Concentrarse para estudiar: una capacidad entrenable
14 Ene 2024

Concentrarse para estudiar: una capacidad entrenable

Desgraciadamente, no podemos mejorar en tener los ojos más verdes o ser más altos, pero lo de concentrarse sí que se puede trabajar.

concentrarse

No a todos nos toca la lotería

Algunos afortunados tienen una habilidad innata para concentrarse en sus tareas sin ningún esfuerzo. Otros, sin embargo, tenemos que estar constantemente recordándonos que las moscas que vuelan a nuestro alrededor no son tan interesantes.

La vida es injusta: lo que a uno le cuesta cuatro horas estudiar a otro le suponen diez, porque se distrae constantemente. Pero no todo está perdido: la capacidad para concentrarse se puede entrenar incluso aunque nos hayan diagnosticado un trastorno por déficit de atención como el TDAH.

Un buen sitio para concentrarse

Hemos hablado en otros post de eTítulo de lo necesario que es tener un espacio de estudio adecuado y de cómo acondicionarlo, pero lo volvemos a recordar porque es, de verdad, muy importante.

Si tenemos problemas para concentrarnos cuando estamos estudiando, debemos hacer todo lo posible por sacar de la habitación aquellas cosas que nos puedan distraer, como la televisión, mascotas, consolas, móviles, familia ruidosa, etc. Hay que concienciarse de que vamos a estudiar y de que ya miraremos el WhatsApp en otro momento.

Pero lo de tener un espacio de estudio no es solo para crear un búnker antidistracciones, es para que nuestro cerebro sepa lo que se va a hacer ahí y no se ponga a divagar. Si tenemos un sitio en el que solo estudiamos, nos será más sencillo ponernos en ese modo de concentración total.

¿Concentrarse con ruido? qué va.

El ruido es uno de los factores que más distraen. Estar oyendo voces de fondo, las obras del vecino o incluso nuestra música favorita, nos va a sacar una y otra vez de la tarea, por lo que debemos intentar silenciarlos.

Evidentemente, no podemos hacer que nuestra familia se quede callada hasta que acabemos la facultad, ni podemos pedirle al vecino que instale la cocina en otro momento. Lo que sí podemos es quitar la música, el sonido del teléfono (y la vibración) y comprarnos unos buenos tapones para los oídos. Esa sensación de aislamiento es idónea para aumentar nuestra concentración.

Descansos obligatorios

Hay que parar. Incluso si hemos conseguido ese estado mágico en el que lo único que ronda nuestra cabeza es aquello que estudiamos. Es imprescindible que descansemos cada dos horas unos veinte minutos para no agotar el cerebro. O bien le pedimos a alguien que nos avise, o bien ponemos una alarma, pero no podemos estar cinco horas seguidas estudiando sin descanso porque no hay cerebro que aguante eso.

Si somos sinceros con nosotros mismos, de las cinco horas que llevamos sentados, ¿cuántas realmente hemos rendido? Lo de concentrarse también agota y, para poder hacerlo durante cinco horas, hay que descansar al menos una entre medias.

Meditación 

Suena un poco zen, pero varios estudios han demostrado que la meditación es muy buena para el cerebro. No se trata de ponernos místicos (salvo que nos apetezca), porque no tiene nada que ver con eso, sino de observar nuestros pensamientos desde fuera.

Si dedicamos unos minutos al día a meditar, conseguiremos estar más concentrados y con menos estrés en los exámenes. Hay muchas formas de meditación, solo hay que encontrar la que mejor nos funcione y usarla habitualmente.

Ejercicio siempre

El ejercicio físico activa nuestro cerebro y nos hace sentir bien. En equilibrio. Ya lo decía Juvenal: mens sana in corpore sano.

Aprovechar algún descanso para ir a correr o para hacer unos largos en la piscina, conseguirá que, a la vuelta, concentrarse en una tarea menos entretenida nos resulte mucho más fácil.

Buenas noticias: los videojuegos ayudan a concentrase

Evidentemente, no estamos recomendado jugar a videojuegos en temporada de exámenes, pero sí el resto del año. Los juegos de acción, en los que hay que estar pendiente de muchas cosas a la vez, estimulan nuestra capacidad de concentración. La entrenan.

El infarto de la última hora

Las personas que tienen problemas para concentrarse tienden a dejarlo todo para el último momento porque el nivel de estrés que genera la sensación de que no va a dar tiempo a terminar aumenta la concentración.

No lo hacen conscientemente, pero de alguna forma han aprendido que consiguen rendir más de esa manera. Tienen razón, su concentración aumenta, pero las consecuencias de dejarlo todo para el final a veces son nefastas, y estar constantemente sometiéndose a ese nivel de estrés tampoco es sano.

Es imprescindible que, si este es nuestro caso, consigamos organizarnos, ponernos unos horarios más firmes y contar con más tiempo para estudiar. Si necesitamos estar a punto de cumplir un plazo para enfocarnos en la tarea, podemos poner nosotros otros plazos diferentes que nos ayuden a tener esa sensación de fin del mundo, pero en pequeñas dosis para que no nos dé un infarto ni nos quedemos sin tiempo de verdad.

Varios sentidos para concentrarse mejor

No nos cuesta concentrarnos en una película o en un videojuego, no solo porque son mucho más entretenidos que aprenderse la Constitución de memoria, sino porque empleamos más sentidos. Si solo usamos la vista, es más fácil distraerse que si usamos la vista y el oído, por ejemplo.

Cuantos más sentidos intervengan en cualquier actividad que hagamos, más fácil será concentrarse en ella. Por eso, leer en voz alta, grabarnos y escucharnos mientras leemos y técnicas similares, pueden ayudarnos a que no se nos vaya la cabeza a otros lugares más entretenidos.

En grupo es más fácil concentrarse

Estudiar en grupo haciendo rondas de preguntas, no solo es mucho más divertido que hacerlo solo, sino que además la sana competitividad obliga a concentrarse en la tarea. Si conseguimos convencer a un par de amigos, veremos cómo los resultados son mejores de lo que esperábamos.

Juegos que mejoran la concentración

No solo los videojuegos nos ayudan, también los sudokus, el ajedrez, las damas o cualquier juego de estrategia en el que haya que anticipar jugadas, son un buen entrenamiento para aumentar nuestra concentración.

No olvidemos que, aunque no tengamos una gran concentración innata, sí podemos aprender a tenerla. Solo hay que entrenar y ser disciplinados y, en poco tiempo, comprobaremos los buenos resultados.

 

 

10 trucos para incorporar una nueva rutina sin mucho esfuerzo
7 Ene 2024

10 trucos para incorporar una nueva rutina sin mucho esfuerzo

Estudiar más, leer más, hacer deporte, comer sano, salir más, salir menos, dormir ocho horas… ¿Cuántas veces hemos fracasado al intentar incorporar una rutina en nuestro día a día? con estos consejos lo conseguiremos. 

 rutina

Lo mismo cada vez

Es inevitable, terminamos un año y hacemos repaso de lo que queremos mejorar para el próximo. Y dan igual las veces que quememos papelitos, pongamos una vela a los santos o demos vueltas en sentido contario a las agujas del reloj: si no seguimos un método para incorporar las rutinas que queramos a nuestro día a día, ninguna magia va a conseguir que este año, por fin, vayamos al gimnasio o estudiemos más.

Si no costase trabajo, no tendríamos que obligarnos

Cualquier logro en la vida requiere de un proceso. Estudiamos para sacar nuestro título universitario, obtenemos el eTítulo para tener un buen trabajo, hacemos deporte para cuidarnos y sentirnos bien, comemos adecuadamente para estar sanos… No se trata de chascar los dedos y listo, lo que queremos conseguir casi siempre requiere de constancia y dedicación que, en algunos casos, es de por vida.

Amar el mientras tanto

Por eso, aunque no hay que perder de vista nuestros objetivos, es importante darle valor al proceso y celebrarlo. Así evitaremos la frustración y el abandono. Ese «proceso» no es otro que incorporar rutinas, lo que pasa es que dicho así suena menos apetecible. Si queremos de verdad hacer cambios en nosotros mismos, esto es lo que toca: aprender a incorporar y a amar nuestras rutinas. No es tan difícil, veamos 10 trucos para conseguirlo.

1. Establecer metas realistas y graduales

Si tenemos alto el colesterol, es absurdo pensar que por pasarnos una semana comiendo ensalada se nos vaya a quitar. Se trata de comer bien cada día con excepciones y no comer mal siempre, salvo excepciones.

Y como eso, con todo lo demás. Si nos marcamos pequeños logros, como comer bien siete días seguidos, y lo celebramos, es más sencillo que queramos seguir comiendo bien otros siete más (ojo, la celebración no tiene por qué ser pollo frito y tarta, también podemos ir a un sitio que nos guste, darnos un capricho, ver a nuestro amigos, etc.).

Al plantearnos metas alcanzables, avanzamos de manera progresiva y tenemos una sensación de logro constante que nos ayuda a no abandonar.

2. Crear hábitos anclados en una rutina actual

Al vincular nuevas rutinas con hábitos ya existentes, aprovechamos la estructura mental que ya tenemos establecida. La técnica de apilar hábitos funciona. Por ejemplo, como ya nos cepillamos los dientes todas las noches, será mucho más sencillo que podamos incluir en ese momento la rutina de lavarnos también la cara y echarnos después una crema que si nos proponemos hacerlo a media tarde.

Crear un horario de nuevas rutinas —como dormir a ciertas horas, estudiar o hacer ejercicio— que se ajuste a nuestro estilo de vida y no modifique en exceso el horario anterior, hará que cuerpo y mente se adapten mejor a estos patrones predecibles. El cerebro quiere trabajar poco y no le gustan los cambios. Tengámoslo en cuenta.

3. Empecemos poco a poco

Relacionado con el primer punto, pero diferente está este: hay que empezar con acciones pequeñas y específicas e ir poco a poco aumentando la dificultad. Si queremos ejercitarnos, comenzamos con 10 minutos al día. Con el tiempo, podemos aumentar la duración y la dificultad de la rutina.

Cuando acabamos de fijarnos un objetivo, estamos motivadísimos y queremos, ya mismo, ser capaces de hacer proezas y ver los resultados cuanto antes. Cualquier entrenador, psicólogo o persona con dos dedos de frente nos diría lo mismo: hacer demasiado al principio supone abandonar más rápido. Para incorporar una rutina hay que ir de menos a más.

4. Involucrar a un compinche de rutina

Compartir nuevas rutinas con amigos o familiares no solo hace que sea más divertido, sino que también proporciona apoyo mutuo y rendición de cuentas.

Un poco de competitividad y otro poco de compañerismo nos va a mantener más motivados y la presión social dificultará el abandono.

5. Encontrar placer en lo que hacemos

Es importante que nos esforcemos en disfrutar de las rutinas. Puede sonar imposible ¿no? Si nos gustase, lo habríamos hecho antes. La verdad es que para disfrutar de algunas cosas hay que esforzarse un poco al principio y buscar el lado bueno, pero es posible conseguirlo con facilidad.

Nuestro cerebro, además de ser un poco vago, busca el placer (incluso cuando nos perjudica) así que vamos a dárselo para que cualquier nueva rutina pueda convertirse en un hábito arraigado.

Es necesario que busquemos la forma de hacer que nuestras actividades sean más placenteras, ya sea fomentando nuestra curiosidad durante el estudio para encontrarle el interés y la aplicación o eligiendo ejercicios que realmente nos diviertan.

Por mucho que queramos tener un cuerpo definido, si hacer pesas nos parece aburridísimo, probemos con deportes como la escalada o la calistenia.

6. Utilizar recordatorios

Como queremos hacer algo que antes no hacíamos, puede pasar que haya días en que se nos olvide. Hasta que la rutina esté interiorizada, colocar recordatorios visuales en lugares clave o poner alarmas en el teléfono nos va a ayudar a no olvidarlo ni sin querer ni a propósito (que también pasa). Recordemos que las alarmas se pueden apagar, pero las notas, no.

Los recordatorios pueden ser una nota en la nevera para recordarnos que queremos comer saludablemente, en el espejo del baño para acordarnos de la crema antiacné o en la mesa para que no se nos olvide que tenemos que estudiar de cinco a ocho.

La repetición y las señales visuales refuerzan la memoria y la necesidad de cumplir con la rutina.

7. Crear un Ambiente favorable a la rutina

Diseña nuestro entorno para respaldar las rutinas nos va a ayudar. Esto podría ser tener un espacio de estudio tranquilo y adecuado o tener las zapatillas deportivas listas para el ejercicio. Un ambiente que respalda nuestros objetivos facilita que sigamos las rutinas.

8. Ser flexible

La vida cambia, y las rutinas deben adaptarse. Además, la rigidez excesiva puede llevarnos a la desmotivación. Aceptemos que habrá días difíciles y que podemos adaptar las rutinas según sea necesario.

Pero no tomemos esto como una norma sino como una excepción, porque si queremos convertir una actividad en rutina, vamos a tener que esforzarnos hasta que la hagamos sin tener que pensar en que tenemos que hacerla. Cuando sea algo automático y normal en nuestra vida, lo habremos conseguido.

9. Refuerzo positivo y emocional

Lo decíamos al principio. Celebrar los pequeños logros es vital para que todo esto funcione. Tenemos que recompensarnos por el esfuerzo para no perder la motivación.

Además, debemos recordarnos por qué esa rutina es importante para nosotros. Ya sea por salud, desarrollo personal o logro de metas, comprender la importancia emocional fortalecerá nuestro compromiso.

10. Persistencia, paciencia y control de daños

La formación de hábitos lleva tiempo, pero, si se hace bien, no es tan duro como parece. Con un poco de paciencia y persistencia vamos a ver pronto resultados.

Antes de empezar a incorporar cualquier rutina, una cosa que debemos tener en cuenta es que se puede fallar. Y no solo se puede, sino que hay que asumir que pasará y que no es grave. La culpa no nos va a hacer ningún bien, así que si tropezamos un día, retomamos la rutina al siguiente y tan contentos por haber seguido. ¡A celebrarlo!

 

 

 

 

Trucos para abordar esos malditos exámenes tipo test
28 Dic 2023

Trucos para abordar esos malditos exámenes tipo test

Aunque a primera vista puedan parecer sencillos, los exámenes tipo test suelen ser muy traicioneros tanto a la hora de prepararlos, como al hacerlos.

exámenes tipo test

¿Cómo nos preparamos para un examen tipo test?

Los exámenes tipo test tienen su propio sistema y, por desgracia o por fortuna nos vamos a encontrar con ellos varias veces hasta que nos saquemos nuestro eTítulo universitario. Muchas técnicas de estudio que resultan extremadamente útiles y que nos ayudan a aprender las materias y mantener los conocimientos a largo plazo no nos sirven para estos exámenes.

Los test suelen englobar mucho contenido y no siempre va a hacer falta saber relacionar y comprender conceptos, sino más bien organizarlos. Además, vamos a necesitar usar más la memoria que en la preparación de otros exámenes.

1. Comprender el formato

Lo primero que necesitamos es familiarizarnos con la estructura de los exámenes tipo test.

Hay que entender que estos exámenes requieren respuestas específicas y, a menudo, se centran en la memorización de hechos y conceptos clave. La memoria visual va a ser una gran aliada para prepararlos.

Nada de hacer resúmenes o dibujos. Las técnicas de estudio que necesitamos tienen que facilitarnos que podamos memorizar las palabras exactas que salen en el temario y en el orden correcto.

Algunas de las mejores técnicas de estudio para los exámenes tipo test son la lectura comprensiva, hacer un buen subrayado, el método anky, fichas de estudio, método Leitner, el estudio en grupo, las reglas mnemotécnicas y sobre todo…

2. Practicar con exámenes tipo test de años anteriores

Sin duda la táctica más efectiva para preparar los exámenes tipo test es practicar con exámenes de años anteriores.

Usar otros exámenes para estudiar nos ayudará a entender el estilo de las preguntas y a gestionar mejor el tiempo durante la prueba real, pero también nos hará ganar confianza y adaptarnos al formato del examen.

3. Identificar patrones y temas clave en los exámenes tipo test

Al revisar preguntas antiguas, no solo debemos fijarnos en qué respuesta es la correcta, sino también resultará muy útil que identifiquemos patrones y temas que tienden a repetirse.

Esto nos va a permitir priorizar ciertos temas durante la preparación e identificar las trampas que estos exámenes suelen incluir en la redacción de las preguntas.

4. Planificación del tiempo

Durante la preparación es muy importante que tengamos en cuenta el tiempo, ya que en los exámenes tipo test cobra una especial relevancia. Cuando practiquemos con otros exámenes, es esencial que nos cronometremos y que desarrollemos un sistema para que responder de la forma más eficiente.

Nuestra recomendación es que contestemos primero a todas las preguntas que nos sepamos sin dudar y luego nos vayamos deteniendo en las que nos causan una mayor dificultad.

Desarrollar un plan de tiempo nos ayudará a evitar que nos quedemos atrapados en una pregunta.

Estrategias durante los exámenes tipo test

Ahora, veamos cómo se abordan los exámenes tipo test una vez que nos encontramos cara a cara con uno.

1.  Las instrucciones están para seguirlas

Debemos prestar atención a las instrucciones y tenerlas en cuenta cuando estemos haciendo el examen. A veces, conocer ciertos detalles puede marcar la diferencia. Detalles como si hay penalización por respuestas incorrectas, si incluye más de una respuesta verdadera, si tendremos preguntas de verdadero o falso, si va a haber cuestiones en las que se invierta el orden y tengamos que señalar la respuesta falsa o si va a entrar un payaso terrorífico y nos va a golpear con un ramo de flores de plástico mientras tratamos de concentrarnos. La información es poder, así que hay que prestar atención.

2. Leer cuidadosamente

Dan igual los nervios y las prisas. La lectura automática no es una buena idea en los exámenes tipo test. Hay que entender cada pregunta antes de seleccionar una respuesta y hay que entenderla de verdad y teniendo en cuenta que la redacción suele ser engañosa porque son preguntas hechas para pillarnos.

También, hay que analizar cómo es el enunciado de las preguntas porque nos va a dar pistas importantísimas sobre términos clave que debemos identificar para hallar la respuesta correcta.

3. Cuando ataca la indecisión

Si estamos indecisos entre varias respuestas, lo primero es eliminar las opciones obviamente incorrectas. Si podemos taparlas para no verlas, mejor. Tras esto, podemos aplicar algunos trucos para intentar dar con la buena:

Pensemos en que, por regla general, si las respuestas son amplias y están bien redactadas, suelen ser correctas.

Las respuestas falsas suelen tener afirmaciones categóricas e incluir palabras como «nunca» o «siempre». En cambio, las correctas son más amplias e incluyen más variables.

Si dos de las opciones son contradictorias o solo se diferencian entre sí por una palabra, la respuesta correcta suele ser alguna de esas dos.

4. El vicio de contestar

Si ya nos hemos quitado todas las que nos sabemos y hemos respondido a las que nos generaban dudas, nos queda enfrentarnos a las que no tenemos ni idea. Los exámenes tipo test tienen un efecto quiniela muy peligroso, porque, si contestamos a las que no nos sabemos a boleo y acertamos, podemos sacar una notaza. O un estrepitoso suspenso. Si los fallos restan (que es lo más normal), el contestar a las que no sabemos por si suena la flauta puede hacer que punto a punto, perdamos todo el trabajo de las que sí nos sabíamos.

Tendremos que hacer nuestras cuentas y elegir sabiamente. Hay que recordar que estamos en un examen, no en un casino.

5. Revisión Final

Siempre que sea posible y nos haya quedado tiempo, es bueno hacer una revisión final para confirmar que hemos entendido bien y hemos respondido lo que queríamos, pero también para comprobar que no hemos cometido errores tontos como habernos saltado preguntas o no haber entendido lo que nos pedía el enunciado.

 

 

 

Cómo aprovechar la memoria visual como técnica de estudio
21 Dic 2023

Cómo aprovechar la memoria visual como técnica de estudio

La memoria visual es una gran aliada cuando tenemos que estudiar porque es muy efectiva para retener y permite que el estudio sea más entretenido.

memoria visual

Entre las técnicas de estudio, hay estrategias específicas que pueden ayudarnos potenciar esta capacidad. Una de las más efectivas es la asociación de conocimientos con imágenes o dibujos.

¿Cuándo emplear una técnica de estudio basada en la memoria visual?

No todas las asignaturas ni todas las personas responden de la misma manera todas las técnicas de estudio de las que hablamos en eTítulo y, por eso, es importante ir haciendo variaciones hasta que encontremos las que mejor se adapten a nuestras capacidades.

Está claro que tampoco podremos ponernos a dibujar en todas las asignaturas y, por lo tanto, en las que no lo permitan deberemos usar técnicas de estudio distintas como lectura comprensiva, autotests, reglas mnemotécnicas, etc.

Si contamos con una buena memoria visual, la posibilidad de usar los dibujos para estudiar puede ser particularmente útil en asignaturas como Historia, Geografía, Arte, Literatura o Ciencias, entre otras.

Estudiar con dibujos no solo nos ofrece una manera efectiva de aprender, sino también una experiencia más amena y agradable de estudiar. Hay que tener en cuenta que se trata de aprender asociando los conocimientos a imágenes. Y, que, como decíamos, las imágenes son el idioma del cerebro, por lo que, con representaciones gráficas, seremos capaces de retener conceptos mucho más rápido de lo normal.

Cómo aplicar la técnica de estudio de dibujo rápido

La imagen es el lenguaje del cerebro, por eso cuando recordamos algo o cuando lo imaginamos no vemos palabras, sino imágenes.

La esencia de esta técnica reside en comunicarnos con nuestro cerebro en su propio idioma y no es necesario que seamos artistas consumados (ni aficionados); la clave está en crear dibujos esquemáticos y rápidos que actúen como representaciones visuales de los conceptos que necesitamos aprender.

Podemos crear el storyboard de un tema en particular, utilizando pequeñas viñetas para contar sucesos o un dibujo más extenso para representar un lugar o una situación que debamos memorizar como un solo «retrato» de todo lo que necesitamos aprender.

Lo importante es que tras haber usado esta técnica de estudio que activa nuestra memoria visual, seamos capaces de recuperar de un vistazo todo lo que necesitábamos aprender.

Veamos algunos ejemplos:

Geografía, Geología…: Para aprender, por ejemplo, sobre la formación de las cadenas montañosas, podemos crear una historieta que ilustre las distintas orogénesis paso a paso. Si necesitamos memorizar un mapa, podemos realizar un solo dibujo que contenga todos los elementos clave.

Historia, Antropología, Arqueología, etc.: Las asignaturas ideales para crear un storyboard o un cómic que cuente los acontecimientos más importantes que debemos aprender.

Biología, Anatomía, Medicina…: dibujos sobre partes de la célula, partes de las plantas, familias de animales, el cuerpo humano, etc.

Consejos prácticos para crear dibujos que potencien nuestra memoria visual

Simplicidad y Rapidez: No nos debemos preocupar por la perfección artística. No se trata de que crear algo artístico, sino de contarle a nuestro cerebro una información que queremos que retenga. La simplicidad y rapidez son fundamentales para no perder tiempo.

Seleccionar adecuadamente el tema: Tampoco hay que hacer dibujos de todo el temario, sino solamente de aquellas partes en las una escena visual nos va a ayudar a sintetizar la información y a retenerla.

Uso del color: Usar distintos colores y asociar algunos de ellos a determinados temas es muy bueno porque ayuda a enriquecer los dibujos y facilita la memorización.

Consideraciones sobre el Tiempo

En esto del dibujo, cada persona necesita un tiempo. Lo que está claro es que no es de las típicas técnicas de estudio que son útiles para el día antes del examen. Esta técnica requiere tiempo para ser efectiva, pero si nos planificamos adecuadamente, descubriremos que aprender se vuelve más entretenido y efectivo que simplemente leer y repetir.

Es verdad que vamos a memorizar mucho más rápido gracias a la memoria visual y el pensamiento visual, pero se tarda más en dibujar que en hacer un esquema. Por eso, debemos poner atención al tiempo del que disponemos.

Lo más recomendable es que no usemos los dibujos cuando estamos preparando un examen, sino que vayamos haciéndolos cuando pasamos nuestros apuntes a limpio, a lo largo del curso y que luego, cuando haya que ponerse con los exámenes, usemos los dibujos ya hechos para memorizar mejor gracias a nuestra memoria visual.

Oposiciones y salud mental: Qué nos daña y cómo controlarlo
17 Dic 2023

Oposiciones y salud mental: Qué nos daña y cómo controlarlo

Prepararse para unas oposiciones es duro y entraña ciertos riesgos para la salud mental que no se deben subestimar. Reconocerlos y prevenirlos es clave para tener éxito en los exámenes.

oposiciones

Prevención, esa preciosa palabra

El proceso de preparar unas oposiciones no solo es un desafío intelectual, sino que también ejerce una gran presión sobre nuestra salud mental. Evidentemente, si el esfuerzo y dedicación que suponen no valiese la pena, nadie las haría. Tenemos claro que la salida laboral que ofrecen es una meta suficientemente buena como para ponerse a ello y sacrificar ciertas cosas, pero no lo es si, en el proceso, dañamos nuestra salud mental.

La buena noticia es que, si ponemos las medidas adecuadas para prevenir los «efectos indeseados» de preparar unas oposiciones, vamos a poder evitarlos o atenuarlos y nuestra estabilidad emocional no se verá afectada.

Pero para poder entender qué debemos hacer, antes hay que saber qué es lo que nos daña. Veamos algunos de los citados «efectos indeseados» de preparar unas oposiciones:

1. El Peso de la incertidumbre

Además de que la naturaleza extremadamente competitiva de las oposiciones supone una carga constante de incertidumbre en forma de dudas sobre nuestra propia valía. El hecho de no saber nunca si todo el esfuerzo se traducirá en un éxito, puede ser realmente angustioso, lo que va a generarnos estrés y ansiedad constantes que mermarán nuestra salud mental a lo largo del proceso.

2. Una rutina solitaria

El aislamiento que necesitamos para preparar las oposiciones, aunque sea autoimpuesto en muchos casos, se convierte en una traba para nuestro bienestar emocional. La intensa rutina de estudio reduce nuestras interacciones sociales y nos lleva a un estado de soledad que puede afectarnos negativamente si no estamos acostumbrados.

3. Presión social e impacto en las relaciones personales

Sumado al aislamiento anterior, está el hecho de que nuestros allegados demandan más de nosotros de lo que podemos darles. Es normal, están acostumbrados a nuestra presencia y nos echan de menos, pero no se dan cuenta de el daño que pueden hacernos. Hay decenas de frases hechas que vamos a oír por parte de nuestro entorno durante todo el proceso: Quédate un rato más, ya estudiarás mañana, también tienes que descansar, seguro que ya te lo sabes, un día es un día

Obviamente, lo hacen con buena intención, pero para los opositores supone tener que resistirnos constantemente a las tentaciones, sentir la presión social y la culpa por tener que negarnos, la culpa también si no nos negamos, el miedo a que acaben por no contar con nosotros si decimos que no a menudo…

El foco intenso en los estudios puede distanciarnos de amigos, familiares y parejas y generar, tensiones adicionales que contribuyen al deterioro de nuestra salud mental.

 4. Expectativas desmesuradas

La percepción de las expectativas sociales y la autoexigencia crean un caldo de cultivo para la presión. La sensación de tener que cumplir con estándares poco realistas puede desencadenar ansiedad y estrés.

5. Agotamiento continuo

El agotamiento no es solo físico sino también mental. La fatiga derivada de largas horas de estudio puede manifestarse en síntomas como falta de concentración, irritabilidad y apatía; señales claras de que la salud mental está en juego.

6. Impacto en la autoestima

Los reveses inevitables durante la preparación pueden impactar significativamente en la autoestima. Eso por no hablar de la posibilidad más que probable de no sacar una plaza a la primera. Cada tropiezo puede sentirse como un golpe a la confianza en uno mismo.

7. Falta de gratificación inmediata

La preparación de oposiciones es un proceso de larga duración sin recompensas inmediatas. La ausencia de gratificación instantánea puede afectar la motivación y generar sentimientos de desánimo y desgaste emocional.

8. Sobrecarga de información

La cantidad abrumadora de información que se debe absorber puede generar una sobrecarga cognitiva. Esto no solo agota los recursos mentales, sino que también puede contribuir a experimentar ansiedad y sensación de estar abrumados y sobrepasados.

9. El tiempo como enemigo

La presión sobre tiempo puede convertirse en un enemigo constante. La sensación de no tener suficiente tiempo para cubrir todos los temas puede generar un estrés adicional que afecta directamente la salud mental.

Cómo cuidar nuestra salud mental durante la preparación de oposiciones: estrategias cruciales

Ahora que conocemos al monstruo, veamos cómo matarlo. Preparar unas oposiciones no tiene por qué ser un camino hacia la locura y el aislamiento social. Con una buena planificación y conociendo todo lo que puede dañarnos, podremos prepararnos para el examen sin dañar nuestra salud mental en el camino.

1. Aprender técnicas de manejo del estrés

Aprendamos y practiquemos técnicas de manejo del estrés como una asignatura más. Desde la meditación hasta técnicas de respiración, estas estrategias serán tremendamente valiosas para mantener la calma y preservar nuestra salud mental.

2. Establecer metas realistas

Cuando preparamos unas oposiciones (sobre todo al principio) a menudo caemos en la trampa de establecer metas poco realistas. Es fundamental definir objetivos alcanzables y evitar así la presión innecesaria y las decepciones catastróficas.

3. Crear rutinas saludables

Una rutina equilibrada es clave. Incorporar tiempo para el estudio, descanso, ejercicio, buena alimentación y actividades recreativas crea un equilibrio que contribuye a una mejor salud mental. Si no podemos presentarnos en la próxima convocatoria, será para la siguiente, pero no debemos darnos un atracón de estudio. Nuestra salud mental depende de que tengamos tiempo para todo y enfrentar una oposición es una maratón, no una carrera de velocidad.

4. Cuidar nuestras redes de Apoyo

La soledad es perjudicial por lo que necesitamos redes de apoyo sólidas. Hay que cuidar las que ya tenemos y aprender a explicar con asertividad cuáles son nuestras necesidades en estos momentos.

También resulta muy gratificante compartir experiencias con otros opositores porque se crea un sentido de comunidad que mitiga el aislamiento. Es crucial encontrar un equilibrio entre el estudio y la conexión con otros aspirantes con los que compartir experiencias y estrategias.

5. Descanso sin Remordimientos

El descanso es fundamental. Aceptemos que tomarnos tiempo libre no es un lujo, sino una necesidad. Dejemos la culpa para otras cuestiones; el descanso no es una opción si queremos mantener la salud mental a largo plazo.

6. Fomentar una mentalidad positiva

Cultivemos una mentalidad positiva. Enfrentar los desafíos con optimismo no solo alivia el estrés, sino que también fortalece nuestra salud mental.

7. Buscar ayuda profesional

No subestimemos el poder del apoyo profesional. Buscar la ayuda de un psicólogo o consejero puede ser una estrategia efectiva para manejar la carga emocional asociada con la preparación de oposiciones.

8. Variar los métodos de estudio

La monotonía puede aumentar el estrés. Diversifiquemos nuestros métodos de estudio para mantener las cosas frescas y evitar la fatiga mental. En el blog y redes sociales de eTítulo tendremos contenidos que nos ayudarán a encontrar la fórmula para eliminar la monotonía del estudio.

9. Pequeñas celebraciones

Celebremos nuestros logros, grandes y pequeños. Reconocer y celebrar los hitos durante la preparación refuerza nuestra motivación y evita que el desgaste emocional que produce la falta de gratificación a corto plazo.

10. Flexibilidad ante los desafíos

Finalmente, seamos flexibles. La adaptabilidad a los desafíos inesperados es clave para mantener la salud mental. Aceptar que no todo saldrá según lo planeado nos permite enfrentar los obstáculos con mayor tranquilidad.