Leer más rápido tiene muchas ventajas (como tardar la mitad de tiempo en preparar un examen) y en vacaciones podremos practicar sin esfuerzo.
Lectores por defecto
Nos pasamos el día leyendo. Incluso aquellas personas que dicen que no les gusta leer, leen sin parar. Leemos los subtítulos de las películas, las vallas publicitarias, la letra de una canción. Leemos el prospecto de un medicamento y los consejos de una revista. Leemos los tuits de la gente a la que seguimos, los comentarios en Facebook y hasta leemos la etiqueta del champú.
Leer es algo que hacemos de forma natural y es imposible que no nos guste porque leemos sin darnos ni cuenta. Lo que quizá pasa es que no hemos encontrado algo que leer que nos motive o que nos enganche, pero eso tiene solución: solo hay que pensar en los géneros de las películas y series que nos gustan y buscar algo similar para leer.
¿Y para qué necesito leer más rápido?
Pues, básicamente, porque la vida es solo una cantidad limitada de tiempo y mejor si lo aprovechamos.
Si estudiamos una carrera, hay cientos de textos que leer, libros recomendados, apuntes y demás. Por eso, entrenar nuestra capacidad para leer más rápido nos va a resultar esencial para conseguir nuestro eTítulo universitario sin agobios.
Si trabajamos, tres cuartos de lo mismo. Hay informes, correos electrónicos, estudios o artículos académicos, etc., que también tendremos que leer y cuanto más rápido, mucho mejor.
Leer más rápido no solo nos ahorrará un montón de tiempo, sino que, además, nos va a ayudar a concentrarnos, a comprender y memorizar mejor lo leído.
Conseguirlo no es difícil, pero requiere de cierta disciplina y tiempo para trabajar una serie de ejercicios, por lo que aprovechar el tiempo libre que tenemos en el verano hará que podamos hacerlo sin apenas darnos cuenta y sin restarle tiempo a otras actividades. Con 20 minutos al día de práctica, triplicaremos nuestra velocidad de lectura en solo dos meses. ¿No es fantástico?
El punto de partida para leer más rápido
Lo primero que necesitamos saber es nuestra velocidad de lectura antes de empezar con los ejercicios. Así podremos ir calculando nuestros progresos según vayamos entrenando.
La forma más sencilla consiste en seleccionar un texto en Word u otro programa similar que nos diga cuántas palabras hay. Luego, marcamos un minuto con el cronómetro del móvil y leemos a velocidad normal.
Cuando pite el cronómetro, solo tenemos que parar y ver cuántas palabras hemos leído. No hay que esforzarse por ir más rápido de lo normal ni hay que leer por encima sin enterarnos de nada. Se trata de hacer un cálculo realista de nuestra velocidad, no de ganarnos a nosotros mismos.
Los adultos solemos leer a una velocidad media de 250 palabras por minuto, pero si a la primera no llegamos, no hay que desesperar, enseguida le cogeremos el tranquillo.
Aprendimos a medias
Nos han enseñado bien a leer, primero las letras y luego las palabras. Pero como nuestros pensamientos van mucho más rápido, leer cada palabra resulta agotador y terminamos por despistarnos y perder el hilo.
A todos nos ha pasado que tras un rato leyendo nos damos cuenta de que no nos hemos enterado de nada. Por eso deberían habernos enseñado el siguiente paso, que consiste en leer grupos de palabras a golpe de vista.
De un solo vistazo hay que abarcar cuatro o cinco palabras y no ir descifrando una a una. Si al principio nos cuesta un poco más enterarnos, pronto veremos que comprendemos el texto perfectamente.
El mejor ejercicio para leer más rápido es…
¡¡¡Redoble de tambor!!!
Pues obviamente, leer un poco cada día. Además, adquirir un hábito de lectura tiene muchísimos beneficios que van a sernos muy útiles a lo largo de nuestra vida, como tener más cultura general, mejor vocabulario, más empatía, mayor capacidad de concentración, menos estrés, etc.
Pero como aquí se trata de conseguir leer más rápido, no solo hay que leer, también deberemos hacer una serie de ejercicios que nos harán ser auténticos bólidos de la lectura.
El puntero que ayuda a leer más rápido
Por supuesto, para leer más rápido hay que dejar fuera cualquier manía que tengamos, como mover los labios o murmurar (lo que, por cierto, es muy molesto para las personas que están a nuestro alrededor).
Una vez descartado lo de murmurar o vocalizar lo que leemos, lo que sí que nos va a ayudar a leer más rápido es crear un puntero con el dedo.
Este ejercicio debemos practicarlo durante unos 5 minutos, ir apuntando con el dedo los grupos de palabras que vayamos leyendo. El dedo debe apuntar, no subrayar, por lo que solo señala a saltos de vista.
Abarcar más palabras es leer más rápido
Según vayamos practicando lo de leer grupos de palabras, hay que ir ampliándolos para entrenar nuestra visión periférica. Para eso, podemos practicar fijando la vista en la punta de un bolígrafo que apoyemos sobre el texto y tratando de leer las palabras que lo rodean. Cuantas más abarquemos sin mover los ojos, mejor. Entrenar la visión periférica hará mucho más fácil el adquirir velocidad, pero además evitará que se nos canse tanto la vista y los molestos dolores de cabeza asociados al cansancio visual.
Tras una semana de práctica, volvamos a medir nuestra velocidad. Nos vamos a quedar asombrados de lo mucho que hemos avanzado en tan poco tiempo.