Sí, eso que incluso ahora muy pocos respetan sigue vigente. Mientras no se consuma hay que mantener la mascarilla puesta salvo que estemos acompañados exclusivamente de convivientes. La distancia de seguridad entre las mesas debe seguir respetándose.
  2. Deportes en grupo: Si practicamos algún deporte de equipo o en solitario, pero rodeados de otras personas, la mascarilla sigue siendo obligatoria al aire libre.

Espacios cerrados

Tal y como pasa ahora, las mascarillas seguirán siendo obligatorias en espacios cerrados. En las aulas y otras instalaciones techadas de las universidades, en los transportes públicos, gimnasios, bares, restaurantes, pubs…, habrá que llevarlas puestas sin excepción.

Esto no ha acabado

Todos estamos hartos. De las mascarillas y de la COVID, pero como, desgraciadamente, el hartazgo no detiene al virus hay que seguir teniendo paciencia y trabajar nuestra resiliencia.

Hoy mismo, Sanidad ha confirmado 4.040 contagios nuevos en España y 30 fallecidos. La COVID-19 es muy real y sigue mutando y creando nuevas cepas, como la variante del Delta, que ya está haciendo estragos. De hecho, en Israel, que había eliminado también la obligatoriedad sobre el uso de las mascarillas, ha tenido que dar marcha atrás por la cantidad de contagios que está creando esta cepa incluso entre la población vacunada.

Como decíamos, estamos hartos, pero hay que aguantar un rato más y evitar ponernos en peligro a nosotros o a los demás.

Cuándo usar mascarilla aunque no sea obligatoria

Además de las situaciones que ya hemos visto, debemos usar la lógica. No hace falta que nos pongan un policía detrás todo el rato o creer que sin una ley que nos obligue podemos hacer lo que queramos. Ante la protección de la vida (la nuestra y sobre todo la de los demás), debemos entender que nuestro derecho a no llevar mascarilla o a no seguir los protocolos de seguridad recomendados por Sanidad se queda en nada. Es decir, que es más importante salvar vidas que nuestro ocio o nuestra comodidad. Lógico, ¿no?

Por lo tanto, si tenemos problemas de salud o tenemos contacto con alguien que los tenga. Si vemos con frecuencia a nuestros familiares, si ayudamos a nuestros vecinos mayores o si hacemos voluntariado en algún lugar, debemos tener especial cuidado y sería muy recomendable que siguiéramos llevando la mascarilla incluso en lugares abiertos.

La libertad en esta situación es un privilegio y, como todos los privilegios, hay que usarlo con responsabilidad.

Criminalizar a los jóvenes

Durante este año hemos visto varias noticias y comentarios que prácticamente hablaban de los jóvenes como si ellos solitos hubiesen propagado todo el virus. No es justo. Es cierto que se han visto muchos comportamientos irresponsables, pero se han visibilizado poco o nada (quizá porque se venden más periódicos con los macrobotellones) las muchas actitudes responsables y solidarias de los jóvenes ante esta crisis. Eso, sin tener en cuenta el encierro y la distancia social no se viven con igual desasosiego con 18 años que con 48.

La empatía es importante y si pedimos comprensión, también hay que darla y quizá ha faltado voluntad para buscar situaciones alternativas de ocio seguro para los jóvenes. Dicho esto y según están las cosas, volvemos a hacer un llamado a la responsabilidad: Hay una pandemia. Por su causa hay 3,88 millones de personas menos en nuestro planeta. El número de contagiados y curados es aún mayor, pero aún no hay recuentos fiables acerca de las muchas secuelas (a veces fatales como la insuficiencia cardiaca o respiratoria) que deja este virus.

A partir del sábado seremos un poquito más libres, pero de todos depende el que esa libertad se mantenga. Quitaos las mascarillas con responsabilidad.

 

8 películas para elegir carrera en ciencias y humanidades
16 Jun 2021

8 películas para elegir carrera en ciencias y humanidades

Tras la Selectividad, miles de jóvenes se enfrentan al dilema de escoger carrera. Os sugerimos una lista de películas para ayudaros en la elección.

películas

Las pruebas de selectividad están llegando a su fin casi en la totalidad de comunidades y llega el momento de empezar a ponderar entre vocación y empleabilidad, entre mudarse o quedarse en casa, entre hacer un grado o un doble grado, etc.

Algunas personas lo tienen claro desde que son pequeñas. Otras reciben presiones familiares o sociales para decantarse por uno u otro grado. Hay personas que se verán ahora en la tesitura de tener que subir la nota para estudiar lo que quieren o empezar otro grado y acceder después al que les gustaría.

En estos momentos, además, mucha gente estará haciendo test para elegir carrera o leyendo (esperemos) la información académica de sus grados preferidos para comparar y para evitar sorpresas.

Sea como fuere, desde eTítulo queremos aportar nuestro granito de arena recomendándoos unas cuantas películas imprescindibles que seguro que os inspirarán y os ayudarán con vuestra decisión.

Para estudiantes de humanidades:

Descubriendo a Forrester

Del mismo director (Gus Van Sant) que la aclamada y siempre referenciada en este tipo de listados El indomable Will Hunting, Descubriendo a Forrester es una bella película que habla de un alumno negro con grandes dotes para la escritura y su amistad con un anciano escritor retirado. Además del amor por las letras, esta película es la historia de un chico negro y pobre y su lucha por salir adelante en un mundo que no está dispuesto a abrirle las puertas de par en par.

La llegada

Si doce naves alienígenas de 500 metros de altura se plantan de pronto en nuestro planeta, lo que esperamos ver es al cachas de moda armado hasta los dientes para defender él solito la libertad y el estilo de vida terráqueo (o al menos el de EE. UU.). Sin embargo, en esta ocasión el ejército decide contactar primero con una reputada lingüista. ¿Qué pasará? No os lo contamos, lo que sí os decimos es que las personas amantes de la comunicación y la lingüística van a disfrutarla mucho y los demás, también.

El club de los poetas muertos

Si aún hay alguien que no haya visto esta película, es porque ha vivido en una cueva, pero por si acaso, o por si apetece volver a verla, esta historia sobre cómo un maestro atípico enseña a sus alumnos a amar la poesía, no puede (¡Oh capitán, mi capitán!) no estar en la mente de cualquiera que se plantee la enseñanza y la literatura como algo vocacional.

El séptimo sello

Ni su antigüedad (1957) ni el que sea una película sueca en blanco y negro debería echarnos para atrás a la hora de ver esta obra de arte del cine y menos si os atrae la filosofía.

Imaginemos lo siguiente: un caballero medieval que ha participado en numerosas cruzadas se encuentra en una playa desierta con la muerte que ha venido a llevarse su alma. En vez de pelear a espadazos, se sientan a jugar una partida de ajedrez mientras reflexionan sobre el sentido de la vida. Bergman secuestra nuestro cerebro durante una hora y media, lo lame, le da la vuelta y nos lo devuelve para que sigamos viviendo como podamos.

Para estudiantes de ciencias:

La teoría del todo

Narra la historia de Stephen Hawking desde que es un estudiante universitario de Cosmología y descubre su enfermedad. Si bien la película está muy centrada en sus relaciones afectivas, la vida de un científico de tal envergadura siempre es interesante.

Code girl

Documental interesantísimo que cuenta las historias de las jóvenes de casi 70 países que participaron en la Global Technovation Challenge de 2015. El reto era crear una app para solucionar un problema de su comunidad y es fantástico ver las maravillosas ideas que tuvieron y lo mucho que trabajaron. Desde luego, son de lo más inspiradoras.

Radioactive

La vida de Marie Curie no puede pasar inadvertida para nadie y menos si se tiene vocación científica. Este último biopic de la aclamada física, química y matemática abunda en lo que ya sabíamos: su inmenso tesón y amor por la ciencia. Un personaje inspirador como pocos. No os la perdáis.

Gorilas en la niebla

Dian Fossey fue una zoóloga estadounidense que investigó la vida de los gorilas en Ruanda y en la República Democrática del Congo. La vida de Fossey, considerada una de las primeras primatólogas de la historia, fue apasionante e inspiradora. Su asesinato a manos de los cazadores furtivos de gorilas sirvió para cambiar mentalidades en todo el planeta.

Hay miles de películas que pueden inspirarnos y, ahora que toca resolver el dilema de qué carrera queremos estudiar, ver algunas de ellas podría ayudarnos con la elección. Lo importante es que tengamos clara una cosa: estudiemos lo que estudiemos, el simple hecho de hacerlo ya es la mejor decisión y, si nos equivocamos con el grado, siempre hay tiempo para cambiar o para hacer otro.

 

Como potenciar nuestra resiliencia y mejorar el ánimo
13 Jun 2021

Como potenciar nuestra resiliencia y mejorar el ánimo

Llevamos un año muy complicado y los efectos se notan en nuestro ánimo. No podemos hacer que la COVID desaparezca, pero sí podemos aprender a mejorar nuestra resiliencia.

Resiliencia

¿Qué es la resiliencia?

Según la Real Academia, la resiliencia se define como la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos.

Y pocas veces hemos vivido tantas «situaciones adversas» como las de este último año. Las redes se llenan de consejos para calmar la ansiedad o buscar la felicidad, pero, para ser realistas y sin ánimo de fastidiar a nadie, la felicidad constante no existe. No es posible ser felices al cien por ciento los 365 días del año, porque, entre otras cosas, no podemos controlar que todo lo que nos pase vaya a ser bueno. Y de eso, de no poder controlar lo que nos pase, hemos hecho un curso intensivo durante el 2020 y lo que llevamos de 2021.

Pero lo que sí podemos hacer es reeducar nuestra actitud en el día a día de tal manera que aprendamos a usar la resiliencia para afrontar mejor lo que pueda ocurrir.

Desde eTítulo, queremos ofreceros unos cuantos consejos para potenciar la resiliencia:

Aprender a relativizar

A lo largo de la vida pasan cosas maravillosas, buenas, malas, horribles… y hasta una pandemia, pero tendemos a poner mucha energía en darle vueltas a los sucesos más dolorosos y obviamos aquellos que nos harían sentir bien.

Es normal que nos sintamos rabiosos o frustrados si nos ha salido mal un examen o si nos han despedido de un trabajo, pero no debemos dejar que esos sentimientos nos amarguen más de la cuenta. Estas cosas pasan. A todos. Y volverán a pasar. No es para tanto, solo hay que pensar en lo que podemos hacer para mejorar la próxima vez y seguir intentándolo. No decimos que haya que pasar de todo o no dar importancia a lo que nos ocurre, es lógico que nos sintamos mal cuando algo no sale como esperamos, pero una cosa es disgustarse un rato y otra muy distinta es abandonarse a la desesperación metiéndonos en nuestra cama y viendo las 10 temporadas de Friends por enésima vez.

Hay que relativizar: dar a los contratiempos el valor que realmente tienen, no dramatizar y tratar de recomponerse de la experiencia lo antes posible. Lo que a la larga tiene importancia sobre nosotros no es el suspenso o el despido, sino la actitud con la que afrontamos el problema y cómo lo solucionamos (si es que tenía solución) o hacia qué otra cosa nos enfocaremos (si no la tenía).

¿Aprender de los errores?

Eso tan manido de aprender de los errores está bien, pero no es muy realista. Aprendemos de las experiencias, claro, pero nuestro carácter y personalidad nos hacen más proclives a cometer algunos tipos de errores con mayor asiduidad que otros. Es cierto que de cada experiencia (positiva o negativa) sacamos una lectura, pero eso no nos garantiza que no vayamos a meter la pata de nuevo en el futuro. Aun así, aprender es importante. Aprender de nosotros mismos, de lo que ha causado el problema y sobre todo de nuestra reacción. Como decíamos, la vida está llena de momentos buenos y momentos malos y no se trata de aprender a sortear los malos, sino de saber enfrentarse a ellos con resiliencia.

Buscar la alegría que nos dan las pequeñas cosas

No podemos permitir que el abatimiento que sentimos lo pinte todo de negro como en aquella canción de los Rolling, hay que saber compartimentar y disfrutar de lo que nos gusta. Al principio hablábamos de que la felicidad no era un estado de ánimo constante, sino que más bien se trata de saber disfrutar de momentos concretos. Hay gente que se siente feliz jugando con su perro, tomándose un descanso para leer un libro, nadando, saliendo a pasear por el campo, etc. Los pequeños momentos felices se dan casi todos los días de nuestra vida, siempre que no dejemos que queden eclipsados por nuestro nefasto estado de ánimo. Si algo nos ha ido mal, es natural que nos pongamos de mal humor, pero necesitamos aprender a no dejar que afecte al resto de cosas. De hecho, si tenemos un mal día, la forma más eficaz de que mejore es poniendo en práctica esas simples cosas cotidianas que nos hacen sentir bien.

No más vueltas

Los pensamientos circulares no conducen a ningún sitio, pero es que además envenenan. Si nos pasamos el día recordando todo lo que ha ido mal, a todos los que querríamos devolvérsela y lo desgraciados que somos, lo único que conseguiremos es sentirnos todavía peor.

Se puede gritar, quejarse, soltar unos cuantos tacos, llorar o lo que necesitemos para expresar la rabia, pero debemos aprender a terminar pronto con eso porque lo único que conseguiremos si lo prolongamos es herirnos.

Si somos de dar muchas vueltas a las cosas, antes de ponernos demasiado siniestros, debemos intentar enfocar nuestra furia hacia algo creativo. Eso nos distraerá y hará que nos sintamos mejor, además, ¡quién sabe!, quizá de todo ese mal trago resulta que nos sale una obra de arte. Las personas que potencian la creatividad son capaces de encontrar soluciones alternativas y de sacar cosas alucinantes de malas experiencias.

Pensamientos positivos

La gente, cuando ocurre algo malo, suele decir “mira el lado bueno…”. La verdad es que, generalmente, el lado bueno de la experiencia (si es que lo tiene) no se ve hasta que ha pasado un tiempo bastante considerable y lo que nos pasó ya no nos afecta. Pero una manera práctica de afrontar mejor lo ocurrido es buscar los caminos alternativos que puedan hacer que nuestra situación mejore.

La resiliencia es flexibilidad. Hay que adaptar nuestras herramientas psicológicas para adaptarse a las circunstancias y necesidades que nos lleguen. Así, no solo seremos capaces de enfrentar las situaciones adversas, sino que haremos un buen aprendizaje de ellas y aumentaremos nuestro potencial.

Hacer nuevos planes, fijarse distintas metas, intentarlo de nuevo… Esto no quiere decir que no nos tengamos que sentir afectados, sino que intentemos reorientar nuestros pensamientos pesimistas y convertirlos en algo productivo que nos permita sacar la cabeza del hoyo cuanto antes.