Se acercan los exámenes de septiembre y el verano se termina. Ya es hora de ponerse en serio, ¿te apuntas?
Los buenos propósitos a los que no hicimos ni caso
Cuando empezaron las vacaciones todo eran buenos propósitos: estudiar a diario, tener un buen horario, ser responsable… Vamos, lo de siempre. Pero el verano parece muy largo cuando empieza y luego se pasa volando entre planes divertidos, viajes, festivales, amigos y días de calor para vaguear. Si eres de los que se acaban de dar cuenta de que estamos a mediados de agosto y aún no han estudiado nada en serio, este post es para ti: vamos a ponernos las pilas.
Un horario ya
Calcula cuántas asignaturas tienes que preparar y cuánto temario tiene cada una. Mira también la dificultad que suponen para ti y calcula un mínimo de cuatro horas y media diarias de estudio en las que puedas descansar 15 minutos cada hora de estudio.
Lo ideal es que estudies siempre durante las mismas horas y que no sea después de comer para que te concentres mejor y no te quedes frito sobre los apuntes. Hazte a la idea cuanto antes de que tus vacaciones se han terminado y ahora toca recuperar todo el tiempo perdido. Sí, es horrible, pero solo son unos días de apretón y se termina. Lo importante es tratar de pasar limpio para que no aumente el precio de tu matrícula y puedas enfrentarte sin cargas al curso que viene.
Repasemos las técnicas de estudio
Recuerda usar las que mejor te funcionen, pero prueba también con algunas que no conozcas por si acaso descubres que te ayudan más.
Lo primero es hacer una lectura comprensiva. No hay que subrayar, eso viene después, sino solo leer y lo más importante: entender lo que se lee. Pregúntate quién, cómo, cuándo, cuánto y ese tipo de cosas para confirmar que lo estás entendiendo bien.
Una vez que hemos leído el texto, debemos subrayarlo. No se trata de que todo se vuelva amarillo fosforito, sino de marcar solo lo importante y distinguir las ideas principales de las secundarias.
Cuando terminemos, podemos hacernos esquemas simples que resalten las ideas más importantes o mapas mentales que nos ayuden a organizar y priorizar esas ideas.
Para las fórmulas, leyes u otras cosas que tengamos que aprender cual papagayo, lo más eficaz es que usemos reglas mnemotécnicas que nos permitan recuperar la información fácilmente cuando la necesitemos.
Luego llegan los repasos, donde será importante distinguir entre lo que nos sabemos bien y lo que necesitamos afianzar. Las mejores técnicas de estudio consisten en hacer modelos de exámenes y corregirlos, en repasar con fichas o tarjetas y en conseguir que otro compañero o un padre/madre sufrido nos pregunte la lección. Una vez que nosotros podamos explicar lo que hemos estudiado, significará que lo hemos aprendido.
Quizá hemos vagueado demasiado para sacar una matrícula de honor a estas alturas, pero no para aprobar todo lo que nos propongamos incluso con buena nota. Solo hay que esforzarse mucho en este último tramo y tener voluntad para ser constantes.
Seguro que lo consigues, ¡mucho ánimo!