¿No tienes ni idea de cocinar? ¿Llevas todo el curso dependiendo del envío semanal de tuppers de tu padre? ¿El del restaurante a domicilio ya te llama por tu nombre? ¿Podrías construir un tren entero con la ingente cantidad de latas que has consumido durante el invierno?
No pasa nada, si te horroriza la idea de seguir comiendo los guisos de tu abuela con 40 grados a la sombra, vamos a contarte un par de trucos que ayudarán a refrescarte entre potaje y potaje.
Hacer gazpacho no requiere un máster…
…Sino 1 kilo de tomates bien maduros (nota para ineptos totales: muy rojos y algo blandos al tacto), 1 pimiento verde tipo italiano (son los finos y alargados), 1 pepino, 1 trozo de cebolla, 1 diente de ajo (o menos si no te gusta picante), 3 cucharadas de aceite de oliva, vinagre de vino blanco al gusto (mejor echar poco y probar que pasarse) y sal al gusto.
Se trata de trocear todo (en plan rústico, no hace falta manejar el cuchillo como Gordon Ramsay) y ponerlo en un vaso batidor o cacharro similar con idéntico propósito y darle al on hasta que todo quede con una textura similar al puré y sin trocitos. Si ha quedado demasiado espeso, se le puede echar un poco de agua fría para diluirlo y que tenga la consistencia que más nos gusta. También se le puede echar algo de pan (mejor duro) a la mezcla, pero eso es opcional.
Melón con jamón
No vamos a encontrar nada más fácil: vamos a una tienda, compramos un melón, compramos jamón serrano, pagamos. Volvemos a casa, cortamos el melón en rodajas, quitamos las pipas, colocamos una sobre un plato, le ponemos un par de lonchas de jamón encima… et voilà! ¡Plato delicioso de melón con jamón al canto!
Como este plato nos ha salido tan rico, es normal que nos sintamos envalentonados y queramos investigar un poco más en el apasionante mundo del melón. Probemos ahora con una receta que dejará a nuestra abuela con la boca abierta:
Sopa fría de melón
Necesitamos un melón, dos yogures de tipo griego y unas cuantas hojas de hierbabuena (como cocinar está de moda, la hierbabuena la venden en casi cualquier supermercado y será fácil de encontrar). Bien, el melón hay que abrirlo, quitar la piel y las pipas y partirlo en trozos. Luego, en el vaso batidor o cacharro similar, introducimos el melón, los yogures y las hojas de hierbabuena, y lo batimos durante unos minutos hasta que quede una crema, que guardaremos en la nevera al menos una hora antes de servir.
Como colofón a esta sopa, podemos presentarla con trocitos de frutas de temporada (sandía, cereza, melón, melocotón, etc.) o con tiritas de jamón serrano.
Ensalada de pasta fría con queso azul
Todo universitario que se precie (y viva fuera de casa), es un especialista en hacer pasta, así que esta receta será pan comido.
Necesitamos: Un paquete de espirales de pasta, dos cuñas de queso azul, cuatro bricks de nata para montar, una bolsita de avellanas, un par de latas de maíz, una cuña de queso emmental, media barra de pavo o jamón york, una cebolla, unas hojas de lechuga bien cortadas (pueden ser las que vienen ya preparadas en bolsa, pero hay que trocearlas un poco más), cuatro zanahorias y cuatro manzanas Golden. (Si agotamos todos los ingredientes y la pasta, nos dará para que coman de cuatro a seis personas o para comer nosotros unos tres días. ¡Cuidado que esta ensalada vicia!).
Ahora nos hacemos con una tabla de cortar para que sobreviva la encimera y un cuchillo bien afilado y nos liamos a cortarlo todo en trocitos (salvo la pasta, el queso azul , las avellanas y los bricks de nata).
Mientras descuartizamos la comida, ponemos la pasta a hervir. Es importante mirar bien el tiempo de cocción, porque si nos pasamos quedará asquerosa. Debe estar en su punto. Cuando saquemos la pasta del fuego, hay que lavarla en agua fría para impedir que siga cocinándose y para que se adapte a la temperatura que queremos para la ensalada.
Con las cuñas de queso azul y la nata vamos a hacer la salsa. Partimos el queso en trozos y lo batimos junto con la nata. Ya está, sin complicaciones.
Ahora mezclamos la salsa, la pasta y el resto de ingredientes y… ¡habemus ensalada!
Nota: misteriosamente está más buena cuando ha pasado unas cuantas horas en la nevera, así que mejor si sobra y puedes guardarla para cenar.
Ensalada de judías blancas
Sí, no suena muy apetecible, pero está muy buena, es muy fácil de hacer y muy sana. Es tu oportunidad para reconciliarte con las legumbres.
Necesitamos un bote de judías blancas cocidas, una cebolla, un pimiento verde, uno rojo, lechuga y tomate. Hay gente que le echa atún, pero nosotros no queremos aconsejar el consumo de un animal al borde de la extinción y que encima, según han confirmado varios estudios, su carne se encuentra contaminada hasta los topes de mercurio, así que si te gusta la idea de combinar esta ensalada con pescado, recomendamos que sustituyas el atún por otro pez que no esté amenazado. (Si quieres saber más sobre qué peces no se deben comer y contribuir así al consumo responsable y a cuidar nuestros mares, consulta la guía de Adena WWF).
Bien, pues todo lo que hay que hacer es poner las judías en un colador y lavarlas bien con agua fría. Cortar en trocitos los pimientos, los tomates, cebolla y lechuga y juntarlo todo con las judías, una vez hayean escurrido el agua, en un bol. Aliñar con aceite de oliva virgen, sal y vinagre de vino blanco.
Pinchos variados
La vida está llena de misterios, el fondo inexplorado de los océanos, los ovnis, en qué está pensando realmente tu perro y por qué si atravesamos la comida con un palo parece más chic.
Tomates cherry y bolitas de mozzarella: Explicarlo sería como volver a contar el proceso del melón con jamón pero añadiendo un palo a la ecuación. No tiene ninguna dificultad, salvo comérselo sin clavarse el palo en la garganta.
Piña y trozos de pollo: Compramos una pechuga de pollo y la troceamos. Los trozos los aderezamos con curry, sal y comino en polvo y los metemos en la sartén a fuego fuerte al principio y medio después. Movemos cada poco para que no se peguen y se hagan bien por todos lados, lo sacamos y esperamos un poco a que se temple. Partimos las rodajas de piña y cuando el pollo se haya enfriado lo suficiente, vamos atravesando los trozos junto con la piña en orden de uno de cada.
El mundo del pincho solo requiere creatividad. Se puede empalar todo aquello que se nos ocurra. Solo hay que pensar en qué combinaciones casan bien y empezar a experimentar.
Vamos a por los postres:
La tarta cutre más buena del mundo
La repostería es una ciencia reservada para unos pocos. No solo requiere de paciencia y habilidad, sino que hay que saber las medidas exactas, tener un buen horno, moldes, un montón de virutas de colores… en fin que sale mejor bajar a la pastelería que enfrentarse a cómo se queda la cocina después de intentar hacer unas malditas magdalenas con fondant. A no ser que… ¡hagamos la maravillosa Tarta Cutre! (pronunciar con acento francés para darle caché) que no necesita horno, ni fogones, ni manchar muchos cacharros, ni miles de horas de preparación.
Necesitaremos un recipiente profundo y cuadrado: un tupper grandote es perfecto. Si vais a comprar uno para la ocasión, pensad en el tamaño de la tapa del Trivial Pursuit dada la vuelta. Dos bolsas de bizcochos de soletilla (son esos alargados de color claro que van pegados de dos en dos), dos botes de mermelada de melocotón, dos quilos de mandarinas, un bote de cacao en polvo, un litro de leche, un litro y medio de nata para montar y azúcar.
Se echan en un tazón unas cuantas cucharadas de cacao y la leche. Parecido al que nos preparamos para desayunar, pero más cargado de chocolate. Separamos los bizcochos y los mojamos en el chocolate de uno en uno para controlar que no se deshagan. Una vez esté mojado, lo ponemos hacia abajo en el fondo de nuestro recipiente y vamos cubriendo toda una capa. Cuando esté lista y ya no se vea el fondo, extendemos sobre los bizcochos una capa no muy gruesa de mermelada de melocotón. Montamos la nata con la batidora echándole una cucharada de azúcar (es importante que la nata monte bien y que no sea excesivamente dulce para que la tarta no resulte empalagosa) y echamos una capa gruesa sobre la mermelada. Ahora, al igual que en la construcción de una pared de ladrillos, el proceso se repite: bizcochos con chocolate, mermelada y nata hasta que hayamos llegado arriba del recipiente (a partir de tres capas es aceptable). La última capa de nata debe ser especialmente gruesa para cubrir bien todo y sobre esta, se ponen los gajos de mandarina que harán que la tarta sea mucho más refrescante y quede más bonita a la vista. Un par de horas en la nevera después, ya puedes agarrar una cuchara sopera y empezar a excavar.
¿Simple verdad? Pues está buenísima y es ideal para tomar muy fría.
Polos de sabores
Si tienes una esas maravillosas tiendas de chinos cerca de tu casa, baja y compra un molde para hacer polos. No deberían costarte más de un euro y les vas a sacar partido.
El proceso es simple, se mete dentro algo, se congela y se come. Lo que metamos dentro depende de nuestros gustos y de nuestra imaginación. Puede ser algo sencillo, como yogur natural o de sabores, o frutas batidas con leche, o yogur o queso de untar para que queden más cremosos o podemos currárnoslo más y hacerlos mitad y mitad, por ejemplo: medio polo de fresas batidas con queso de untar y medio de plátano con yogur. Se mete la primera mitad, se esperan un par de horas para que se endurezca y no se mezclen los ingredientes y se vierte la segunda. Da igual cómo los hagamos, lo importante es que nos gusten y nos refresquen. Son más sanos que los que venden por ahí y bastante más baratos.
Lo que debemos saber es que deben estar en el congelador de 3 a 4 horas como mínimo, y si hemos usado queso, nata o yogur cremoso, mínimo 5.
No decimos que se pueda sobrevivir todo el verano a base de esto, pero es un comienzo hacia la independencia gastronómica, no podemos pasarnos el resto de la carrera comiendo fabada de bote y comida china si queremos estar sanos al acabar, así que el verano puede ser el mejor momento para empezar a experimentar. Bon appetit!