Por qué estudiar una carrera con pocas salidas profesionales
Para algunos es el momento de elegir y no es tan fácil si lo que les interesa es una carrera con pocas salidas profesionales.
¡Decídete ya!
Desde bachillerato nos han agrupado por ciencias, humanidades, ciencias sociales o artes como si no pudiésemos amar el arte y las matemáticas, como si no fuera posible interesarnos por la sociología y la medicina al mismo tiempo. La sociedad no quiere que tengamos dudas y, sobre todo, no quiere que perdamos el tiempo en estudiar algo sin grandes salidas profesionales.
Nos piden demasiado pronto que tengamos claro qué queremos hacer el resto de nuestras vidas, que nos enfoquemos cuanto antes en encontrar un buen trabajo, comprar una casa y ser productivos. Ya no importa tanto lo que nos apasiona, sino lo que va a darnos una estabilidad laboral. Y por una parte es normal: la vida está complicada. Mucho. El paro juvenil es una verdadera pandemia y la precariedad de los empleos no permite que nadie sea capaz de independizarse con un mínimo de seguridad. Ya no estamos en el mundo que vivieron nuestros padres.
En esta situación parece que lo único válido es estudiar finanzas, informática o telecomunicaciones, pero os vamos a contar un secreto: no es verdad.
Maldita vocación
La elección es muy sencilla para aquellos privilegiados que siempre han tenido clara su vocación y esta se corresponde con una de esas carreras en las que prácticamente sales con un trabajo. También es relativamente fácil elegir si no tenemos vocación. En ese caso, lo mejor es decantarse por una carrera con fácil colocación gracias a la que podamos desarrollar un trabajo que no nos disguste. Pero ¿qué pasa con la gente que tiene una vocación fuerte hacia una carrera con pocas salidas profesionales? ¿Qué pasa si nos apasiona la filosofía, el arte, la historia, la literatura o la conservación y restauración? ¿Acaso estamos obligados todos a ser banqueros o informáticos? Qué triste sería la vida si todos hiciésemos lo mismo.
Tener una vocación es un don que no deberíamos ignorar jamás, incluso si nuestra vocación es hacia unos estudios con pocas salidas profesionales.
¿Qué pasa si nos encanta una carrera con pocas salidas profesionales?
Lo único que pasa es que deberíamos elegirla. Y deberíamos hacerlo teniendo en cuenta dos cosas:
- Es posible que no podamos trabajar en algo relacionado, pero al estudiar una carrera, siempre vamos a tener opciones mejores al acceder a un trabajo que las personas sin estudios superiores.
- Puede que no guste en nuestro entorno familiar, pero habrá que hacer que lo entiendan o llegar a un acuerdo que nos contente a todos (como estudiar dos carreras).
Digan lo que digan, el mundo necesita a los filósofos, a los conservadores y restauradores de arte, a los escritores, a los historiadores y a los artistas. Y los necesita tanto como a los banqueros y a los informáticos. Tanto como a los médicos. Solo hay que mirar a nuestro alrededor y a nuestra historia para darse cuenta de eso.
Por lo tanto, si tenemos una vocación que quizá no nos consiga el mejor puesto de trabajo, qué se le va a hacer. Hay un montón de puestos disponibles en trabajos no cualificados que pueden darnos una vida digna, pero solo hay unos estudios que puedan satisfacer esa necesidad interior que sentimos al tener una vocación.
Con los pies en la tierra
Hay dos maneras de ver los estudios universitarios: como un medio para conseguir un fin o como un fin en sí mismo. Ambas opciones son, además, compatibles, por lo que no están reñidas en absoluto, pero cuando lo que nos llama es una carrera con pocas salidas profesionales, no nos queda otra que optar por la segunda opción. Y, obviamente, necesitamos dinero e independencia, por lo que vamos a tener que pensar cómo vamos a conseguirlo.
Tanto para hacernos un plan de vida realista como para comunicar nuestra decisión a nuestros padres, vamos a necesitar pensar muy bien en lo que vamos a hacer y cómo lo haremos.
Podemos conformarnos con un trabajo que no tenga que ver con nuestros estudios o podemos pelear las pocas salidas que tenga, pero, salvo que seamos ricos, vamos a tener que trabajar; así que si queremos estudiar lo que nos gusta, más nos vale poner los pies en la tierra, elegir una universidad que facilite la colocación, que dé el eTítulo a sus egresados, estar dispuestos a tener que dejar nuestra ciudad o incluso nuestro país y trabajar mucho.
Un as en la manga
Hay una ventaja en estudiar por vocación una carrera con pocas salidas profesionales: que lo hacemos porque nos encanta. Y eso significa que seremos muy buenos en ello. Significa que nuestra pasión hará que destaquemos y, solo por eso, tendremos más posibilidades de conseguir un buen trabajo y no existe ninguna carrera que no tenga salidas, que quede claro. Siempre podremos opositar, dedicarnos a la enseñanza o a la investigación académica. Y sí, miles de personas tratarán de acceder a esos puestos, pero nuestra pasión nos va a dar mucha ventaja.
Nunca será una pérdida de tiempo
Estudiar nos abre las puertas del conocimiento. Nos enseña a pensar, a tomar decisiones, a analizar y comprender datos, a tener una mente crítica y bien amueblada. Nos enseña a ser más responsables, a organizarnos, a movernos en distintos ambientes, nos acerca a otras culturas, nos libera de prejuicios y nos hace mejores versiones de nosotros mismos. Estudiar es un fin en sí mismo y, cuanto más estudiemos, mejor para nosotros.
Es duro, sí; a ratos, aburridísimo, pero todo lo que aprendamos nos servirá, aunque sea, para entrenar el cerebro. Así que hacer una carrera es una buena decisión, sea la que sea y aunque tenga pocas salidas profesionales.